Read EL SEÑOR DEL TIEMPO: El Orden y el Caos - TOMO III Online
Authors: Louise Cooper
Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil
Se hacía llamar Sumo Iniciado, porque este título era antiguo y noble, y lo merecía, creía Tarod, más que cualquiera de sus semejantes. Ya no llevaba la insignia de su rango, porque el viejo sello del Orden había perdido su significación y no se resignaba a llevar el emblema del Caos. Tal vez esto cambiaría un día; pero importaba poco. El equilibrio se había restablecido y Keridil era libre de tomar el partido que quisiera.
Los recuerdos que trajeron a Tarod al Castillo hicieron que sus pensamientos se detuviesen en la figura de la ventana. Recordó lo que era ser mortal y sintió piedad por el hombre de rostro macilento y ojos atormentados bajo los rojizos cabellos. Keridil había aprendido lo que era traicionar y ser traicionado, y la lección le cambió y le endureció. Había mirado las caras de los dioses del Orden y de los dioses del Caos, y sabía que unos y otros se necesitaban. Había perdido a la mujer que amaba y, al perderla, vio cuál era su verdadera naturaleza, de manera que, sin dejar por esto de llorarla, comprendía dolorosamente cómo ella le había engañado y casi corrompido.
Había visto la muerte de la vieja Matriarca, cuya fragilidad había sucumbido durante aquel último y monstruoso encuentro con el Caos en la Isla Blanca, y con ella desapareció el último bastión de las viejas y rígidas costumbres. La señora Fayalana Impridor, que, sorprendida y emocionada, se había puesto el manto de Matriarca al declararse la doliente Kael Amion incapaz de desempeñar el cargo, era lo bastante joven para no haberse contagiado de la inflexibilidad de su predecesora. Y Fenar Alacar, ahora de diecinueve años y profundamente afectado por sus recientes experiencias, delegó sus funciones al Sumo Iniciado y se esforzaba en aprender prudencia.
El mundo estaba en paz; tal vez más en paz de lo que estuvo nunca en el recuerdo de cualquiera de sus habitantes. Pero no duraría; al Caos le encantaba el conflicto, e incluso ahora se excitaba la mente de Tarod al prever el próximo enfrentamiento con los Señores del Orden. Se produciría; el equilibrio se había establecido y debía mantenerse, pero estaría constantemente amenazado, y él y sus hermanos se regocijarían cuando se reanudase una vez más el antiguo combate. Pero el pivote de aquel conflicto, el eje final sobre el que giraría su resultado, estaba en manos de los falibles mortales que durante siglos adoraron al Orden y que ahora se sentían desligados de sus severas normas y libres de elegir su propio camino. En cuanto al que elegirían, ni Tarod ni Yandros ni ninguno de los entes que les servían en el reino del Caos podían saberlo; la invencibilidad no era omnisciencia, y además, la incertidumbre daba más sabor al futuro. Pero fuera cual fuese el que eligiese Keridil, Tarod pensó, no sin sentir un poco de afecto, que había demostrado, al fin, que podía hacer frente al desafio de su nuevo papel. Habría cambios, porque tenía que haberlos. Y creía que Keridil sería un valioso instigador.
Unos dedos le tocaron ligeramente y unos colores que vibraban mucho más allá del espectro visible resplandecieron alrededor de la figura de la mujer que estaba a su lado. Tarod sonrió, y el pequeño microcosmos que era la Península de la Estrella y el mundo gobernado por ella se desvaneció entre lo almacenado en la memoria. Se levantó, tendiendo graciosamente una mano, y unos dedos blancos se cerraron sobre los de él, y los dos personajes se alejaron juntos del observatorio. Durante un momento, dos columnas pulsátiles de radiación ocuparon su sitio; después, también ellas se confundieron con la niebla arremolinada del Caos de la que habían salido. En alguna parte, una risa que era casi pero no del todo humana, resonó dulcemente; entonces las dos figuras desaparecieron, dejando tras ellas un efímero pero profundo silencio.
LOUISE COOPER
, (nacida el 29 de mayo de 1952, fallecida el 20 de octubre de 2009) era una escritora inglesa de literatura fantástica. Comenzó escribiendo en el colegio, espoleada su imaginación por los cuentos de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm y la mitología, aunque Michael Moorcock fue quien le descubrió, a partir de
Stormbringer
, el mundo de la literatura fantástica. Su primer gran éxito se produjo en 1984 cuando amplió a una trilogía un libro que pasó discretamente por los estantes:
Lord of No Time
(1977), que pasó a ser la trilogía de
El Señor del Tiempo
. Posteriormente, ha publicado las series
Índigo
,
La Puerta del Caos
entre otras.