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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

Excesión (38 page)

BOOK: Excesión
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Puede que los tuviese de todos modos, pero si la gran nave estaba acelerando significativamente más de lo que sus parámetros normales de diseño parecían permitir –a juzgar por la masa adicional de los medios ambientes que transportaba– era posible que los problemas empezasen mucho antes.

Con alivio, la
Ángel bostezante
comprobó que la
Servicio durmiente
estaba moviéndose exactamente con la aceleración prevista; seguiría sin tener dificultades para alcanzarla y aunque pasara otro día cruzada de brazos, podría llegar hasta ella en menos de dos días. Sin embargo, inquieta todavía, la
Ángel bostezante
llevó a cabo una rutina de observación por el sistema, en busca de Desplazamientos inesperados de gigatoneladas de agua y gases: una de las cosas que la
Servicio durmiente
podía hacer para conseguir un aumento repentino de velocidad era arrojar de repente por la borda toda aquella masa y volumen adicionales. No obstante, incluso en este caso, seguiría siendo significativamente más lenta que la
Ángel bostezante
.

El pequeño VGS volvió a retransmitir su educada pero insistente señal. Siguió sin recibir respuesta de la
Servicio durmiente
. Tampoco esto fue una sorpresa.

La
Ángel bostezante
envió una señal a las demás naves de Contacto para informarles de lo que estaba ocurriendo y envió a una de sus naves más rápidas –un superrápida de clase Acantilado que había estacionado en el espacio, más allá de los campos del VGS, en previsión de esta eventualidad concreta– en persecución del fugado VGS, aunque solo fuera para que supiera que estaba tomándose en serio su fastidiosa y absurda intentona.

Probablemente, la acción de la
Servicio durmiente
fuera solo un acto de testarudez y no algo serio, pero la
Ángel bostezante
no podía ignorar el hecho de que la otra nave estaba abandonando una parte significativa de sus vehículos menores y había recurrido a sus Desplazadores para descargar a las personas y los animales. El Desplazamiento era un procedimiento –sobre todo a tales velocidades– inherente e innecesariamente peligroso; la posibilidad de que algo fuera horrible, terminalmente mal era solo una entre ochenta millones para cada evento de Desplazamiento concreto, pero esto bastaba para impedir que la Mente típica, perfeccionista hasta la exasperación, utilizara el procedimiento salvo en caso de emergencia. Y la
Servicio durmiente
–asumiendo que se había librado de su cargamento entero de seres vivos– debía de haber realizado más de treinta mil Desplazamientos en un minuto o menos, lo que elevaba las probabilidades al rango de probable-jodienda, del que cualquier Mente cuerda se apartaría con total espanto. Aun teniendo en cuenta la Excentricidad de la
Servicio durmiente
, eso parecía indicar que había algo más urgente o significativo de lo normal en sus acciones.

La
Ángel bostezante
se enfrentó a lo que era, en la práctica, una fastidiosa alternativa: podía partir inmediatamente –en menos de cien segundos– y agraviar a un montón de personas que se quedarían a bordo en lugar de encontrarse en el Orbital o viceversa... o podía marcharse dentro de veinte horas y dejar a todo el mundo en el lugar correcto, aunque pudieran sentirse contrariados por el cambio de planes.

Un compromiso; estableció la hora de partida ocho horas más tarde. Por todo el Orbital y en el sistema entero, terminales con forma de anillos, plumas, pendientes, broches, prendas de vestir –y, en las versiones incorporadas, randas neurales– despertaron al sobresaltado personal de la Cultura para entregarle un mensaje urgente. Eso le pasaba por tratar de tener a todo el mundo contento con una semana de permiso...

La
Servicio durmiente
, superados ya los límites del sistema, aceleraba regularmente hacia la oscuridad. Empezó a inducir, pasando entre el espacio inferior y el superior. Su velocidad aparente en el espacio real se multiplicó casi instantáneamente por veintitrés. De nuevo, la
Ángel bostezante
comprobó con alivio que seguía estando donde debía estar. Nada de sorpresas desagradables. La superrápida
Visión caritativa
volaba tras la nave fugada, abriéndose camino también entre las capas del espacio tetradimensional. Alguien había comparado el proceso con los saltos de un pez volador por encima de la superficie del agua, con la única diferencia de que aquí, de cada dos saltos uno se producía en una capa de aire que había debajo del agua, no encima de ella.

La
Ángel bostezante
estaba enviando rápidamente miles de disculpas cuidadosamente compuestas y exquisitamente redactadas a su personal y sus anfitriones. El programa de regresos a la nave, modificado para reflejar las diferentes trayectorias que la
Servicio durmiente
podía adoptar si no permanecía en su curso actual, no causaría demasiados problemas. No había dado permiso para que nadie saliera de la nave hasta que la
Servicio durmiente
hubo soltado la mayoría de su flota, una acción que en su momento se le había antojado demasiado cautelosa pero que ahora parecía casi un acto de adivinación. Delegó parte de sus recursos intelectuales para elaborar una lista de fiestas y lisonjas con las que apaciguar a la tripulación cuando regresara y planificó un permiso de
dos
semanas en Dreve, lleno de fiestas y celebraciones, para disculparse cuando se viera libre de la obligación de seguir a aquella máquina maldita y pudiera reemprender su propio curso.

La
Visión caritativa
le informó de que la
Servicio durmiente
procedía de acuerdo con lo que cabía esperar.

Según parecía, la situación estaba bajo control.

La
Ángel bostezante
revisó sus acciones hasta el momento y las encontró ejemplares. El asunto era sumamente engorroso pero ella estaba respondiendo bien, siguiendo el manual cuando era posible e improvisando cuando parecía sensato, pero siempre con la debida rapidez. Bien, bien. Puede que saliera bien parada de aquel embrollo.

Tres horas, veintiséis minutos y diecisiete segundos después de haber partido, el VGS
Servicio durmiente
alcanzó su Punto de Aceleración Terminal nominal. Allí era donde debía dejar de ganar velocidad, sumergirse en uno de los dos volúmenes hiperespaciales y seguir avanzando a una estupenda y constante velocidad de crucero.

No lo hizo. En su lugar, aceleró más aún. La cifra de .54 ascendió rápidamente a .72, el máximo normal que permitía la clase Placa.

La
Visión caritativa
comunicó este giro de los acontecimientos a la
Ángel bostezante
, que experimentó una conmoción de un milisegundo de duración. Volvió a comprobar todos los informes enviados por las naves, drones, sensores y unidades externas. Nada indicaba que la
Servicio durmiente
hubiera expulsado la masa adicional en ningún punto situado al alcance de sus sensores. Y sin embargo se comportaba como si fuera así. ¿Qué había hecho con ella? ¿Podía haber construido en secreto Desplazadores de largo alcance? (No; hubiera hecho falta la mitad de su masa para construir un Desplazador capaz de transportar un volumen tan grande más allá del alcance de los sensores del
Ángel bostezante
y esto incluía, para empezar, toda la masa adicional que había acumulado a bordo a lo largo de los años, en la forma de los extraños medios ambientes... aunque... ahora que estaba pensando en términos tan extravagantes... existía otra posibilidad asociada... pero no; no podía ser. No había habido ningún indicio, ningún atisbo... no, ni siquiera quería pensar en ello...)

La
Ángel bostezante
modificó todo lo que había organizado antes, en un frenesí de disculpas nuevas, súplicas y salidas aplazadas. Dividió por la mitad el tiempo de espera que había previsto. Partiría dentro de treinta minutos. La situación, trató de explicarle a todo el mundo, estaba volviéndose más urgente.

Los datos de aceleración de la
Servicio durmiente
permanecieron fijos en el máximo de su diseño durante otros veinte minutos, aunque la
Visión caritativa
–que la mantenía cuidadosamente vigilada desde un punto situado tras ella, a varios días luz de espacio real– informó de que estaba captando algunos sucesos extraños en las intersecciones entre los campos de tracción de la nave y la red de energía.

A estas alturas, la
Ángel bostezante
estaba en un estado de estremecedoramente espantosa tensión. Pensando a su máxima capacidad, preocupándose a toda velocidad, consciente brusca y pasmosamente de
lo mucho que tardaban las cosas en suceder
. Un humano en su misma condición habría estado tratando de contener sus intestinos, tirándose de los pelos y farfullando de manera incoherente.

¡Mira a esos humanos! ¿Cómo puede llamarse
vida
a tan glacial lentitud? ¡Podría pasar una edad entera, surgirían y caerían imperios virtuales en el tiempo que tardaban ellos en abrir las bocas para proferir alguna nueva sandez!

Las naves; incluso las naves; estaban limitadas a velocidades subsónicas en la burbuja de aire que rodeaba al VGS y el muelle al que estaba adosado. De pronto se le ocurrió que podía ser una buena idea soltar todo el aire y empezar a moverse en el vacío. Tenía sentido. Por suerte, ya había quitado de en medio todas las vulnerables embarcaciones de recreo y sellado y asegurado las diferentes aberturas del casco. Le explicó al Núcleo lo que estaba haciendo: el Núcleo puso reparos porque él perdería parte de su aire. El VGS expulsó el aire de todas maneras. Todo empezó a ocurrir un poco más deprisa. El Núcleo protestó con un chillido, pero lo ignoró.

Calma; calma; tenía que guardar la calma. Permanecer concentrada, tener presentes los objetivos más importantes.

Un ataque de lo que podían haber sido náuseas humanas embargó la Mente de la
Ángel bostezante
al recibir una señal de la
Visión caritativa
. ¿Que pasaba ahora?

Fuera lo que fuese lo que había temido, esto era peor.

El factor de aceleración de la
Servicio durmiente
había empezado a incrementarse. Casi al mismo tiempo, había excedido su velocidad máxima sostenible normal.

Fascinada, pasmada, horrorizada, la
Ángel bostezante
asistió a un comentario en directo sobre los progresos del VGS, enviado por su cada vez más alejada hija, y mientras tanto ella misma procedió a iniciar la secuencia de acciones y órdenes que conducirían a su casi instantánea partida. Solo doce minutos antes de lo previsto, pero era lo mejor que podía hacer a esas alturas. Y si a la gente le molestaba, que se aguantase.

La
Visión caritativa
informó de que el campo externo de la
Servicio durmiente
había menguado considerablemente y ya solo se extendía un kilómetro desde el casco.

La
Ángel bostezante
abandonó el Orbital y, tras revolverse, apuntar y hacer acopio de todas sus fuerzas, se lanzó al hiperespacio a escasos kilómetros de la superficie inferior del mundo, ignorando los incandescentes aullidos de protesta del Núcleo ante un comportamiento tan maleducado y peligroso, y los asombrados –pero lentos, qué
lentos
– alaridos de la gente que un instante antes había estado caminando por un corredor de tránsito en dirección a uno de los vestíbulos de entrada del VGS y ahora se encontraba en el interior de un campo de emergencia sin ver otra cosa que negrura y estrellas.

Los continuos informes de la superrápida continuaron: la aceleración de la
Servicio durmiente
siguió aumentando, lenta pero regularmente, y entonces se detuvo y descendió a cero. La velocidad de la nave permaneció constante.

¿Era posible? Todavía podía alcanzarla. ¿Había pasado el pánico?

Entonces la velocidad de la nave fugada volvió a incrementarse; lo mismo que su tasa de aceleración.
¡Imposible!

La espantosa idea que momentos antes había cruzado fugazmente la mente de la
Ángel bostezante
se acomodó en su interior con toda la repulsiva parsimonia de un visitante aparecido por sorpresa.

Hizo los cálculos.

Cojamos la potencia de locomoción de un VGS por kilómetro cúbico de motor. Añadámosle dieciséis kilómetros cúbicos de impulso adicional a ese valor... multipliquémoslo por treinta y dos... y el resultado es exactamente la aceleración que acababa de presenciar. Compartimientos Generales. Buen Dios, había llenado sus compartimientos Generales con motores.

La
Visión caritativa
informó de otro pequeño incremento en la tasa de progreso de la
Servicio durmiente
, que luego condujo a otro paso y otra pausa. Estaba aumentando su propia aceleración para no perderlo.

La
Ángel bostezante
volaba tras ellas, temiendo ya lo peor. Haz los cálculos, haz los cálculos. La
Servicio durmiente
había llenado al menos cuatro de sus compartimientos Generales con motores, los había encendido de dos en dos y había equilibrado el impulso adicional...

Otro incremento.

Seis. Probablemente los ocho, entonces. ¿Y el espacio de ingeniería que había detrás? ¿También había desaparecido?

Cálculos, cálculos. ¿Cuánta masa llevaba a bordo la maldita cosa? Agua; una atmósfera gaseosa a enorme presión. Solo en agua, unos cuatro mil kilómetros cúbicos; cuatro gigatoneladas. Comprímela, altérala, transmútala, conviértela en los materiales exóticos ultra-densos que requiere un motor capaz de alcanzar la red energética que sustenta el universo y darle un empujón... mucho, mucho más que suficiente. Pero tardaría meses, e incluso años, en construir los motores adicionales... o solo días si hubieras pasado, digamos, las últimas décadas preparando el terreno.

Santa mierda, si era toda motor, ni siquiera la superrápida sería capaz de seguirla. La nave de clase Placa media podía mantener más o menos indefinidamente una velocidad de ciento cuatro kiloaños luz. Una buena nave de clase Cordillera, que era lo que la
Ángel bostezante
se había enorgullecido siempre de ser, podía superar fácilmente esta marca por cuarenta kiloaños luz. La superrápida de clase Acantilado tenía un noventa por ciento de motor. Era más rápida aún que una Unidad Rápida de Ofensiva en las distancias cortas. La
Visión caritativa
podía alcanzar los doscientos veintidós kiloaños luz, pero se suponía que solo durante periodos de una o dos horas. Aquella era la velocidad que se reservaba para el momento álgido de una persecución, no algo que pudiera mantener durante demasiado tiempo.

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