Fragmentos de una enseñanza desconocida (63 page)

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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Fragmentos de una enseñanza desconocida
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"En general, conocemos mal el Cristianismo y las formas del culto cristiano, y no conocemos su historia, así como tampoco el origen de una cantidad de cosas. Por ejemplo, la iglesia, el templo donde se reúnen los fieles, y donde se celebran los oficios según los ritos particulares, ¿dónde se originó? ¡Cuántas personas hay que nunca han pensado en esto! Unos se dicen que las formas exteriores del culto, los ritos, los cánticos, han sido inventados por los Padres de la iglesia. Otros piensan que las formas exteriores han sido tomadas, por una parte de los paganos y, por otra, de los hebreos. Pero todo esto es falso. La cuestión de los orígenes de la iglesia cristiana, es decir del templo cristiano, es mucho más interesante de lo que pensamos. Primeramente, la iglesia y su culto, en la forma en que se presentaban en los primeros siglos de la era cristiana, no podían provenir del paganismo; no había nada parecido, ni en los cultos griegos y romanos, ni en el judaísmo. La sinagoga, el templo indio, los templos griegos y romanos llenos de dioses, eran muy diferentes a la iglesia cristiana que apareció en el primer y segundo siglo. La iglesia cristiana es una escuela, de la que ya no se sabe que es una escuela. Imagínense una escuela, donde los maestros den sus cursos y hagan sus demostraciones, sin saber que son cursos y demostraciones; y cuyos alumnos o los simples oyentes tomen los mismos cursos y demostraciones por ceremonias, ritos, o «sacramentos», es decir por, magia. Eso se parecería bastante a la iglesia cristiana de nuestros días.

"La iglesia cristiana, la forma cristiana del culto, no ha sido inventada por los Padres de la Iglesia. Todo fue recogido de Egipto —pero no del Egipto que conocemos, todo ha sido recogido, tal cual, de un Egipto que no conocemos. Este Egipto estaba en el mismo lugar que el otro pero existía desde mucho tiempo antes y no se confundía con el otro. Solamente ínfimos vestigios han sobrevivido en los tiempos históricos, pero fueron conservados en secreto, y tan bien que ni siquiera sabemos dónde.

"Les parecerá extraño si les digo que este Egipto prehistórico era cristiano varios miles de años antes del nacimiento de Cristo, o por decirlo mejor, que su religión se basaba sobre los mismos principios, sobre las mismas ideas que el verdadero Cristianismo. En este Egipto prehistórico, había escuelas especiales, llamadas «escuelas de repetición». En estas escuelas, en fechas fijas, y en algunas de ellas aun todos los días, se daban, bajo forma condensada, repeticiones públicas del curso completo de las ciencias que se enseñaban en ellas. La «repetición» duraba a veces una semana entera, a veces un mes. Gracias a estas «repeticiones», los que habían seguido los cursos mantenían contacto con la escuela, y podían así retener todo lo que habían aprendido. Algunos venían de muy lejos para asistir a estas «repeticiones», y volvían a partir con un nuevo sentimiento de pertenecer a la escuela. En el transcurso del año, varios días especiales eran consagrados a «repeticiones» muy completas, que se desenvolvían con una solemnidad particular, y esos días tenían un sentido simbólico.

"Estas «escuelas de repetición» sirvieron de modelo a las iglesias cristianas. En las iglesias cristianas, las formas del culto representaban casi enteramente el «ciclo de repetición» de las ciencias que tratan del universo y del hombre. Las oraciones individuales, los himnos, el responso, todo tenía un sentido propio en estas repeticiones, así como las fiestas y todos los símbolos religiosos, pero su significado se ha perdido desde hace mucho tiempo."

Luego G. nos dio algunas explicaciones muy interesantes sobre las diversas partes de la liturgia ortodoxa. Desgraciadamente, nadie tomó notas y no quiero ponerme a reconstruirlo de memoria.

La idea era que la liturgia evoca desde las primeras palabras, por así decirlo, todo el proceso cosmogónico, repitiendo todas las etapas y todas las fases de la creación. Me sorprendió particularmente el constatar hasta qué punto, según las explicaciones de G., todo había sido conservado bajo su forma pura, y cuán poco de ello comprendíamos. Estas explicaciones diferían mucho de las interpretaciones teológicas habituales, y hasta de las interpretaciones místicas. Y la principal diferencia era que G. eliminaba una cantidad de alegorías. Gracias a sus explicaciones, pude ver que tomamos por alegorías muchas cosas donde no existe alegoría alguna y que al contrario deben ser comprendidas mucho más simple y psicológicamente. Lo que dijo acerca de la última Cena puede servirnos aquí de ejemplo.

—Todos los ritos y ceremonias tienen valor cuando se ejecutan sin ninguna alteración, dijo. Una ceremonia es un libro donde están escritas mil cosas. Quienquiera que comprenda podrá leerlo. A menudo un solo rito tiene más contenido que cien libros." Al precisar lo que se ha conservado hasta nuestros días, G. indicó al mismo tiempo lo que se había perdido y se había olvidado. Habló de las danzas sagradas que acompañaban los "servicios" en los "templos de repetición", y que hoy día están excluidas del culto cristiano. Habló también de diversos ejercicios y posturas que corresponden especialmente a las diferentes oraciones, es decir a las diferentes formas de meditación; explicó cómo se podía adquirir un control sobre la respiración e insistió en la necesidad de ser capaz de tensar o de relajar a voluntad cualquier grupo de músculos, o los músculos de todo el cuerpo; en fin, nos enseñó muchas cosas relacionadas, por así decirlo, con la "técnica" de la religión.

Un día, con referencia a la descripción de un ejercicio de concentración, en el cual se trataba de llevar la atención de una parte del cuerpo hacia otra, G. preguntó:

—¿Cuando ustedes pronuncian la palabra
Yo
en voz alta, pueden notar
dónde resuena en ustedes esta palabra?
"

No comprendimos en seguida lo que quería decir. Pero algunos de los nuestros comenzaron a notar muy pronto que cuando pronunciaban la palabra
Yo,
tenían la impresión de que esa palabra
resonaba
en la cabeza, otros la sentían en el pecho, otros encima de la cabeza —fuera del cuerpo.

Debo decir aquí que, por mi parte, yo era totalmente incapaz de provocar esta sensación en mí, y que tenía que referirme a los otros.

Al escuchar todas nuestras conversaciones, G. dijo que un ejercicio de este género se había conservado hasta nuestros días en los monasterios del monte Athos.

Un monje se mantiene en una cierta posición, ya sea arrodillado o de pie, los brazos en alto con los codos en ángulo, y dice
"Ego"
en voz alta y sostenida, escuchando a la vez dónde resuena esta palabra.

La meta de este ejercicio es la de hacerle sentir su "Yo" cada vez que piensa en sí mismo, y de hacer pasar su "Yo" de un centro a otro.

G. recalcó varias veces la necesidad de estudiar esta "técnica" olvidada, porque dijo que sin ella es imposible obtener resultado alguno en el camino de la religión, aparte, claro está, de resultados puramente subjetivos.

Recuerden, dijo, que toda religión verdadera —hablo de aquellas que fueron creadas por hombres realmente sabios con una meta precisa— está compuesta de dos partes. La primera enseña
lo que debe ser hecho.
Esta parte recae en el dominio de los conocimientos generales y se corrompe con el tiempo a medida que se aleja de su origen. La otra parte enseña
cómo hacer
lo que enseña la primera. Esta segunda se conserva secretamente en ciertas escuelas, y con su ayuda siempre se puede rectificar lo que ha sido falseado en la primera parte, o restaurar lo que ha sido olvidado.

"Sin esta segunda parte, no puede haber conocimiento de la religión, o en todo caso, este conocimiento permanece incompleto y muy subjetivo.

"Esta parte secreta existe en el cristianismo como en todas las otras religiones auténticas y enseña
cómo
seguir los preceptos de Cristo y lo que significan realmente."

Debo todavía mencionar una conversación sobre los cosmos.

—Veo aquí una relación con las ideas de Kant sobre el fenómeno y el noúmeno, le dije a G. Además es aquí donde está todo el asunto. La tierra, como cuerpo tridimensional, es el «fenómeno» y como cuerpo hexadimensional es el «noúmeno».

—Es cierto, respondió G. Agréguele solamente la idea de escala: si Kant hubiera introducido la idea de escala en su filosofía, muchos de sus escritos tendrían valor. Es la única cosa que le faltó."

Al escuchar a G. pensaba que Kant hubiera quedado muy sorprendido de oír esta sentencia. Pero la idea de escala me era muy familiar; me di cuenta de que al tomarla como punto de partida era posible encontrar muchas cosas nuevas e inesperadas en aquello que creemos conocer.

Cerca de un año más tarde, al desarrollar la idea de los cosmos considerados en su relación con los problemas del tiempo, obtuve una tabla del tiempo en los diferentes cosmos, que examinaremos más tarde.

Al hablar un día de la coordinación de todas las cosas en el universo, G. se detuvo especialmente en la cuestión de la "vida orgánica sobre la tierra".

—Para la ciencia ordinaria, dijo, la vida orgánica es una especie de apéndice accidental que viola la integridad de un sistema mecánico. La ciencia ordinaria no la liga a nada y no saca ninguna conclusión del hecho de su existencia. Pero ustedes ya deberían haber reconocido que no hay y que no puede haber nada accidental ni inútil en la naturaleza; cada cosa tiene su función precisa, y sirve a un propósito definido. Así, la vida orgánica es un eslabón indispensable en la cadena de los mundos; ésta no puede existir sin ella, tanto como ella misma no podría existir fuera de esta cadena. Ya hemos dicho que la vida orgánica transmite a la tierra las diversas influencias planetarias, y que sirve de alimento a la Luna, permitiéndole así crecer y fortificarse. Pero la tierra también crece, no en volumen, sino en conciencia y en receptividad. Las influencias planetarias que le bastaban en cierto periodo de su existencia se tornan insuficientes; necesita influencias más sutiles. Para recibir estas influencias más sutiles, necesita un aparato receptor también más sutil. La vida orgánica debe entonces evolucionar para adaptarse a las necesidades de los planetas y de la tierra. Asimismo, en tal o cual período la luna puede satisfacerse del alimento de una cierta calidad que le trae la vida orgánica. Pero llega un momento en que este alimento deja de satisfacerla y ya no puede asegurar su crecimiento; desde ese momento, la luna comienza a tener hambre. La vida orgánica debe estar en condiciones de saciar este hambre, de otro modo no cumple su función, no responde a su propósito. Esto significa que para responder a su propósito, la vida orgánica debe evolucionar y mantenerse al nivel de las necesidades de los planetas, de la tierra y de la luna.

"El rayo de creación, tal como lo hemos tomado del Absoluto a la Luna, es como la rama de un árbol, es una rama que crece. La extremidad de esta rama, de donde salen los nuevos brotes, es la luna. Si la luna no crece, si no produce, o no se prepara a producir ningún brote, quiere decir que el crecimiento de todo el rayo de creación se va a detener, o bien que debe encontrar un nuevo medio de crecimiento, desarrollar alguna rama lateral. Al mismo tiempo, todo lo que acabamos de decir nos permite ver que el crecimiento de la luna depende de la vida orgánica sobre la tierra. El crecimiento del rayo de creación depende entonces de la vida orgánica sobre la tierra. Si la vida orgánica desaparece o muere, toda la rama se seca inmediatamente, o, por lo menos, la parte de la rama que se encuentra más allá de la vida orgánica. La misma cosa se debe producir, aunque más lentamente, si la vida orgánica se detiene en su desarrollo, en su evolución, y ya no puede responder a las demandas que se le hacen. La rama puede secarse. Nunca hay que olvidarlo. Se han dado exactamente las mismas propiedades de desarrollo y crecimiento a la parte Tierra-Luna del rayo de creación, que a cada rama de un gran árbol. Pero el crecimiento de esta rama no está garantizado en ninguna forma; depende de la acción armoniosa y correcta de sus propios tejidos. Si uno de estos tejidos deja de desarrollarse, todos los demás hacen lo mismo. Todo lo que puede decirse sobre el rayo de creación o sobre su parte Tierra-Luna se aplica igualmente a la vida orgánica sobre la tierra. La vida orgánica sobre la tierra es un fenómeno complejo, pues todos sus elementos dependen estrechamente unos de otros. El crecimiento general no es posible sino a condición de que crezca la «extremidad de la rama». O para hablar de una manera más precisa, en la vida orgánica hay tejidos que evolucionan y otros que le sirven de alimento y de ambiente. Igualmente, en los tejidos en evolución, hay células que evolucionan y otras que les sirven de alimento y de ambiente. Y cada célula en evolución a su vez comporta partes que evolucionan y partes que le sirven de alimento. Pero siempre y en todo, hay que recordar que la evolución jamás está garantizada, que es solamente una posibilidad y que puede detenerse en todo momento y en todo lugar.

"La parle de la vida orgánica que evoluciona es la humanidad. Asimismo la humanidad también tiene una parte que evoluciona, pero luego hablaremos de eso; mientras tanto, tomaremos la humanidad como un todo. Si la humanidad no evoluciona, ello significa que la evolución de la vida orgánica debe detenerse, lo que provocará a su vez una detención en el crecimiento del rayo de creación. Al mismo tiempo, si la humanidad deja de evolucionar, se vuelve inútil desde el punto de vista de los fines para los cuales había sido creada, y como tal puede ser destruida. Así la detención de la evolución puede significar la destrucción de la humanidad.

"No tenemos indicios que nos permitan precisar en qué período de la evolución planetaria nos encontramos, ni si la tierra y la luna tendrán o no tiempo de esperar que la vida orgánica se desarrolle hasta el estado deseado de su evolución. Pero naturalmente, los que saben pueden tener informaciones exactas sobre esto, es decir que pueden definir en qué fase de su evolución se encuentra la tierra, la luna y la humanidad. En lo que a nosotros concierne, no lo podemos saber, pero deberíamos recordar que el número de posibilidades jamás es infinito.

"Por otra parte, si examinamos la vida de la humanidad tal como la conocemos en el plano histórico ¿no debemos convenir en que la humanidad gira en un círculo vicioso? Destruye en el curso de un siglo todo lo que ha creado en otro, y su progreso mecánico de los últimos cien años se hace a expensas de muchos otros valores, tal vez mucho más preciosos para ella. En general, existen todas las razones para pensar y afirmar que la humanidad atraviesa actualmente un período de estancamiento; y el estancamiento no está lejos de la decadencia, y luego de la degeneración. El estancamiento significa que un proceso se ha equilibrado. La aparición de una cualidad cualquiera provoca inmediatamente la aparición de otra cualidad de naturaleza opuesta. El crecimiento del saber en un dominio acarrea el crecimiento de la ignorancia en otro; el refinamiento acarrea la vulgaridad; la libertad, la esclavitud; el retroceso de algunas supersticiones favorece el desarrollo de otras, y así sucesivamente.

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