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Authors: Malcolm Beith

Tags: #Politica,

El Ultimo Narco: Chapo (31 page)

BOOK: El Ultimo Narco: Chapo
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Aunque la DEA estaba orgullosa de la Operación Xcellerator —después de todo, había privado al Chapo de cerca de mil millones en ganancias— la iniciativa había puesto al descubierto la fea verdad acerca de la búsqueda del Chapo. «La diseminación del cártel de Sinaloa es una amenaza directa a la seguridad y la tranquilidad de ciudadanos respetuosos de la ley en todas partes», dijo Leonhart, de la DEA. La Operación Xcellerator también descubrió en Canadá un «súper laboratorio de metanfetaminas», que pertenecía al cártel de Sinaloa y era capaz de producir 12 mil pastillas de éxtasis en una hora.

Así que no estaba claro si El Chapo actuaba por desesperación. De hecho, se estaba descubriendo evidencia que mostraba que este cártel se había expandido de manera global al desarrollar una red de líneas de suministros, agentes y administración más propia de una corporación multinacional.

Desde hacía mucho tiempo las autoridades mexicanas habían advertido que el control del tráfico de drogas mexicano no satisfaría el apetito del Chapo. Su misión, de acuerdo con la PGR, «es obtener un estatus tan omnipotente que le permita formar alianzas internacionales».

Para 2009 estaba consiguiendo esa meta. La organización del Chapo ahora estaba operando en casi toda las naciones de Centroamérica, desde Guatemala hasta Panamá. En los países claves para la producción de cocaína, Perú y Bolivia, una serie de arrestos de sinaloenses era prueba de que la gente del Chapo se estaba moviendo en lo que había sido territorio colombiano. La gente del Chapo también era más violenta de lo que jamás fueron los colombianos; las ejecuciones relacionadas con las drogas se estaban desbocando. Incluso en la propia Colombia, El Chapo y sus contrapartes mexicanas eran suficientemente poderosos como para establecer un campo. Ahora ellos fungían como jefes muy adentro del territorio colombiano.

En julio de 2009 fueron decomisadas más de 70 propiedades en todo Colombia; todas ellas vinculadas con El Chapo. Valuadas en 50 millones de dólares, las propiedades comprendían ranchos, residencias urbanas, hoteles y oficinas tanto en zonas remotas del país como en las ciudades más grandes, como Cali. Siete miembros del cártel de Sinaloa fueron arrestados durante la redada. «Tenemos evidencia de algunos mexicanos asentados en Medellín, asentados en Cali, asentados en Pereira, en Barranquilla», dijo el director de la policía colombiana, general Óscar Naranjo.

El cártel de Sinaloa no se detenía en Colombia. Una prohibición mexicana a la importación de efedrina y pseudoefedrina —precursores necesarios para la fabricación de metanfetaminas— había tornado más difícil producir la droga que estaba teniendo gran demanda en Estados Unidos. El incremento de la presencia de la Guardia Costera de Estados Unidos en el Pacífico, el Golfo de México y el Caribe, que había obstaculizado a los colombianos, se estaba volviendo una molestia para los mexicanos, así que el cártel de Sinaloa había comenzado a usar Argentina como un punto de tránsito primario.

Los argentinos no estaban ansiosos de admitir la presencia del crimen organizado mexicano dentro de sus fronteras. Pero no era fácil. En una ocasión, dos hombres mexicanos que recientemente habían entrado al país fueron arrestados con 750 kilos de cocaína. Un juez que investigaba su caso creía que trabajaban para el cártel de Sinaloa. Con sus contrapartes colombianas, estaban planeando contrabandear la cocaína hacia España, donde podría alcanzar un valor de 27 millones de dólares a precios de la calle.

«No hay cártel de Sinaloa [en Argentina], únicamente dos caballeros con pasaportes mexicanos», insistió el ministro de justicia y Seguridad argentino, Aníbal Fernández. «Se ha dicho que la Policía Federal reportó que esos hombres podrían pertenecer al cártel de Sinaloa: eso es una mentira, no hay cártel en esto… Quienquiera que esté hablando acerca del cártel de Sinaloa sabe muy poco acerca del cártel de éste».

Las importaciones de efedrina en Argentina también se habían incrementado de 5.5 toneladas en 2006 a 28.5 toneladas al siguiente año, de acuerdo con la DEA. Cincuenta por ciento de las 1.2 toneladas de efedrina que Argentina decomisó en 2008 habían estado destinadas a México, ocultas en contenedores de azúcar. En una ocasión, la Policía Federal de Argentina descubrió cuatro toneladas de efedrina escondidas en tambos de aceite y cajas. La efedrina —el cargamento más grande que se hubiera decomisado jamás en Argentina— había sido importada de India y China, y estaba destinada a México y Estados Unidos.

Otra redada efectuada en las afueras de Buenos Aires había conjuntado 23 mexicanos vinculados con Sinaloa y un laboratorio de metanfetaminas. Los cárteles estaban pensando en la producción en Argentina como una futura opción para lograr una distribución más rápida y fácil hacia Europa.

Y donde había traficantes de drogas mexicanos, también había violencia. En una ocasión, tres argentinos fueron hallados en una zanja a las afueras de Buenos Aires, sus cadáveres cosidos a balazos, con las manos atadas. El asesinato tenía todas las marcas de una ejecución del hampa mexicana. Según un agente retirado de la DEA que trabajaba en Argentina, los jóvenes habían tratado de estafar a sus contrapartes mexicanas.

Para finales de 2009 estaba claro que las desestimaciones argentinas de actividades del cártel estaban equivocadas: ahora no había duda de que los sinaloenses habían llegado al Cono Sur.

El cártel de Sinaloa tiene grandes nexos con naciones asiáticas como China, India, Tailandia y Vietnam, donde obtiene los químicos necesarios para producir metanfetaminas. (Supuestamente, una vez El Chapo importó heroína directamente de Tailandia a fin de distribuir el producto en Estados Unidos, lo que había sugerido que, por si solo, México no podría satisfacer la demanda de Estados Unidos). Estas conexiones eran por lo general a través de empresas y a altos niveles; rara vez los agentes mexicanos ponían personalmente un pie en Asia para distribuir drogas o lavar dinero.

En Europa y África, sin embargo, los sinaloenses ciertamente estaban en el terreno. El cártel estaba usando sus centros de operación claves europeos —Portugal, España, Alemania, Italia, Polonia, Eslovaquia y la República Checapara establecer lo que un experto llama «una base patrimonial» para sus activos. El razonamiento era simple: el cártel de Sinaloa quería estabilizar sus activos y salvaguardar sus billones para el futuro.

Por medio de unidades especiales de inteligencia financiera, los franceses y los españoles se las arreglaron para incautarse de algunos activos, pero no lograron conseguirlos todos.

Por toda Europa los agentes mexicanos estaban distribuyendo cocaína y heroína. Estaban reclutando miembros de pandillas de Centroamérica para representarlos en Europa, de acuerdo con la junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas. Un reporte publicado en el periódico
El Universal
, que aseguraba que El Chapo estaba enviando a sus pistoleros a recibir entrenamiento en Irán, fue desechado por Estados Unidos. Pero en algunas instancias los mexicanos en definitiva se estaban comunicando directamente con el crimen organizado en otros continentes.

África era particularmente atractivo para el cártel de Sinaloa por sus Estados debilitados y sus movimientos rebeldes. Algunos expertos advirtieron que los cárteles mexicanos ahora tenían presencia en 47 naciones africanas. Fue fácil para los traficantes de drogas mexicanos obtener pasaportes locales y viajar por toda África con armas y drogas; todo lo que necesitaban era un contacto con el gobierno local y un poco de dinero en efectivo. Los narcos sudamericanos también estaban creando compañías falsas —pesquerías en Senegal, por ejemplo—, a través de las cuales pudieran lavar dinero. De acuerdo con expertos en el terreno, que estudian la actividad del cártel, incluso algunos gobiernos del oeste de África eran sospechosos; el ingreso de dinero extranjero en sus arcas se consideraba altamente sospechoso.

Mientras tanto, el jefe de Operaciones de la DEA, Michael Braun, argumentaba ante el Congreso de Estados Unidos que un incremento en la demanda de cocaína en Europa —cerca de 500 toneladas de cocaína de Latinoamérica y México estaban destinadas a Europa en 2009, según sus cálculos— estaba volviendo al oeste de África, en particular, más y más atractivo para los cárteles mexicanos.

Y aún había más. Con el euro fortaleciéndose ante al dólar, advirtió Braun, Europa «ha surgido como el perfecto y más reciente patio de juegos para estos despiadados cárteles… Hoy veo a Europa tambaleándose en el borde de una catástrofe de tráfico de drogas y abusos similar a aquella que nuestra nación enfrentó hace cerca de 30 años. Si necesitan una imagen acerca de lo que predigo que Europa deberá enfrentar en los años por venir, sólo recuerden Miami a fines de los setenta, seguido del `crack' de la epidemia de cocaína que estalló en Estados Unidos en los ochenta».

E cuanto a la posibilidad de que los cárteles mexicanos ahora estén trabajando con células terroristas en zonas del mundo desestabilizadas, Braun dijo: «Todavía me quita el sueño algo que me persigue como ninguna otra cosa».

Hacer olas

Los cárteles no sólo se estaban expandiendo: se volvían más y más creativos en sus métodos de contrabando.

El avión de la Marina de México había divisado su objetivo ante las costas del sureño estado de Oaxaca. Parecía ser un bote, que se dirigía velozmente al norte. Pero no aparecía en el radar como un barco normal. Unos 225 kilómetros al sur del destino turístico de Huatulco, un submarino semisumergible de casi diez metros de largo surcaba la superficie.

Por tres horas el avión de la Marina y la Guardia Costera lo persiguieron. Finalmente se las arreglaron para obligarlo a detenerse. Llevaba 5.8 toneladas de cocaína, envuelta en 257 paquetes.

Aun así, el decomiso en sí no era tan impresionante. En el puerto mexicano de Manzanillo, las autoridades, con base en información de la DEA, previamente habían incautado 23.5 toneladas de cocaína del Chapo. Pero el método de contrabando que emplearon en la costa de Oaxaca fue novedoso. El submarino verde había sido construido, o por lo menos modificado, con autorización, probablemente en la selva de Colombia.

Desde la década de los noventa la policía colombiana ha estado encontrando tales naves en sus puertos y alejándose de sus costas; Estados Unidos avistó uno a unos 160 kilómetros de la franja costera de Costa Rica en noviembre de 2006. Lo apodaron Bigfoot (Pie Grande). Llevaba tres toneladas de cocaína. Estos primeros semisumergibles improvisados tenían entre 12 y 24 metros de largo y se construían con fibra de vidrio, acero o madera. Sólo 45 centímetros de la nave eran visibles sobre el agua. Funcionaban con una sola máquina diesel o dos, que tenían una capacidad de 5 mil 678 litros. Construirlos costó alrededor de 2 millones de dólares.

Debido a que la mayor parte del casco está sumergida, divisar estos submarinos era extremadamente difícil. Una vez cerca de ellos, era fácil inundarlos, y las drogas se las llevaba el océano. A menudo la tripulación abandonaba la nave, dejando a la Guardia Costera en una posición en la que debía rescatarlos y llevarlos a tierra a salvo.

El incidente frente a las costas de Oaxaca era el primero en el que mexicanos pasaban por ahí en su propio submarino improvisado. Lo habían rastreado desde la costa oeste de Colombia gracias a informes de inteligencia de Estados Unidos.

El almirante de Estados Unidos Jim Stavridis advirtió que la cocaína no era la principal preocupación, sino el terrorismo. «Lo que me preocupa [acerca de los submarinos] es que si puedes mover tanta cocaína, ¿qué otra cosa puedes poner en ese semisumergible? ¿Puedes poner en él un arma de destrucción masiva?», dijo el encargado del Comando Sur de Estados Unidos. Luego de tomar nota, el senador Joseph Biden presentó la Ley de Prohibición del Tráfico de Drogas para que se considerara «un delito grave en el caso de aquellos que, a sabiendas o intencionalmente, operaran o se embarcaran en uno [semisumergible autoimpulsado por propelas] que esté o haya navegado en aguas internacionales con la intención de evadir ser detectado».

Con todas las miradas puestas ahora en sus submarinos, los narcos de México estaban adoptando también otras técnicas.

Por mucho tiempo los narcos habían trasladado drogas al otro lado de la frontera ocultas en el interior de productos enlatados y muñecas. Por ejemplo, dos mexicanos sospechosos de ayudar a contrabandear 100 kilos de cocaína a Nueva York desde México dentro de cinco estatuas de la Virgen María de 90 centímetros de alto fueron arrestados en una ocasión en Brooklyn. Los narcos también contrabandeaban cargamentos más pequeños ocultos en juguetes, muebles, zapatos, souvenires y velas.

Como si usar imágenes devocionales no fuera suficientemente descabellado, ahora los narcos están usando… tiburones. En una redada en un puerto del sureste de México en la que se usaron perros para rastreo, la policía encontró más de veinte tiburones muertos rellenos con una tonelada de cocaína.

Mujeres y niños primero

Ahora los cárteles también están usando con más frecuencia mujeres y niños para llevar sus cargamentos.

Una mexicana de 40 años de edad fue detenida en el aeropuerto Heathrow de Londres luego de que los aduaneros hallaron 15 kilos de cocaína amarrados a las piernas de sus dos hijos, de 13 y 11 años de edad. Habían viajado en un vuelo de British Airways desde la ciudad de México.

Una mujer que viajaba al otro lado de la frontera en Nuevo Laredo fue detenida por los guardias. Les dijo que un hombre que dijo llevar demasiado equipaje la había abordado y ofreció pagarle 80 dólares si accedía a cruzar la frontera llevando una estatua de jesús por él. Los agentes fronterizos de Estados Unidos revisaron la efigie, que estaba hecha completamente de cocaína. Se valuó en aproximadamente 30 mil dólares.

En Rio Grande Valley, en el sur de Texas, agentes fronterizos encontraron 10 mil dólares dentro del pañal de un niño. Se pensó que era dinero de las drogas.

Las mujeres siempre han ocupado un sitio especial en la narco-cultura, pero por lo general como esposas, novias y madres de los narcos, nada más. En Culiacán, princesas de largas uñas y mucho maquillaje acompañan a sus novios narcos a los clubes nocturnos. Cuando son un poco más mayores, circulan por ahí en sus camionetas tipo suv sin placas de tránsito, llevan a sus hijos de compras al centro comercial y cenan en los mejores restaurantes de la ciudad. Los domingos disfrutan de largos almuerzos en el Hotel Lucerna, el establecimiento de cinco estrellas, el preferido de los empresarios políticos en viaje de negocios, y en otros restaurantes alrededor de la ciudad.

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