Exploración (6 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Exploración
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—Claro. Yo tampoco voy a olvidarte nunca. —Le besó en la punta de la respingona nariz—. Pero te aseguro que conocerás a alguien especial y aunque no me olvides esa persona te hará más feliz de lo que yo podría. —Sonrió—. Anda, vístete y bajemos a desayunar. Quiero que me lleves a tus sitios favoritos de París.

Luc esbozó una sonrisa y comenzó a vestirse, hablando de los lugares que visitarían. Al cabo de un rato lucía mucho más animado y antes de salir, susurró:

—¿Crees que el
monsieur
Hellson sospeche que nosotros…?

—Estoy absolutamente seguro de que lo sabe todo —respondió Tommy con picardía, haciéndolo sonrojar—. Pero no le importa.

—No sé… Conozco a Martin y a su abuelo desde que llegué a París y siempre hemos sido amigos. Mis padres dicen que son un poco raros, con todos esos viajes y esos objetos horribles que hay en la casa, pero en el fondo los aprecian mucho. ¿Crees que se lo dirá a mi padre?

Tommy lo pensó un momento. En realidad Maximilien nunca había hecho preguntas ni comentarios y cuando se lo había mencionado a Martin, éste dijo: «El viejo es así. Una vez me dijo que mientras sea joven y sin responsabilidades me dejará divertirme cuanto quiera, porque esa época acaba pronto. Mi bisabuelo fue muy estricto con él, creo que por eso te tiene simpatía».

—No lo creo —respondió—. Me parece que él no nos juzga, son nuestros asuntos y no se mete. Al menos esa es la sensación que tengo.

—Eso espero. —Luc esbozó una sonrisa y abrió la puerta.

El desayuno estuvo muy animado. Martin y su abuelo discutían acerca de los monolitos de Stonhenge y sus invitados se unieron a la conversación, para después tomar el metro y hacer un último y romántico recorrido por París.

5

Sasha apagó el computador y guardó la carpeta con el papeleo que acababa de terminar. El escritorio estaba inmaculadamente limpio y no había trabajo pendiente.

«Misión cumplida», se dijo y esbozó una triste sonrisa.

Se sentía melancólico. No sabía si era por la carta de su madre, o porque su contrato acababa ese día, o porque las únicas noticias que tenía de Tommy eran varias postales escritas apresuradamente.

Sacó del bolsillo la carta de Anastasia y la volvió a leer con calma. No había novedad. Decía que todo seguía como siempre, pero se mostraba optimista con el nuevo gobierno de Gorbachov
[1]
. Había más esperanza en esa carta que en las otras y Sasha jugó por unos momentos con la idea de reunirse con su madre en un año o dos.

Guardó la carta con un suspiro. Esa mañana se había levantado a las cuatro para poder encontrar a su tío antes de que fuera a trabajar. Había recogido la carta y le había dejado otra con el dinero que había ahorrado durante el verano. Pero hubo algo que no le terminaba de gustar: su tío Piotr había estado hablando de lo difíciles que estaban las cosas y los gastos constantes, y había dejado caer algo sobre un funcionario de migraciones que les había hecho una visita preguntando por Sasha.

No sabía si era cierto, pero la insinuación de su tío era demasiado evidente. Con un gesto de desagrado, tuvo que apartar algunos billetes del sobre de su madre y dárselos a él, que los guardó con demasiada avidez.

—¿Trabajando horas extras, Ivanov? —La voz de Sullivan lo sacó de sus cavilaciones.

—No. Ya he terminado. —Intentó despedirse, pero Sullivan tenía intenciones de charlar, así que se resignó a quedarse un poco más.

—Hoy hablé con el señor Andrew. No nos habías dicho que os conocíais.

—Nos conocemos, sí. ¿Él te lo dijo?

—Sí. Mencionó que tenéis un amigo común. Y… Ivanov, el señor Andrew me ha dicho que hiciste una proyección de pedidos de algunos clientes de medicamentos genéricos.

—Sí. Al oírle decir a Godwin que los errores generaban pérdidas en las ventas quise comprobarlo. Tenía toda la razón —repuso Sasha con calma, aunque el interrogatorio había comenzado a incomodarle.

—Debiste decírmelo a mí primero, Ivanov. No está bien ir con esa clase de historias al señor Andrew. Él tiene cosas más importantes en las que pensar.

—¿Ah, sí? ¿Como qué?

—Eh, pues… los nuevos medicamentos, claro. Las investigaciones, las inversiones.

—Para desarrollar medicamentos y hacer inversiones se necesita liquidez. La liquidez se obtiene de las ventas. Los errores hacen que los ingresos disminuyan y también la liquidez. No es una «historia», creo que está bastante claro.

Sullivan enrojeció.

—Dicen que ahora trabajarás con el conserje.

—Sí. Mis clases no me permitirán estar aquí muchas horas al día, pero ayudaré con mucho gusto a Nick.

—Seguro que disfrutarás el trabajo de conserje, Ivanov. ¿Cuándo empiezas?

A Sasha no le gustó su tono de voz, pero respondió con cordialidad:

—El lunes siguiente. Tendré una semana libre para organizar mis clases y horarios.

—Ya veo. Ah, y si hablas con el señor Andrew, dile que los de Pedidos hacemos bien nuestro trabajo. Que no cometemos errores, el problema son los de Ventas. Has podido comprobarlo en el tiempo que llevas aquí.

—Si tengo ocasión, se lo haré saber —dijo con cautela. No le terminaba de gustar la actitud de ese hombre.

En ese momento sonó el teléfono. Sasha miró a Sullivan, que le hizo un ademán para que contestara, y se retiró, diciendo que ya hablarían.

El ruso tomó el teléfono pensando que se trataba de algún reclamo tardío.

—Facturación, buenas noches.

—¡Sasha! —exclamo Tommy al otro lado de la línea telefónica—. ¡Sorpresa!

—¿Tommy? ¿Dónde estás? —Al instante toda la melancolía que había estado sintiendo desapareció. La voz de Tommy llenaba cada rincón de su alma.

—En París, en casa de un amigo. Te he echado mucho de menos, no he hecho más que pensar en cómo nos lo habríamos pasado aquí juntos.

—¿Eh? Sí, claro. Yo también. —Sasha habló en voz baja mirando con cautela, por si a Sullivan se le ocurría regresar. Aunque no había nadie a esa hora, tenía la sensación de que lo podían escuchar. Se sentía totalmente incapaz de decir cosas románticas por teléfono.

—Qué poco efusivo te noto, ¿has encontrado a alguien mejor que yo? —bromeó Tommy, pero esperó ansioso la respuesta.

—No… no exactamente. Es que estoy en el laboratorio.

—Lo sé, te he llamado yo, ¿recuerdas? No sabía si te encontraría, se me hizo un poco tarde. —Le costó aguantarse la risa.

—Ya… no te rías. Estaba por salir. —Hizo una pausa y luego preguntó con un poco de temor—: ¿Y tú has encontrado a alguien? Llevo tiempo sin saber nada de ti.

—He conocido a un par de chicos fantásticos. Uno se parece un poco a ti, pero sólo en el físico. El otro es un adonis… pero totalmente hetero, comprobado —dijo con voz tristona.

—No quiero saber cómo lo comprobaste —dijo Sasha comenzando a relajarse.

—No fue nada malo. Sólo lo besé… Eso sí, me esforcé mucho, pero no funcionó. —Estaba contrariado, se le notaba en la voz. Sasha tuvo que reprimir los celos que sintió ante la imagen mental de Tommy besándose con alguien, por más hetero que fuera. No veía la hora en que estuviera de vuelta, necesitaba tocarlo, sentirlo, saber que sería suyo aunque fuera por un momento.

—¿Cuándo regresas?

—Mañana nos vamos de París, pero vamos primero a casa. El lunes estaré en Londres.

—Yo me instalaré mañana en la residencia. ¿Podemos vernos el lunes? Hay algo que quiero mostrarte.

—Claro, en cuanto llegue a Saint Michael dejaré las maletas e iré a buscarte. ¿Te han dado ya el número de habitación?

—Pabellón C, tercer piso, habitación 6B, al final del pasillo, más conocida como «la ratonera».

—Será ideal, mientras que no tengas que compartirla con alguien. Si no, follar podría convertirse en una misión imposible.

—Cierto. He echado de menos eso.

—No me digas que has estado todo el verano sin echar un polvo, que no me lo creo —dijo con una sonrisilla de medio lado.

Sasha rió y tuvo un fugaz recuerdo de Grant en la habitación de un hotel, y de la calidez de Richie.

—Claro que no. Sólo he echado de menos hacerlo contigo —añadió en voz baja.

—Yo también y además hubieron ciertas situaciones que me dieron ideas. —Rió con malicia—. Pero ya te las contaré en persona. Cuando no estés en el trabajo —añadió con retintín.

—Ya. —Sasha alzó la vista al oír a Sullivan pasar a despedirse y cubrió la bocina para desearle buenas noches—. Hasta el lunes, entonces. Y… Tommy —vaciló un momento antes de susurrar muy bajo—, cuídate mucho.


Au revoir, mon amour
—replicó con un acento horrible.

Sasha colgó y se quedó pensativo un momento.

«Se ha divertido, se le nota en la voz —desechó los celos y avanzó resuelto hacia la puerta—. No importa… Apuesto que no imagina lo que voy a enseñarle.»

Con una sonrisa traviesa, Sasha apagó la luz y cerró la puerta.

6

Tommy llegó al aeropuerto el sábado por la mañana. Había pasado una noche tranquila, hablando de todo un poco con Martin, y luego se había quedado solo en la cama, pensando en su amante ruso y en toda la gente que había conocido en estas vacaciones y que sabía que le gustarían a Sasha. La pespectiva de volver lo entusiasmaba, pero también tenía nostalgia.

Martin y su abuelo lo escoltaron hacia donde sus padres lo esperaban y Luc se les unió poco después.

Maximilien y los Stoker se dirigieron a la cafetería, mientras los más jóvenes se quedaban en la sala de espera. Luc lucía completamente desolado y Tommy se sintió terriblemente culpable. Aprovechando que sus padres no podían verlo, le dio un tierno beso y le susurró:

—No te olvidaré. Has sido muy especial para mí.

Cuando llegó el momento de despedirse de Martin, por un instante se miraron a los ojos mientras se daban la mano, para al momento siguiente lanzarse uno en brazos del otro, sin saber si se volverían a ver.

—Te echaré de menos —dijo Tommy—. Has sido un gran amigo y he tenido pocos… —Sonrió con picardía—. Si algún día decides probar cosas distintas, espero que me llames. Vendré volando.

—Olvídalo —gruñó Martin, dándole una cariñosa palmada en la espalda—. Me gustan las chicas, aunque si algún día se me trastorna el cerebro, serás el primero en probar. —Luego se puso serio—. Volveremos a vernos, Thomas Stoker. Estoy seguro de ello y mis corazonadas no suelen fallar.

—Entonces estaré esperando por ello, Martin Hellson —dijo Tommy también en serio para luego iluminar su rostro con una amplia sonrisa—. Lo esperaré.

El altavoz anunció en vuelo de Tommy y éste se despidió por última vez de sus amigos, para caminar luego al encuentro de sus padres.

Apenas subió al avión, le acometió una oleada de nostalgia y otra de ansiedad. Era como si los recuerdos de París se desdibujaran como las nubes que iba dejando atrás, y la perspectiva de volver pronto a Londres se tornara más nítida en su mente. A Londres… a casa… a Sasha.

Capítulo 3
1

Sasha se instaló en la residencia universitaria del Steiner College, gracias a la beca que finalmente había obtenido.

Como le había dicho a Tommy, su habitación era una ratonera. Era pequeña y tenía un aspecto tan impersonal que parecía que nadie había estado jamás allí. Todo su mobiliario consistía en una pequeña mesa, una silla, un armario adosado a la pared y por supuesto, una cama de hierro junto a la cual había una mesita de noche con una lámpara.

«Es tan pequeña que no entra otra cama. Al menos no tendré que compartirla con nadie», pensó filosóficamente y comenzó a desempacar.

Al siguiente día, la habitación no le pareció tan ajena. La había decorado un poco con un póster de Freddie Mercury y otro de los Duran Duran, y había colocado sobre la mesita de noche las postales de Tommy y todas sus fotografías. Las miró unos momentos, allí estaban las personas más importantes de su vida: sus padres y Tommy. Sus rostros sonrientes hacían que se sintiera a gusto allí, y ciertamente tenía más libertad.

Esperaba a Tommy en cualquier momento y miró su reloj, reflexionando.

Aunque se había pasado todo el verano trabajando, también había salido en muchas ocasiones con Grant y sus amigos, y había pasado muchas noches en el apartamento de Richie.

Pensaba decirle esto último a Tommy porque había encontrado en el pelirrojo algo más que placenteras noches llenas de sexo. Juntos habían explorado posturas, utilizado accesorios, e incluso practicado sadomasoquismo ligero y Sasha se moría de ganas de hacerlo con Tommy. Pero dejando de lado el sexo, Richie era un amigo en el cual se podía confiar y habían intercambiado muchas confidencias que los habían hecho muy cercanos.

Sasha volvió a mirar el reloj y revisó una vez más el cajón de su mesita de noche, donde había una anilla de cuero que esperaba ser utilizada.

Cuando por fin los familiares golpes en la puerta se dejaron oír, se levantó de un salto y fue a recibir a su amigo, pero tan pronto abrió se quedó de una pieza, observando al adolescente alto y bronceado que le sonreía.

—Si sigues creciendo así cada verano, tendré que pedirle a Alex que invente algo para encogerte —bromeó—. Ven, déjame verte bien. —Lo tomó de la mano y lo hizo entrar en la habitación.

—Dijiste que me querrías igual aunque creciera, ¿te vas a echar atrás ahora? —bromeó Tommy para inmediatamente abrazarlo—. Te he echado de menos… —dijo mirándolo al rostro fijamente, recuperando todos y cada uno de los hermosos rasgos—. Te vas a sorprender,
mon amour
—añadió con una cristalina risa mientras se dejaba caer en la cama. Con premeditada lentitud, comenzó a soltar el botón y la cremallera del pantalón, mordiéndose el labio y mirando insinuante a Sasha. Finalmente introdujo la mano en la ropa interior y mostró con orgullo lo que tenía entre las piernas.

Sasha se quedó con la boca abierta.

—¡Joder, Tommy! ¿Qué has estado comiendo? —exclamó al instante, para acto seguido, arrodillarse junto a él y tomar su virilidad entre sus manos, sopesándola—. Y dime —susurró—, ¿te han tratado bien los franceses?

—De maravilla, aunque no hay nada como el hogar —respondió Tommy con una tierna mirada. Tuvo un fugaz pensamiento hacia Luc que fue borrado con una posesiva caricia de Sasha—. He conocido a mucha gente fantástica, me han contado historias increíbles, han sido unas vacaciones geniales. Me gustaría tanto poder volver a Francia… contigo.

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