Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos (47 page)

BOOK: Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos
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L
a prenda elástica de punto conocida como
maillot
fue inventada, según Talma, por un empleado de la Opera de París de apellido Maillot, que quiso conciliar la decencia y la gracia sustituyendo el pantalón por una prenda más ajustada y, por tanto, más cómoda.

E
l
cárdigan
es un tipo de jersey suéter o chaqueta de punto de lana, que debe su nombre a James Thomas Brudenell, séptimo conde de Cardigan, que popularizó su uso. Este personaje, que el 25 de octubre de 1854 dirigió la famosa
Carga de los Cuatrocientos
o
Carga de la Brigada Ligera
(ocurrida en el llamado desde entonces
Valle de la Muerte
durante la batalla de Balaclava de la guerra de Crimea), ha pasado a la historia no sólo por aquella disparatada y suicida gesta, inmortalizada por la literatura y el cine, sino también, y tal vez en primer lugar, por este tipo de jersey de lana tejido a mano que formaba parte habitual de su indumentaria y al que dio nombre.

P
antaleone, el personaje cómico de la Comedia del Arte italiana del siglo XVI, dio nombre a los pantalones. El nombre de este personaje proviene, a su vez, del de un santo cristiano, mártir y santo patrono de los médicos, muy popular en Venecia, hasta el punto de que muchos niños eran bautizados con su nombre. Esta popularidad hizo que el personaje de la
Commedia dell'arte
italiana llevase su nombre. El personaje de Pantaleone era un abyecto y cruel avaro que hacía pasar tanta hambre a sus criados que «sus esqueletos no proyectaban sombra». Era un incorregible mujeriego, pero de escasísimo éxito, que incluso provocaba siempre la mofa entre sus supuestas víctimas. Pues bien, este personaje era invariablemente interpretado por un actor viejo, con anteojos y calzado con zapatillas de una pieza, calzones ajustados a la piel y calcetines hasta más arriba de la rodilla. Posteriormente, cuando el personaje traspasó las fronteras italianas, las calzas ajustadas fueron sustituidas por otras mas holgadas y, a mentido, de anchura exagerada. Al pasar este arquetipo teatral a Francia, el nombre del personaje pasó a designar también a esa prenda de corte amplio que cubría sus piernas.

Vidas extraordinarias

S
egún la leyenda, el sofista y retórico griego Gorgias (h. 483-375 a. de C.) nació durante el funeral de su madre. Los asistentes al sepelio oyeron súbitamente un llanto infantil que provenía del féretro y al abrirlo, descubrieron a un recién nacido.

E
l inmortal filósofo griego Platón (428-348 a. de C.) se llamó realmente Aristocles, aunque recibió el apelativo con el que ha pasado a la historia, que significa
espalda ancha
, por su corpulencia física. Valga como demostración de su fortaleza corporal el decir que, en su juventud, llegó a ser bicampeón olímpico de lucha.

S
e llama
mitridación
a la inmunización contra algún veneno conseguida mediante su administración en pequeñas dosis progresivas que permite que el organismo genere sus propias defensas y se haga inmune a dicho veneno. La palabra proviene del personaje histórico del rey Mitrídates VI
Eupator
o
El Grande
(131-65 a. de C.), que subió al trono del reino del Ponto a los 13 años, sucediendo a su padre. Poco después, se retiró a vivir en soledad para escapar de las conspiraciones de palacio. En su retiro acostumbró su cuerpo a soportarlo todo, incluso los venenos, para lo que ingería pequeñísimas dosis, que iba aumentando según se iba haciendo inmune a ellas. Vuelto a la corte, hizo matar a sus tutores, a su madre y a su esposa, temeroso de posibles conjuras. Después de guerrear incesantemente con Roma, fue traicionado por su hijo Farneces, que le despojó del trono. Mitrídates, entonces, trató de envenenarse, pero fue incapaz de ello, por lo que ordenó a uno de sus esclavos galos que lo matase. Otro de los rasgos distintivos de este rey fue que, durante mucho tiempo después de su muerte, su nombre fue sinónimo de
políglota
, porque se dice que dominaba 22 lenguas.

L
ady Godiva (1040?-1080?) fue una dama sajona famosa por su belleza y su bondad, casada con Léofric, conde de Chester y de Mercia y señor de Coventry. Esta dama, compadecida de los sufrimientos y apuros de los vasallos de su marido, a los que éste esquilmaba con tributos abusivos, y solidaria con ellos, intercedió pidiendo a su esposo que los rebajara. El conde accedió, pero con la condición de que Lady Godiva recorriese Coventry a caballo, sin más vestidura que sus largos cabellos. La dama así lo hizo, no sin antes acordar con los vecinos que éstos se encerrarían en sus casas, para no turbarla en su desnudez. El día elegido, Lady Godiva se paseó desnuda por el pueblo, montada en su caballo, mientras todos los vecinos de Coventry permanecían en sus casas con las ventanas cerradas. Todos, menos un sastre, al que la tradición inglesa conoce con el nombre de
The Peeping Tom
(es decir, «El Mirón Tom»), que no resistió la tentación de ver desnuda a su señora, ni la de jactarse posteriormente de ello. Tal actitud le costó la total repulsa de sus convecinos, que, desde entonces, le ignoraron, castigándole con un completo ostracismo (además, la expresión pasó a designar en idioma inglés a quien en castellano se llama
mirón
y en francés
voyeur
). La leyenda (que según los historiadores puede estar basada en un hecho real, al menos parcialmente) finaliza aclarando que Léofric, conmovido con el gesto de su esposa, rebajó los impuestos, cumpliendo su promesa.

S
an Isidro Labrador (1082-1170), un agricultor que vivía en los alrededores de Madrid en las postrimerías del siglo XI, además de patrono de Madrid, es también patrono de los labradores recordando que mientras él rezaba, los ángeles araban sus campos. Cuenta la leyenda que Isidro, esposo de Santa María de la Cabeza, y siervo del señor Iván de Vargas, no queriendo desatender sus devociones (aun a costa de sus deberes para con su señor), frecuentemente se dedicaba a las prácticas piadosas en el campo. Por ello fue denunciado a su señor, al que dijeron que Isidro malgastaba su tiempo, abandonando su trabajo. Cierto día Iván de Vargas se decidió a sorprenderlo en su piadosa holganza, se acercó al campo y comprobó con asombro que, mientras Isidro oraba, dos ángeles hacían sus faenas agrícolas.

E
l marinero sevillano Juan Rodrigo Bermejo, más conocido como
Rodrigo de Triana
, fue el primer español que avistó tierra americana desde su puesto de vigía de la nave capitana del primer viaje de Colón. Con su legendario grito de «¡Tierra, tierra!» se hizo acreedor del premio prometido por Colón para el primero que viera la costa de lo que el creía Cipango (Japón). Sin embargo, el éxito económico de los primeros viajes de Colón no fue comparable con el geográfico y a su vuelta a España no tuvo dinero suficiente para pagar a Rodrigo de Triana lo prometido (o, según otros, simplemente no quiso cumplir su promesa). Se cuenta que Rodrigo, lógicamente irritado y desilusionado, acabó sus días en el norte de África, convertido al islamismo.

S
an Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la Compañía de Jesús, fue en su juventud paje de los Reyes Católicos y soldado, famoso entre las mujeres por su apostura y su elegancia y porte en el vestir. Fama de la que él sacó provecho hasta los treinta años, cuando, herido en una pierna en la defensa de la sitiada Pamplona, tuvo que guardar cama durante unos meses. Esa convalecencia le hizo meditar y darse cuenta de que tenía que rectificar su vida. Cosa que hizo en el sentido y con el alcance y el éxito que todos conocemos.

S
an Felipe Neri (1515-1595),
El Apóstol de Roma
, fue un hombre santo italiano, fundador de la Congregación del Oratorio, famoso por su buen humor y su eterna sonrisa. Dicen que obraba sobre él de tal modo la vehemencia del amor divino y la alegría en Dios que, en cierta ocasión, al ensanchársele el corazón de plenitud, le estallaron dos costillas. Como no podía ser menos, hoy es considerado patrono de los humoristas.

E
nrique de Navarra (1533-1610), que luego sería Enrique IV de Francia, fue bautizado en la fe católica. A los 6 años abrazó la fe protestante de su madre, Juana de Albret. A los ocho, nuevamente fue declarado católico. Pero unos meses después, en diciembre de 1562, volvió a reingresar en la filas del protestantismo. Siguiendo con su costumbre, desde los 19 años hasta su muerte, volvió a cambiar de preferencias religiosas no menos de 6 veces, según soplaran los vientos de las conveniencias políticas. No es raro que uno de los principales recuerdos que hayan quedado de este rey sea su conocida frase «París bien vale una misa». Enrique IV murió asesinado por el fanático católico François Ravaillac.

L
a reina escocesa María Estuardo (1542-1587) fue proclamada en diciembre de 1542, cuando únicamente tenía seis días, pues prácticamente su nacimiento coincidió con la muerte de su padre, Jacobo V. Su coronación formal se produjo cuando tenía 9 meses de edad.

L
a peripecia vital de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) no puede ser considerada ciertamente como ordinaria. En sucesivas etapas de su vida Cervantes se vio envuelto en lances, duelos y disputas amorosas de todo tipo, combatió como aguerrido soldado y oficial en muchas e importantes campañas (en una de las cuales perdió la movilidad de una mano) y fue esclavizado, encarcelado y excomulgado.

En 1569, Miguel de Cervantes fue acusado de haber herido a un tal Antonio de Sigura, por lo que fue condenado a destierro de diez años y a que le fuera cortada la mano derecha. Afortunadamente (para todos) el diestro Cervantes logró huir a Italia y eludir de esa forma dicha sentencia. Allí se alistó en el ejército del cardenal Giulio Acquaviva. Como es bien sabido, participó posteriormente en la batalla de Lepanto (1571), resultando herido en la mano izquierda, que le quedó inmovilizada para toda su vida. Tras participar en otras hazañas militares, decidió regresar a España, para lo cual emprendió el viaje de vuelta por mar, bien pertrechado con cartas de recomendación firmadas por Juan de Austria y el duque de Sessa, a la sazón virrey de Sicilia. Mas en el viaje fue apresado por piratas berberiscos, que le recluyeron en la prisión de la ciudad de Argel. Los piratas, viendo las cartas signadas por personajes tan ilustres que llevaba Cervantes, pensaron que se trataba de un personaje importante, razón por la cual fijaron un alto rescate. Cinco años después de ser capturado, y tras no menos de cuatro rocambolescos intentos de evasión, Cervantes fue liberado, previo pago de 500 ducados. Vuelto a España, y poco antes de contraer matrimonio en 1584 con Catalina Palacios de Salazar y Vozmediano, Cervantes tuvo una hija (bautizada Isabel) con su amante Ana Franca (o Villafranca) de Rojas, esposa de un cómico. En 1597 fue encarcelado en la prisión real de Sevilla por un oscuro asunto de malversaciones de fondos ocurrido en la oficina de recaudación de provisiones para la Armada Real (la famosa
Invencible
), que estaba a su cargo. Hasta que se esclareció el asunto, permaneció en la cárcel tres meses, tiempo que aprovechó para comenzar la redacción de su obra maestra
Don Quijote de la Mancha
. Todas estas vicisitudes vitales salieron a la luz pública, convirtiéndose en materia de escándalo, cuando Cervantes fue nuevamente arrestado, esta vez por su supuesta implicación en el asesinato del noble navarro Gaspar de Ezpeleta, ocurrido a las puertas de su domicilio, acusación de la que finalmente fue absuelto. Sin duda, se puede afirmar en resumen que la vida de Miguel de Cervantes tuvo los suficientes elementos como para alimentar la inspiración de muchas novelas.

E
l poeta y dramaturgo español Agustín de Rojas Villandrando (1572-h. 1618) fue soldado en Francia y prisionero en La Rochelle. Al ser liberado, se enroló como corsario, atacando buques ingleses y visitando en el curso de sus correrías diversas ciudades italianas. De regreso a España, mató a un hombre en Málaga, por lo que tuvo que acogerse al sagrado asilo de la iglesia de San Juan, donde se enamoró de él una bella mujer, que compró su libertad por 300 ducados, todo lo que poseía. Rojas se amancebó con la joven y, para mantenerla, pidió limosna, escribió sermones a cambio de comida, asoló huertos, quitó capas y desempeñó mil y un oficios legales e ilegales. En Granada, tiempo después, regentó una mercería, y en Valladolid se casó con Ana de Arceo. Todas estas aventuras, verdaderas, exageradas o inventadas, nos son conocidas gracias al relato que el propio protagonista nos hizo en algunas novelas que obtuvieron un gran éxito al tiempo de ser publicadas.

E
n 1592 (o 1596, según otros) nació Catalina de Erauso en la ciudad de San Sebastián en el seno de una de las mejores familias vascas. A los cinco años, su padre la recluyó en el convento de las Dominicas de aquella misma ciudad, de donde se escapó a los quince, tras ser víctima de un abuso sexual por parte de otra monja mayor que ella. Vestida de muchacho, bajo el nombre de Antonio de Erauso, se presentó en Vitoria, alistándose en las huestes de don Francisco de Cárdenas. Tras mil peripecias, que la llevaron por Valladolid, Bilbao y Estella, desempeñando diversos oficios, reapareció en el puerto de Pasajes, donde embarcó para Sevilla. En la capital andaluza, se enroló como grumete en las compañías que iban a América, ya con el nombre de Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán. Llegada a América, y cuando el barco estaba listo para regresar a España, le robó quinientos pesos al capitán del navío (que, al parecer, era un familiar suyo que nunca la identificó) y se internó por su cuenta en el continente.

Tras protagonizar no pocas aventuras en México, Panamá, Perú y Chile, se labró una sólida carrera militar, alcanzando el grado de alférez, así como una veraz fama de pendenciera, viéndose involucrada en un sinnúmero de altercados y situaciones comprometidas. Por cuestiones de juego, mató a un amigo suyo y luego a un auditor que pretendía arrestarla. Una noche, en una disputa callejera, hirió sin reconocerlo a su propio hermano. Herida a su vez en otra reyerta y creyendo llegada la hora de su muerte, se confesó al obispo de Guamanga, revelando finalmente su condición de mujer. Recuperada de sus heridas, regresó a España en 1624, donde Felipe IV la concedió una pensión de ochocientos escudos, y viajó a Roma, donde el Papa Urbano VIII la recibió en audiencia privada, dispensándola una bula personal para continuar vistiéndose como hombre. Años después, en 1635, continuó su carrera militar, regresando a América, donde era ya legendariamente conocida como
La Monja Alférez
. Del final de la vida de esta extraordinaria mujer poco se sabe, salvo que, trabajando como arriera, murió, al parecer, en Cuitlaxta en 1650.

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