Intrépido (37 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
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—¿La capitana Tyrosian está al mando de la división de naves auxiliares? ¿Qué ha pasado con el capitán Gundel? —preguntó un oficial. Su expresión al mirar a Tyrosian era de sorpresa, no de hostilidad.

—Al capitán Gundel se le ha encomendado la labor de ayudarme con una evaluación a largo plazo que precisa esta flota —respondió Geary—. Se está trasladando a la
Titánica
.

—Lo que yo había oído era que Gundel había sido relevado de su puesto de mando —desafió otro oficial.

Las noticias vuelan. Eso sí que no ha cambiado desde mis tiempos. Geary volvió a mirar a Tyrosian.

—Las normas de la flota prohíben que un oficial se encuentre al mando de una nave y que forme parte del plantel personal del capitán de la flota. Por ello, no tuve más remedio que entregarle el mando de la
Genio
al segundo de a bordo del capitán Gundel. El capitán Gundel —añadió Geary—, aceptó todos estos cambios.

Tyrosian, que no estaba acostumbrada a ser el centro de atención en este tipo de reuniones, se limitó a asentir con la cabeza.

—¿Diría lo mismo el capitán Gundel si le preguntáramos a él? —continuó el oficial.

—Si no considera que mis afirmaciones son lo suficientemente fiables —sentenció Geary con sequedad—, siéntase libre de contactar con el capitán Gundel. Pero debo advertirle que es probable que le diga que está demasiado ocupado como para ser interrumpido con tanta frecuencia.

Las sonrisas emergieron a ambos lados de la mesa. Como Geary bien había adivinado, había un buen número de oficiales al mando que se habían visto obligados a tratar con el capitán Gundel mientras estaba al frente de las naves auxiliares y todos ellos sabían a qué se refería veladamente Geary.

El oficial que había cuestionado la versión de Geary también pudo ver las sonrisas y se dio cuenta de que, obviamente, no iba a contar con muchos aliados a la hora de protestar contra el traslado de Gundel.

—Está bien. Solo quería asegurarme, nada más —zanjó el oficial.

—Estupendo. —Geary deslizó la mirada lentamente alrededor de la mesa. A juzgar por la mayoría de las expresiones que allí se observaban, seguían viéndolo a él como líder de la flota por el momento. Pero la cuestión era que había demasiados que parecían estar de acuerdo con lo que decía Numos.
¿Por qué? No son estúpidos. Pero sigue habiendo demasiados que no parecen muy contentos con el hecho de que no plantáramos batalla en Corvus, lo que indica que se pasan por el forro la lógica más simple y el sentido común. Muy bien. Si quieren pelear, tendrán que aprender cómo hacerlo.

—Vamos a hacer algo más mientras estamos aquí —indicó Geary.

Todo el mundo se quedó observándolo, algunos con avidez y otros con cautela.

—He tenido la oportunidad de ver a la flota en acción. —Ahora era el momento de que Geary exhibiese el lenguaje más diplomático del que pudiera hacer gala. En ese instante habría deseado poder fiarse lo suficiente de Rione en lo que se refería a la política interna de la flota como para que le hubiese echado una mano en la manera de exponer aquello—. El coraje del personal y las capacidades de las naves de esta flota son verdaderamente impresionantes. Tienen ustedes muchas cosas de las que sentirse orgullosos. —Geary arrojó esa última frase en plena excitación, en un intento por arrebatarle a Numos la iniciativa en esa materia—. Nuestro objetivo no es solo la victoria en la batalla. Se trata de infligir las mayores pérdidas posibles al enemigo a la par que de sufrir las menores posibles en nuestro bando. Hay ciertas cosas que podemos hacer con vistas a maximizar nuestras opciones de victoria en ese tipo de confrontaciones.

La precaución seguía estando presente en los rostros de los comandantes de los navíos. Geary solicitó otro visualizador, en el que se podían ver las formaciones de batalla con las que se había estado entrenando él mismo en el pasado, con las que aprendió a coordinar grupos de naves de tal modo que pudieran actuar de manera conjunta en momentos decisivos. Llevaba mucho tiempo pensando en esto, pensando en cómo decirles que no tenían ni idea de cómo afrontar una batalla en condiciones.

—Coordinación, trabajo en equipo y formaciones de navíos que nos permitirán conseguir las mayores ventajas de todas esas cualidades. Es preciso practicar mucho para llegar a adquirir esas virtudes, pero la recompensa es alta, pues los síndicos no estarán preparados para defenderse contra tal despliegue —auguró Geary.

—Podemos ordenar a las naves que formen de esas maneras —objetó alguien—, pero será menos que inútil si no hay nadie que pueda coordinar la acción a lo largo de los minutos luz frente a un enemigo que está actuando y reaccionando. Ese es el problema. Siempre resulta muy difícil cuando la información llega con retardo. Todos estamos familiarizados con los conceptos básicos que aparecen en las guías tácticas, pero nadie sabe ya de verdad cómo hacer funcionar esas formaciones.

La comandante Crésida, de la
Furiosa
, tomó la palabra por primera vez.

—Eso ha sido así durante un tiempo, pero creo que ahora mismo sí que tenemos a alguien que sabe cómo hacer eso. Alguien que lo aprendió hace mucho tiempo. —Crésida miró a Geary con una sonrisa sombría.

El propio Geary pudo comprobar cómo todos los presentes a ambos lados de la mesa se iban dando cuenta de a qué se refería Crésida. Por un momento pareció que ni siquiera Numos ni Faresa eran capaces de esgrimir ningún argumento para rebatir aquello.
Hay que aprovechar el momento.

—Podemos hacerlo. Costará trabajo. Vamos a poner en marcha simulaciones y ejercicios mientras estemos en este sistema. Vamos a practicar con simulaciones de batalla. Y sí, hay ciertos trucos que yo conozco y que parece que no han perdurado lo suficiente como para llegar con vida hasta este momento de la guerra. Puedo mostrárselos y, una vez lo hayamos hecho, todos estaremos en disposición de sorprender a los síndicos —arengó Geary.

A pesar de que había alguna que otra expresión de escepticismo que asoma por allí, la mayoría de los comandantes de las naves parecían aliviados y mostraban interés por lo que les estaba contando Geary.

—Repasaremos las formaciones, prácticas de batalla y maniobras. —En el momento de mencionar las prácticas de batalla, la expectación creció más todavía, como si el interés de Geary por prepararlos para el combate hubiese aliviado algunas de sus preocupaciones—. Voy a preparar un calendario de actividades —continuó Geary—. Será intensivo, porque no sé cuánto tiempo tendremos para practicar. ¿Alguna pregunta?

—¿Adónde iremos desde aquí? —preguntó el capitán Tulev.

—Eso es algo que seguimos pensando. Como bien sabe, tenemos varias opciones —comentó Geary.

—¿Entonces no le preocupa la posibilidad de tener que abandonar Kaliban a toda prisa? —Tulev miró a Geary con unos ojos que delataban claramente que sabía cuál era la respuesta que le iba a dar Geary.

Geary sonrió lentamente, agradecido de Tulev le concediese la oportunidad de poner sobre el tapete uno de sus puntos fuertes.

—Nos iremos de Kaliban cuando nos salga de los mismísimos, capitán —repuso Geary.

Algo parecido a una oleada de vítores inundó la mesa a medida que la mayoría de los comandantes de las naves iban expresando su aprobación ante aquella bravata. Geary mantuvo la sonrisa, incluso aunque lo que realmente sentía era alivio por haber logrado aparentemente comunicarles a aquellos hombres y mujeres que les hacía falta un montón de preparación sin herir su amor propio ni su confianza en sus propias capacidades.

—Eso es todo. Estoy elaborando el calendario de ejercicios de combate, así que se lo haré llegar a todas las naves en cuanto lo tenga listo —informó Geary.

La capitana Desjani se puso de pie, asintió con la cabeza mirando a Geary y salió de la sala a toda prisa, revisando su agenda electrónica para saber cuáles eran las últimas acciones que precisaban de la intervención de la capitana del
Intrépido
. Las imágenes de otros comandantes de navío empezaron a desvanecerse rápidamente a medida que iban desfilando para hacer saber a sus propios subordinados el resultado de la reunión. Geary se fijó en uno de los oficiales y le ordenó que siguiese en su puesto levantándole la mano.

—Capitán Duellos, necesito hablar con usted en privado, por favor —instó Geary.

Duellos asintió con la cabeza y su imagen «caminó» hacia Geary mientras la de los restantes oficiales al mando se desvanecía como si aquello fuera un mar de burbujas hirvientes. Por ende, el tamaño aparente del compartimento se volvió a encoger hasta encajar de nuevo en sus proporciones reales.

—¿Sí, capitán Geary? —dijo Duellos.

Geary se frotó el cuello, tratando de decidir cómo hacer la pregunta que tenía en mente.

—Le agradecería que me diera su opinión acerca de una cosa. Durante la reunión se habló de orgullo y de nuestra negativa a entrar en combate en Corvus. ¿Cuáles son sus sensaciones al respecto?

Duellos ladeó la cabeza para mirar a Geary.

—¿Está diciéndome que mi opinión en concreto es importante para usted? No puedo pretender representar las opiniones del resto de capitanes de la flota —advirtió Duellos.

—Lo sé —reconoció Geary—. Me gustaría saber qué piensa usted y qué cree que piensan los demás.

—Muy bien —afirmó Duellos levantando ligeramente una comisura de los labios—. Comprendo lo que dijo usted sobre el orgullo. Pero usted debe comprender que el orgullo es una de las piedras de toque de esta flota.

—¡Nunca he dicho que no deban estar orgullosos! —exclamó Geary alzando las manos en un gesto de disgusto.

Esta vez fueron los dos laterales de la boca de Duellos los que se elevaron momentáneamente como si estuviera intentando encontrar la parte graciosa de aquella situación.

—No. Pero no se puede dar por descontada la importancia del orgullo. Ha habido momentos, capitán Geary, en los que nuestro orgullo ha sido lo único que nos ha mantenido en pie —expuso Duellos.

Geary meneó la cabeza y miró hacia otro lado.

—Respeto, y no sabe cuánto, que piensen que el orgullo sin más es la única motivación a la que pueden apelar. Pero yo creo que lo que ustedes llaman orgullo es algo que va mucho más allá. Es creer en ustedes mismos, quizá, o perseverar ante la adversidad. Esas son las cosas de las que uno debe estar orgulloso. No es lo mismo que sentir orgullo —matizó Geary.

Duellos suspiró.

—Me temo que hemos perdido la capacidad de establecer una distinción entre ambas cosas. La hemos perdido en algún momento entre su época y la nuestra. La guerra pervierte las cosas y la mente humana no es precisamente lo último que se malea en estos casos —apuntó Duellos.

—¿Entonces usted también piensa que debíamos haber entrado en combate con los síndicos en Corvus? —preguntó Geary.

—No. Rotundamente no. Habría sido estúpido, por las razones que usted apuntó. Pero… —Duellos dudó—. ¿Puedo hablarle con franqueza?

—Por supuesto. Si le estoy haciendo esta pregunta es porque confío en que me va a decir la verdad —le reconfortó Geary.

Duellos volvió a esgrimir aquella leve sonrisa una vez más.

—No puedo pretender saber siempre qué es verdad y qué no. Lo único que puedo decirle es lo que yo creo que es verdad. Debe comprender que mientras la mayoría de los oficiales al mando de esta flota creen profundamente en
Black Jack
Geary, muchos se preguntan si usted sigue siendo aquel hombre. Paciencia —añadió, al ver que Geary iba a replicar algo—. Comprendo que nunca fue usted aquel hombre. Pero lo que ellos buscan en sus actos son las cualidades de
Black Jack
Geary. Geary se quedó pensando en aquello durante un momento.

—¿Y si no ven lo que creen que son las cualidades de
Black Jack
en mí? —interrogó Geary.

—Pues cuestionarán su capacidad para seguir al mando de esta flota —aseveró Duellos sin dudar—. Desde que usted asumió el mando, ha habido algunos que se han dedicado a propagar rumores diciendo que es usted un hombre vacío, al que un período tan largo de hibernación ha dejado tocado; que es usted, en suma, un vestigio hueco y maleado de lo que fue un gran héroe. Si empiezan a ver que le falta valor a la hora de enfrentarse al enemigo, los rumores que dicen que su espíritu ya no está con su cuerpo no harán sino acrecentarse.

—Joder. —Geary se frotó la cara con ambas manos. Con todo lo que odiaba que lo tomasen por una leyenda, el que lo etiquetasen como una especie de zombi sin alma no suponía a sus ojos mejoría alguna. Y aquella etiqueta podría afectar críticamente y para mal su capacidad de comandar la flota—. ¿Hay alguien que esté alzando la voz contra ese tipo de rumores?

—Claro que sí, señor. Pero las palabras de gente como yo no significan nada para quienes dudan de usted. Los indecisos están pendientes de sus actos —explicó Duellos.

Geary volvió a levantar las manos fruto de la exasperación que le producía aquello.

—En principio tampoco puedo ponerle «peros» a lo que está pasando, ¿verdad? No puedo preguntarle quién se dedica a propagar esos rumores porque estoy seguro de que no me lo va a decir. Capitán Duellos, he asumido el mando para llevar a la flota a casa. Si puedo hacerlo sin que medie ninguna gran batalla, significará que lo he conseguido sin perder más naves —afirmó Geary.

Duellos se quedó mirándolo un buen rato.

—Capitán Geary, conseguir devolver la flota a casa es apenas un fin en sí mismo. No voy a fingir que no se trata de un asunto de gran importancia, pero la flota existe para luchar —recordó Duellos—. Los síndicos deben ser derrotados si queremos poner fin a la guerra. Cualquier daño que seamos capaces de infligirles mientras volvemos a casa obrará en beneficio de la Alianza. Y tarde o temprano, esta flota tendrá que enfrentarse de nuevo a los síndicos.

Geary se quedó de pie durante un buen rato, con la cabeza llena de sombras, y después asintió vivamente con la cabeza.

—Comprendo —espetó Geary.

—No es que queramos morir estando tan lejos de casa, lo entiende, ¿verdad? —Esta vez Duellos sí logró completar una sonrisa irónica.

—La verdad es que sí. —Geary toqueteó la parte izquierda de su pecho, donde había pocas condecoraciones adornando su uniforme, en contraste con las filas y filas de condecoraciones de combate que poblaban el traje de Duellos. El azul claro inconfundible de la Medalla al Honor de la Alianza sobresalía entre ellas, la condecoración por esa «última batalla» que Geary no creía haberse ganado pero que las normas le obligaban a lucir—. Todos ustedes han crecido con esto. Luchar y morir es algo que aceptan como algo normal en la vida. Mi mentalidad sigue siendo de hace un siglo, una época en la que la paz era la norma y la guerra total solo una posibilidad. Para mí, el combate era un juego teórico, en el que los árbitros sumaban los puntos de unos y otros al final y decidían quién ganaba y quién perdía, tras lo cual todos se iban a tomar algo juntos y mentían sobre lo brillantes que habían sido sus tácticas. Ahora todo es real. Todo lo que pasó en Grendel ocurrió tan deprisa que ni siquiera tuve tiempo de pensar que estaba en medio de una guerra. —Geary hizo una mueca de disgusto—. Su flota es mucho más grande que la que existía en mi época. En una batalla podría perder más tripulantes que los que había en toda la flota que yo conocí. Por eso sigo adaptándome a esto, sigo adaptándome a verme arrojado en medio de una guerra que lleva viviéndose tanto tiempo.

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