Read Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos Online
Authors: Gregorio Doval
Tags: #Referencia, Otros
E
n 1519, algunos soldados de Hernán Cortés (1485-1547), encabezados por Diego de Ordaz (1480?-1532?), ascendieron a la cima del volcán durmiente Popocatépetl, llamado
Nahuatl
(«Montaña humeante») por los aztecas, que con su 5.452 metros es el quinto pico más alto de América, para demostrar a los indígenas que ninguna hazaña era imposible para los españoles. Esta proeza escaladora fue considerada como un récord mundial de ascensión durante 300 años, hasta los primeros asaltos a las cimas del Himalaya; los aztecas, sin embargo, siempre la consideraron como una profanación de su pico sagrado. Según la leyenda, Popocatépetl y su hermana Ixtaccihuatl (otro cercano volcán apagado) fueron dos gigantes cuyo amor incestuoso desagradó a los dioses, que los convirtieron en montañas. Mientras que la mujer murió por designio de los dioses, el hombre, Popocatépetl, fue castigado a la vida eterna para que contemplase perpetuamente a su amada muerta. Desde entonces, cuenta la leyenda indígena, la angustia le estremece y, con terribles rugidos, hace temblar la tierra.
E
l excéntrico Timothy Dexter (1747-1806) fue un curtidor de pieles, reconvertido en rico comerciante y después en escritor. Consiguió su primera fortuna vendiendo carbón en Newcastle. Posteriormente invirtió los beneficios de aquel negocio en la compra de una partida de calentadores de cama, con la que partió absurdamente hacia las Indias Occidentales (es decir, hacia el tórrido Caribe). Sorprendentemente, consiguió venderlos todos en muy poco tiempo, pues los nativos encontraron pronto una nueva utilidad a aquellos extraños artilugios: les resultaron muy útiles como sartenes
ad hoc
para freír pescado y ñame. Posteriormente, Dexter aumentaría su fortuna vendiendo piezas de maquinaria, biblias y mitones de lana (!?) en las mismas Indias Occidentales.
Con una gran fortuna amasada en tan peculiares negocios, adquirió una mansión colonial en Newburyport, una pequeña localidad del estado norteamericano de Massachusetts. Decoró el exterior de la mansión con cuarenta estatuas de madera en tamaño natural que representaban a grandes personajes de todas las épocas, tales como Adán y Eva, George Washington, Nelson, Luis XIV, incluyéndose él mismo entre tan dispar procesión de personajes. Además de una esposa (de quien él decía que en realidad era un fantasma), dio entrada en la casa a un astrólogo, un gigante retrasado mental en calidad de bufón, un ama de llaves que se suponía que era en realidad una princesa africana y un poeta oficial de su pequeña corte (cuya verdadera profesión era la de pescadero).
En 1802, como era de prever ante tal derroche de imaginación, Dexter se hizo escritor. Su primera obra, como no podía ser menos, fue una autobiografía filosófica cuyo título podría ser traducido por
En adobo para los entendidos
, una de cuyos pasajes más dignos de mención es aquel en que insinúa la idoneidad de su persona para un eventual cargo de emperador de los Estados Unidos. Ahora bien, lo más notable del libro es que está compuesto por una sola oración, ni siquiera aliviada por el menor atisbo de signo de puntuación u ortográfico. Además, tampoco tiene argumento, ni hilazón temática. Era un ejemplo
avant la lettre
de la escritura automática de los surrealistas. Sin embargo, en una segunda edición de esta magna obra, el inefable Dexter se apiadó de los potenciales lectores y arbitró el ingenioso remedio de incluir al final del libro una página con trece líneas de comas, puntos, signos de interrogación y de interjección y demás parafernalia ortográfica para que cada
entendido
lector
adobase
el libro a su gusto. Desde luego, la respuesta de los lectores fue un largo silencio, acentuado, eso sí, con numerosos signos de interrogación.
S
egún cronistas de la época de total fiabilidad, hacia el año 1920 se hizo muy famoso en Madrid el arte de un
bailaor
, apodado
Mate Sin Pies
por la extraña e inverosímil circunstancia, en un bailarín, de tener amputadas las dos piernas a la altura de las rodillas.
S
egún cuenta Vicente Vega, el ingeniero austriaco Reinhold Boyer, afincado durante muchos años en Madrid, donde murió, fue un verdadero
coleccionista de catástrofes
. Al parecer, Boyer sobrevivió a su primer grave accidente a los seis años, cuando, viajando con sus padres, se derrumbó un puente de ferrocarril al paso de su tren; en el accidente murieron 200 personas. A los ocho años, se libró milagrosamente del incendio de un teatro vienés, en el que se hallaba nuevamente junto a sus padres; en el accidente murieron 449 personas. Ya trabajando como ingeniero en una mina cercana al Paso de Caíais, se libró milagrosamente del incendio que asoló varias galerías; en el accidente murieron unos 1.300 mineros. Dos años después, hallándose en Sicilia realizando unos sondeos, se produjo un fortísimo terremoto; a causa del temblor murieron unas 200.000 personas. En 1912, a punto de emprender un viaje a los Estados Unidos, tuvo que desistir a última hora a consecuencia de una súbita enfermedad; de esta forma tan casual se libró de sacar un pasaje para el infortunado viaje inaugural del
Titanic
; en el accidente murieron 1.513 personas. Tiempo después, estando en la ciudad norteamericana de Miami, un huracán destruyó prácticamente la zona; a consecuencia del huracán murieron 12.000 personas. Finalmente, seis meses después, volvió a escapar milagrosamente de la riada causada por el desbordamiento del río Mississippi en el estado norteamericano de Luisiana; en la riada murieron varios miles de personas. A todo ello, al parecer, habría que añadir diversos accidentes, choques, descarrilamientos y catástrofes naturales de menor entidad. Increíble. Pero, al parecer, totalmente cierto.
L
os primeros siameses de los que se tiene constancia histórica fueron los hermanos de origen chino Sang («Izquierda») y Eng («Derecha») Bunker (1811-1874), que nacieron en el antiguo Siam (actual Tailandia), estando unidos a la altura del pecho por una membrana cartilaginosa. Contratados por una compañía de espectáculos, se exhibieron por todo el mundo durante varios años, reuniendo una modesta fortuna con la que compraron una plantación de caña en el estado norteamericano de Carolina, donde se casaron en abril de 1843 con las hermanas estadounidenses Sarah y Adelaide Yates, con las que tuvieron, respectivamente, 10 y 12 hijos. Los dos hermanos siameses murieron con tres horas de diferencia, el 17 de enero de 1874, a los 62 años.
N
o es raro encontrar referencias documentales sobre hermanos siameses de los más raros tipos, pero, aunque parezca más inverosímil, abundan también otras que nos relatan los casos de personas en cuyos complejos cuerpos se suman los órganos y miembros de varias personas. Bueno será comentar algunos casos famosos.
Entre las piernas del extraño cuerpo de la estadounidense Myrtle Corbin crecía un cuerpo gemelo perfectamente desarrollado en su parte inferior, incluso en sus órganos sexuales y su aparato reproductor. Esta mujer, que se ganó la vida actuando como atracción de feria a principios del siglo XX, contrajo matrimonio y, según sus propias declaraciones, tuvo cinco hijos: tres de su propio cuerpo y dos del de su gemela.
Igualmente extraordinario fue el caso de Frank Lentini, un siciliano nacido en 1899, que se trasladó a los Estados Unidos a los nueve años, cuyo cuerpo era el resultado de la combinación de tres gemelos. Tenía tres piernas, dos órganos genitales y cuatro pies con dieciséis dedos en total. Podía utilizar su tercera pierna tan bien como las otras dos, aunque por su posición (partía de la espina dorsal) la solía emplear en su espectáculo como una especie de taburete, además de divertir a su numeroso público golpeando una pelota con ella.
Edward Mordake, hijo de una familia aristócrata inglesa, excelente estudiante y músico, tenía en la parte posterior de su cabeza otro rostro. Esta segunda cara, que no comía ni hablaba, podía, sin embargo, mover los ojos, reír y llorar. Tras insistir desesperadamente en que le extirparan ese otro rostro sin que ningún cirujano se atreviese a ello, se suicidó a los veintitrés años de edad.
Pascual Piñón era un niño mexicano cuyo caso fue dado a conocer en 1917. Tenía una segunda cabeza atrofiada que le salía de la frente de la principal. Esta cabeza podía mover los ojos y la boca, aunque no emitir sonidos. Más tarde, al parecer, esta segunda cabeza se atrofió, convirtiéndose en un apéndice sin vida.
En 1851 nació Millie Christine en el seno de una familia de esclavos del condado norteamericano de Columbus, en Carolina del Norte. La niña tenía un solo tronco, pero cuatro brazos en dos hombros, cuatro piernas, dos pares de pulmones y dos corazones y, lo más extraordinario de todo, dos cabezas, cada una de ellas con una personalidad distinta e incluso contradictoria hasta el punto de que no era raro verlas discutir entre ellas. A los quince meses, su amo, el hacendado Joseph P. Smith, comenzó a exhibirla, llamando a cada una de las siamesas
Millie
y
Chrissy
. Cuando se hicieron adolescentes, desarrollaron unas melodiosas voces de contralto y soprano, respectivamente, con las que daban sorprendentes conciertos de dúos, por lo que ella o ellas fueron llamadas el
Ruiseñor de dos cabezas
.
E
ntre las muchas
mujeres barbudas
, reales o falsas, que consigna la historia, destaca el caso de la napolitana Magdalena Ventura, muy conocida por haber servido de modelo al pintor José Ribera
El Españoleto
en su obra
Un milagro de la naturaleza
. Esta mujer vio como a los 37 años, casada y con tres hijos, le crecieron barba y bigote pobladísimos, lo que no le impidió, tras enviudar, volver a casarse y engendrar cuatro hijos más (el último de los cuales nació, por cierto, cuando Magdalena tenía la poco común edad de 52 años).
E
l piloto del avión B-29
Enola Gay
que dejó caer la bomba atómica de Hiroshima se llamaba Robert Lewis. Una leyenda suele contar que tiempo después de su acción, desolado y arrepentido, ingresó en un convento de monjes trapenses. Pero lo cierto es que Lewis, finalizada la contienda, reingresó en su puesto de jefe de personal de una fábrica de confitería de Nueva Jersey, donde vivió con su esposa, sus tres hijos y su madre. Es más, no sólo no renegó de su participación en tan trágico hecho, sino que incluso acudió a numerosas entrevistas y firmó muchos artículos periodísticos —todo ello bien remunerado— en los que no se cansó de rememorar su acción con todo lujo de detalles emocionales.
E
l Caballero de Éon (Charles Geneviève de Beaumont d'Éon, 1728-1810) fue un famoso espía francés, cuya peripecia es, sin duda alguna, ciertamente curiosa. Reclutado como espía por el rey Luis XIV, fue destinado a Rusia, donde se presentó disfrazado de mujer. Pronto se abrió paso en la cosmopolita corte de Catalina II
La Grande
, destacando tanto que la zarina le nombró
lectora de la corte
. Allí ejerció sus labores de espionaje a plena satisfacción, aunque, para no levantar sospechas, recibió la orden de reincorporarse a París. Poco tiempo después, fue enviado de nuevo a San Petersburgo, donde se presentó esta vez como
hermano
de aquella lectora, sin que nadie se diera cuenta del engaño. Cumplida su misión, volvió a su país, donde obtuvo el empleo de capitán de dragones, tomando parte en la guerra de los Siete Años. Posteriormente fue enviado a Londres como ministro plenipotenciario, aunque cayó en desgracia ante Luis XIV, por lo que hubo de permanecer exiliado algunos años en la capital inglesa, hasta que fue rehabilitado por el nuevo rey Luis XV, permitiéndosele que regresara a Francia, siempre que lo hiciera en calidad de
mujer
. De nuevo en Versalles, el equívoco sobre su verdadera personalidad —hombre o mujer— se mantuvo durante el resto de su vida. Cuando finalmente murió, a los 82 años, se pudo comprobar que se trataba, efectivamente, de un hombre.
A
principios de 1951, el ciudadano estadounidense Stanley Clifford Weyman recibió la oferta de incorporarse a la embajada tailandesa en calidad de agregado de prensa. Preocupado por si aquel empleo podría poner en peligro su ciudadanía norteamericana, Weyman solicitó permiso a la Secretaría de Estado. Casualmente, un funcionario de aquel departamento creyó reconocer aquel nombre y comprobó su historial en los archivos estatales. De sus averiguaciones se pudo descubrir que este personaje, de nombre real Stephen Weinberg, y siempre actuando con el mismo alias de
Stanley Clifford Weyman
, se las había apañado a lo largo de cuarenta años para desempeñar o suplantar los siguientes cargos y honores: Cónsul de los Estados Unidos en Marruecos; adjunto militar de la embajada de Serbia; teniente de la Marina de los Estados Unidos; cónsul general de Rumania; teniente de las Fuerzas Aéreas durante la Primera Guerra Mundial; médico en el Perú; teniente de navío del Cuerpo Médico de la armada norteamericana y experto de protocolo de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos; secretario del cirujano vienés Adolf Lorenz, durante la visita de éste a Estados Unidos; experto en reforma de prisiones; médico de la estrella cinematográfica Pola Negri; comisario de manicomios del Estado de Nueva York; abogado; consultor de reclutamiento (es decir, asesor para librarse del servicio militar); reportero del
Erwin News Service
y corresponsal ante las Naciones Unidas del periódico londinense
Daily Mirror
.
P
ara ejemplificar la extrema tacañería del multimillonario estadounidense Paul Getty se cuenta que hizo instalar en su casa un teléfono de monedas, tratando de limitar las facturas, para él excesivas, del consumo telefónico.
S
an Ubaldo, obispo de Gubbio, es considerado el patrono de los boxeadores recordando su biografía que le ha retratado como un hombre piadoso, pero muy temperamental, que no dudaba en separar a los contendientes en cualquier disputa ni en intervenir él mismo cuando éstos no le hacían caso.
L
a escritora española Mariana de Silva (1740-1784) fue famosa en el Madrid de la segunda mitad del siglo XVIII por ser capaz de escribir correctamente y con bella caligrafía con ambas manos.
S
imón el Mago fue un sectario cristiano de origen judío, a quien se considera fundador del gnosticismo de raíz cristiana, que vivió en el siglo I y que aparece citado en
Los Hechos de los Apóstoles
. Era un experto mago y fue convertido al cristianismo por las predicaciones de San Felipe. Poco después, fascinado por los milagros de San Juan y San Pedro, pretendió comprarles el don de realizar prodigios. De este intento, violentamente rechazado por los apóstoles, procede la palabra
simonía
, referida a la venta o compra deliberada de cosas espirituales, y especialmente de sacramentos, prebendas y demás beneficios sacerdotales. La Iglesia considera la simonía como un sacrilegio. Según la leyenda, Simón Mago murió en Roma, estrellado contra el suelo cuando pretendía caminar por los aires.