Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (33 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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Lucas 1.35.
El ángel le contestó...: El Espíritu Santo vendrá sobre ti...

Aunque es difícil decir que Lucas afirma de manera inequívoca el nacimiento virginal y —si Lucas se lee
solo—
es fácil argumentar que no pretende el nacimiento virginal, los cristianos suelen aceptar el relato de Lucas de la anunciación en el sentido de que Jesús nació de una virgen.

Gabriel también comunica a María la noticia sobre Isabel:

Lucas 1.36.
E Isabel, tu parienta
[4]
también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto...

María se apresura a visitar a su prima («la visitación»).

Cuando entra en casa de Zacarías, Isabel la saluda en seguida:

Lucas 1.42.
y clamó
(Isabel)
con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

La primera parte es repetición del final de la salutación de Gabriel a María:

Lucas 1.28.
Y
(el ángel)
le dijo: Salve, llena de gracia. el Señor es contigo
(bendita tú entre las mujeres).
[6]

En la Revised Standard Versión, la salutación de Gabriel empieza así: «Salve oh favorecida»;
[5]
y en la versión católica: «Salve, llena de gracia».

Hay cierta tendencia a pensar que la frase «bendita tú entre las mujeres» la transfirió accidentalmente el copista de Isabel a Gabriel. Por esa razón la omite la Revised Standard Versión.

Combinando los dos saludos y añadiendo el nombre de la persona saludada y el nombre del niño que será fruto del vientre de María, tenemos: «Salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». En latín, las dos primeras palabras del saludo son «Ave, María», y esta salutación es la famosa plegaria de ese título, tan destacado en la liturgia de la Iglesia Católica Romana.

La referencia de Isabel al fruto del vientre de María está en presente de indicativo, lo que tal vez signifique que el evangelista considera que María ya está embarazada. Si es así, esto constituye la evidencia más sólida del nacimiento virginal en Lucas.

Sin embargo, hay que preguntarse si la leyenda de la visitación no la escogió en principio Lucas para incluirla en su evangelio porque ofrecía una oportunidad de demostrar que Juan el Bautista reconoció la supremacía y trascendental importancia de Jesús aun en el vientre de su madre. Hace que Isabel diga a María:

Lucas 1.44. ...
así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó de gozo el niño en mi seno.

Lo que sería un sólido argumento para los seguidores de Jesús y contra sus competidores, los partidarios de Juan.

Durante la visita de María a Isabel, la primera canta un himno de alabanza a Dios que empieza así:

Lucas 1.46.
Dijo María: Mi alma engrandece al Señor...

El himno se parece mucho al atribuido a Ana cuando dio a luz a Samuel, y según la opinión general, está inspirado en él.

En realidad, el caso parecido al de Ana es el de Isabel, no el de María. Fue Isabel, como Ana, estéril durante muchos años a pesar del matrimonio; y a Isabel, al igual que a Ana, la bendijo Dios con la concepción y con la rehabilitación en una sociedad que consideraba la esterilidad como un castigo a los pecadores.

Sería de esperar, pues, que el himno, que sigue inmediatamente a la salutación de Isabel a María, lo entonase Isabel y no María. Efectivamente, en algunos manuscritos antiguos, Lucas 1.46 dice: «Y ella dijo: Mi alma engrandece al Señor»; «ella» puede referirse tanto a Isabel como a María. La transferencia de la plegaria de Isabel a María tal vez forme parte de la victoria de los discípulos de Jesús sobre los de Juan en las décadas en que fueron escritos los evangelios.

En latín, la primera frase del cántico es: «Magníficat anima mea Dominum», y por ello se denomina «Magníficat».

María permaneció tres meses con Isabel, posiblemente hasta el nacimiento del hijo de ésta. Luego volvió a casa.

La elección por parte de Lucas de leyendas relativas a María y no, como en el caso de Mateo, a José, podría ser significativa. Los gentiles sabían de diosas, y sus religiones paganas tenían a menudo un sólido matiz femenino. Si Lucas era gentil, se sentiría atraído hacia las leyendas de María. Por otro lado, como producto de la cultura judía, fuertemente patriarcal. Mateo se dedicaría instintivamente a José.

El interés de Lucas por María ha dado origen a la leyenda de que la conoció personalmente y que ella le contó en su ancianidad la historia del nacimiento de Jesús. También hay una tradición que atribuye cualidades artísticas a Lucas, quien habría pintado un retrato de María encontrado más tarde en Jerusalén. Tales tradiciones se apoyan únicamente en la creencia piadosa.

Juan el Bautista

Cuando nació el hijo de Isabel, se esperaba que se llamase Zacarías, como su padre.

Lucas 1.59. ...
vinieron
(parientes)
a circuncidar al niño, y querían
[7]
llamarle con el nombre de su padre, Zacarías,

Que Lucas mantenga seriamente esto es un alejamiento extraño de la costumbre judía. En la Biblia no hay caso alguno de un niño que reciba el nombre de su padre vivo, y en la actualidad es ciertamente insólito que lo hagan los judíos devotos. Tal vez sea ésta la clase de desliz en que podría incurrir un gentil, tal como se considera a Lucas.

En cualquier caso, Isabel protestó:

Lucas 1.60.
Pero la madre ... dijo: No, se llamará Juan.

Zacarías estuvo de acuerdo y entonaron entonces un himno de alabanza:

Lucas 1.67.
Zacarías ... profetizó, diciendo:

Lucas 1.68.
Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo

En latín, la primera palabra de este himno es «Benedictus», y con ese nombre se le conoce.

Zacarías no vuelve a aparecer en Lucas ni en ninguna otra parte de la Biblia. Algunos comentadores primitivos sugirieron que la alusión de Jesús a Zacarías, hijo de Baraquías, que fue asesinado entre el Templo y el altar (v. cap. 5), era una referencia al padre de Juan el Bautista. Sin embargo, casi seguro que no es así, y la Biblia no hace mención alguna a la muerte del padre de Juan.

César Augusto

Ya es hora de que Lucas vuelva a atender a María y refunda la historia del nacimiento de Jesús. En lo que sigue no hay indicación cierta del tiempo que transcurre entre el nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús. Lucas se limita a utilizar convencionalmente una frase indefinida:

Lucas 2.1.
Aconteció, pues, en los días aquellos...

Claro que si la gravidez de María se produjo inmediatamente después de la anunciación, que tuvo lugar al sexto mes de la gestación de Isabel, entonces Jesús habría nacido seis meses después de Juan el Bautista, suponiendo que ambos embarazos durasen nueve meses.

Aun así, y con tal que Jesús fuese medio año más joven que Juan, ¿en qué año nacieron ambos?

Mateo sólo dice que Jesús nació «en los días del rey Herodes» (v. cap. 5), lo que plantea un tiempo límite entre el 37 aC y el 4 dC. Lucas, el gentil, fecha el nacimiento por el emperador gentil, y no por el rey judío:

Lucas 2.1.
Aconteció, pues, en los días aquellos que salió un edicto de César Augusto...

César Augusto nació en el 63 aC, el año mismo en que Pompeyo convirtió a Judea en provincia de Roma (v. cap. 5). Su nombre de pila era Cayo Octavio; era sobrino nieto de Julio César y terminó siendo heredero de ese general. Cuando Julio César fue asesinado en el 44 aC, Cayo Octavio fue a Roma a recibir su herencia, cambiándose el nombre por el de Cayo Julio César Octavio. En esta etapa de su vida es históricamente mejor conocido como Octavio.

Octavio era un muchacho de diecinueve años, de aspecto indiferente y enfermizo. En aquella época el hombre más poderoso de Roma era Marco Antonio. Durante catorce años ambos libraron una guerra civil, a veces una contienda real de lanzas y espadas, y en ocasiones una guerra «fría» de propaganda e intrigas. Octavio era con mucho el hombre mejor de los dos, y en el 30 aC el vencido Marco Antonio se suicidó. Octavio se convirtió entonces en el único y absoluto dirigente de Roma.

Octavio se hizo Imperator («comandante») del ejército, título antiguo que se vinculó especialmente a él y a sus sucesores.

En castellano ha derivado a Emperador, de modo que Octavio se convirtió en el primer emperador romano y el gobierno que él y sus sucesores presidieron se hizo conocer como Imperio Romano.

En el 27 aC se le concedió el título de «Augusto», que quiere decir «emprendido bajo augurios favorables» o, lo que es lo mismo, «de buen presagio». Históricamente suele conocérsele por ese nombre.

El tiempo durante el cual Augusto gobernó en Roma y Herodes en Jerusalén —el período en que debió nacer Jesús, según Mateo y Lucas— fue del 27 aC al 4 aC.

En el 27 aC, Augusto cerró el templo de Jano, medida que indicaba la llegada de la paz al extenso territorio de Roma. Eso constituía un acontecimiento notable, pues sólo había ocurrido en cuatro o cinco períodos breves antes de la época de Augusto, durante los siete siglos de guerra en que el dominio de Roma se fue extendiendo poco a poco de una sola ciudad a todo el mundo mediterráneo.

El período de paz iniciado con el gobierno de Augusto duró siglos (la «pax romana»). El mundo mediterráneo no había conocido un período de paz tan prolongado antes del tiempo de Augusto, y tampoco lo ha conocido después.

A veces se afirma que el inicio de ese período de paz fue especialmente apropiado para el nacimiento de Jesús. Para aquellos que aceptan el ordenamiento divino en los asuntos humanos, resulta fácil asumir que todo fue deliberadamente dispuesto para que una paz profunda se extendiera sobre el mundo como preparación para el nacimiento del «Príncipe de la Paz».

Sin embargo, se trata de un punto de vista más sentimental que justificado. Desde luego, hubo paz en las regiones estables del imperio (incluida Judea), donde había estado notoriamente ausente en el siglo anterior, y ciertamente no es éste un tema que pueda desecharse a la ligera. Pero la tranquilidad no era absoluta.

A lo largo del reinado de Augusto y, en consecuencia, durante el nacimiento y la adolescencia de Jesús, las fronteras al Norte de Roma estaban en llamas. Augusto ampliaba las fronteras del imperio hacia el Danubio y al oriente de Alemania. Para las tribus bárbaras al sur del Danubio y al oeste del Elba no había paz.

Cirino

El período del nacimiento de Jesús puede limitarse si consideramos la referencia a las características del decreto de César Augusto:

Lucas 2.1.
...un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo.

Lucas 2.2.
Este empadronamiento tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria.

Cirino era un importante funcionario romano en los días de Augusto. En realidad se llamaba Quirinius, que en griego se convirtió en «Kyrinios» y, en español, en Cirino. La Revised Standard Versión lo transcribe en latín, Quirinius.
[8]

Cirino se ocupó de los asuntos militares de Roma en Siria, cargo que también le colocaba al mando de las legiones de Judea, en dos ocasiones diferentes: del 6 al 4 aC y desde el 6 al 9 dC. Todos los comentaristas convienen en que Jesús no pudo nacer más tarde del 6 al 9 dC, y que los incidentes que acompañaron al nacimiento de Jesús, si ocurrieron mientras Cirino era gobernador de Siria, debieron tener lugar durante su primer mandato, del 6 al 4 aC. Lo que sin duda haría concordar el relato de Lucas con el de Mateo, al menos en este sentido.

Según Josefo, durante la segunda administración de Cirino se decretó un censo, con el fin de establecer ciertos datos fidedignos para el gravamen de un impuesto especial.

En la antigüedad, los censos solían hacerse con fines impositivos o de leva militar, y en ninguno de los dos casos eran populares. Incluso en tiempos de David, el censo se acogió con oposición (v. cap. 10), y en época postexiliar se achacó nada menos que a inspiración satánica:

1 Crónicas 21.1.
Alzóse Satán contra Israel e incitó a David a hacer el censo de Israel.

Una Judea que miraba el censo con tal hostilidad incluso cuando lo llevaba a cabo su gran rey David, no era probable que considerase ecuánimemente el que decretaba un grupo de opresores gentiles.

Sin embargo, el censo era una necesidad evidente en la segunda administración de Cirino. Herodes Arquelao acababa de ser depuesto como etnarca (v. cap. 5), y ahora estaba Judea bajo la férula directa de Roma. Mientras Judea estuvo regida por gobernantes y leyes locales. Roma se mostró dispuesta a recaudar sus impuestos en la forma que conviniera al gobernante, con tal que se limitara a entregar a la metrópoli una cantidad adecuada. Pero una vez que se ocupó directamente de la administración, todo habría de hacerse de manera organizada, y para ello el primer paso sería un censo, para contar a la gente y sus posesiones.

Desde nuestro punto de vista, es una medida ilustrada que redundaría en favor del pueblo llano, pues Augusto gobernaba bien e imponía una honestidad sorprendente en la administración de las provincias. Lamentablemente, el propósito de un censo y su honrada intención no podían explicarse fácilmente. Los judíos (y todos los pueblos del Oriente) conocían muy bien la corrupción de los gobiernos y las extorsiones de los recaudadores de impuestos. Cuando llegaba el recaudador, el único medio de salvarse era una combinación de amenazas y sobornos. Un censo que descubriera sus bienes y colocara al recaudador en la obligación de percibir una cantidad determinada les privaría de la oportunidad de eludir algunos impuestos.

No es de extrañar, pues, que se produjesen frenéticos alborotos por toda Judea cuando los romanos iniciaron el censo. En los Hechos de los Apóstoles, Lucas menciona tales disturbios:

Hechos 5.37. ...
se levantó Judas el Galileo, en los días del empadronamiento, y arrastró al pueblo en pos de sí...

Las rebeliones se sofocaron en sangre, por supuesto, y el censo se completó. Su recuerdo permaneció vivo durante décadas y no es sorprendente que Lucas lo utilizara como hito para el nacimiento de Jesús.

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