El Ratonero nunca había sospechado en Fafhrd un talento teatral tan perfecto, aunque actuara de un modo bastante mecánico y los amplios movimientos de su espada carecieran de verdadero genio dramático, y se desternillaba de risa.
Entonces la escoba rozó el hombro de Fafhrd y brotó la sangre.
Herido al fin y sabiendo que era improbable que pudiera resistir más que la estatua negra, aunque el pecho de ésta se movía ahora como un fuelle, Fafhrd decidió tomar unas medidas más rápidas. Volvió a aflojar la ligadura de su hacha y en la siguiente pausa del combate, cuando los dos combatientes habían adivinado sus respectivas intenciones retrocediendo simultáneamente, la empuñó y la lanzó contra el rostro de su adversario.
En vez de intentar esquivar o rechazar el proyectil, la estatua negra bajó su espada y se limitó a trazar un pequeño círculo con la cabeza.
El hacha rodeó la delgada cabeza negra, como un cometa con cola de madera orbitando alrededor de un sol negro, y se dirigió en línea recta a Fafhrd como un boomerang..., y con bastante más rapidez de la que le había imprimido el nórdico al lanzarla.
Pero el tiempo se hizo más lento para Fafhrd, el cual se agachó y cogió el arma con la mano izquierda cuando pasó :zumbando junto a su mejilla.
También sus pensamientos fueron por un momento tan rápidos como sus acciones. Pensó en cómo su adversario, capaz de esquivar todo ataque frontal, no había evitado la :pesa o el ataúd a sus espaldas. Pensó en que el Ratonero :levaba algún tiempo sin reírse, le miró y vio que, si bien parecía aún aturdido, su rostro estaba extrañamente pálido y serio, como si mirase horrorizado la sangre que corría por el brazo de Fafhrd.
Así pues, gritando tan fuerte y alegremente como pudo: «¡Diviértete! ¡Únete a la diversión, payaso! Aquí tienes tu palmeta», Fafhrd arrojó el hacha al Ratonero.
Sin esperar a ver el resultado de esta acción —quizá sin atreverse a verlo— hizo acopio de sus últimas reservas de velocidad y se abalanzó contra la estatua negra en un avance circular que le llevó hacia el ataúd.
Sin variar su estúpida mirada horrorizada, el Ratonero sacó una mano en el último momento y cogió el hacha por el mango cuando casa girando perezosamente.
En el momento en que la estatua retrocedía acercándose al ataúd, y preparado para lo que prometía ser un estupendo contraataque, el Ratonero se inclinó hacia delante y, sonriendo estúpidamente de nuevo, golpeó con el hacha la negra mollera
La cabeza de hierro se partió como un coco, pero sus mitades no se separaron. El hacha de Fafhrd, clavada profundamente, pareció volverse de súbito del mismo metal que la estatua, y su negro mango se deslizó de la mano del Ratonero mientras la estatua quedaba rígida, vertical y alta.
El Ratonero miró la cabeza partida con asombro, como un guiño ignorante de que los cuchillos cortan.
La estatua se llevó la gran espada al pecho, como un palo en el que pudiera apoyarse, pero no lo hizo y cayó rígidamente adelante, golpeando el suelo con un estrépito metálico.
Al producirse aquel estruendo, un fuego blanco brotó en la pared negra, iluminando toda la tienda como un relámpago, y un trueno enorme resonó en sus profundidades.
Fafhrd envainó a «Varita Gris», sacó a rastras al Ratonero del ataúd negro —la lucha no le había dejado fuerzas ni siquiera para levantar en vilo a su pequeño amigo—, y le gritó al oído: «¡Vamos! ¡Corre!».
El Ratonero corrió hacia la pared negra. Fafhrd le cogió por la muñeca y corrió hacia la puerta en forma de arco, arrastrando al Ratonero tras él.
El trueno se desvaneció y se oyó entonces un silbido bajo, dulce y halagador.
Un fuego salvaje volvió a recorrer la pared negra, a sus espaldas, esta vez mucho más brillante, como si una tormenta de rayos avanzara hacia ellos. El resplandor blanco que avanzó por delante de él imprimió una visión indeleble en el cerebro de Fafhrd: la araña gigante en la jaula más interior se apretó contra los barrotes de color rojo como la sangre para mirarles. Tenía las paras pálidas, el cuerpo de terciopelo rojo y una máscara de espeso y brillante pelo dorado de la que emergían ocho ojos de color negro azabache, mientras sus mandíbulas provistas de colmillos, colgando a la manera de las anchas hojas de unas tijeras doradas sonaban con un furioso ritmo de staccato como castañuelas.
En aquel momento se repitió el seductor silbido, el cual también parecía proceder de la araña roja y dorada.
Pero lo que a Fafhrd le resultó más extraño fue escuchar al Ratonero, involuntariamente arrastrado tras él, que gritaba respondiendo al silbido:
—Sí, querida, ya voy. ¡Déjame ir, Fafhrd! ¡Déjame trepar hasta ella! ¡Sólo un beso! ¡Cariño!
—Basta, Ratonero gruñó Fafhrd, ansioso de seguir adelante—. ¡Es una araña gigante!
—Límpiate las telarañas de los ojos, Fafhrd —replicó el Ratonero en tono suplicante y muy a propósito, sin saberlo—. ¡He pagado por ella! ¡Cariño!
Entonces el trueno retumbante ahogó su voz y los silbidos, si es que hubo más. El fuego surgió de nuevo, más brillante que la luz del día, restalló otro trueno en sus talones, el suelo se estremeció y toda la tienda empezó a agitarse, y Fafhrd arrastró al Ratonero a través del arco trilobado de la entrada, al tiempo que surgía otra vez el fuego seguido del estruendo.
El resplandor mostró un semicírculo de lankhmarianos que miraban por encima del hombro, pálidos de terror, mientras se retiraban por la Plaza de las Ocultas Delicias, alejándose de la notable tormenta interior que amenazaba con salir en pos de ellos.
Fafhrd giró sobre sus talones. El arco de entrada se había convertido en una pared lisa. El bazar de lo extraño había desaparecido del mundo de Nehwon.
El Ratonero se sentó sobre las losas húmedas a las que Fafhrd le había arrastrado y balbuceó tristemente:
—¡Los secretos del tiempo y del espacio! ¡El conocimiento de los dioses! ¡Los misterios del infierno! ¡El nirvana negro! ¡El cielo rojo y dorado! ¡Cinco ochavos desaparecidos para siempre!
Fafhrd apretó los dientes. Una potente resolución, nacida de sus muchos enojos y asombros recientes, cristalizó en él.
Hasta entonces había utilizado la telaraña de Sheelba, y también el andrajo de Ningauble, sólo para servir a otros. ¡Ahora los utilizaría para él mismo! Miraría al Ratonero más atentamente, y a toda persona que conociera. ¡Estudiaría incluso su propio reflejo! Pero, sobre todo, ¡atisbaría las profundidades brujeriles de Sheelba y Ningauble!
Oyó por encima de su cabeza un leve siseo.
Al alzar la vista notó que le arrancaban algo del cuello y, con una ligerísima sensación cosquilleante, de los ojos.
Por un momento hubo un trémulo resplandor ascendente, a través del cual le pareció atisbar de un modo distorsionado, como a través de un cristal grueso, un rostro negro con piel de telaraña que cubría por entero la boca, la nariz y los ojos.
Luego aquel dudoso resplandor desapareció y no hubo más que dos cabezas encapuchadas que le miraban desde lo alto del muro. Y se oyó una ligera risa.
Las dos cabezas encapuchadas se retiraron, perdiéndose de vista, y no hubo más que el borde del tejado, el cielo, las estrellas y la pared lisa.
La carrera literaria de
Fritz Leiber
(1910) tiene su origen en los años cuarenta, en el seno de revistas populares como
Unknown
y la mítica
Weird Tales.
Ha cultivado indiscriminadamente la fantasía, la ciencia ficción y el terror, llegando a destacar como maestro en los tres géneros. Virtuoso de la escritura y de la recreación de ambientes, ha sabido dotar a toda su obra de una finísima ironía. Su ciclo dedicado a
Fafhrd y el Ratonero Gris,
sus creaciones más populares, está unánimemente considerado como la obra maestra de la fantasía heroica, término cuya acuñación se debe al propio Leiber. Entre el resto de su producción destacaremos en esta ocasión la novela
Nuestra Señora de las Tinieblas,
de próxima aparición en la colección Gran Fantasy, ganadora del Premio Mundial de Fantasía y una de las novelas de mayor talla e influencia en el desarrollo del terror urbano.
Una bibliografía sucinta del autor comprende los libros siguientes:
CICLO DE FAFHRD Y EL RATONERO GRIS:
1970 —
Swords and Deviltry (Espadas y demonios,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 2, Barcelona, 1985).
—
Swords Against Death (Espadas contra la muerte,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 8, Barcelona, 1986).
1968 —
Swords in the Mist (Espadas entre la niebla,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 16, Barcelona, 1987).
—
Swords Against Wizardry (Espadas contra la magia,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 21, Barcelona, 1989).
—
The Swords ofLankhmar(Las espadas de Lankhmar,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 25, Barcelona, 1990).
1977 —
Swords and Ice—Magic (Espadas y magia helada,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 28, Barcelona, 1990).
1988 —
The Knight and Knave of Swords (La hermandad de las espadas,
Ed. Martínez Roca, col. Fantasy núm. 33, Barcelona, 1992).
NOVELAS:
1943 —
Conjure Wife (Esposa hechicera,
Ed. Martínez Roca, col. Super Terror núm. 30, Barcelona, 1989).
—
Gather Darkness! (¡Hágase la oscuridad!,
Ed. B, col. Libro Amigo CF núm. 10, Barcelona, 1987).
1945 —
Destiny Times Three.
1953 —
The Sinful Ones.
— The Creen Millenium.
1958 —
The Big Time(El Gran Tiempo,
Ed. Adiax, Barcelona, 1983).
—
The Silver Eggheads (Los cerebros plateados,
Ed. Martínez Roca, col. Super Ficción núm. 8, Barcelona, 1976).
1964 —
The Wanderer (El planeta errante,
Ed. Edhasa, col. Clásicos de Nebulae, Barcelona, 1988).
1966 —
Tarzan and the Valley of Gold.
— A Specter Is Haunting Texas (Un fantasma recorre Texas,
Ed. Martínez Roca, col. Super Ficción núm. 25, Barcelona, 1977).
1975 —
Our Lady of Darkness (Nuestra Señora de las Tinieblas,
Ed. Martínez Roca, col. Gran Fantasy, Barcelona, de próxima aparición).
RECOPILACIONES DE RELATOS:
1947 —
Night's Black Agents (Espectros de la noche,
Ed. Martínez Roca, col. Super Terror núm. 18, Barcelona, 1986).
1961 —
The Mind Spider and Other Stories (La mente araña,
Ed. Martínez Roca, col. Super Ficción núm. 37, Barcelona, 1978).
1962 —
Shadow with Eyes.
1964 —
A Pail of Air (Un cubo de aire,
Ed. Géminis, Barcelona, 1968).
—
Ship to the Stars (Naves a las estrellas,
Ed. Vértice, col. Galaxia núm. 43, Barcelona, 1965).
1966 —
The Night of the Wolf.
1968 —
The Secret Songs (Las canciones secretas,
Ed. Verón, Barcelona, 1974).
1969 —
Night Monsters.
— Demons of the Upper Air
(poemas).
1974 —
The Best of Fritz Leiber.
— The Book of Fritz Leiber.
1975 —
The Second Book of Fritz Leiber.
1976 —
Changewar (Crónicas del Gran Tiempo,
Ed. Martínez Roca, col. Super Ficción núm. 91, Barcelona, 1984).
—
The Gbost Light.
1990 —
The Leiber Chronicles. Fifty Years of Fritz Leiber.
PREMIOS:
1958 — Hugo por
El Gran Tiempo.
1964 — Hugo por
El planeta errante.
1968 — Hugo y Nébula por «Voy a probar suerte» (incluido en
Los Premios Hugo 1968—1969,
Ed. Martínez Roca, col. Gran Super Ficción, Barcelona, 1984).
1970 — Hugo por «Nave de sombras» (incluido en
Los Premios Hugo 1970—1972,
Ed. Martínez Roca, col. Gran Super Ficción, Barcelona, 1988).
— Hugo y Nébula por «Aciago encuentro en Lankhmar» (incluido en
Espadas y demonios).
1975 — Lovecraft Award y August Derleth Award por «El expreso de Belsen» (incluido en
El Gran Libro del Terror,
Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1989).
— Grand Master of Fantasy (Gandalf) Award.
1976 — World Fantasy Award por
Nuestra Señora de las Tinieblas.
—
Hugo y Nébula por «¡Coge ese Zepelín!» (incluido en
Los Premios Hugo 1976—1977,
Ed. Martínez Roca, col. Gran Super Ficción, Barcelona, 1989).
— Live Achievement Lovecraft Award.
1985 — Locus por
The Gbost Light.
1986 — Gigamesh de fantasía (España) por
Espadas y demonios.
—
Gigamesh de fantasía por «Aciago encuentro en Lankhmar» (incluido en
Espadas y demonios).
1987 — Gigamesh de fantasía por «Casa de ladrones» y «El bazar de lo extraño» (incluidos en
Espadas contra la muerte).
1988 — Gigamesh de fantasía por
Espadas entre la niebla.
—
Gigamesh de fantasía por «Tiempos difíciles en Lankhmar» (incluido en
Espadas entre la niebla).
1990 — Gigamesh de fantasía por
Espadas contra la magia.
—
Gigamesh de fantasía por «Los señores de Quarmall» (incluido en
Espadas contra la magia).
—
Gigamesh de terror por
Esposa hechicera.