Johnson se marchó con una sonrisa en los labios, adoraba molestar a tipos presuntuosos como Bonticue. Condujo su auto por las calles cercanas mirando a todos sitios para ver el ambiente en el que se desenvolvía aquel chico y no pudo menos que pensar que era afortunado, llevaba una vida de lujos que muchos desearían y sin embargo, parecía no bastarle aquella ostentosidad y se había refugiado en las drogas siguiendo a Jeremy. A la media hora justa volvió a estacionarse frente a la casa de los Bonticue, esta vez salieron padre e hijo a recibirlo. El hombre tomaba al chico por el cuello y no se veía menos alterado que la última vez.
—Hola Francis —dijo Johnson— necesito hacerte unas preguntas.
—¿Puedo estar presente? —dijo Bonticue simulando humildad.
—Por supuesto, pero no interfiera por favor.
—Francis, ¿Recuerdas cuando hablaste con mi compañero?
—Si claro, el detective Bronson, el hombre de color.
—Si. Bueno, cuando hablaron de Jeremy le dijiste que había vuelto de la tumba.
—Así es.
—Y que Jeremy podía haber asesinado a esos dos hombres que encontró tu madre.
—Estoy seguro de que fue así.
—¿Qué te hizo pensar en algo como eso?
—Ya se lo dije a su compañero, Jeremy tenía poderes que le daban sus conocimientos del vudú.
—¿Qué tonterías son esas? —dijo Bonticue tomando al chico por el brazo.
—No son tonterías, el padre Kennedy dijo que era posible volver de la tumba, que muchos tipos en Haití lo habían hecho.
—¿Escuchaste a Kennedy decir eso? —Preguntó Johnson.
—No. Pero Jeremy me dijo que el sacerdote sabía la manera de volver de entre los muertos.
—¿Y para qué querría alguien como Jeremy tener ese poder? Era apenas un jovenzuelo como tú, no creo que estuviera pensando en la muerte.
—Jeremy hablaba constantemente de la muerte y de cómo sería capaz de burlarla.
—¿Piensas que por eso se suicidó con una sobredosis?
—Jeremy no se suicidó. Esos tipos lo mataron y él volvió de la tumba para cobrar venganza.
—Francis, sabes que eso es imposible.
—No lo es. Le dije a su compañero, si lo buscan entre los muertos, de seguro no lo hallarán.
—¿Jeremy y tú planearon algo al respecto?
—Por supuesto que no —dijo Francis nervioso— yo no tengo nada que ver, Jeremy sabía que intentarían matarlo y prometió volver.
—¿Y cuál era tu papel en la venganza que Jeremy planeaba?
—Solo ser su testigo de que había regresado de entre los muertos.
—Y así lo has hecho.
—No sé a qué se refiere.
—Por supuesto que lo sabes.
—Todo lo que sé se lo he dicho a su compañero.
—¿Has vuelto a ver a Jeremy desde su muerte?
—¿Qué clase de pregunta es esa? —dijo Bonticue molesto. —El chico está muerto, ¿Cómo demonios iba a verlo?
—Jeremy nos lo dirá ¿no es así?
—Jeremy no está más en el mundo de los muertos. Ha regresado para tomar venganza de todos quienes le hicieron la vida imposible.
—¿A quiénes te refieres?
—A los dos tipos de la iglesia, a su padrastro…
—No digas estupideces —dijo el padre agitándolo del hombro.
—Es la verdad, Jeremy lo dijo y estoy seguro de que cumplirá su promesa.
—Francis —dijo Johnson entre compadecido y preocupado por el estado en que se hallaba el chico. —¿Has ayudado a Jeremy en su promesa?
—¿A qué se refiere? —Preguntó el padre con el ceño fruncido.
—¿De alguna manera Jeremy y tú planearon todo esto?
Francis solo lo miraba con una sonrisa que Johnson no sabía interpretar.
—¿Está vacía verdad?
—¿De qué hablas? ¿Qué está vacío? —dijo Trevor Bonticue ansioso.
—La tumba de Jeremy. Estos hombres la han abierto y Jeremy ya no está allí.
Trevor miró a Johnson buscando una negativa pero el semblante del detective le dejaba ver que estaba en lo cierto.
—¿Alguien se robó el cuerpo?
—No lo sabemos, señor Bonticue.
—¿Cómo que no lo saben? Maldición, un cuerpo está o no está en la tumba.
—El de Jeremy no está. Como dice su hijo, la tumba está vacía.
—Francis…
—Jeremy ha resucitado.
—No digas estupideces.
—Señor Bonticue, creemos que su hijo está involucrado en la desaparición del cuerpo de este chico.
—¿Por qué habría de estarlo?
—Porque de alguna manera su hijo y este chico se pusieron de acuerdo ya sea para fingir la muerte o para que muerto de verdad el cuerpo desapareciera y así todos pensaran que Jeremy había vuelto de la tumba.
—Diles que no es cierto.
—Jeremy volvió de entre los muertos y muchos lo pagarán caro. Su venganza ya comenzó con esos dos traficantes.
—¿Comprende el problema en el que está metido su hijo?
—Son solo tonterías que ese sacerdote les metió en la cabeza. No puede usted creerle semejante tontería.
—Aun así, su hijo deberá acompañarme.
—Detective —dijo Trevor llevándolo hacia un lado— es claro que el chico está trastornado. La amistad con ese muchacho debe haberle afectado el cerebro, pero Francis es un buen chico, jamás haría algo como lo que usted sugiere.
Aprovechando la distracción, Francis echó a correr doblando la esquina antes de que Johnson se percatara. El detective tomó el coche ante la mirada expectante de Trevor Bonticue y aceleró a fondo haciendo rechinar las llantas de su camioneta, pero cuando llegó a la esquina no había rastros de Francis. En vano buscó por los alrededores y finalmente volvió donde se encontraba el padre.
—Ha escapado.
—Maldición. No dará usted parte a la policía ¿o si?
—Por supuesto. En este momento Francis es un prófugo.
—¿Sabe lo que tal cosa puede costarle a mi carrera?
—Creo que tiene usted cosas más importantes de qué preocuparse que lo que suceda a su carrera política.
—Deme doce horas y yo mismo lo llevaré a su oficina.
—Tiene hasta la media noche de hoy. Si Francis no está en mi oficina para entonces, daré el parte a lo policía para que sea buscado.
Trevor se mordió el labio y miró como el detective volvía a la camioneta y se marchaba sin dejar de verlo por los retrovisores.
Francis no dejaba de correr a lo que le daban sus piernas, a dos cuadras de su casa estaban los linderos de un bosque donde podría ocultarse de la policía. Sin embargo no corrió hacia él en línea recta, sino doblando por muchas calles para dificultar que el policía lo alcanzara. Exhausto se ocultó detrás de un muro y esperó hasta que Johnson pasara por aquella calle, una vez lo hizo volvió a correr con el corazón en la garganta y se internó en el campo que a esa hora estaba vacío. Atravesó el cauce de un riachuelo y luego se subió a un árbol donde solía reunirse con Jeremy cuando querían hablar a solas. Desde allí podría observar si el policía se acercaba a inspeccionar el bosque. Recuperó el aliento y ya más tranquilo pensó en Jeremy. Estaba seguro de que regresaría para vengarse, lo supo desde que su madre le contó de la muerte violenta de aquellos dos hombres. Ahora, solo tenía que encontrarlo para que le contara como era volver del más allá y quizá cargado de conocimientos arcanos. Escondido en el árbol halló una pequeña bolsa con algunos cigarrillos de hierba y unos cerillos, encendió uno y le dio una larga aspiración. Un ataque de tos lo sorprendió, pero no le dio importancia, estaba completamente solo, no había rastros de aquel detective que pensaba que había robado el cuerpo de Jeremy y que hasta se había atrevido a insinuar que la muerte de su amigo había sido fingida. Los efectos de la droga pronto lo hicieron sentirse en paz consigo mismo y con el mundo. Solo necesitaba que Jeremy se presentara y no había mejor sitio para que lo hiciera que aquel árbol donde habían hablado tantas veces de las charlas de Jeremy con el padre Kennedy y lo mucho que lo apasionaba el mundo de la santería. Tomó el teléfono móvil y marcó el número de Kennedy, el aparato llamó varias veces hasta que se activó la mensajera.
—Padre Kennedy, soy Francis Bonticue, todo ha sucedido como Jeremy esperaba, ha vuelto y ha asesinado a ese par de hombres. Cuando Jeremy me dijo lo que pensaba hacer me habló de otras personas con las que debía ajustar cuentas, entre ellas Alexander McIntire. Ese hombre tiene los días contados. Por favor, devuélvame la llamada, la policía me busca porque quiere información de Jeremy, no les he dicho nada y ahora estoy en fuga, pero puede localizarme en el sitio que ya usted sabe.
Johnson llamó a su compañero que se hallaba con el padre Kennedy.
—Habla Bronson —dijo con prisa.
—Soy yo, el chico Bonticue ha desaparecido.
—¿Desaparecido?
—Lo estaba interrogando y salió corriendo como si se tratara de una gacela, no he podido darle alcance.
—Esto se pone peor. ¿Saben sus padres dónde puede haber ido?
—Bonticue me ha pedido hasta la media noche para dar con él y traerlo.
—¿Crees que sepa dónde puede estar el cuerpo?
—Apenas si pude hablar con él, el chico parece creer con todo su corazón que Jeremy logró lo que había prometido, volver de la tumba.
—Vaya tontería.
—Se pone mejor, dice que juró vengarse de varias personas, entre ellas su padrastro.
—¿Te dijo algo acerca de Kennedy?
—Solo que el curita estimuló la imaginación de Jeremy hablándole de todas estas cosas de vudú y santería.
—He hablado con Kennedy y no me dio la impresión de que esperara que el cadáver del chico hubiese desaparecido.
—En cambio Francis tuvo un gesto de victoria.
—Ya lo imagino, de alguna manera esto acrecienta sus desvaríos juveniles.
—¿Crees que debamos darle protección a McIntire?
—No quisiera dejarme llevar por las habladurías de un chico, además, McIntire no ha dejado de ser sospechoso y no me gustaría ponerle un guardia que le deje saber que estamos tras el.
—Como digas, en todo caso, dudo que este chico Bonticue se aparezca por algunos días.
—Preguntaré a Kennedy por si sabe algo de dónde pueda haberse metido.
—¿Has obtenido algo del sacerdote?
—Solo que fue llevado a prisión en Haití.
—¿La causa?
—Asesinato, al parecer una mujer a quien le practicaba un exorcismo murió y Duvalier lo encerró por varios años.
—Entonces el padrecito tiene antecedentes.
—Dice haber sido objeto de una farsa.
—Eso dicen todos.
—En verdad siento que el padre está muy complicado.
—¿Cuánto tiempo más podemos retenerlo sin presentar cargos?
—Unas cuantas horas más. Me avisaron hace unos minutos que el obispo está furioso por la mala publicidad. Eso de que muera un sacerdote y otro de ellos esté detenido dice a las claras que se sospecha que todo el crimen queda en la iglesia.
—Súmale los dos cuerpos colgando por sus talones y no tienes que ser adivino para saber que el obispo querrá que alguien pague por eso.
—La muerte de Ryan vino a complicarles el escenario.
—¿Sabes algo de la autopsia?
—Hasta ahora que su corazón se detuvo por causas naturales, pero me temo que no será solo eso lo que averigüen.
—¿Crees que el mismo hombre que asesinó a estos tipos mató al padre Ryan?
—Todo está dentro de lo posible.
—Comienzas a pensar que Kennedy está implicado ¿No es verdad?
—Creo que deberé darte la razón, aunque sigo sin descartar a McIntire.
—¿Crees que pudo haber profanado la tumba de su hijo?
—Sería una forma de desviar la atención.
—Pero se oponía a la apertura.
—La verdad no tengo motivos para pensar que fue él, solo que puede haber sido una pose para despistarnos y que ya supiera que la tumba estaría vacía.
—De haber sido él, tendría que haberlo hecho hace mucho y no cuando empezamos a hablar de la exhumación. La tierra no se veía recién removida.
—No me hagas caso, solo es una locura y no pensar en que Kennedy sigue siendo el principal sospechoso.
—¿Estás con él ahora?
—He salido de su celda para tomar la llamada.
—¿Ahora que deseas que haga?
—Tenemos poco que hacer hasta mañana que podamos visitar a Jenny McIntire y que expire el plazo para que Bonticue nos entregue a su hijo.
—Entonces iré a dormir, estoy rendido. Deberías hacer lo mismo.
—Lo haré apenas termine de hablar con Kennedy, si no obtenemos pruebas tendremos que dejarlo en libertad.
—Bien, hablamos por la mañana.
Bronson cortó la llamada pero fingió seguir hablando con su compañero mientras se acercaba a la celda de Kennedy.
—¿Entonces estás seguro de lo que me dices? —Decía y luego una pausa como si escuchara a su compañero.
—Eso es una muy buena noticia. Asegúrate de traerlo, quiero interrogarlo esta misma noche, el tiempo se acaba y debemos definir qué haremos con Kennedy. Te felicito Johnson, con esto ganarás muchos puntos en la oficina.
—¿Buenas noticias? .preguntó Kennedy que estaba asido a los barrotes escuchando la conversación.
—Ya veremos. ¿En que nos quedamos?
—Quería que le contara acerca del exorcismo que practiqué en Haití y que le costó la vida a esa mujer.
—Cierto, el motivo de que lo enviaran a prisión. ¿Cuántos años estuvo preso?
—Demasiados.
—Sé que puede ser más específico que eso.
—Los quince largos años que duró el gobierno de Baby Doc.
—¿Y en todos esos años no hizo ninguna gestión para ser liberado?
—Muchas, pero todas ellas inútiles.
—¿Y su iglesia no se preocupó por ayudarle?
—En aquel tiempo muchos sacerdotes nos habíamos metido en problemas en Haití y en Cuba, supongo que la iglesia estaba harta de lidiar con nosotros.
—Y lo dejó podrirse en prisión.
—Así es.
—¿Y qué hizo usted al salir?
—Seguir mi ministerio.
—Sin el aval de la iglesia.
—Así es, Haití precisa de ayuda, quizá una ayuda que la iglesia no le puede dar.
—Pero si una especie de paladín.
—No soy ningún héroe si es que se refiere a mí.
—Quedarse en Haití más de una década después de salir de prisión y solo para ayudar a esa gente es un acto heroico.
—No se burle usted de mí y dígame ¿Tienen algún sospechoso? Quiero salir de este agujero cuanto antes.
—Seguimos una pista que obtuvo Johnson, es probable que todo esto se aclare pronto.