El tercer brazo (53 page)

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Authors: Jerry Pournelle Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El tercer brazo
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—Te cogió mirando. —Se volvió—. ¿Dónde está la nube?

—No, simplemente se apagó. Ahí, otra.

—No, mi amor, ésa no está muerta. —Apretó las teclas del intercom—. ¡Comodoro! ¡Señor Bury!

La imagen de Bury apareció en la pantalla del intercom.

—Lo vi. ¿Kevin? Dos naves han huido a través de la Hermana. Creo que están todas en movimiento. Ahí va otra, ¿verdad, Freddy?

—Sí, y otra acaba de morir. Cinco destruidas, tres que cruzaron, y el resto converge sobre la Hermana.

—De acuerdo.
Atropos
no tendrá que luchar —Renner sonó cansado, y no había imagen en su pantalla—. Freddy, deberemos cruzar, pero para ello faltan catorce horas. La guardia es tuya. Te agredecería que trabajaras en el problema de navegación. Ello nos permitirá a los demás dormir un poco. —Hubo un momento de silencio—. Horace, tenemos que hablar con los pajeños. No podemos pasar por el punto de Salto solos.

—Eso mismo calculé yo. Ve a dormir, Kevin. Yo negociaré.

Kevin Renner colocó el sillón en reclinación completa y cerró los ojos. Oyó la voz de Bury, enérgica pero con un toque de fatiga. «Omar, necesitaremos todas las naves de guerra que se puedan reunir para acompañar a la
Atropos
y a
Simbad
a través de la Hermana…» Y entonces desapareció todo.

—Mensaje urgente —anunció la computadora.

Renner se irguió ante la consola.

—Pásalo.

Eudoxo apareció en la pantalla. Renner tecleó preguntas: Base Seis se hallaba un poco por debajo de cuatro minutos luz detrás de él.

—Kevin, las flotas de Bizancio están retrasadas. No llegarán a la Hermana a tiempo de conseguir nada. ¿Las enviamos a otra parte? También hemos detectado objetos en curso de interceptación con el
Simbad
. Tres naves no identificadas en este vector. —Hubo una agitación de datos binarios. Cuando reciba esto se hallarán a veintiséis minutos de la interceptación.

Renner lo meditó; luego, transmitió:

—Doy por hecho que Bizancio sigue siendo aliado de ustedes. Pídales a ellos y a cualquier otro aliado que se reúnan en Base Seis. Ayuden a asegurar la Hermana. Comprobaremos esas naves no identificadas. Nuestros planes presentes siguen siendo los mismos. Seguiremos al grupo de la
Atropos
a través de la Hermana. Con suerte aseguraremos a la Hermana de este lado —Kevin pensó un instante y se encogió de hombros. ¿Por qué no? Buena suerte. —Cortó—. ¿Señor Townsend?

—¿Qué sucede? —inquirió la imagen de Freddy Townsend.

—Pantalla dos.

Estudiaron juntos la pantalla. Espacio negro y estrellas, y tres puntos aproximándose desde abajo y a treinta grados de la proa de babor, a un grado por debajo de las Pléyades.

—Los detectores del
Simbad
aún no los han captado —indicó Freddy—. Quizá ahora que sabemos dónde buscar…

—Correcto —Renner tecleó unos comandos—. Hemos adquirido tres blancos. Rumbo constante, y acercándose, a treinta mil klicks. Aún no nos están disparando nada, Freddy. —Observó luces violetas blanquecinas alrededor de ellas y añadió—: Diría que nuestros aliados ya están alertados, pero, no obstante, llámalos, y también a Rawlins.

—¿Despierto a alguien más?

—Llama a Joyce —Bury se hallaba profundamente dormido. Sus lecturas eran un poco irregulares, un poco inquietantes. Los pajeños también dormían, y Kevin preguntó—: No necesitamos una traductora, ¿verdad?

—Déjela dormir. La muerte crispa a Glenda Ruth.

Joyce Trujillo estaba despierta: Kevin pudo ver la pantalla encendida detrás de la nuca de ella.

—Hola, Joyce. La batalla se prepara. Freddy, ¿has conseguido contacto con alguna de las otras naves?

—Señal de la Diez, pero no puedo leerla. Guerreros. Estoy despertando a Omar.

—Perfecto.

Omar se desenrolló y se sentó. Lo que siguió fue un rápido intercambio entre el
Simbad
y sus veinte pequeñas escoltas de bombarderos pajeños Guerreros.

—Hay que protegerle —indicó Omar.

Irritante.

—Si le dijera que soy un Mediador-Guerrero… —comenzó Kevin.

—Las naves Seis a Veinte se desplegaron entre nosotros y el Grupo Bandido Uno. Las naves Uno a Cinco se hallan en reserva. Se espera ataque a alta velocidad, dos grupos de bombarderos alrededor de un tanque de combustible, que se espera se separen, más una nave de Amo. Se trata de algunos aliados fortuitos del Kanato que llegan tarde pero que están obligados a proteger a la Hermana de ser capturada por la India y Medina.

—Eso está mucho mejor, Omar. ¿Pueden estar al corriente de que el Kanato los ha abandonado? Proporcióneme su mejor estimación.

—No lo adivinarán, pues el Kanato no tiene por qué haberles contado qué hace la Hermana. La nave Uno sugiere que active su Campo Langston ahora.

Renner lo activó. Las pantallas quedaron en blanco; luego, se encendieron una a una cuando hubo sacado cámaras.

Luces violetas iban decreciendo hacia las Pléyades. —Omar, ¿toda nuestra escolta ha salido a luchar? —Omar está desconectado —informó Freddy—. Veo cuatro bombarderos Guerreros aún con nosotros, sin mantener una posición especial. Maldición… —No tuvo que terminar.

Glenda Ruth observaba la pantalla de Joyce con ojos brillantes.

—¿Crees que vamos a luchar? —le preguntó Joyce, casi en un susurro en la cabina oscura. Se suponía que Kevin no debía oírlo.

—¿Luchar, o escondernos tímidamente detrás de nuestros aliados?

Si Glenda Ruth no hubiera querido que la oyera, Kevin tuvo la convicción de que no habría podido escucharla.

—Joyce, intentamos incluir todo lo que sabemos en el mensaje que le enviamos a Weigle. Incluso retocamos las cintas de usted como suplemento.

—¿«Incluso»?

—Aparte del mensaje, sin importar si llegó o no, todo lo que la humanidad sabe de los pajeños se halla aquí en el
Simbad
.

Tres puntos enemigos se habían convertido en una rociada de luces. Los bombarderos Guerreros del
Simbad
bailaban en un patrón impredecible. El enemigo también comenzó a danzar. Cuando el enemigo se halla a segundos luz de distancia, es posible esquivar los rayos láser.

—La cuestión es —prosiguió Glenda Ruth— que si el
Simbad
se ve obligado a luchar, será una muy mala señal.

—Asimismo es verdad que mis hologramas pueden llegar a ser lo más importante que salga del sistema de la Paja.

—Comprendido.

—He leído sobre batallas espaciales —dijo Joyce—. Todos los informes afirman lo mismo. Serían aburridas si no resultaran aterradoras. No llegué a creerlo en el pasado.

Las serpenteantes luces de las naves enemigas habían convergido en un punto borroso y permanecieron así. Renner frunció el ceño. ¿Qué creían que estaban haciendo?

Retrocedían, las naves Guerreras protegiendo al Amo. El séquito del
Simbad
era demasiado para ellas.

El Grupo Bandido Dos era más grande. Realizó una pasada a seiscientos klicks por segundo, disparando una sola vez. Los rayos del Grupo Uno se abatieron sobre el
Simbad
al mismo tiempo; el ataque fue absorbido con facilidad por los Campos Langston. El Grupo Dos desaceleró para unirse al Uno.

Atropos
llegó a la Hermana y tomó posición allí, sin incidentes, rodeada por los Guerreros del Comercio de la India y los supervivientes de la flota de los Tártaros de Crimea. Los escoltas de Medina ya estaban arribando.

También llegó un tercer Grupo Bandido. Con el Grupo Uno/Dos agruparon sus fuerzas en un patrón complejo situado a medio millón de klicks hacia afuera y hacia proa de la Hermana; luego, mantuvieron posiciones.

Freddy Townsend lo grabó todo y, después, se lo pasó a Renner a alta velocidad.

—Señor, debería formar un patrón, pero no consigo descubrirlo.

—Omar, ¿quiénes son ésos?

—Tres familias, una local, ninguna de importancia. El pacto del Kanato de abandonar el sistema de la Paja debe dejar suficiente riqueza atrás para respaldar cualquier número de alianzas.

—De acuerdo. No hay bastantes para atacarnos. Esperan que el Kanato regrese a toda velocidad a través de la Hermana. Entonces, cuando nosotros huimos, ésos nos bloquean el camino.

—¿Qué hay en aquella dirección?

—No importa. No se encuentran entre nosotros y lo que queremos. Sólo creen que sí lo están. Freddy, ¿cuán cerca nos hallamos de la Hermana?

—A tres horas, pero cruzaremos a doscientos klicks por segundo, a menos que aumentemos la propulsión. Tres horas más si fallamos en la primera pasada.

Bury estaba dormido. Sus indicadores parecían haberse estabilizado: descansaba bien. «Concédele otra hora», pensó Renner.

—Retrasa el aumento de propulsión. Omar, necesitamos mantener una conferencia con nuestros escoltas y aliados. Freddy, por favor, llama al capitán Rawlins.

—A ver si lo he entendido —dijo Rawlins—. Vamos a cruzar por la Hermana. Yo primero, y he de intentar protegerles a todos ustedes. ¿De qué?

—De cualquier cosa que haya dejado el Kanato como guardián de la puerta —repuso Renner—. La opinión está dividida respecto de cuántos serán.

—De acuerdo —aceptó Rawlins—. Convoy escolta estándar a través de un punto de Salto. Puedo hacerlo; pero los pajeños tendrán que cooperar. ¿Trazamos nosotros los cursos o lo hacen ustedes?

—Se lo dejo a usted —indicó Renner—. Llevo un tiempo sin realizarlo. Usted lo hará mejor. Ahora bien, nos hallaremos a seis horas por detrás de ustedes si funciona la maniobra de Freddy Townsend; a trece, si falla. Será mejor que no espere. Le seguiremos.

—Sí, señor. Muy bien, entraré y cubriré a las cuarenta y siete naves de guerra pajeñas cuyos vectores me transmite. Luego, cuando hayamos cruzado todos, nos dirigimos al
Agamenón
a velocidad de flanco.

—Todos lo que consigan cruzar —dijo Renner—. Tiene una copia de mi informe al
Agamenón
. Transmítalo si puede. Lo importante es evitar que el grupo del Kanato escape a espacio del Imperio. ¿No está de acuerdo?

—Sí. Muy bien. Señor. De acuerdo, pero hay demasiadas naves para que yo pueda cubrirlas a todas. Tendré que mandar a algunas en un patrón de dispersión. Calcularé los vectores de curso y se los transmitiré en una hora. En cuanto al
Simbad
, ustedes avanzan muy deprisa, llevará horas emparejar velocidades.

—No disponemos de horas. En cualquier caso, vamos muy despacio, con el señor Bury a bordo.

—Exacto. Lucharemos contra lo que encontremos del otro lado mientras usted y sus escoltas cruzan. No se esperarán eso.

—Así es como lo veo yo —corroboró Renner.

—Entonces, todos seguimos adelante. Comodoro, sugiero que trabaje en el mensaje a Balasingham. No le va a gustar ver a un grupo de naves pajeñas acercándosele.

—Cierto. Gracias —dijo Renner—. Omar, cerciórese de que su pueblo lo comprende. El capitán Rawlins hará que sus computadoras tracen un curso para cada nave. Es importante que sigan las instrucciones de manera exacta.

—Entendido —repuso Omar—. Gracias.

—De acuerdo, capitán, esperaremos su llamada. Gracias —Renner se volvió hacia Freddy Townsend—. Bien. ¿Crees aún que podremos pasar a doscientos kilómetros?

—Está chupado.

—¿Qué está pasando? —preguntó Joyce—. ¿Freddy?

—Concédeme un minuto —pidió Freddy.

—Omar —dijo Renner—. Cuando disponga de un momento libre, tenemos un trabajo para su Ingeniero. —Tecleó con furia y en la pantalla apareció una serie de diagramas—. Necesito esta disposición.

—¿El Lanzador, Kevin?

Bury.

—Sí —Renner miró las lecturas médicas de Horace. Se habían estabilizado en normal—. Me alegro de que hayas disfrutado de un buen descanso. Vamos a cruzar, y no sabemos que habrá del otro lado. Quiero montar el Lanzador.

—Sí —Bury suspiró—. En ese caso… Cynthia, creo que deberías abrir la taquilla del Compartimento Ocho. Quizá necesitemos su contenido.

La Ingeniero pajeña marrón había estado estudiando la pantalla. En ese momento parloteó con Omar.

—¿Problemas? —inquirió Renner.

—No, entiende el mecanismo y su propósito. Se hará en menos de una hora. En verdad, dice que puede realizar considerables mejoras…

—¡No! —exclamó Bury—. ¡Es mi nave, y por el Profeta que no! Déjela como estaba diseñada.

Renner se rió entre dientes, pero se detuvo al ver las lecturas médicas.

—Omar, creo que será mejor si el sistema funciona como yo espero que lo haga. Podemos dejar las mejoras para otra ocasión.

—Muy bien.

Omar habló rápidamente. La Ingeniero y los Relojeros se dirigieron a popa en busca de los trajes presurizados.

—Por favor —pidió Joyce—. ¿No me explicará alguien qué está sucediendo?

—¿Qué está sucediendo, o lo que nosotros creemos que está pasando? —Preguntó Glenda Ruth.

—¡Las dos cosas!

—Yo mismo agradecería la información —comentó Bury.

Kevin mantuvo un oído atento. También Freddy escuchaba, aunque tenia su propio trabajo que realizar.

—No es algo oficial, sólo mi opinión personal. —Las pantallas mostraron un mapa del sistema de la Paja. Glenda Ruth empezó—: El Kanato envió su flota principal de guerra a través de la Hermana mientras los Amos y sus naves colonia se quedaban detrás. La India y Medina les hicieron muy difícil la situación, y también ellos han huido por el punto de Salto. Calculamos que se dirigirán al Salto que lleva a Nueva Cal, aunque primero deberán localizarlo.

»Mientras tanto, nuestro grupo se encamina hacia la Hermana. Hay otro escuadrón de naves aliadas que puede llegar justo por delante de nosotros.
Atropos
pasará con ellas. Si del otro lado no hay nada a lo que dispararle, irán directamente hacia el
Agamenón
, situada en el punto de salida. Nosotros les seguiremos a nuestra propia velocidad.

—Oh —comentó Joyce—. Por supuesto. Nosotros sabemos dónde está.

—De modo que deberíamos llegar primero… es decir, la
Atropos
y la flota de Medina. Rawlins va directo hacia allí, por lo que el Kanato no sabrá lo fuertes que somos.

—Pero esperamos tener problemas.

—Es muy probable que el Kanato deje de una a varias naves francotiradoras —explicó Glenda Ruth.

—Pero ellos saben cuántas naves tenemos nosotros. ¿Verdad?

—¿Cómo podrán saber con certeza a cuántas haremos cruzar? En cualquier caso, ésa es la razón por la que
Atropos
pasa primero. Cruza y la seguimos, todos los que podamos. Algunas a cobijo detrás de la
Atropos
; el resto en un patrón de confusión. La idea es que pasen algunas. Que pasen muchas.

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