El protector (4 page)

Read El protector Online

Authors: Larry Niven

BOOK: El protector
7.53Mb size Format: txt, pdf, ePub

La sección dos era una esfera de cerca de veinte metros de diámetro. Cuando la nave finalmente dejó de moverse, esa sección quedó al lado de la nave de Brennan. Una gran ventana circular salía hacia fuera de la esfera, de modo que se veía como un globo ocular. La ventana giró para mirar a Brennan mientras se acercaba. Brennan encontró difícil devolver esa misteriosa mirada.

Empezaba a cambiar de idea. Seguramente el gobierno del Cinturón habría organizado una mejor recepción que ésta…

La última sección tenía la forma de un huevo, tal vez de veinte metros de largo por doce de ancho; había podido observarla bien al pasar. El extremo ancho, el colocado más lejos de la sección de impulso, estaba tan uniformemente picado por granos de polvo que parecía arenado. El extremo en punta era pequeño y liso, casi brillante. Brennan asintió para sí mismo. El campo del reactor había protegido la punta durante la aceleración. Durante la deceleración, su posición hizo lo mismo.

No había aperturas en el huevo. Pero detectó movimiento en el iris bulboso de la sección central. Brennan se tensó, tratando de ver más… pero nada pasó.

Era un modo extraño de construir una nave, pensó. La cabina central debía ser el sistema de soporte de vida —aunque más no fuera porque tenía una portilla—, y la cabina del final no. El impulsor debía de ser peligrosamente radioactivo. De otro modo, ¿porqué estirar la nave de esta manera? Pero eso significaba que el sistema de vida estaba interpuesto para proteger al huevo remolcado de la radiación del impulsor.

Lo que fuera que iba en esa cabina ovoide debía ser aun más importante que el piloto. O el piloto y el diseñador habían sido a la vez ineptos e insanos.

La nave Exterior estaba inmóvil ahora, con su impulsor enfriándose, su sistema de vida a pocos cientos de metros. Brennan esperó. Estoy siendo chauvinista, se dijo a sí mismo. No puedo juzgar a un extraño por los estándares del Cinturón. ¿O sí? Sus labios se curvaron. Seguro que puedo. Esa nave está mal diseñada.

El extraño salió del casco.

Cada músculo de Brennan se tensó cuando lo vio. El extraño era un bípedo; se veía bastante humano desde allí. Pero se había parado junto a la portilla. De pie en el casco, inmóvil, esperando.

Tenía dos brazos, una cabeza, dos piernas. Usaba un traje de presión. Llevaba un arma… o una pistola de reacción, no había forma de decirlo. Pero Brennan no vio una mochila. Una pistola de reacción necesita mucha más habilidad que una mochila cohete. ¿Quién la usaría en el espacio abierto?

¿Qué Finagle estaba esperando?

Por supuesto. A mí, se dijo Brennan. Por un momento terrible, consideró encender su impulsor ahora y salir disparado antes de que fuera demasiado tarde. Maldiciendo su miedo, Brennan se movió deliberadamente hacia la puerta.

Los que construyen monoplazas lo hacen tan económicamente como sea posible. Su nave no tenía cámara de aire; allí sólo estaba la puerta, y bombas para evacuar el aire del sistema de vida. El traje de Brennan ya estaba preparado. Todo lo que debía hacer era abrir la puerta.

Se paró afuera, sujeto con sandalias magnéticas. Los segundos pasaron, mientras Brennan y el Exterior se examinaban uno al otro. Se ve bastante humano, pensó Brennan. Bípedo. Cabeza arriba. Pero si es humanoide, y si ha estado en el espacio lo suficiente como para construir una nave estelar, no puede ser tan inepto como su nave parece informar. Debería enterarme de qué está transportando. Tal vez sea así…, tal vez su carga sea mucho más valiosa que su vida.

El Exterior saltó.

Se movió hacia él como un halcón en picada. Brennan se mantuvo quieto; asustado, pero admirado de la habilidad del extraño. Éste no usó su pistola de reacción. Su salto había sido perfecto. Aterrizaría justo al lado de Brennan.

El Exterior golpeó el casco con piernas elásticas, absorbiendo el impulso como lo haría cualquier Espacial. Era menor que Brennan: no más de metro y medio. Brennan pudo ver oscuramente a través de su casco. Retrocedió, un largo paso atrás. La cosa era horriblemente fea. Maldito sea el chauvinismo: la cara del Exterior podría paralizar a una computadora.

El paso atrás no lo salvó. El Exterior estaba demasiado cerca. Se estiró, apretó un guante presurizado alrededor de la muñeca de Brennan, y saltó de nuevo hacia su propia nave.

Brennan jadeó y trató de liberarse, aunque demasiado tarde. La garra del Exterior era como resortes de acero dentro de su guante. Estaban girando a través del espacio hacia el sistema de soporte vital en forma de ojo, y no había nada que Brennan pudiera hacer.

—Nick —dijo el intercomunicador.

—Aquí —contestó Nick. Lo había dejado abierto.

—El dossier que estás buscando está etiquetado Jack Brennan.

—¿Cómo lo sabes?

—Llamamos a su esposa. Tiene sólo una, llamada Charlotte Wiggs, y dos hijas. La convencimos de que era urgente. Finalmente nos dijo que él estaba buscando en los puntos troyanos de Urano.

—Urano… Suena correcto. Cutter, hazme un favor.

—Seguro. ¿Oficial?

—Sí. Ve que el Picaflor tenga combustible y provisiones, y mantenlo así hasta nuevo aviso. Ajústale impulsores descartables. Luego consigue un láser de comunicaciones enfocado en los cuarteles de la M. R. A., en Nueva York, y que se quede así. Necesitarás tres, por supuesto —era necesario intercambiarlos mientras la Tierra rotaba.

—Está bien. ¿Algún mensaje?

—No. Sólo debes mantener el láser listo por si lo necesitamos.

La situación era tan horriblemente fluida. Si necesitaba ayuda de la Tierra, la necesitaría fuerte y rápido. La manera más segura de convencer a los Llaneros podría ser que él mismo fuera a verlos. Ningún Primer Orador había tocado jamás la Tierra, y él no esperaba hacerlo ahora; pero La Perversidad Del Universo Tiende Hacia Un Máximo.

Nick comenzó a hojear el dossier de Brennan. Qué malo que el hombre tuviera hijos.

 

Los primeros recuerdos claros de Phssthpok databan del día en que despertó al hecho de que era un protector. Él podía conjurar borrosos recuerdos de antes: de dolor, de lucha, descubrimiento de nuevos alimentos, experiencias de sexo, de afecto, de odio, y de trepar a los árboles en el valle de Pitchok; mirando curiosamente, media docena de veces, cómo varias hembras criadoras parían niños que él podía oler que eran suyos. Pero su mente era borrosa entonces.

Como protector, él pensaba clara y agudamente. Al principio había sido desagradable. Había tenido que acostumbrarse a ello. Entonces hubo otros para ayudarlo, maestros y compañeros. Había una guerra, y él fue reclutado. Como tuvo que desarrollar el arte de hacer preguntas, pasaron años antes de que entendiera su causa e historia.

Trescientos años antes, varios cientos de grandes familias Pak se habían aliado para volver a fertilizar una ancha área desértica en el mundo Pak. La erosión y el sobrepastoreo habían producido ese desierto, no la guerra; aunque había parches levemente radioactivos por todo el desierto. Ningún lugar del mundo Pak estaba enteramente libre de la guerra.

La pesada tarea de reforestar había sido completada una generación antes. Inmediata y predeciblemente, la alianza se había roto en varias alianzas menores, cada una determinada a asegurar una tierra para sus propios descendientes. Para entonces, la mayor parte de las alianzas originales se había extinguido. Varias familias habían sido exterminadas, y los grupos sobrevivientes cambiaban de lado cada vez que debían proteger a sus líneas de sangre. La línea de Phssthpok ahora se afiliaba a Costa Sur.

Phssthpok disfrutaba de la guerra. No a causa de las peleas; como criador él había tenido peleas y esto no era lo mismo. La guerra era menos una cuestión de peleas que de exterminar al enemigo. Al comenzar, esa había sido una guerra con bombas de fusión. Muchas de las familias habían muerto durante esa fase, y parte del desierto disputado era desierto una vez más. Entonces Costa Sur había descubierto un campo amortiguador que prevenía que fisionaran los materiales fisionables, y los otros rápidamente habían copiado eso. Desde entonces la guerra había sido de artillería, de gas venenoso, bacterias, psicología, infantería, aún asesinos a sueldo.

Era una guerra de ingenio. ¿Podría Costa Sur contrarrestar la propaganda destinada a separar el área de la Bahía del Meteoro? Si la Alianza del Mar del Este hallaba un antídoto contra el veneno del Río Iota, ¿sería más fácil robárselo a ellos que crear uno propio? Si Montañas Circulares pudiera encontrar una vacuna contra la enfermedad bacterial Zeta Tres que le enviamos, ¿qué tan probable sería que ellos usaran una bacteria mutada contra nosotros? ¿Deberíamos permanecer con Costa Sur, o deberíamos cambiarnos a Mar del Este? Era divertido.

A medida que Phssthpok aprendió más, el juego se hizo más complejo. Su propia invención —el Virus QQ— podría matar a todos menos el ocho por ciento de los criadores, pero dejaría a sus protectores indemnes…, indemnes y peleando con furia redoblada para salvar a un grupo menor y menos vulnerable de criadores con resistencia al virus. Él accedió a dejarlo sin efecto.

La Familia Aak(pop) mantenía demasiados criadores para el pobre suministro de comida local; él rechazó su oferta de una alianza, pero bloqueó su camino hacia Mar del Este. Entonces la Alianza de Mar del Este construyó un diminuto generador que podía iniciar una reacción de fusión sin una previa de fisión.

Phssthpok había sido protector por veintiséis años cuando la guerra terminó…, en una semana. Mar del Este tenía el desierto reverdecido, la parte que no estaba pelada y estéril por setenta años de guerra. Y entonces sobrevino ese potente destello sobre el valle de Pitchok.

Los infantes y criadores de la línea de Phssthpok habían vivido en el valle de Pitchok por generaciones incontables. Él había visto la horrible luz en el horizonte, y entonces comprendió que todos sus descendientes estaban muertos o esterilizados, que él ya no tenía una línea de sangre que proteger, que todo lo que debía hacer era dejar de comer hasta morirse.

 

Nunca se había sentido de ese modo desde entonces. No hasta ahora.

Pero aún entonces, trece siglos antes en tiempo biológico, él no había sentido tal horrible confusión. ¿Qué era esta cosa con traje de presión al extremo de su brazo? Su placa facial estaba oscurecida contra el sol. Se veía como un criador, tanto como se podía decir por la forma del traje. Pero ellos no hubieran podido construir naves espaciales o trajes de presión.

El sentido de la misión de Phssthpok lo había mantenido activo por más de doce siglos, pero ahora estaba derrumbándose en pura confusión. Era tarde para lamentarse de que los Pak no supieran nada de otras especies inteligentes. La forma bípeda podía no ser privativa de los Pak. ¿Qué sería? La forma de Phssthpok estaba bien diseñada. ¡Si pudiera ver al nativo sin su traje…, si pudiera olerlo! Eso le diría algo.

Descendieron cerca de la portilla. La habilidad del Exterior era inhumanamente exacta. Brennan no intentó luchar. El Exterior avanzó por la superficie curvada, asió algo y se introdujo con Brennan a rastras en el interior. El material transparente se resistió un poco, como jarabe invisible, pero los dejó pasar a su través.

En rápidos, agitados movimientos, el extraño se quitó su traje de presión. El traje era de tela flexible, incluyendo su burbuja transparente. Había cierres en las juntas. Con su traje fuera, pero aún manteniendo su férreo amarre en Brennan, el extraño giró para mirarlo.

Brennan quiso gritar.

La cosa era toda nudos. Sus brazos eran más largos que los humanos, con una única juntura como un codo en el lugar aproximadamente correcto; pero el codo era una bola de veinte centímetros. Las manos eran como cadenas de nueces. Los hombros, las rodillas y las caderas abultaban como melones. La cabeza era un melón inclinado sobre un cuello inexistente. Brennan no pudo apreciar ni frente, ni barbilla. La boca del extraño era un pico negro, duro pero no brillante, que se difuminaba en piel arrugada a mitad de camino entre la boca y los ojos. Dos ranuras en el pico serían la nariz. Dos ojos de apariencia humana estaban protegidos por no tan humanas masas de profundamente plegada piel, y por una proyección desde la frente. Desde el pico la cabeza se estiraba hacia atrás como si fuera aerodinámica. Una cresta ósea salía del hinchado cráneo, acentuando la impresión de líneas de corriente.

No llevaba más que un chaleco con grandes bolsillos. Una vestimenta de apariencia humana, tan inapropiada en él como una minifalda en el monstruo de Frankenstein. Las hinchadas articulaciones de sus manos de cinco dedos se sentían como un puñado de bolas de rodamiento contra el brazo de Brennan.

Así era el Exterior. No era meramente un obvio extraño. Un delfín era un obvio extraño, pero un delfín no era horrible. El Exterior era horrible. Se veía como una cruza entre un hombre y… alguna otra cosa. Los monstruos del hombre siempre habían sido así. Grendel. El Minotauro. Las sirenas fueron una vez consideradas horrores: mujer incitante arriba, monstruo escamoso abajo. Y esto también encajaba, porque el Exterior era aparentemente asexuado, con nada excepto pliegues de piel gruesa como armadura entre sus piernas.

Los ojos hundidos, tan humanos como los de un pulpo, miraron a los de Brennan.

Abruptamente, antes de que Brennan pudiera hacer un movimiento para impedirlo, el Exterior tomó en dos puñados su traje engomado y los separó con fuerza. El traje resistió, se estiró, luego se desgarró de ingle a barbilla. El aire escapó. Brennan sintió sus oídos tronar.

No había caso en contener el aliento. Varios cientos de metros de vacío lo separaban del aire respirable de su propia nave. Brennan olió cautelosamente. El aire era delgado, y llevaba un extraño aroma.

—Tú, hijo de puta —dijo Brennan—. Pude haber muerto.

El Exterior no contestó.

Arrancó el traje de Brennan como si pelara una naranja, sin innecesaria rudeza pero sin excesivo cuidado. Brennan luchó. Su muñeca izquierda volvía a estar sujeta por la toma del extraño, pero él estrelló su puño libre contra la cara del ser, sin causarle más que un parpadeo. Su piel era como una armadura de cuero. El exterior terminó de arrancarle el traje y se acercó a él para inspeccionarlo. Brennan pateó donde debía estar su ingle. El extraño lo notó, pero sólo miró mientras Brennan le daba otras dos patadas; luego regresó a su inspección.

Su mirada se movió sobre Brennan, de la cabeza a los pies, de los pies a la cabeza, insultantemente familiar. En las regiones del Cinturón donde el aire y la temperatura se controlaban, los Espaciales practicaban el nudismo durante toda su vida, pero nunca antes se había sentido Brennan tan expuesto. No desnudo: expuesto. Sin defensas. Los dedos extraños tocaron su cráneo a los lados de su cresta Espacial; luego masajearon los nudillos de su mano, probando las junturas bajo la piel.

Other books

Gift of Submission by Allie Blocker
Dull Knife by C. J. Box
A Promise of More by Bronwen Evans
The Goddess Within by Amarinda Jones
Cellar Door by Suzanne Steele
The Wheel Spins by Ethel White
Good, Clean Murder by Hilton, Traci Tyne
The Goddess Inheritance by Aimée Carter