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Authors: Esther Sanz

Tags: #Infantil y Juvenil, Romántica

El jardín de las hadas sin sueño (33 page)

BOOK: El jardín de las hadas sin sueño
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Todo había terminado.

El fuego había arrasado los planes de la Organización y sus líderes. La muerte de Adam y Stuart había puesto fin a años de búsqueda infructuosa de la semilla. La falsa República del Bosque, en cambio, sí había conseguido su objetivo, como brazo armado de la farmacéutica. Aunque para ello se hubiera cobrado la vida de sus jóvenes esbirros. Pensé en Gala, en Román y en los otros chicos que ni siquiera había conocido. Me sentí apenada por ellos… La ambición les había cegado casi tanto como la semilla a los padres de Robin.

Por suerte no había que lamentar la vida de Emma. James me había explicado que antes de perder su móvil en el bosque había recibido un SMS de Miles diciéndole que su novia había despertado del coma y que se estaba recuperando en Escocia.

Mientras devorábamos un conejo que Koldo había cazado y cocinado a la leña, sentados junto a sus brasas, observé a mis amigos.

Aquella aventura había dejado huellas imborrables en todos ellos.

Las de Berta y James eran las más visibles. Aunque las curas de Bosco las calmaran, las quemaduras latían en su piel. A pesar de eso, sus rostros no reflejaban dolor, sino un profundo alivio. Supuse que por la suerte de haber sobrevivido juntos a ese infierno. Contemplé cómo James desmenuzaba a trocitos la carne del conejo para ofrecérselo a Berta, que tenía ambas manos vendadas.

Las heridas de Robin eran menos perceptibles, pero yo había aprendido a leer en su corazón. Desde la muerte de sus padres no había vuelto a abrir la boca, ni siquiera para comer. Con la mirada perdida en el fulgor de aquel moribundo fuego, parecía completamente ajeno a nuestra compañía.

Trataba de adivinar sus pensamientos cuando, de pronto, y sin desviar la vista de las brasas, nos sorprendió a todos con un poema inquietante:

No despertéis a la serpiente

mientras no sepa el camino que ha de seguir.

Dejadla que se arrastre mientras duerme

entre las altas hierbas del prado.

Ni una abeja debe oír su deslizar,

ni una mosca alzar el vuelo debe

al sentir agitarse la flor en que reposa.

Que las estrellas no brillen mientras se deslice

por la silenciosa hierba.

Entendí que se estaba refiriendo a la semilla dormida que reposaba en algún lugar de aquella aldea, tal vez bajo la misma tierra que nos sostenía en aquel momento. Pensé que era una bonita metáfora y entendía sus motivos para no querer que la simiente despertara nunca de su letargo…

—Es de Shelley, ¿verdad? —preguntó Koldo extrañado—. ¿De qué serpiente estás hablando?

Bosco y yo nos miramos un segundo. Excepto Robin y nosotros dos, el resto desconocía la historia de la aldea de los Inmortales y de la otra semilla.

Mi ermitaño respiró hondo antes de explicarles todo lo sucedido en aquel lugar cinco siglos atrás. Les habló de Dante y de Jonás, de

Helena y de cómo había sucumbido aquella civilización perfecta.

Aprobé su decisión de compartir el secreto con Berta y James. Merecían saberlo todo. Habían arriesgado sus vidas por proteger la semilla, y lo justo era que supieran que existía otra. No me pareció, en cambio, tan prudente incluir a Koldo en nuestro círculo de confianza… Exceptuando su sueño de emular a Thoureau, poco más sabíamos de él.

La indiscreción de Bosco demostraba lo poco que confiaba en que aquella otra semilla se conservara o que pudiéramos dar con ella.

—¿Significa eso que en algún lugar de este valle existe otra semilla de la inmortalidad? —Preguntó Koldo con asombro—. ¡Eso es genial!

Nosotros seis podríamos darle una segunda oportunidad a la semilla y fundar una nueva aldea de inmortales… Volver a los orígenes del hombre, pero como dioses. Viviendo en la naturaleza, aprendiendo de ella mientras esperamos el momento de compartirlo todo con el resto de la humanidad. ¡Sería nuestro Walden4!

—Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla —repuso Robin con un tono cortante y duro—. No se puede jugar a ser dioses. Mi padre lo intentó… y ha acabado ardiendo en el infierno.

A mí no me parecía tan descabellada la propuesta de Koldo. Durante unos segundos fantaseé con la idea de ser inmortal y vivir eternamente junto a Bosco y mis amigos en aquella aldea escondida entre las montañas. Quizá incluso en aquel mundo idílico fuera posible amar a dos personas a la vez. Por supuesto, era solo una fantasía…

Berta delató que también había pensado en esa posibilidad al decir con mirada soñadora:

—Debe de molar mucho ser joven e inmortal para siempre…

—Yo creo que el tiempo ha de tener un fin, es lo natural… Pero no soportaría que me dejaras por otro más joven —bromeó James al estilo inglés dirigiéndose a Berta—. Lo único que me movería a ser inmortal es que tú también lo fueras.

—¿Tú qué opinas, Bosco? —insistió Koldo.

—Rodrigoalbar se prometió no convertir a nadie más… y yo llevo esa promesa en mi sangre. Estoy de acuerdo con Robin en no despertar la semilla y en no repetir los errores del pasado.

—Un pasado que se remonta a más de cinco siglos atrás —intervine—. Tu retatarabuelo quería que conservaras la simiente para una sociedad que estuviera preparada para ello… ¿Y si fuéramos nosotros?

—Esa semilla se ha destruido —me recordó Bosco—. Y dudo mucho que la otra se conserve todavía. Nadie la ha custodiado durante siglos… Y lo más probable es que se consumiera en aquel incendio que acabó con los habitantes de esta aldea.

Aquellas palabras pusieron fin a la discusión.

El sol estaba empezando a descender, descontando así un día más de nuestra mortal existencia. Habíamos decidido pasar la noche en la aldea y partir hacia Colmenar al alba. No había motivos para seguir escondiéndonos, y tanto Berta como yo deseábamos ver a nuestras familias.

Suspiré al imaginarme el reencuentro con mi padre. ¿Estaría también Ángela con él? Después nos reuniríamos todos en la Dehesa.

Habíamos decidido pasar unos días juntos en el viejo torreón antes de las despedidas.

—Seguimos siendo guardianes de un secreto —nos recordó Berta—. Nadie debe saber jamás lo que ha pasado en el bosque.

—Sí, y como tales tenemos una misión —añadió Bosco—. Proteger la semilla dormida. Yo regresaré a esta aldea para vigilar su sueño.

Que no sepamos dónde está y si logró sobrevivir o no a las llamas no quiere decir que debamos desentendemos de ella.

—¿No regresarás a la cabaña del diablo? —pregunté decepcionada.

Aquel lugar estaba muy lejos de la Dehesa, en un lugar inaccesible en cuanto cayeran las primeras nevadas… Si quería estar con él, tendría que instalarme entre aquellas ruinas. Adiviné las bajas temperaturas de aquel valle situado a la sombra de las montañas; y entendí que aquella civilización de inmortales hubiera escogido un lugar solo habitable para gente inmune al frío. Me pregunté si el calor de Bosco sería suficiente para pasar un invierno.

—Ese privilegio se lo cedo a Koldo —respondió Bosco—. Tú serás mis ojos en el bosque… Tienes mi permiso para levantarla de sus escombros y convertirla de nuevo en un lugar habitable.

Koldo sonrió orgulloso al saberse elegido como uno de los seis guardianes de la semilla.

Berta miró a James con ojos soñadores. Aún no sabía cuál era exactamente su misión, pero, cualquiera que fuese, debía incluir forzosamente a su caballero inglés.

Con su acostumbrada elegancia, James sacó un anillo verde de su bolsillo y se arrodilló a los pies de Berta. Me sorprendió que lo hubiera llevado todo ese tiempo ahí, y que hubiera sobrevivido a tantas aventuras en el bosque.

—Mi misión más inmediata es colocar esta sortija en el dedo de Berta…

—¿Me estás pidiendo la mano? —preguntó ella con picardía.

—Te estoy pidiendo la mano… y todo lo demás.

Todos sonreímos.

—Después le pediré que venga conmigo a Londres y se matricule en un instituto cercano a la Facultad de Bellas Artes donde estudio…

—Y yo aceptaré con la promesa de que regresemos aquí en verano.

James asintió.

—¿Qué harás tú, Robin? —le preguntó Bosco con voz amable.

—Volveré a Estados Unidos. Quiero asegurarme de que, tras la muerte de Adam y de… mi padre, nadie volverá a molestarse en buscar la semilla. Necesito averiguar algo más sobre esos magnates que financiaban las investigaciones de la Organización.

Me alegró escuchar que, a pesar de su tristeza, él también tenía planes como el resto, aunque los suyos fueran más ingratos.

Después pensé en mí. Me visualicé viviendo en Colmenar con mi padre, estudiando en el instituto de la comarca y pasando temporadas con Bosco en aquella pradera inhóspita… Tras un año terrible, había llegado el momento de dar rienda suelta a nuestro amor. Adiviné cómo las horas se detendrían en sus brazos, concediéndome una tregua junto a su joven existencia, antes de que el paso inexorable del tiempo envejeciera la mía.

Una mirada gris me desvió un instante de aquella ensoñación. En ella reconocí una pena familiar, de desconsuelo y pérdida. Afligida, imaginé la vida de Robin en Estados Unidos, solo, estudiando en una gran ciudad como podía ser Nueva York e investigando la estela que había dejado atrás la Organización.

Por un momento me vi también a su lado, acompañándole en su tristeza, para que su corazón no se durmiera.

Mientras me debatía en silencio entre esos dos mundos, pensé que en algún lugar de esa aldea, en las profundidades de la tierra, dormía la última semilla de la inmortalidad.

¿Despertaría algún día?

Agradecimientos

En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los lectores de
El bosque de los corazones dormidos
… Gracias por leerlo y seguir la historia en este
El jardín de hadas sin sueño
. Sin vosotros, nada de esta aventura tendría sentido… Vuestro entusiasmo y apoyo son el mejor impulso. Gracias a todos los que habéis dejado comentarios en mi web o a través de Facebook.

Pero para que se produzca el milagro de publicar un libro y que una historia llegue a miles de personas es necesaria también la intervención de unas hadas muy especiales. Son las hadas de la vida cotidiana, personas que trabajan con amor y dan lo mejor de sí mismas para crear algo mágico.

En esta novela han intervenido unas cuantas… pero me gustaría empezar nombrando a la que me animó a adentrarme en este bosque de la literatura juvenil. Mi hada madrina literaria, Sandra Bruna.

Y seguir con las hadas editoriales de Montena. En especial a Gemma, por mejorar con su polvo de hada editora cada instante de esta aventura. ¡Y por la frase! Tan genial como la de Pilar. A Teresa, por su generosidad; a Marta B., por esta nueva bella, sensible y romántica portada, que tan bien refleja el espíritu de
El bosque
. Y a Esther, por promocionar la saga con tanto cariño.

Gracias también a Blanca y a Luis, por crear una web preciosa e implicarse de una forma tan generosa. No hay suficiente miel en el mundo para agradecerle a Luis su intuición, sus ideas y sus sabios consejos.

A Francesc y a su grupo Nikosia, por regalarme «La canción de Bosco», una delicia.

Por último, tengo que dar las gracias a mi familia, sin la cual no tendría las fuerzas, el tiempo, ni la energía necesaria para escribir una sola línea; en especial a mis hermanas y a mi madre, que se pasaron todo un verano leyendo y reclamándome más páginas de este libro mientras lo escribía… ¡Sois geniales!

Y para terminar, a Ismael…, porque si sé escribir historias de amor es gracias a ti.

ESTHER SANZ, (Barcelona, 1974) es licenciada en periodismo. Ha trabajado en revistas femeninas además de ejercer de editora en un sello de libros prácticos.

Lectora apasionada de novelas románticas en su adolescencia, siempre soñó con convertirse en escritora. Su primera obra,
Vive rápido, siente despacio
, fue publicada en 2007 por la editorial Talismán.
El bosque de los corazones dormidos
es su primera incursión en el mundo de la literatura juvenil. Ahora la historia de Clara y Bosco continúa en
El jardín de las hadas sin sueño
.

Notas

[1]
«Como una chica gótica, perdida en el mundo oscuro. Mi pequeña chica gótica. En el lado más oscuro, sus joyas son su navaja, y cortan de verdad, nena. Puedes verla, está en su camino de destrucción. El estigma de la crucifixión sobre su pálida piel. Arte tribal pagano, le encanta su tatuaje, una marca egipcia. Y todos los días su amor nos apartará. Está fuera de alcance. Tan macabra y sola. Próxima a su propia muerte».
<<

[2]
«¿Has visto la tierra que vive junto a la brisa? ¿Puedes comprender la luz entre los árboles? Dime todo lo que sepas. Enséñame lo que tengas que enseñar. Dínoslo todo hoy. Si conoces el camino hacia la melancolía».
<<

[3]
«Dijo que no había tenido noticias, que no tuvo tiempo de elegir, una manera de perder. Pero ella sigue teniendo fe. Va a ver al hombre del río, va a contarle todo lo que puede, sobre el plan, en el tiempo de las lilas».
<<

[4]
«Golpeame con un beso más, no hallarás un fracaso mayor. O continúa prestándote en tu palacio si también podrías sacarme a bailar».
<<

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