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Authors: Alberto Garzon Espinosa Juan Torres Lopez

La crisis financiera guia para entenderla y explicarla (8 page)

BOOK: La crisis financiera guia para entenderla y explicarla
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Aunque tanto Fannie como Freddie son empresas patrocinadas por el gobierno de los Estados Unidos, ambas son entidades privadas que cotizan en bolsa. Sus beneficios surgen de la diferencia entre los intereses que pagan a los inversores (más bajos) y los que reciben por los préstamos comprados (más altos).

Fannie y Freddie también pueden conceder préstamos, aunque tienen que respetar unas condiciones legales que impiden que éstos no sean de la más alta calidad, es decir, prime. Sin embargo, sí pueden comprar préstamos subprime e incorporarlos a sus carteras
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. A pesar de ello, siguen siendo las empresas que más préstamos hipotecarios conceden en Estados Unidos, y en el último trimestre de 2007 concedieron el 75% de las hipotecas
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.

Que estén patrocinadas permite a los inversores confiar especialmente en ellas, puesto que en caso de pérdidas está garantizado que el gobierno intervendrá para rescatarlas.

Como ha comentado el economista Paul Krugman al respecto, “los beneficios están privatizados pero las pérdidas están socializadas. Si a Fannie y Freddie les va bien, sus accionistas cobran sus beneficios, pero si las cosas les van mal, Washigton paga la factura. Cara, ganan ellos, cruz, perdemos nosotros”
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.

Tras la caída de estas grandes agencias, y las impresionantes pérdidas anunciadas por los grandes bancos comerciales y el resto de bancos de inversión, entre otras entidades, el temor se propagó con mayor velocidad. También afectó a las grandes aseguradoras, muy implicadas en la concesión de seguros para los títulos financieros que ya carecían de valor.

Los siguientes en caer fueron otros dos de los grandes bancos de inversión que habíamos citado previamente. Lehman Brothers, que cayó en manos de Goldman Sachs después de una sangrienta lucha entre capitales, y Merril Lynch, que fue absorbido por Bank of America.

Y de los cincos grandes bancos de inversión que habían cosechado multimillonarios beneficios a costa de las “subprimes”, sólo quedaban ya dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley. Pero su situación era también dramática, y por su status jurídico no podían acceder a los mecanismos que el gobierno estadounidense había puesto a disposición de los bancos comerciales para rescatarlos. Por esa razón, ambas entidades solicitaron con urgencia un cambio de status jurídico, ante el temor de ser las siguientes víctimas de la crisis.

Tres ejemplos

Esta falta de confianza entre los bancos supuso el incremento del tipo de interés del mercado interbancario, que es el tipo al que se prestan entre sí los bancos, y aquellos que acudían allí a endeudarse vieron cómo ahora les resultaba más costoso hacerlo. Ese fue el caso del banco inglés Northern Rock, que en septiembre de 2007 sufrió las consecuencias de la crisis hasta tal grado que acabó siendo nacionalizado por el gobierno inglés.

El banco inglés Northern Rock prestaba a largo plazo (concediendo hipotecas) y se endeudaba a corto en el mercado interbancario, cuyo tipo de interés había alcanzado ahora el nivel más alto en nueve años
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. Como consecuencia, estaba comenzando a sufrir un problema de liquidez. A pesar de que tenía activos inmobiliarios por valor de 200.000 millones de dólares
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, era incapaz de atender las demandas de los clientes que, movidos por los rumores de insolvencia y temerosos de perder sus ahorros, se presentaban presurosos en las oficinas del banco con la intención de retirar todos sus depósitos.

El Banco de Inglaterra y otras instituciones inglesas de emergencia se apresuraron a prestarle dinero, pero fue insuficiente ante el temor generalizado de los clientes, y las acciones del banco se desplomaron al cerrar la semana en un 32%
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.

Se da la circunstancia de que el Northern Rock utilizaba un vehículo de titulización, que recibía el nombre de Granite y estaba afincado en el paraíso fiscal de la isla de Jersey, para financiarse. Granite tenía en su posesión hipotecas por valor de 53 mil millones de libras, lo que representaba el 70% de la cartera del banco
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.

Dada la situación económica del banco inglés, las entidades que realizaron ofertas de compra lo hicieron con cifras muy por debajo de las esperadas por el gobierno inglés, quien finalmente decidió nacionalizar el banco.

Como hemos señalado, el quinto banco de inversión más grande de Estados Unidos, Bear Stearns, fue uno de los primeros en admitir problemas derivados de la crisis subprime.

Una vez JP Morgan se hizo con el control de Bear Stearns, inició una reestructuración radical del banco que le llevó a recortar la plantilla a la mitad
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.

Por otra parte, Bear Stearns mantenía tres “hedge funds” fuertemente implicados en la gestión de activos titulizados, los cuales superaban los 20.000 millones de dólares
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. Dos de ellos quebraron en junio de 2007 como consecuencia de la crisis, a pesar de que en un intento por rescatarlos el banco inyectó en sus balances más de 3.200 millones de dólares
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. Dos de los antiguos gestores de dichos fondos fueron arrestados un año más tarde acusados de ocultar a los inversores los riesgos reales de las operaciones que llevaban a cabo y causar pérdidas superiores a los 1.000 millones de dólares
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.

En Julio de 2008, un senador estadounidense puso en duda públicamente la solvencia del séptimo banco más importante en la concesión de hipotecas, IndyMac. El banco se había especializado en los préstamos Alt-A. Durante 2006 sus acciones cotizaban a 50 dólares y, sin embargo, tras la caída del mercado en 2007 pasaron a venderse por 6 dólares.

Durante los siguientes once días al anuncio del senador, los clientes retiraron un total de 1.300 millones de dólares, provocando en la entidad una crisis de liquidez que la obligó a cerrar y dejó sus acciones a 28 céntimos de dólar
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.

Tal y como había ocurrido en Inglaterra con Northern Rock, IndyMac también tenía activos suficientes pero que no podían transformarse en dinero en pequeños espacios de tiempo. A pesar de sus 32.000 millones de dólares en activos
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, IndyMac corrió la misma suerte que Northern Rock y fue nacionalizado por el gobierno. Esta nacionalización llevó a IndyMac a ocupar el segundo puesto en las instituciones bancarias más importantes quebradas en Estados Unidos.

Carroñeros

Detrás de la operación de compra, profundamente ventajosa para el banco JP Morgan, no había un ejercicio de altruismo sino toda una estrategia de mercado. En Washignton y Wall Street había personas muy poderosas e interesadas en el desplome de Bear Stearns. Como escribió Ignacio Ramonet: “Metódicamente, desde la sede de este banco se lanzó una campaña de rumores, insistiendo en una pretendida falta de liquidez de Bear Stearns. Con llamadas telefónicas personales a grandes inversores, aterrorizándoles y empujándoles a retirar de inmediato sus fondos. En menos de cien horas, el precio de la acción se hundió de 70 a 2 dólares. El presidente de Bear Stearns, Alan Schwartz trató de lanzar una contraofensiva, demostrando, con documentos y pruebas, la falsedad de los rumores. No lo consiguió.”
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Se estaba consolidando un auténtico capitalismo de carroñeros (mucho peor que el crony capitalism o “capitalismo de amiguetes” de hace unos años) caracterizado por la agresividad de los agentes implicados en la búsqueda de rentabilidades cada vez mayores y en menos tiempo. A lo largo de la crisis se han descubierto multitud de estos comportamientos.

En Estados Unidos dos antiguos brokers del banco suizo Credit Suisse han sido acusados de fraude con la gestión de los activos titulizados. Los inversores han denunciado que ellos pretendían comprar activos titulizados respaldados por préstamos para estudiantes y no respaldados, como al final ocurrió, por préstamos hipotecarios de mucho más riesgo
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En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha investigando a determinados brokers a raíz de una denuncia interpuesta por un banco. El banco les acusa de vender sus acciones cuando cotizan alto, para después iniciar una campaña de difamación mediante la publicación de informes falsos que provoquen la disminución de las cotizaciones del banco, y así poder recomprar entonces las acciones a un precio mucho más bajo. De este modo los brokers obtenían un beneficio con la diferencia de precios. Según el diario El Mundo, la operación es “relativamente sencilla dentro del funcionamiento de los mercados y está extendida entre la mayoría de inversores cualificados. Ante la expectativa de que un valor va a bajar, un inversor o broker pide prestadas acciones para venderlas en el mercado. Cuando esa acción ha caído, el mismo inversor las recompra, a un precio bastante más bajo, y se las devuelve a su prestamista, logrando así una rentabilidad proporcional a la caída de la acción”
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.

La crisis llega a la economía real

Como hemos dicho, una vez los bancos ven las orejas al lobo dejan de prestar porque temen que los préstamos lleven consigo quiebras y pérdidas contra ellos. No es que faltara entonces liquidez en los mercados, como decían los gobernantes y responsables económicos, sino que no salía al mercado porque se había extendido la desconfianza ante el riesgo generalizado.

Cuando los bancos advierten el riesgo y cierran el grifo de la financiación lo cierran para todos, no solo para los especuladores más “contaminados” por las hipotecas basuras. Por tanto, enseguida la crisis financiera comienza a afectar a la economía real, es decir, a la que tiene que ver con la inversión productiva de las empresas, con la creación de empleos, con la producción de bienes y servicios. Los empresarios empiezan a tener dificultades porque los bancos no le prestan, muchos consumidores dejan de obtener créditos, se invierte menos, se vende menos... hay pérdidas y despidos. Poco a poco, en realidad bastante deprisa, la crisis llegó irremediablemente a la economía real y no se quedó en las grandes finanzas.

Efectos colaterales: especulación petrolera y alimentaria

En mitad de ese proceso se produce otro fenómeno de gran importancia: los inversores que ven que las finanzas se han puesto feas para especular allí (que es lo que saben hacer) apuestan por invertir en otros mercados.

La lógica especulativa que mueve las finanzas de nuestra época consiste en tratar de obtener los máximos rendimientos económicos en el menor espacio de tiempo posible. Los grandes capitales que existen en los mercados, que son resultado de una serie de factores muy distintos, tal y como hemos señalado antes (concentración del ahorro familiar en los fondos de pensiones privados, grandes fortunas de multimillonarios, beneficios de las empresas multinacionales, reservas excedentarias en dólares de los países productores de petróleo o de China, los llamados “fondos soberanos”...) se mueven siempre hacia los espacios financieros donde se ofrecen mejores rentabilidades.

Esta es lo que provocó el traslado de los grandes capitales desde el mercado bursátil, que se desplomó en el año 2000, hacia el mercado inmobiliario, creando de esta forma la burbuja inmobiliaria. Y esta sería también la razón que llevó a los inversores especulativos a salir del mercado de derivados financieros cuando estalla la burbuja.

Pero no se vuelven hacia el aparato productivo, a crear empleo y riqueza. No. Dirigen su proa hacia a aquellos mercados en donde preven que pueden alcanzar rentabilidades de la misma naturaleza, altas, rápidas y a ser posible sin rastro fiscal.

Los mercados apropiados para ello en ese momento son los que tengan una cierta tendencia estructural al alza de precios. Es así que se podría ganar mucho dinero y fácilmente comprando y vendiendo enseguida.

Puesto que el inmobiliario ya no servía, los capitales se dirigieron a otros dos mercados con esta característica: el del petróleo y el de productos alimenticios.

Eso fue lo que produjo como de repente unas subidas espectaculares en los precios del petróleo y de los productos básicos en todo el planeta ante la perplejidad de la gente y ante la pasividad de los gobiernos que, como hasta entonces, dejaron hacer a los especuladores.

Los precios de las materias primas y del petróleo se incrementaban aparentemente sin lógica alguna, empujando al alza la inflación haciendo que la crisis real derivada de la falta de crédito se agudizara y, lo que es peor, provocando la muerte de miles de personas para las cuales el consumo de alimentos ocupa la mayor parte de la renta.

Por aquel tiempo, en la página web del Deutsche Bank, como en la otros muchos bancos podía leerse: “¿Quiere recoger los frutos de un posible aumento de los precios de los productos agrícolas? Deutsche Bank, como distribuidor, le propone dos maneras de beneficiarse”
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. Y a continuación presentaba dos productos financieros a través de SICAV luxemburgueses.

Nadie puede extrañarse, pues, de que se haya roto la tendencia y vuelva a aumentar el número de hambrientos en el mundo. Esos beneficios que ofrecían los bancos como Deutsche Bank procedían de las subidas de los alimentos básicos de más de media humanidad.

Con tal de ganar dinero, los bancos y los especuladores provocaron la muerte de cientos de miles de personas pobres. Sin lugar a dudas, y para vergüenza de la humanidad, el dinero en manos de esa gente mata, es su terrible arma de destrucción masiva. Es el instrumento con el que se está cometiendo lo que el anterior relator de las Naciones Unidas para los problemas de la Alimentación, el profesor suizo Jean Ziegler, calificó con toda la razón como “un crimen contra la humanidad.

¿Qué hicieron mientras tanto las autoridades?

Tal y como hemos apuntado, la crisis de las hipotecas basura no puede entenderse sin conocer la complicidad de los gobiernos, de los bancos centrales y de los grandes organismos internacionales.

En primer lugar, ellos han sido los responsables de imponer las políticas neoliberales que, como indicamos, provocaron la deriva de los capitales hacia la especulación financiera. Y ellos fueron los que establecieron las normas y las condiciones de juego que han permitido que los bancos hayan hecho lo que han hecho.

Antes y durante la crisis, permanecieron prácticamente impasibles ante el creciente riesgo que conllevaban los procesos de titulización, que previamente habían permitido y promovido como mecanismos extraordinarios para fomentar el crecimiento económico.

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