Exploración (12 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Exploración
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—Buenas tardes, Partridge. ¿Dónde se encuentran mis padres?

—En el Salón Azul, señor —respondió el aludido con una reverencia—. Bienvenido a casa. —Volvió a inclinarse hacia Angel y los chicos—. Bienvenida señora e invitados.

—Encantado de volver a verlo, Partridge —saludó Tommy. Le tenía confianza, pues de pequeño siempre le daba caramelos—. Espero que se encuentre bien de salud.

—Ah, señor, a mi edad ya sólo hay achaques pero en general me encuentro bien, gracias por preguntar —respondió el hombre.

«Es el mayordomo, debí saberlo», se recriminó Sasha, avergonzado. Angel lo tomó del brazo, adivinando lo que pensaba.

—Descuida, la primera vez también me confundí —le susurró al oído y Sasha sonrió: allí estaba Angel, saliendo como siempre a su favor.

Entraron y Sasha comenzó a observarlo todo, captando hasta el mínimo detalle. El interior de la casona era enorme y daba la sensación estar en otra época. Las paredes estaban tapizadas de seda y las cortinas eran de brocado. Había sillones de cuero, jarros decorados con dragones, esculturas de bronce... Todo allí era magnífico y sólido.

Fueron conducidos al Salón Azul, donde el decorado le hacía honor a su nombre, y Sasha se encontró con sus anfitriones y con una dama anciana que le fue presenta como lady Miranda Carpenter, tía abuela de Alex, que parecía encantada de ver a Tommy.

—Lady Miranda, pero qué placer más inesperado —exclamó sinceramente Tommy mientras se acercaba y besaba la mano de la dama.

—¡Pero cómo has crecido, Thomas! Te encuentro más alto que el día de la boda —exclamó lady Miranda sonriendo.

—¡Querido muchacho! —dijo la madre de Alex levantándose a recibirlo.

—Frances, cada día está más joven. Más que la madre de Alex parece su hermana —dijo Tommy besándola en ambas mejillas. Se giró hacia el señor Andrew que se había levantado para besar a su nuera—. Alistair, lo encuentro muy bien, el campo le está sentando de maravilla.

—Y me siento muy bien, aunque este viejo cuerpo no es lo que solía ser —replicó Alistair estrechándole la mano. Luego se volvió hacia su hijo.

—Padre, él es Alekandr Ivanov —dijo Alex mirando en dirección al ruso que se había quedado aparte esperando que terminaran los saludos.

—Ah, de modo que tú eres el famoso Ivanov que se preocupa por las ventas de los medicamentos genéricos —dijo Alistair, tendiéndole la mano mientras lo estudiaba atentamente.

—Es un placer conocerlo, señor Andrew —dijo Sasha y saludó a las damas con la mayor cortesía, aunque sentía que sus modales no eran tan desenvueltos como los de Tommy o Angel.

Se sentaron en el salón para tomar el té. Alex y Angel conducían la conversación, respondiendo a las preguntas de Alistair. Lady Miranda hizo sentar a Tommy a su lado y le cuchicheó confidencialmente:

—¿De dónde salió ese muchacho tan guapo?

—De la URSS —dijo Tommy, para añadir entre cuchicheos—: lo conocí en Saint Michael. Me ha ayudado mucho con mis estudios, es el mejor de su curso.

Lady Miranda asintió y Tommy supo que se había ganado su aprobación.

Sasha se integró a la conversación de Alex y su padre, y respondió algunas de las preguntas que le hizo Alistair, sin dejar de notar la mirada que intercambiaron padre e hijo, y se preguntó qué más habría detrás de esa invitación.

Después del té que apenas había probado, Angel se excusó, pretextando estar cansada. Sasha sorprendió un intercambio de miradas entre Frances y lady Miranda y pensó comentarlo con Tommy, pero lo olvidó.

4

La habitación de Tommy, tan imponente como el resto de la casa, era contigua a la de Sasha y compartían un baño muy moderno, parte de las reformas que Alistair había hecho antes de mudarse al campo.

—Tenías razón —confesó Sasha, recostado en la enorme cama con dosel—. A Randy no le hizo gracia, pero creo que valió la pena venir.

—¿Ves? Siempre tengo la razón —bromeó Tommy y se acostó a su lado, mirándolo—. Les has caído genial a los padres de Alex, creo que incluso has impresionado a Alistair, y lady Miranda te adora, sospecho que más que a mí. —Hizo un ligero mohín—. Y además podemos pasar de una a otra habitación por el baño sin salir al pasillo —añadió mientras le dibujaba cosas sin sentido sobre el pecho. Van a ser nuestras mejores vacaciones juntos. —Sonrió.

Las palabras de Tommy fueron proféticas. Después de una cena deliciosa y una velada entretenida, en la que Sasha sintió que era evaluado por el padre de Alex con sus preguntas aunque tan discretamente que no lo podía asegurar, pasaron la noche uno en brazos del otro.

Sasha despertó envuelto en la calidez del cuerpo dormido a su lado. La mañana del veintitrés de diciembre estaba fría, seguramente había nevado por la madrugada. Miró el reloj de la mesita de noche. Eran las ocho pero se sentía incapaz de dormir.

Tommy estaba acurrucado junto a él, aprisionándolo con la pierna derecha. Lo miró por unos momentos. Pronto cumpliría los dieciséis años y su joven cuerpo parecía cada vez más ávido de placer. Habían recorrido un largo camino juntos y le parecía mentira que hubiera sido tan bajo y esmirriado. Seguía siendo delgado, pero el gimnasio y el sexo habían tonificado su cuerpo, e indudablemente había crecido en muchos sentidos. Sasha alzó las cobijas y atisbó el dormido miembro de su amante, que según Richie, era digno de un actor porno.

Lo acarició con las yemas de los dedos e instantáneamente lo sintió endurecerse. Pero no quiso arriesgarse a tener sexo con la casa a punto de despertar.

Se deslizó lo más despacio que pudo sin despertar a Tommy y volvió a su habitación, deshaciendo la cama para demostrar que había dormido allí.

Miró por la ventana. Un manto blanco se extendía por el campo y le recordó los inviernos rusos. Con un poco de nostalgia, se metió a la ducha y se vistió, para bajar luego a la primera planta, deseando mirar el paisaje desde el calor del salón, disfrutando de la tranqulidad de la mañana en que todos dormían.

Pero alguien había tenido la misma idea: Alistair Andrew miraba la nevada desde la puerta vidriera del salón principal.

—Ah, veo que también madrugas —observó sonriente—. Buenos días, ¿qué tal pasaste la noche? ¿No sentiste mucho frío?

—Buenos días, señor Andrew. No, no pasé frío. Todo estuvo perfecto —dijo Sasha, pensando en la ardiente noche en brazos de Tommy.

—Bien. Acércate, vamos. —Sasha se acercó a la ventana—. ¿No es hermoso? En otros tiempos solía salir al porche para sentir el frío cortándome las mejillas. Hace que uno se sienta vivo, como cuando se dirige una empresa. Sabes de lo que hablo, ¿verdad?

Sasha sonrió.

—La emoción que corre por las venas cuando uno toma una decisión arriesgada. Sabe que ha analizado la situación, que ha considerado todas las variables posibles, pero siempre hay un factor de incertidumbre.

—Sí. Así es. —Alistair sonrió a su vez—. ¿Cómo lo sabes?

—Juego al ajedrez —fue la respuesta—. Pienso que la sensación debe ser parecida.

Alistair le palmeó el hombro y asintió, como si la respuesta hubiera sido la que esperaba. De pronto comenzó a hablar:

—El mundo cambia rápidamente. El mercado no es lo que era antes, la tecnología baja de precio y cada vez hay más gente dispuesta a invertir en un negocio como el mío. Antes un par de descubrimientos al año nos daban aliento para los próximos cinco, pero ahora hay más regulaciones y requisitos que cumplir. Por eso tuve que hacer una alianza con los McAllister y todo iba bien mientras mi socio fue Jonathan, pero Edmund no me inspira confianza. Es demasiado ambicioso y no tiene cautela, al contrario de Alex que tiene demasiada.

Sasha estaba incómodo. La conversación estaba tomando un giro que no había esperado. No entendía por qué Alistair le contaba esas cosas. Le recordó a Grant cuando le había contado la infidelidad de su padre. «Soy extranjero —se dijo—. Será por eso que me cuenta algo que no le contaría a un desconocido que fuera inglés.»

Pero Alistair no sólo quería ser escuchado. También quería una opinión.

—Alex no estaba preparado para dirigir Thot Labs. Él quería trabajar en nuestros centros de investigación, pero mi hijo mayor me causó una gran decepción y mi salud se deterioró. Alex era mi único medio de mantener el control del laboratorio. ¿Crees que lo está haciendo bien?

—Alex es un buen líder —dijo Sasha sin dudar—. Inspira confianza, la gente lo aprecia. Los Andrew son la imagen del laboratorio y Alex los representa bien.

—Sí —dijo Alistair—. Alex inspira confianza y ha demostrado ser bueno con los números, pero no se necesita sólo eso para triunfar en un negocio. Se necesita también arriesgarse. Esto es un juego de ajedrez, Ivanov. Pero el tablero y los jugadores están en el sector industrial y los resultados se miden en la Bolsa. No olvides eso.

—No lo olvidaré, señor.

5

Tommy despertó solo en la cama y se desperezó. Sabía que sus anfitriones preferían desayunar temprano y no quiso ser maleducado, de modo que se levantó para buscar a Sasha.

No lo encontró en su dormitorio y se sintió un poco decepcionado, pero pronto lo olvidó mientras se bañaba y vestía. Una sonrisa adornó sus labios al recordar cómo habían pasado la noche. Sasha debería estar agotado y él… Él se sentía como nuevo.

Bajó las escaleras y se dirigió al salón, desde donde podía oír voces, y se quedó asombrado al ver a Alistair del brazo de Sasha, mirando por la ventana mientras sostenían una animada charla. Alex se le acercó.

—Están así desde hace bastante rato. No sé cuál de los dos está más entretenido, así que no quisimos molestarlos. Ven a desayunar.

Tommy se unió al animado grupo que desayunaba en el comedor y comió con mucho apetito. Cuando estaba terminando, entró Alistair seguido por Sasha, disculpándose por la tardanza.

La mirada del ruso se topó con la suya y notó lo entusiasmado que estaba. Sí, había tenido razón: lo pasarían genial, aunque no había calculado que ese «genial» incluiría a Alistair.

Después del desayuno, Sasha le hizo un guiño y volvió a reunirse con Alistair. Alex se unió a ellos y pasaron toda la mañana hablando de negocios.

6

Sasha siempre recordaría con afecto esa Navidad. Había pasado cuatro días llenos de descubrimientos y tuvo que reconocer que pese a lo que Randy le había dicho, ese ambiente le gustaba.

Sus anfitriones habían sido muy amables y encontraba fascinante a Alistair y sus consejos. Uno de ellos lo había hecho reflexionar atentamente: «Escucha al viejo Nick. No es muy instruido, pero conoce a las personas.»

Pensaba en Nick mientras hacía el equipaje. El anciano le tenía afecto y siempre hablaba de los viejos tiempos, pero era agudo a pesar de sus años. «A Sullivan le gusta tener el control —le había dicho en una ocasión—. Haz que piense que es así y no se meterá contigo, y sobre todo, no le recuerdes jamás tu amistad con Alexander o tratará de perjudicarte.»

Sasha lo había olvidado y el resultado fue el bochornoso incidente de la cena. Claro que le había traído algo bueno: conocer a Alistair había sido una inesperada sorpresa, pero se recriminaba su imprudencia y estaba decidido a tener más cuidado.

Tommy, en la habitación de al lado, no paraba de hablar.

—… y espera a venir aquí en verano. La piscina es enorme… También podemos pasear a caballo hasta el pueblo y tomar pastas en el salón de té. Son una delicia…

—Como tú —susurró pensando en esa faceta nueva que había descubierto en Tommy. Lo sabía desenvuelto, pero esos modales exquisitos y sin afectación con los que se dirigía tanto a Frances y lady Miranda como al viejo Partridge le demostraban que Tommy era consecuente con lo que decía siempre sobre la igualdad.

Sonrió y de pronto sintió una punzada de culpabilidad al recordar a su madre. ¿Cómo estaría, sola en la URSS, mientras él estaba disfrutando de un lujo que ella no conocía?

Se quedó inmóvil, mirando sin ver hacia la ventana con sus cortinas de brocado rojo oscuro, envuelto en la calidez que los radiadores daban a la lujosa habitación, casi tan grande como su pequeño apartamento en la URSS.

—¿Has terminado con el equipaje? —preguntó Tommy asomándose por la puerta del baño. Inmediatamente notó que algo pasaba y se acercó para rodear por la espalda con sus brazos a Sasha—. ¿Estás bien?

—Sí… no… —murmuró, reclinándose hacia atrás para apoyarse en el cuerpo de Tommy—. Pensaba en mi madre.

—¿Por qué no hablas con Alex sobre ello? —Sabía que no le iba a gustar la idea pero tenía que decirla—: Si se lo dijeras estoy seguro de que te ayudaría a traerla. Podría ser como un préstamo o algo así.

Sasha suspiró. Por un momento lo consideró, pero era una locura. Tommy no tenía idea de lo que pasaba en el mundo.

—No se trata de dinero. Se trata de política. ¿Crees que si supiera que podría hacerse no lo habría intentado?

—Ojalá pudiera ayudarte de alguna manera —afirmó con sinceridad dándole un beso en la mejilla—. Me gustaría tanto conocer a tu madre…

Sasha sonrió y volteó para besarlo en los labios.

—No es tan sofisticada como la madre de Alex o como lady Miranda —susurró—, pero tiene un gran corazón.

—Yo estimó a Frances y a lady Miranda por su corazón, no por su sofisticación o su dinero —reclamó sacándole la lengua.

—Ya. —Sasha alzó su maleta, dando por zanjada la discusión. Miró la habitación por última vez y le sonrió a Tommy—. Sólo me arrepiento de una cosa: me habría gustado traer a Richie.

—Eso habría sido perfecto, pero no se qué habrían pensado nuestros anfitriones. —dijo Tommy con una risita y fue a buscar su maleta a la otra habitación.

Capítulo 6
1

Los muchachos volvieron a Londres dos días antes de fin de año, para poder pasarlo en compañía de Richie que los estaba esperando. Hubo regalos y risas en el pequeño apartamento del pelirrojo, tan distinto a Averbury pero acogedor en su sencilla manera.

Con el pasar del tiempo, Sasha sentía que estaba viviendo una especie de sueño. Nunca antes se había sentido tan compenetrado con alguien. Era como si Richie actuara de catalizador entre él y Tommy. Los tres se llevaban de maravilla, sin hablar del sexo que era fantástico. Además, Tommy se había aficionado más a la cocina y disfrutaba preparándoles cenas y desayunos luego de los cuales terminaban besándose y haciendo el amor por todo el apartamento.

Durante la semana continuaba trabajando y estudiando con el máximo empeño, no descuidaba el gimnasio y sostenía largas charlas con Randy, pero lo que esperaba con ansia eran los fines de semana con Richie y Tommy. Con ellos se sentía completamente libre.

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