El protector (8 page)

Read El protector Online

Authors: Larry Niven

BOOK: El protector
2.56Mb size Format: txt, pdf, ePub

Phssthpok soñaba.

Había enterrado profundamente la cabina de carga bajo el polvo fluido de Lacis Solis. Se veía como una pared ocre más allá del casco de twing. Estaría seguro aquí por tanto tiempo como lo permitiera el sistema de soporte de vida: un largo, largo tiempo.

Permanecía en la bodega de carga, donde podía vigilar a su cautivo. Apenas descender, Phssthpok había desensamblado cada máquina en la cabina de carga para hacer cuantas reparaciones y ajustes fueran necesarios.

Ahora vigilaba a su cautivo. El nativo requería poco cuidado. Se estaba desarrollando casi normalmente. Sería quizás un monstruo, pero no un inválido.

Phssthpok descansaba en su pila de raíces y soñaba.

En unas pocas semanas habría completado su larga, larga tarea… o habría fallado. En cualquiera de los dos casos, podría dejar de comer. Había vivido lo suficiente para estar satisfecho. Pronto habría terminado lo que había empezado mil trescientos años antes, tiempo de la nave, en el corazón de la galaxia.

Había visto la luz destellar sobre el Valle de Pitchok, y supo que estaba condenado.

Phssthpok había sido un protector por veintiséis años. En el valle agostado por la radiación, sus hijos habían tenido entre veintiséis y treinta y cinco años; los hijos de aquellos tenían edades de hasta veinticuatro o algo así. Ahora su propio lapso de vida dependía de si alguno de ellos hubiera sobrevivido a la bomba. Él había regresado inmediatamente al valle para saberlo.

No quedaron muchos criadores en el valle, pero dado que aún estaban vivos debían ser protegidos. Phssthpok y el resto de las familias de Pitchok hicieron la paz. Los términos eran que ellos y los criadores ahora estériles poseerían el valle hasta sus muertes, en cuyo momento el valle pasaría a la Alianza del Mar del Este. Había maneras de neutralizar parcialmente la caída radioactiva. Las familias de Pitchok las usaron. Luego, dejando su valle y sus sobrevivientes en manos de uno de ellos, se dispersaron.

De los varios criadores supervivientes, todos habían sido probados y todos habían sido hallados esencialmente estériles. «Esencialmente» significaba que si llegaban a tener hijos, los niños serían mutantes. Olerían erróneamente. Sin un protector que cuidara de sus intereses, morirían rápidamente.

El más importante de sus descendientes aún vivos era el más joven, Ttuss, una hembra de dos años.

Pero Phssthpok tenía un límite de tiempo. En treinta y dos años, Ttuss llegaría a la edad del cambio. Se convertiría entonces en un ser inteligente y poderosamente acorazado, con una piel capaz de doblar un cuchillo de cobre y fuerza para levantar diez veces su propio peso. Estaría idealmente diseñada para el propósito de pelear…, pero no tendría nada por lo que pelear, dado que era estéril y no dejaría descendencia. Ella dejaría de comer y moriría, y Phssthpok también dejaría de comer entonces, al morir su último descendiente. El lapso de vida de Ttuss era el suyo propio.

Pero a veces, un protector podía adoptar a la especie Pak completa como su descendencia. Al menos de esa manera tendría una oportunidad de hallar un propósito en la vida. Siempre había tregua para un protector sin hijos, porque no tenía ninguna razón para pelear. Y había un lugar donde podía ir.

La Biblioteca era tan vieja como el desierto radioactivo que la rodeaba. Ese desierto no sería cultivado jamás; era contaminado cada pocos miles de años con cobalto radioactivo para que ningún protector lo codiciara. Los protectores podían cruzar ese desierto: no tenían genes gonadales que pudieran ser destruidos por las partículas radioactivas. Pero los criadores no podían vivir ahí.

¿Qué tan vieja era la Biblioteca? Phssthpok nunca lo supo, y nunca se lo preguntó. Pero la sección de viajes espaciales tenía tres millones de años de edad.

Llegó a la Biblioteca con varios de… no amigos, pero asociados en la miseria, los miembros sin hijos de las familias de Pitchok. La Biblioteca era enorme y vasta, un compuesto de al menos tres millones de años de conocimiento Pak, dividida en secciones según los temas. Naturalmente, el mismo libro aparecía en varias secciones. Los asociados se dividieron en la entrada, y Phssthpok no vio a ninguno de ellos por treinta y dos años.

Pasó todo ese tiempo en un vasto salón, un laberinto lleno de piso a techo con librerías. En las dispersas esquinas había canastos de raíces de árbol de la vida, mantenidas constantemente llenas por los sirvientes. Había otras clases de alimentos entregados al parecer aleatoriamente: carnes, vegetales, frutas, lo que fuera necesario para protectores sin hijos que habían elegido servir a la Biblioteca en lugar de morir. Él podía comer casi cualquier cosa, pero la raíz del árbol de la vida era el alimento perfecto para un protector.

Y estaban los libros.

Eran casi indestructibles, esos libros. Hubieran emergido como batientes meteoros del corazón de una explosión de fusión de hidrógeno. Todos estaban escritos más o menos en el lenguaje presente, y todos eran constantemente vueltos a copiar por bibliotecarios a medida que cambiaba el lenguaje. En este cuarto todos los libros trataban del espacio y el viaje espacial.

Había tratados de la filosofía del viaje espacial. Todos ellos parecían hacer una presunción fundamental: algún día la especie Pak debía encontrar un nuevo hogar
ergo
, cualquier contribución a las técnicas del vuelo espacial contribuiría a la inmortalidad de la especie. Phssthpok podía discutir esa afirmación, sabiendo que un protector que no creyera en ella no escribiría un libro sobre el tema.

Había registros de vuelos interestelares e interplanetarios, decenas de miles de ellos, comenzando con un fantástico viaje que algún grupo había hecho casi tres millones de años antes, montando una roca asteroidal ahuecada hacia los brazos galácticos en búsqueda de soles enanos amarillos. Había textos técnicos de casi todo lo que posiblemente se pudiera usar en el espacio: naves espaciales, navegación, ecología, miniaturización, física nuclear y subnuclear, plásticos, gravedad y como usarla, astronomía, astrofísica, registros de la minería en mundos de este sistema solar y de varios cercanos, diagramas de un hipotético estatorreactor Bussard (en un libro no terminado por un protector que había perdido su apetito en la mitad de la tarea), diagramas de propulsiones iónicas, teoría de plasma, velas de luz…

Comenzó a la izquierda y continuó trabajando a su alrededor.

Había elegido la sección del viaje espacial al azar, porque le había parecido menos atestada que las otras. El amor al espacio no habitaba el alma de Phssthpok, pero se quedó allí en lugar de empezar de vuelta en otra parte. Podía necesitar cada minuto de sus treinta y cuatro años de gracia, no importa donde eligiera trabajar.

En veintiocho años había leído todos y cada uno de los libros en la sección de Astronáutica, y aún no había encontrado nada que necesitara ser hecho drásticamente. ¿Comenzar un proyecto de migración? Simplemente no era tan urgente. El sol Pak tenía cientos de millones de años de vida por delante… más que la especie Pak, probablemente, dado su constante estado de guerra. Y la oportunidad de desastre sería alta. Los soles amarillos eran escasos en el centro galáctico; debería viajar lejos… con la tripulación de protectores constantemente luchando por el control de la nave. Llegado allí, podía ser peor: los núcleos de las galaxias podían a veces explotar en una reacción en cadena de supernovas. Un proyecto de migración debería realmente viajar a los brazos, y no quedarse cerca del centro.

La primera expedición en intentarlo había encontrado un horrible destino.

¿Entonces qué? ¿Unirse al personal de la Biblioteca? Había pensado en eso muchas veces, pero la respuesta era siempre la misma. No importa qué área de la Biblioteca le interesara, su vida siempre dependería de otros. Para retener su voluntad de vivir, necesitaba saber que todo Pak podría beneficiarse de su aspecto del trabajo de la Biblioteca. Conque hubiera una temporada sin nuevos descubrimientos, su fe vacilaría y dejaría de sentir hambre.

Era espantoso no estar hambriento. Durante las últimas décadas le había ocurrido varias veces. Cada vez se había forzado a sí mismo a releer los mensajes del Valle de Pitchok. Las últimas comunicaciones siempre le decían que Ttuss había estado viva cuando habían sido mandadas. Gradualmente su apetito volvía. Sin Ttuss él habría muerto.

Había investigado a los bibliotecarios. Sus vidas eran usualmente cortas. Unirse al personal no era la respuesta. ¿Hallaría un modo de mantener a Ttuss viva? Si pudiera hacer eso, podría haber usado el método en sí mismo.

¿Estudiar astronomía teórica? Él tenía algunas ideas, pero no hubieran ayudado a la especie Pak. Los Pak no buscaban el conocimiento abstracto. ¿Minar los asteroides? Los asteroides en ésta y las más cercanas estrellas estaban tan completamente minados como las superficies planetarias habían estado, con la diferencia de que las corrientes de convección en el interior de los planetas eventualmente reemplazarían las minas ya trabajadas. Además, debió haber entrado a la biblioteca por el sector de reclamaciones de metal; ahora ya era demasiado tarde para cambiar sus estudios. ¿Poner ciudades burbuja de plástico en órbita para proveer más espacio habitable para los criadores? Un sinsentido: demasiado vulnerables a la captura o la destrucción accidental.

Un día, el apetito de Phssthpok se retiró. Las cartas del Valle de Pitchok ya no ayudaban; no se las creía. Pensó en regresar al valle, pero sabía que ayunaría hasta la muerte en el camino. Cuando estuvo seguro, se sentó contra una pared, el último de una línea de protectores que tampoco comían, que estaban esperando la muerte.

Pasó una semana. Los bibliotecarios encontraron que dos en la cabeza de la línea estaban muertos. Los levantaron, un par de esqueletos vestidos con secas y arrugadas armaduras de cuero, y los llevaron afuera.

Phssthpok recordó un libro. Todavía tenía la fuerza para encontrarlo.

Lo leyó cuidadosamente, el libro en una mano y una raíz en la otra. Al poco rato comió la raíz…

La nave había sido un asteroide toscamente cilíndrico, de ferroníquel razonablemente puro con estratos rocosos en la parte exterior, de cerca de diez kilómetros de largo y seis de ancho. Un grupo de protectores sin hijos lo había esculpido con espejos solares y construyeron dentro un pequeño sistema de soporte de vida y sistemas de control, una gran cámara de sueño congelado, una pila atómica regeneradora y su generador, un impulsor iónico dirigible y un enorme tanque de cesio. Habían hallado necesario exterminar los protectores de una gran familia para tomar el control de mil criadores, y habían hecho una cuidadosa selección de las formas de vida beneficiosas del mundo Pak Cargaron todo y luego se dirigieron a uno de los brazos de la galaxia.

Aunque su conocimiento era tres millones de años más atrasado que el de Phssthpok, ellos tenían buenas razones para escoger los bordes exteriores de la galaxia. Tendrían una mejor oportunidad de encontrar soles amarillos allí afuera, y de encontrar un planeta doble a la distancia adecuada. Las perturbaciones producidas por las estrellas a una distancia media de pocos meses luz hacían que los planetas dobles fueran escasos en el centro galáctico, y había razones para pensar que sólo una luna gigantesca podía dar a cualquier mundo una atmósfera capaz de soportar vida parecida a la Pak.

Un impulsor iónico y una provisión de cesio… Ellos esperaban moverse lentamente, y así lo hicieron. A veinte mil kilómetros por segundo relativos al sol Pak, ellos derivaron. Enviaron un mensaje láser de vuelta al sol Pak para decir a la Biblioteca que la propulsión iónica había funcionado. Los planos estaban en alguna parte de la Biblioteca, con una lista de mejoras sugeridas.

Phssthpok no estaba interesado. Cambió al último capítulo, que era cerca de medio millón de años más reciente.

Había un registro de un mensaje láser que había llegado arrastrándose al sistema Pak, rasgado, atenuado y alterado por las nubes de polvo y la distancia, en un lenguaje que ya no se hablaba. Los bibliotecarios lo habían traducido y archivado aquí. Debía haber sido vuelto a traducir cientos de veces desde entonces. Cientos de buscadores como Phssthpok debían haberlo leído, y meditado acerca de la parte de la historia que nunca conocerían, y pasaron de ello…

Pero Phssthpok lo leyó muy cuidadosamente.

Habían viajado lejos en los brazos galácticos. La mitad de los protectores habían muerto al final del viaje, no de inanición o violencia sino de vejez. Esto era tan inusual que se había incluido una detallada descripción médica como parte del mensaje. Habían pasado soles amarillos sin planetas, otros cuyos planetas eran todos gigantes de gas. Habían pasado soles amarillos que llevaban mundos que hubieran podido ser habitables, pero todos demasiado lejos del curso para ser alcanzados con la reserva de cesio para maniobras, aun a pesar de que el polvo y la gravedad de la galaxia habían frenado su extraña nave, incrementando la reserva disponible. El cielo se había oscurecido a su alrededor mientras los soles se hacían raros.

Al fin habían encontrado un planeta. Habían frenado la nave, transferido lo que quedaba del plutonio a los motores del vehículo de aterrizaje y habían bajado. La decisión no era final, pero si el planeta no daba la medida, deberían trabajar por décadas para hacer que su nave de rocas fuera nuevamente apta para el espacio.

Había vida. Alguna era hostil, pero nada que no pudiera ser manejado. Había suelo. Los protectores que quedaban despertaron a los criadores y los dejaron sueltos en los bosques para que se multiplicaran. Ellos plantaron cosechas, cavaron minas, hicieron máquinas para cavar más minas, hicieron máquinas para atender las cosechas…

El cielo negro —casi sin estrellas— fastidió a algunos, pero se acostumbraron. Las frecuentes lluvias molestaron a otros, pero no lastimaban a los criadores, de modo que todo estaba bien. Había lugar para todos; los protectores ni siquiera peleaban. Nadie dejaba de comer. Había predadores y bacterias que exterminar, había una civilización que construir, había mucho que hacer.

Con la primavera y el verano vinieron las cosechas… y el desastre. Había algo malo con el árbol de la vida. Los mismos colonos no entendían qué había salido mal con la cosecha. Algo había sucedido. Se veía y sabía como árbol de la vida, aunque el olor estaba mal, de algún modo. Pero por sus efectos sobre criadores y protectores, podían haber estado comiendo cizaña.

Other books

The Templar Inheritance by Mario Reading
The Sisters Weiss by Naomi Ragen
Hunted Wolf: Moonbound Series, Book Eight by Camryn Rhys, Krystal Shannan
Benny Uncovers a Mystery by Gertrude Warner
Come as You Are by Emily Nagoski
His Punishment by Marie, Pia
Undercover Daddy by Delores Fossen