El protector (27 page)

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Authors: Larry Niven

BOOK: El protector
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—Diste en pleno blanco.

—Recuerda, pasé varios días con mi mentor Phssthpok. Imaginé que un Pak saludable podría resistir tres ge por siempre, y seis por cinco años, aunque eso terminaría matándolo. Ellos conocen sus límites y diseñan para eso.

Tres estrellas verdes derivaban hacia el Sol. Súbitamente se apagaron, una por una, y volvieron a encenderse. Ahora su color era más suave, más amarillo. Roy trató de enderezarse en la silla, pero la mano de Brennan lo empujó atrás.

—Aquí es cuando cambiaron a modo de aceleración.

Roy miró por otro minuto, pero nada pasó, excepto que las estrellas se hicieron algo más brillantes.

—Aquí es donde estamos ahora. Esas imágenes están a cerca de un año luz. Las naves deben estar un par de meses luz más cerca, asumiendo que nos den caza a una aceleración constante. En unos pocos meses sabremos si cualquiera de ellos se volvió. El par que viene en cabeza nos alcanzaría en catorce meses tiempo de la nave, si no fuera porque en algún punto ellos se pondrán en modo de deceleración y verán si pueden lastimarnos con el escape, lo que significa que tardarán un poco más.

—Catorce meses.

—Tiempo de la nave. Estamos en velocidades relativistas. Cubriremos mucha más tiempo que eso en el mundo real.

Roy sacudió su cabeza.

—Se me ocurre que me has despertado un poco antes de tiempo.

—No realmente. No creo que puedan hacernos nada a esta distancia, pero no estoy seguro de que no hayan pensado en algo. Te quiero despierto y totalmente recuperado, por si algo me pasa. Y deseo esas bombas de radón de nuevo en la cabina de armas.

—Suena improbable eso de que «algo te pase». ¿Qué pueden hacerte a ti que no me mate también?

—Está bien, tengo otra razón para despertarte. Pude haberte puesto en una caja de éstasis antes de salir de Kobold. ¿Por qué no lo hice?

Roy se sentía cansado. ¿Acaso la gravedad secaba la sangre de su cerebro?

—Tenías que entrenarme para luchar con esta nave.

—¿Y estás en condiciones de luchar? ¡Pareces una pila de fideos húmedos! Cuando las cosas comiencen a suceder, te quiero en condiciones de moverte.

Él se sentía como una pila de fideos húmedos.

—Bueno. ¿Debemos…?

—Para nada. Por hoy sólo quédate allí acostado. Mañana caminaremos un poco. Haz como si hubieras estado enfermo —Brennan lo miró de costado—. No lo tomes tan a mal. Déjame que te muestre algo.

Roy había olvidado que estaban en el vieo módulo de control de Phssthpok, con un casco que podía hacerse transparente a voluntad. Esto lo golpeó cuando la pared se volvió invisible. Entonces miró.

Se estaban moviendo terriblemente rápido. Las estrellas detrás de ellos estaban corridas al rojo hasta desaparecer. Adelante, o sea arriba, eran blanco violáceas. Y desde el cenit se extendían hacia atrás como un arco iris: violeta, azul, verde, amarillo, naranja, rojo, en anillos que se expandían. La visión era total: todas las particiones interiores del Protector se habían vuelto transparentes también.

—Ningún hombre ha visto esto antes que tú —dijo Brennan—, a menos que me cuentes a mí como un hombre. Ésa es Epsilon Indi —señaló.

—Está a un lado.

—No nos dirigimos a ella directamente. Te lo dije, estoy planeando hacer un ángulo recto en el espacio. Sólo hay un lugar donde podemos hacerlo.

—¿Podremos vencer a los exploradores allí?

—Será apenas antes de que la segunda nave nos alcance, creo. Deberemos luchar con la primera.

Roy dormía diez horas por día. Cada doce horas daba largos paseos, desde el cuarto de control alrededor del cuarto de ejercicios y de vuelta, un paso extra cada vez. Brennan caminaba con él, listo para sujetarlo; podría matarse si caía mal.

Se sentía como si hubiera estado enfermo. No le gustaba.

Un día abrieron el campo impulsor por completo, y en caída libre —protegidos de los rayos cósmicos por la destellante cúpula del campo interno— movieron las bombas de radón de vuelta a sus nidos en la barquilla de armas. Por ese par de horas Roy recuperó su fuerza, y se glorió en ella. Pero luego estuvo de nuevo a 2,6 ge y la debilidad de cargar con ciento ochenta kilos.

Con ayuda de Brennan, preparó un calendario de los eventos de la más larga guerra en los registros:

33.000 a.C.: Phssthpok sale de Pak.

32.800 a.C.: Primera ola de emigración sale de Pak.

32.500 a.C.: Segunda ola de emigración sale de Pak.

¿? a. C.: Exploradores salen de Pak.

2125 d.C.: Phssthpok llega al Sol. Brennan se vuelve un protector.

2340 d.C.: Secuestro de Truesdale.

2341 d.C.: Descubrimiento de la flota Pak. Octubre, partida del Holandés Volador. Noviembre, destrucción de Kobold.

2342 d.C.: Mayo, descubrimiento de los Exploradores Pak. Julio, Truesdale en éstasis; partida del Protector.

A partir de este momento, la relatividad enredaba las fechas. Roy decidió guiarse por el tiempo de la nave, dado que tendría que vivir con él.

2344 d.C.: Abril, se ve a las naves Pak cambiar de curso. Julio, Truesdale sale de éstasis.

Fechas hipotéticas:

2345 d.C.: Setiembre, encuentro con el primer tándem de naves Pak.

2346 d.C.: Marzo, giro en ángulo recto (¿?). Perder a las naves exploradoras.

2350 d.C: Llegada a Hogar. Ajuste de calendarios.

Roy estudió Hogar. Durante varias décadas había habido un considerable tráfico de mensajes láser entre la Tierra y el planeta: diarios de viajes, biografías, novelas y estudios de la vida nativa. Brennan los había leído todos; a su velocidad de lectura, no había necesitado más que sus dos años de vigilia sin Roy.

Las novelas tenían un raro sabor, un nido de presunciones no dichas que él no podía definir, hasta que le preguntó a Brennan acerca de ello.

Brennan tenía una memoria eidética y un fino tacto para la sutileza.

—Parcialmente es una cosa Espacial —dijo a Roy—. Ellos saben que están en un ambiente artificial, y se sienten protectores hacia él. Ese trozo en 
El Día Más Corto
, donde disparan a Ingram por caminar en el césped…, es un robo directo de algo que pasó en la primeras épocas de Hogar. Lo verás en la biografía de Livermore. Y por sus costumbres funerarias, eso probablemente ha quedado fijado desde entonces. Recuerda, los primeras cientos de personas que fueron muriendo en Hogar conocían a cada uno de los otros como tú conocerías a tu hermano. Cualquiera que muriera era importante en esos días, para todos en el mundo.

—Sí, cuando lo pones de ese modo… Y ellos tienen más espacio, también. No necesitan crematorios.

—Buen punto. Hay infinitas tierras sin uso, hasta que son fertilizadas de algún modo. Cuando más crece el cementerio, más representa la conquista humana de Hogar. Especialmente cuando los árboles y el césped comienzan a crecer donde nada creció antes, abonados por los cadáveres.

Roy pensó la idea de nuevo, y decidió que le gustaba. ¿Qué podría perder? Hasta que los Pak llegaran.

—Esos Hogareños no parecen particularmente guerreros —dijo—. De algún modo habrá que tenerlos en pie de guerra antes de que los exploradores Pak lleguen a Hogar.

Pero Brennan no hablaba de eso.

—Toda nuestra información tiene de diez a cien años de atraso. No sé lo suficiente acerca de cómo es ahora Hogar. No sabemos cómo lo han modificado los políticos. Tengo algunas ideas, pero principalmente tocaremos de oído —palmeó la espalda de Roy: era como ser golpeado por una bolsa de nueces—. Anímate. Podríamos no llegar allí en absoluto.

Brennan era un bastardo charlatán cuando tenía el tiempo. Estaba haciendo un claro esfuerzo por mantener a Roy entretenido. Tal vez se estaba entreteniendo a sí mismo también… Estaba muy bien para un Pak pasar ochocientos años en una silla de impacto, pero Brennan había crecido como humano.

Jugaban juegos, usando programas analógicos cargados en la computadora. Brennan siempre ganaba en ajedrez, damas, scrabble y cosas semejantes. Pero el gin y el dominó eran juegos difíciles de aprender, aunque fáciles de dominar. Se quedaron con ellos. Brennan aún ganaba más de lo que perdía, pero tal vez porque tenía la ventaja de poder leer en la cara de Roy.

Sostuvieron largas discusiones sobre filosofía y política, y acerca de los caminos que la humanidad estaba tomando. Leían mucho. Brennan había acumulado material de todos los mundos habitados, no sólo Hogar y Wunderland. Una vez dijo:

—No estaba seguro de si debía llevar una nave herida en búsqueda de aire respirable y un lugar para reparaciones. Todavía no lo estoy.

Luego de varios meses, Roy comenzó a ejercitarse más y a dormir menos. Estaba fuerte ahora, ya no se sentía como un inválido. Sus músculos estaban más duros de lo que habían estado en toda su vida.

Y las naves Pak se acercaban, lentamente.

A través del transparente twing eran invisibles, negro en un cielo negro. Aún estaban demasiado distantes, y no todo su escape era luz visible. Pero se veían bajo aumento: el chisporroteo de la histéresis en las anchas alas del campo impulsor, y en el centro la pequeña luz quieta del empuje.

Diez meses después de que Roy emergió de la caja de éstasis, la luz del par delantero se apagó. Minutos después volvió, pero era débil y parpadeante.

—Han entrado en modo de deceleración —dijo Brennan.

Una hora después, el impulsor del enemigo estaba produciendo un resplandor estable: el rojo de la emisión del berilio corrida al azul.

—Deberé iniciar mi giro ahora —dijo Brennan.

—¿Quieres pelear con ellos?

—Con ese primer par habrá que hacerlo. Y si giro ahora mismo, eso nos dará una mejor ventana.

—¿Ventana?

—Para el giro de noventa grados.

—Escucha: o me explicas lo de ese giro de ángulo recto, o dejas de traerlo a colación.

Brennan rió.

—Tenía que mantenerte interesado de algún modo, ¿verdad?

—¿Qué estas planeando? ¿Una órbita cercana a un agujero negro?

—Mis felicitaciones; esa es una buena suposición. He encontrado una estrella de neutrones sin rotación… Bueno, casi sin rotación. No podría arriesgarme a navegar en el gas radiante alrededor de un púlsar, pero esta bestia parece tener un período de rotación largo, y sin cubierta de gas en absoluto. Y no es luminosa. Debe ser muy vieja. Los exploradores tendrán problemas para encontrarla, y yo puedo preparar una hipérbola que nos lleve derecho a Hogar.

Aunque Brennan hablaba en forma casual, eso sonaba peligroso. Y los exploradores Pak se movían más cerca.

Cuatro meses después, el primer tándem de naves era visible a ojo desnudo: un solitario punto azul verdoso en el cielo negro. Lo vieron crecer. Su llama de impulso dibujaba líneas curvadas en los instrumentos de Brennan.

—Nada mal —dijo Brennan—. Por supuesto, estarías muerto si salieras por un rato.

—Sí.

—Me pregunto si están lo bastante cerca como para probar el dispositivo de gravedad.

Roy miró —pero no entendió— mientras Brennan jugaba con su tablero de control. Nunca le había enseñado a usar esa arma en particular. Era demasiado delicada, demasiado intuitiva. Pero dos días después, la luz verdiazul se apagó.

—Le di —dijo Brennan con evidente satisfacción—. Le di a la nave posterior, al menos. Probablemente cayó en su propio agujero negro.

—¿Es eso lo que hace tu dispositivo? ¿Colapsar el generador de gravedad enemigo en una hipermasa?

—Eso es lo que se supone que hace. Pero veamos… —usó el espectroscopio—. Correcto. Sólo líneas de helio. La nave trasera se fue, la nave delantera viene a nosotros a cerca de un ge. Él me pasará antes de lo que esperaba. Tiene dos elecciones ahora: huir, o embestirnos. Pienso que tratará de embestirnos, por así decirlo.

—Tratará de cruzar el campo de impulsor a través de nosotros. Eso nos mataría, ¿verdad?

—Sí, y a él también. Bien, veamos… —Brennan soltó algunos misiles, luego comenzó un giro.

Dos días después la nave delantera se había ido. Brennan puso el Protector nuevamente en curso. Todo había sido muy parecido a uno de los ensayos de Roy, excepto que tomaba aún más tiempo.

El siguiente paso fue diferente.

Pasaron seis meses antes de que las naves Pak restantes se acercaran, pero un día fueron visibles a ojo desnudo: dos suaves puntos amarillos en la oscuridad de popa. Su velocidad había bajado a no mucho más que la del Protector.

Desde una separación inicial de ocho meses luz, los dos tándems exploradores habían convergido a lo largo de años hasta que estaban casi lado a lado, treinta horas luz por detrás del Protector.

—Es tiempo de usar el dispositivo gravitatorio de nuevo —dijo Brennan.

Mientras Brennan jugaba con los controles, Roy miró arriba hacia los dos ojos amarillos brillando más allá de la sombra oscura de la sección de impulso. Intelectualmente él sabía que no vería nada por dos días y medio…

Pero estaba equivocado. El destello vino desde abajo, iluminando el interior de la esfera del sistema de vida. Brennan se movió instantáneamente, apuñalando con un rígido índice. Por los momentos siguientes, Brennan se mantuvo tenso sobre los instrumentos. Luego era él mismo de nuevo.

—Reflejos aún en orden —dijo Brennan.

—¿Qué pasó?

—Ellos lo hicieron: construyeron un dispositivo gravitatorio. El mío colapsó en una hipermasa, y la hipermasa comenzó a comer su camino por el cable que sujetaba el generador. Si no hubiera volado el cable a tiempo, hubiera absorbido la barquilla de armas, y la explosión de energía nos hubiera matado. Ahora sabes porqué colgué el generador ahí afuera.

Brennan abrió el panel de instrumentos y comenzó a cerrar elementos de control contra cualquier uso posterior.

—Ahora deberemos vencerlos en la carrera a la estrella de neutrones. Si mantienen su deceleración, lo conseguiremos.

—¿Qué es lo que nos arrojarán, mientras tanto?

—Láseres; de seguro los tienen. Necesitaban traer láseres pesados para comunicarse con las flotas principales. Voy a opacar el twing —ahora estaban bloqueados dentro de una cáscara gris, los exploradores mostrándose sólo en la pantalla del telescopio—. Algo más… estamos todos en mala posición para arrojar bombas: estamos todos decelerando. Nuestros misiles irían como subiendo una colina; no podría alcanzarlos a esta distancia. Ellos sí pueden alcanzarnos a nosotros, pero sus bombas irían en mala dirección. Llegarían justo a través del campo impulsor por detrás.

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