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Authors: Craig Russell

Tags: #Policíaco, #Thriller

El señor del carnaval (6 page)

BOOK: El señor del carnaval
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Si quisiera, podríamos dejar las cosas tal y como están aquí, pero utilizarlo en calidad de, digamos, «asesor» en otras partes del país.

Fabel se tomó un momento para sopesar lo que le estaban diciendo.

—Todo esto es muy interesante, y sería un reto muy emocionante para cualquier agente con ambiciones. Pero no es mi caso. Estoy tratando de alejar la muerte de la puerta de mi casa, no de echarme a la carretera en busca de más muertes. Lo siento, caballeros —Fabel se levantó—, mi decisión está tomada.

—Es realmente una oportunidad única —insistió Wagner.

—Escuche, Herr Wagner, les agradezco la oferta, de veras, pero para mí ha llegado la hora de hacer otras cosas. —Fabel hizo una breve pausa—. He perdido el norte.

Cuando me hice policía todo era muy sencillo: veía cuál era mi lugar en el mundo, y ese lugar estaba entre el ciudadano de a pie y aquellos que podían hacerle daño.

—Es una definición bastante buena de lo que significa ser policía —dijo Van Heiden—. Y tan cierta hoy como cuando se incorporó usted al cuerpo.

—Es posible —dijo Fabel, con un suspiro—. Pero, a lo largo de los años las cosas se han ido complicando, haciéndose más «abstractas», podríamos decir. La gente a la que he perseguido, las cosas que habían hecho… nunca me imaginé envuelto en cosas tan siniestras.

Hubo una pausa, y luego Wagner dijo, de manera algo dubitativa:

—Antes he comentado que estaba más que familiarizado con Vasyl Vitrenko. Sé que hay algo así como un tema pendiente entre ustedes. Es cierto lo que he dicho, que conozco bien a Vitrenko. El y su nuevo socio Molokov son, de lejos, las figuras más poderosas en el tráfico de personas en Europa. Están vendiendo a mujeres y niños de Europa del Este y de Asia para prostitución y otras formas de esclavitud. Y utilizan Alemania no sólo como mercado principal, sino como puerta de entrada al resto de Occidente. Hemos organizado una fuerza especial interdepartamental dedicada a buscar y dejar fuera de juego a Vitrenko de una vez por todas. Si reconsiderara su postura, su primera misión sería ayudarnos a atraparlo.

—¿Por qué todo el mundo parece creer que tiene la clave de lo que me motiva?

¿Qué sabe ninguno de ustedes sobre lo que ocurrió en realidad cuando apuñalaron a María? —Fabel se esforzó por mantener a raya la rabia que sentía—. Esto es la vida real, no una película americana cursi. No ardo en deseos de venganza ni busco una gran confrontación final. Vitrenko no es asunto mío. Ya no.

—No es así como nosotros hacemos las cosas —dijo Wagner, y Fabel se dio cuenta de que había irritado al hombre del BKA—. No me interesan las rencillas privadas.

Como investigador profesional pensé que querría usted cerrar un caso en el que ha estado implicado tan profundamente. Bajo nuestro punto de vista, tiene usted mucho que aportar. Nadie ha estado nunca tan cerca de capturar a Vitrenko como usted y Frau Klee, y su información podría ser inestimable. Lo que también puedo decirle es que estamos mucho mejor en cuanto a información sobre Vitrenko de lo que estábamos la última vez que usted se cruzó en su camino. Por primera vez tenemos una fuente dentro de la organización Vitrenko-Molokov y hemos logrado tener el expediente más completo jamás reunido sobre él. Con la ayuda de nuestros socios en la milicia policial ucraniana hemos logrado arrojar algo de luz a las sombras. Cada vez le quedan menos lugares en los que ocultarse.

Fabel le devolvió una mirada apagada a Wagner, pero se sorprendió intrigado por lo que contenía el dossier. La verdad era que, por lo que a él respectaba, Vitrenko había dejado de ser una persona, un ser humano, para convertirse en un espectro.

—Recopilar el expediente Vitrenko ha costado vidas, Herr Fabel. Buena parte de la información proviene de operaciones secretas ucranianas y también de nuestras propias fuentes. Creemos que Vitrenko está al tanto del dossier y que daría cualquier cosa por hacerse con él.

—¿Por qué? Eso sólo confirmaría lo que probablemente ya puede suponer que sabemos —preguntó Fabel a pesar suyo.

—Vitrenko es un obseso de la lealtad. Existen dos versiones del expediente Vitrenko: el dossier Master y el de trabajo. El motivo principal es que sólo podemos compartir la información con nuestros colegas ucranianos hasta cierto punto, lo cual me consta que les produce frustración. Pero sucede que sigue habiendo una buena dosis de corrupción dentro de las fuerzas de seguridad ucranianas, a lo cual hay que añadir que ni siquiera ellos saben cuánta gente tiene Vitrenko infiltrada en sus propias filas. Es por esto que el dossier de trabajo es el que todos los miembros de dichas fuerzas usan para investigar. Les proporciona toda la información importante pero no identifica las fuentes, cosa que sí hace el dossier Master. Pero aunque sólo el dossier de trabajo llegara a manos de Vitrenko, en él encontraría las suficientes pistas para identificar a nuestras fuentes dentro de su organización.

—Pero ¿de verdad existen esas fuentes? Los hombres de Vitrenko le son fanáticamente fieles.

—Eso es muy cierto, pero cuando fusionó sus operaciones con las de Valeri Molokov comprometió su seguridad. Este tiene un concepto menos noble de la profesión que ha elegido. Como Vitrenko, tiene un pasado en los servicios de seguridad, en su caso rusos en vez de ucranianos, pero es un buen gánster de la vieja escuela, simple y llanamente. No hay ninguna filosofía elevada que vincule a estos dos hombres; tan sólo la avaricia y la violencia.

Wagner hizo una pausa, como si esperara una reacción de Fabel.

—En fin, como ya les he dicho, Vasyl Vitrenko, sus operaciones, sus socios… todo eso es ahora problema de otros —dijo Fabel.

Van Heiden y Wagner intercambiaron miradas resignadas.

—¿No quiere al menos pensarlo mejor? —preguntó Van Heiden—. Estoy dispuesto a mantener su cargo abierto durante tres meses más. El Kriminaloberkommissar Meyer ha accedido a dirigir el departamento en este lapso de tiempo. Pasado ese período deberé sustituirle.

—Puede sustituirme ahora, Herr Van Heiden. Mi decisión es firme.

—Escuche —dijo Wagner—. Acepto lo que me dice, pero, mientras tanto, me pregunto si querría echarle una ojeada a esto. —Le entregó a Fabel un grueso informe—. Es sólo para saber su opinión. Comprendo que no querrá implicarse directamente, pero si pudiera mirárselo le estaría muy agradecido. Tan sólo por si se le ocurren algunas ideas.

—¿De qué se trata? —Fabel cogió el informe y lo miró con suspicacia.

—Es de la Policía de Nordrhein-Westfalen. Hay un tal Kriminalkommissar Scholz trabajando para el Präsidium en Colonia. Me ha preguntado si querría usted bajar a ayudarle con el caso que detalla ese informe, pero ya entiendo que ahora está fuera de cuestión.

Fabel soltó una carcajada cínica.

—Ya veo… Un pequeño cebo para ver si pico.

—No fingiré que no estaría decepcionado si este caso no le intrigase lo bastante como para plantearse ir a Colonia a echar una mano. Pero respeto su decisión. Sin embargo, sé que Herr Scholz agradecería cualquier comentario o consejo, Erster Hauptkommissar Fabel.

—De acuerdo. —Fabel se levantó y se puso el informe bajo el brazo—. Le echaré un vistazo. Pero, como le he dicho, eso es lo único que puedo prometerles.

Van Heiden acompañó a Fabel hasta la puerta y allí se estrecharon la mano.

—Le echaremos de menos —dijo Van Heiden—. Debo decirle que no le veo como vendedor de ordenadores.

Fabel sonrió.

—Software educativo, Herr Kriminaldirektor. Para universidades de todo el mundo.

—Sea lo que sea, usted no está hecho para eso. Usted es policía, Jan. Lo acepte o no.

Diario del payaso
Segunda entrada

Sin fecha

hoy he ido a la iglesia k&y
la i
glesia de los huesos
los he observado como siempre los observo pero ellos no saben que soy yo no pedían ver que era el payaso porque no podían ver la cara de payaso los observaba y ellos son caníbales se alimentan de carne y de sangre cogieron carne con sus lenguas y se tragaron sangre del cáliz
se comen a su dios
quiénes son ellos para juzgarme cuando ellos se comen a su dios
convirtiendo el pan en su carne y el vino en su sangre
en realidad se quieren comer entre ellos
SON TODOS ANIMALES SALVAJES SIMPLES ANIMALES SALVA1ES
se alimentan de carne y la miran todo el tiempo fotos comentarios asquerosos en sus bocas fotos asquerosas películas asquerosas por internet animales salvajes montañas de carne sin espíritu sin mente sin amor y se revuelcan en ello internet es un osario carne sin sabor ni sustancia y ellos se, atreverían a llamarme enfermo son ellos tos viejos gordos pervertidos que miran a las jovencitas e incluso a los niños son ellos los enfermos y las mujeres que hacen las cosas miran a las putas asquerosas que se venden como carne las asquerosas putas baratas yo soy su justicia final se queman los ojos en mi sonrisa de payaso si quieren caos les daré caos esos hipócritas de la iglesia de los huesos son todos animales salvajes tienen todos esos rituales para fingir que no lo son pero son todos unos animales que se comen a su dios me he sentado al fondo de la iglesia, de los huesos sentado y
ELLOS NO SABÍAN QUE ERA EL PAYASO
he observado al cura hacer sus estúpidas conjuras la eucaristía transustanciación de la carne convertida en pan sangre convertida en vino pan convertido en carne, vino convertido en sangre transustanciación eucaristía todo una estupidez todo carente de sentido lo único que tienen ganas de hacer es echarse los unos sobre los otros y
comer
tan cerca que no puedo esperar más
puedo olerlo saborearlo sentirlo en la boca
puedo sentir la fuerza en mi cuerpo pronto muy pronto será CARNAVAL
LA FIESTA DE LA
CARNE
el caos y el placer todo el otro me ha prohibido lo probaré pronto
RECUERDO A LA
ULTIMA
la puta estúpida y asustada que me suplicaba y suplicaba y se mojaba de miedo y la estrangulé bien estrangulada con la corbata y su cara estúpida se puso negra y se meó en las bragas y le quité las bragas
quitadas
le di la vuelta y le corté la carne y me la llevé a casa y le quité la piel y la cociné en aceite y me la comí
me hizo
feliz marcar
de
felicidad
éxtasis
no hay nada que sepa igual
te llena la boca te llena los intestinos te llena el alma estoy tan hambriento cuando he salido de la iglesia de los huesos he visto a una chica allí y estaba lista para llevar a la carnicería en su punto de madurez pero no es temporada estoy despierto y soy el payaso pero no es temporada me comeré a uno por
carnaval
he ocultado este diario donde nadie lo va a encontrar comeré y comeré y me haré más fuerte cada uno que me como me hace más fuerte estoy tan hambriento pero
será muy pronto

Capítulo dos

17 19 enero

1

Taras Buslenko tomaba un baño de vapor en el distrito de Lukyanovka de Kiev. En la enorme sala de baños revestida de porcelana había un solo bañista más: un tipo gordo con pinta de hombre de negocios cuya barriga colgaba por encima de la toalla.

Buslenko observó su propio cuerpo y se preguntó si también él terminaría gordo y hecho polvo. Era incapaz de imaginarse a sí mismo con un cuerpo envejecido. El suyo era un físico duro y esculpido; un arma. Se pasó los dedos por las cicatrices. La más reciente era la que tenía en el hombro, estaba salpicada de puntos y formaba una curva alrededor de la bola de músculo, como si alguien hubiera tratado de cortar una manzana. La más aparente era la herida de bala, ampliada por la intervención quirúrgica de extracción, a la izquierda del estómago. Soltó una media carcajada. No era de extrañar que no fuera capaz de imaginar su propio cuerpo en viejo: las probabilidades de que viviera tantos años eran remotas.

La sala de baños era abovedada y de estilo turco. Tenía las paredes y el suelo revestidos de baldosas decoradas y el propio baño tenía una clara ambientación otomana. Lo único que le recordaba que estaba en Ucrania eran los grandes paneles de porcelana, idénticos entre ellos, que se combinaban con las baldosas decorativas.

Los paneles mostraban a un hombre sentado con las piernas cruzadas, a la manera turca, debajo de un árbol, con las armas colgando de las ramas. El hombre fumaba una pipa y tocaba la bandurria. Era una representación del Cosaco Mamay el héroe nacional de Ucrania. Mamay era el legendario, probablemente mítico, protector del pueblo de Ucrania, el patriota supremo.

El empresario gordo del fondo soltó un suspiro de cansancio, se levantó pesadamente y se marchó. Al cabo de unos minutos entraron otros tres hombres: un tipo fornido de mediana edad y dos más jóvenes, todos ellos con el mismo aspecto duro, delgado y musculoso de Buslenko. Los dos guardaespaldas se sentaron cerca de la puerta, al otro lado de la sala de vapor. El de más edad se sentó junto a Buslenko.

—Se le escapó —dijo Oleksandr Malarek, sin volverse a mirar a Buslenko.

—Si es que estaba, señor viceministro del Interior.

—Estaba. Y usted lo sabe.

—Sí, lo sé. Alguien se dejó sobornar: uno de los nuestros. Alguien rompió mi cobertura y dejó que Vitrenko organizara una vía de escape.

—Sí, alguien lo hizo —dijo el viceministro Malarek sin mirar a Buslenko—. Fue el mayor Samolyuk.

—¿El jefe del equipo de asalto?

Peotr Samolyuk era comandante de una unidad Sokil con quince años de servicio.

Buslenko siempre le había considerado un tipo de fiar.

—Mierda. ¿Le han interrogado? Podría ser la mejor pista que tenemos.

—Nada de pistas. Un punto muerto. Un punto muy muerto. Lo hemos encontrado esta mañana: le habían torturado y castrado antes de matarle. Le metieron los genitales en la boca.

—¿Iba a hablar? Pero si lo hubieran metido en la cárcel…

—Nunca lo sabremos. Pero si hubiera sido realmente uno de los hombres de Vitrenko no le habrían hecho esto. En su organización no hay traiciones. No se ven como criminales, sino como una unidad militar con una lealtad ciega hacia él. Yo su pongo que Samolyuk aceptó un soborno enorme, y tal vez le pudo la avaricia y pidió más a cambio del silencio.

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