El año que trafiqué con mujeres (22 page)

BOOK: El año que trafiqué con mujeres
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Sin embargo, en general, a Manuel no le gustan los clubes de carretera, ni siquiera aunque sean tan lujosos como los de Castelldefels. Él frecuenta otro tipo de servicios y, de no haber sido por su inestimable colaboración, yo jamás podría haber accedido a ellos. Se trata de las agencias más selectas que trabajan con las escorts, o prostitutas de lujo, más caras y sofisticadas. Éste es el escalafón más alto en el negocio del sexo profesional, vetado a los ciudadanos medios, y reservado a los puteros más adinerados. Empresarios, Políticos, actores o deportistas de elite, en disposición de gastarse entre 600 Y 42.000 euros —de 100.000 a 7 millones de pesetas por un rato de placer con una chica que haya sido portada de Interviú o MAN, o con una top-model reconocida, o incluso con una famosa actriz, cantante o presentadora de televisión.

Para cuando conocí a Manuel, ya llevaba muchos meses sumergido en el mundo de la prostitución, y podía permitirme cierta seguridad y experiencia al hablar del tema. Creo que fue eso, mi seguridad al hablar del negocio, lo que me hizo ganar su confianza.

Manuel pensaba que yo era un traficante de mujeres, entre otros negocios delictivos, con burdeles en Bilbao y Marbella. Sin embargo, en esta ocasión, lo de atribuirme la propiedad de un burdel en Málaga casi me cuesta un disgusto.

Aunque me lo explicó, no tengo clara la lejana relación familiar que Manuel tiene con el vidente de la jet más famoso de España, pero aquel parentesco hacía que conociese bien Puerto Banús y el elitista ambiente de los burdeles de Marbella. Así que jugué de farol y le cité algunos conocidos clubes malagueños como el Milady Palace de Puerto Banús, La Sirenita de Benalmádena, o los Selecta y Geísha de Torremolinos. Intenté hacerle creer que yo tenía algunas de mis rameras trabajando en aquellos locales, cuyos nombres le sonaban familiares y tragó el anzuelo con el sedal y la caña. Entusiasmado por nuestra incipiente relación, terminó por presentarme a Priscila, una rumana espectacular que ha llegado a cobrar hasta 400.000 pesetas por un servicio.

Priscila fue una «chica Fontaneda», y entre sus dientes se cuentan importantes abogados, toreros, empresarios y deportistas de Madrid y Barcelona. Me comentaba divertida, en una de nuestras últimas entrevistas, al poco de que la controvertida Nuria Bermúdez declarase, en verano del 2003, que se había acostado con media plantilla del Real Madrid, que la misma Priscila y muchas de sus compañeras habían hecho lo mismo mucho antes que la Ber1núdez. De hecho, debo confesar que los nombres de muchos componentes del club blanco han aparecido una y otra vez en mis conversaciones con prostitutas de toda España, con el agravante de que todas coinciden en los mismos detalles, así que debo deducir que cuando el río suena... Supongo que es mera casualidad, pero todas las prostitutas que me han relatado sus orgías con jugadores del Real Madrid eran de aspecto nórdico, auténticas valkirias. Mis ex camaradas de Ultrassur al menos podrán estar tranquilos en ese sentido. La unidad racial, aunque sea con rameras, ha quedado salvaguardada... Salvo por el detalle de que algunos de los mejores clientes de mis amigas eran todo lo contrario a hombres arios...

Orgullosa, Priscila presumía de sus recién adquiridos pechos de silicona, ciertamente esplendorosos, alegando que se los había puesto el mismo cirujano que a Yola Berrocal. Ignoro si este punto puede considerarse como algo digno de orgullo. Actualmente trabaja en uno de los burdeles más famosos de España, con sucursales en Barcelona, Madrid, Vigo, Marbella, etc. Sin embargo, hastiada de sus jefes, estaba dispuesta a conocer nuevos ambientes, y ahí es donde entraban mis supuestos clubes de lujo en Bilbao y Marbella. Además, Priscila, como el 90 por ciento de las meretrices que hay en España, carece de documentación legal, y yo le había hecho creer a Manuel que mis contactos con el crimen organizado incluían a falsificadores de pasaportes, tarjetas de residencia, ofertas de trabajo, etc.

La rumana acudió a la cita de la mano del putero, a bordo del espectacular descapotable rojo que le había regalado un conocidísimo empresario del mundo del espectáculo madrileño, encaprichado por los favores sexuales de la impresionante rubia con las tetas de Yola Berrocal. Como me había ocurrido con Susy en Murcia, me aproveché de mis viajes anteriores, en este caso por Rumania, para romper el hielo. Todas las mesalinas que he conocido recuerdan con cierta añoranza sus países de origen y aceptan entusiasmadas una conversación cálida e informal sobre la gastronomía, la historia, la música o la cultura de su patria. Así que desempolvé de la memoria mis recuerdos de Bucarest, Constanza, Tirgoviste o los verdes Cárpatos, y durante unos minutos creo que Priscila disfrutó con nuestro intercambio de recuerdos rumanos. Manuel sonreía satisfecho. Su intercesión había resultado enriquecedora para ambos.

Por fin, en un ambiente más distendido, la rumana comenzó a relatar, ante mi cámara oculta, su currículum profesional, que incluía haber compartido agencia con algunas de las cantantes, actrices o presentadoras más famosas de España, ejerciendo con ellas la prostitución en absoluto secreto. Priscila trabajaba en un local de alteme convencional, hasta que uno de sus clientes habituales, un conocidísimo abogado madrileño, le propuso cambiar de lugar de trabajo. Transcribo el español casi perfecto de Priscila, tal y como lo grabó su cámara oculta.

—Él me ha aconsejado que no esté cara al público todas las noches, que es mejor hacer las mismas cosas, pero en discreto y por más dinero. Y entonces me dio el número de teléfono de esta agencia.

—Llamaste a la agencia, ¿y?

—Cuando llamé primera vez me han preguntado qué edad tengo, si tengo celulitis, si tengo estrías. Les he dicho que tengo veintisiete, aunque tenía ya veintiocho, y la edad máxima eran veinticinco. Pero cuando me han visto se han quedado encantados y me han hecho fotos en bañador y todo, y bueno, bien. Pero yo por ser normal y corriente, el precio eran 150.000.

—¿150.000 pesetas?

—Esto fue hace tres años. El precio mínimo eran 150.000 pesetas y la chica más cara eran seis millones. La más cara era M. S.

Priscila había pronunciado el nombre de una famosísima presentadora de televisión. Me quedé anonadado, pero intenté mantener la compostura. Se suponía que, como proxeneta profesional, no deberían impresionarme aquellas revelaciones. Todos los periodistas de España hemos escuchado rumores sobre famosas actrices, modelos, cantantes o presentadoras que ejercían la prostitución en secreto, pero aquella voluptuosa y exuberante rumana me estaba explicando con toda naturalidad que una de las presentadoras más famosas de la televisión era su compañera de burdel hace sólo tres años.

En su libro Yo puta, Isabel Pisano relata un curioso episodio protagonizado por ella misma y una importante madame madrileña llamada Patricia, regente de una agencia de prostitutas de lujo. Según relata Pisano, la celestina le había pedido que intercediese presentándole a algunas famosas, que la tal Patricia intentaba reclutar para su agencia de rameras de alto standing: «Oye, yo tengo clientes maravillosos de cuatro y cinco millones de pesetas por una noche, pero tienen el capricho de Ivonne Reyes, Mar Flores, Ana Obregón. ¿No me las podrías presentar?». Según relata la autora de Yo puta, al interrogar a la madame sobre cómo pretendía convencer a aquellas famosas para que se prostituyesen a su servicio, ésta respondió: «Es muy fácil, al principio las contacto para un desfile de bañadores, y cuando llega el momento, les digo que el desfile saltó, pero que el dueño de la marca está dispuesto a pagar la misma cifra del desfile por una noche con ellas; la mayor parte acepta» (pp. 28-29).

La primera vez que leí el libro de Pisano, aquel párrafo me pasó desapercibido. Ahora estoy en disposición de certificar, por experiencia propia, que refleja una absoluta realidad. Yo también terminaría negociando el contrato de varios servicios sexuales con famosas españolas, cerrando el precio en 3 millones de pesetas por cada una. El nombre de la madame citada por Pisano era la argentina Patricia del Valle Areyes, y su agencia era la misma en la que trabajaba Priscila... Pero no adelantaré acontecimientos.

—Seis millones... Eso es mucho dinero.

—Lo que pasa es que no lo sé cómo tienen el trato, pero la mitad siempre es para la madame. Lo que sé es que la agencia quedaba en la calle Orense, en el edificio Eurobuilding-2, en la habitación 326. El teléfono sí que no me acuerdo. Me imagino que si vas allí, te abrirá una señorita muy amable, te invitará a una copita, y te enseñará el book de señoritas. Antiguamente sólo por ver el book eran 15.000 pesetas.

—¿Y quién aparecía en ese book?

—No, las chicas que trabajábamos en esa agencia no podíamos ver el book. Pero el book lo sacaron en una revista... Dígame. Porque yo traté con el abogado Rodríguez Menéndez, poco tiempo, pero él lo sacó en su revista Dígame.

Inmediatamente anoté en mi lista de tareas pendientes una visita a la Hemeroteca Nacional, en la madrileña plaza de Colón, para buscar en los archivos de las publicaciones españolas la tal revista Díganw, aunque en ese momento opté por no interrumpir el relato de la rumana.

—Trabajábamos en hotel y en la misma agencia, que había dos cuartitos por si el cliente no tenía hotel y quería hacerlo allí. Si íbamos a hotel nos pagaba a nosotras el cliente y después le dábamos la mitad a la agencia, y si era en la agencia, al revés.

—¿Y por qué dejaste de trabajar allí?

—Un día me llaman de la agencia y me dicen que hay un abogado de Barcelona que en vez de 150.000 sólo va a pagar 100.000 pero que es muy amable y muy rápido. Y si es muy rápido, eso es lo que importa, y son 100.000, bueno, 50 para mí y 50 para la agencia. Y si es rápido, y guapo, y amable, y joven, pues bueno, fui. Al principio bien, pero después se puso muy violento. Quería cosas, no sé, sin preservativo y tal. Y entonces, llorando, de rodillas, me dijo que nunca había pagado a ninguna chica tanto dinero. Le digo, pero si has pagado una mierda, 100.000. Y me dice, si he pagado 400.000 por ti. Entonces me puse a llorar, cómo podían darme a mí 50 y él pagar 400.000.

Aquella estafa por parte de la agencia marcó definitivamente a Priscila, que continúa ejerciendo la prostitución, pero por su cuenta. Por eso se había reunido conmigo. Tomen nota todas las escorts españolas, por si sus agencias también las están estafando, cosa que no me extrañaría. Sin embargo, lo más sorprendente estaba por llegar. Aquella misma agencia le había propuesto a Priscila acompañar a un cliente de confianza en un viaje a EE. UU., sin embargo, un problema legal con su visado impidió el viaje. Poco después le propusieron otro desplazamiento, con el mismo cliente, pero a México. Priscila cobraría 200.000 pesetas al día, durante una semana. Sin embargo, la rumana ya no confiaba en la agencia.

—Yo hablé con mucha gente y todos me han desaconsejado. Mira, ellos te pagan por adelantado, pero quién sabrá lo que pasará en México. Yo no sé qué rollos tendrán. Igual me venden por diez millones o por veinte a un burdel y no vuelvo jamás. Me destrozan la cara, me follan ahí cincuenta tíos, boca, culo, cara y todo y por eso decidí no ir. Me han dicho, pues no te llamamos más, y así se acabó.

¿Es posible que España no sea sólo un país de destino, sino que mafias españolas vendan a su escorts de lujo a su vez, a burdeles de otros países? A medida que profundizaba en esta investigación, la sensación de vértigo que me inundaba, haciéndome sentir que el suelo desaparecía bajo mis pies a cada paso, se agudizaba cada vez más. Pero todavía me aguardaban muchas sorpresas.

Con pasmosa naturalidad, Priscila me comentó que entre sus compañeras en aquella agencia se encontraban otras famosas presentadoras de televisión, cantantes y actrices, auténticos mitos sexuales entre los españoles. Al escuchar aquellos nombres, no pude evitar recordar que mi hermano pequeño todavía tiene en su habitación los pósters de alguna de aquellas famosas, que han sido portada de revistas como Interviú o MAN. Estoy seguro de que disfrutaría más que nadie de las revelaciones de Priscila, porque de pronto aquellas famosas habían dejado de ser mitos eróticos inalcanzables. Ya no eran tan sólo una adolescente fantasía sexual en un papel colgado de la pared. Cualquier español, con el dinero suficiente, podría materializar aquel sueño. Y nada diferenciaba a aquellas populares divas de la pantalla de Susy o de cualquiera de las rameras de burdel que había conocido en mi periplo por los lupanares de todo el país. Nada, salvo el precio. Sin embargo, esa diferencia abismal en los honorarios implica ciertos matices en el servicio, a los que ni las prostitutas callejeras acceden. Por ejemplo, es una ley no escrita entre las cortesanas de todo el mundo que cierto tipo de cosas no se pueden hacer, salvo que sean consideradas y pagadas como «servicios especiales», que no todas las furcias admiten. La inmensa mayoría de las mesalinas no accede al sexo anal, ni a la felación sin preservativo ni, por encima de todo, a besar en los labios. El beso en la boca se reserva para el amado y no se regala al cliente pago. Sin embargo, Priscila era contundente al tocar este punto en relación a las famosas.

—Te voy a decir una cosa, otra de las cosas que no me gustaba de la agencia es que, como decían que las que estábamos allí no somos profesionales, si el cliente decía que le chupes sin condón hay que chupar sin condón, y si quiere beso, también hay que besarle, y si quiere que le chupes el culo, también hay que chuparle el culo, ¿entiendes? Así de claro. Tan finas son, las famositas, por seis millones de pesetas...

Con muy buen criterio, Priscila añadía que seis millones es mucho dinero, pero si el cliente tenía una enfermedad, como el sida, y por realizarle una felación sin preservativo, la prostituta, famosa o no, era infectada, aquellos seis millones no compensaban.

—Malena, por ejemplo, empezó a trabajar en una sauna de Castellana, con una amiga mía. Antes de venir a la agencia. Como la Yasmine, que estaba en un chalet. Pero Malena Gracia empezó con una amiga mía...

Malena Gracia, de la sauna al Hotel Glam

Buceé en la hemeroteca hasta hacerme con todos los números de la revista Dígame, de la que me había hablado Priscila. Y no podía dar crédito a lo que estaba viendo ante mí. En el mes de octubre del año 2000, el polémico abogado Emilio Rodríguez Menéndez presentaba en sociedad la revista Dígame. Con Rodríguez Menéndez como editor y Javier Bleda, otro histórico de la extrema derecha española junto a José Luís Roberto o Blas Piñar, como director, la pareja volvía a coincidir años después de su aventura al frente del diario Ya. El legendario rotativo madrileño se había ido a la quiebra tras la gestión de Menéndez y Bleda, que no habían dudado en publicar lo que nadie más osaba publicar, para intentar vender periódicos. Ellos fueron los primeros en divulgar la existencia de un vídeo pornográfico en el que presuntamente aparecería Pedro 1. Ramírez, director de El Mundo, con una prostituta de color llamada Exuperantia R. Menéndez y Bleda, sin par dúo dinámico, habían roto las reglas implícitas en el mundo de la comunicación, que acuerdan no airear los trapos sucios de los poderosos. Todos los periodistas, y me incluyo, hemos sufrido la censura alguna vez, al intentar divulgar informaciones políticamente incorrectas. Lo sé mejor que nadie. Muchos de mis reportajes han sido censurados, cuando no secuestrados totalmente por la cadena que debía emitirlos. Pero lo malo del binomio Menéndez/Bleda no era que osasen divulgar lo que todos preferían omitir, lo peor es que durante su gestión al frente de Ya, tampoco tenían pudor en inventar la noticia, cuando ésta no existía. Su vergonzoso fraude en tomo al sangrante caso Alcásser, cuando toda la opinión publica vivía con un dolor sin precedentes el triple crimen de Miguel Ricart y Antonio Anglés, todavía dama al cielo. Sin ningún tipo de respeto, Ya publicó en portada que habían descubierto y entrevistado a Antonio Anglés, el criminal español más buscado de la historia, en un país sudamericano. Ilustraban la entrevista con varias fotografías en las que el mismísimo Rodríguez Menéndez posaba con el supuesto Anglés. Las ventas de periódicos se dispararon, sobre todo cuando el propio Menéndez fue entrevistado por Pepe Navarro en su programa Esta noche cruzamos el Mississippi y contó con todo lujo de detalles su presunta investigación periodística, que habría desembocado en la localización del asesino de Alcásser. Pero la gloria le duró poco al abogado, ya que pocas semanas después de aquel pelotazo del Ya, los periodistas de Interviú localizaron en Argentina al supuesto Anglés, que resultó ser un simple modelo, físicamente parecido al asesino, que ni siquiera era consciente del escándalo que había desatado en España su aparición. Todo había sido un montaje urdido por Rodríguez Menéndez para vender periódicos, como terminaría confesando él mismo posteriormente.

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