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Authors: Francesc Gironella,Isaac Asimov

Tags: #Ensayo

Las Palabras y los Mitos (3 page)

BOOK: Las Palabras y los Mitos
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Los griegos asociaron a Crono con el sexto planeta (contando a la Tierra como uno más de ellos, el tercero). Quizá se debiera a que, de todos los planetas conocidos por los griegos, el sexto era el más alejado de la Tierra y, por lo tanto, el más próximo a los límites exteriores del cielo. ¿Podía ser debido a que parecía acaudillar el ataque contra el dios del cielo (Urano) y, por lo tanto, recibiera acertadamente el nombre de Crono?

Otra posibilidad es la siguiente: de cuantos planetas conocían los griegos, el sexto es el que estaba más alejado del Sol, y como la gravitación solar es débil a tal distancia, era el planeta que, para ellos, se desplazaba más lentamente. Su desplazamiento es tan lento que invierte veintinueve años y medio para describir un círculo completo ante las estrellas. Dado este largo y majestuoso recorrido, los griegos debieron considerar que tenía que ser simbolizado por un dios muy anciano. Y Crono pareció el más apropiado.

Los romanos denominaron
Saturno
al planeta y éste es el nombre que ha perdurado hasta nuestros días.

Saturno tiene un grupo de anillos muy delgados que le rodean a la altura del ecuador. Los antiguos lo ignoraban, porque estos anillos no pueden verse sin telescopio. Fueron descubiertos en 1655, y en el mismo año se atisbó por vez primera uno de los nueve satélites de Saturno. Este satélite es el sexto (contando desde Saturno hacia fuera), y recibió el nombre de Titán. Es un nombre poco afortunado, ya que no es nombre de dios, sino de un grupo de dioses.

La mayoría de los restantes satélites de Saturno recibieron los nombres de otros tantos Titanes, varones y hembras, ya que se consideró adecuado asociarlos con Saturno en el cielo. Así, los satélites séptimo y octavo fueron denominados
Hiperión
y
Jápeto
, nombres de Titanes. Los satélites tercero, cuarto, quinto y noveno recibieron los nombres de
Tetis
,
Dione
,
Rea
y
Febe
, nombres de Titánides
[
1
]
. En 1905 se informó que había sido descubierto un nuevo satélite y se le dio el nombre de
Temis
, basado en el nombre de la Titánide que más tarde fue considerada diosa de la justicia. Se demostró luego que el descubrimiento era erróneo y, por lo que actualmente sabemos, no existe tal satélite.

De todas las Titánides evocadas por los satélites de Saturno, Rea es la más importante. Era la esposa de Crono y, como también estaba asociada inicialmente con la agricultura, es otra versión de la diosa de la tierra. Tal como explicaré más adelante, era la madre de los dioses y diosas que realmente adoraban los griegos, por lo que fue llamada «madre de los dioses», y fue tenida en gran honor. (Por alguna razón desconocida, este es el nombre que llevan unas aves parecidas a los avestruces, los «reas», que se encuentran en Sudamérica).

Hacia el año 200 a. C., los romanos asimilaron una diosa llamada
Cibeles
, originariamente adorada en Asia Menor, como diosa de la agricultura. Los romanos la identificaron con Rea y la adoraron como
Magna
Mater
(«la Gran Madre») o
Alma
Mater
(«Madre Nutricia»). Hoy en día, la frase «alma mater» se aplica a las universidades porque, como madres solícitas, alimentan y protegen las mentes.

No todos los Titanes ni las Titánides han quedado perpetuados con los nombres de los satélites de Saturno. Tetis, la Titánide, sí se encuentra entre ellos, pero no así su esposo,
Océano
.

Océano es el más anciano de los Titanes y simboliza el agua que rodeaba la tierra del mundo. Evidentemente, los griegos no estaban completamente seguros de que el agua rodeara toda la tierra. Sólo conocían el mar Mediterráneo y la tierra que le circunda, es decir, el sur de Europa, el norte de África y el oeste de Asia. En tres de las cuatro direcciones, ellos sólo habían descubierto tierra sin interrupción (de ahí que Europa, Asia y África y cualquier gran extensión de terreno sea llamada «continente»). Sin embargo, el mar Mediterráneo se extendía hacia el oeste hasta llegar al actual estrecho de Gibraltar. Allí, Europa y África casi se juntan. Y más, allá, se abre una gran franja de agua.

Este agua parecía alejarse hacia el norte y hacia el sur y, para los griegos, suponía una explicación clara y satisfactoria de que se trataba de un enorme río circular ocupando el borde de un mundo en forma de tarta aplanada.

Pero, dado que la única parte que conocían de este río circular se encontraba en el oeste, imaginaron que Océano y Tetis vivían en él. Lo cierto es que los antiguos griegos se plantearon muchos interrogantes acerca del lejano oeste.

Por supuesto, a medida que los hombres fueron conociendo mejor el mundo, comprobaron que aquel río del mundo no era tal río, sino una amplia franja de agua salada como el Mediterráneo, pero mucho mayor. Sin embargo, el nombre del Titán persiste ya que, como todos sabemos, llamamos «océano» a esta gran franja de agua.

Los griegos acertaban en un aspecto de este río del mundo. El agua se extiende, por supuesto, en torno a Europa, Asia y África, pero también existen otras grandes zonas de tierra. Tenemos América del Norte y del Sur, la Antártida, Australia y un sinnúmero de islas más pequeñas. Todo ello corta la continuidad del agua salada, por lo que ahora hablamos de cinco océanos diferentes.

Como Nueva Guinea y miles de otras islas más pequeñas están rodeadas por el mayor de los océanos, el Océano Pacífico, todas ellas están reunidas bajo el nombre común de «Oceanía». De este modo, la tierra que los griegos no llegaron nunca a conocer tiene el nombre del Titán que ellos imaginaron.

En lo que se refiere a Tetis, la esposa de Océano, ha sido perpetuada (aparte de ser un satélite de Saturno) de una forma menos usual. Los científicos, al reproducir la historia pasada de la tierra, han descubierto que la estructura actual (tierra y mar) no siempre fue así. Hace unos cuantos centenares de millones de años, existía una amplia franja de agua que discurría hasta el Océano Pacífico, atravesando Asia. El mar Mediterráneo es una moderna huella de esta antigua franja de agua. El geólogo austriaco Eduard Suess le puso el nombre de «Mar Tetis».

Tal vez el Titán mejor conocido sea Atlas. Puede que haya formado parte de una segunda generación de Titanes, o tal vez no. Es decir, algunos de los antiguos escritores griegos lo describen como hijo de Urano y hermano de Crono, Océano, Jápeto y los restantes Titanes. Pero otros lo consideran hijo de Jápeto y nieto de Urano, por lo que sería el sobrino de Crono y Océano.

Ello no reviste mucha importancia, salvo que demuestra que nada hay seguro en mitología. Cada escritor griego se sentía con libertad para explicar los mitos a su manera y la información que uno puede conseguir depende del autor que se elija.

Sea lo que fuere, el hecho es que Atlas se unió a los otros Titanes en una guerra contra el dios más joven y poderoso. Incluso puede que fuera el caudillo de los Titanes. Pero tanto él como los otros Titanes fueron derrotados y, como castigo, Atlas fue condenado a sostener el cielo sobre sus espaldas. (El nombre de «Atlas» proviene de una palabra griega que significa «sostener»).

Los griegos describieron a Atlas situado en el lejano oeste, cerca del estrecho de Gibraltar, la región siempre llena de interrogantes. Cuando aquella región occidental fue explorada mejor, no encontraron, como es natural, a Atlas, sino una región montañosa, por lo que llegaron a la conclusión de que, en tiempos pasados, Atlas se había convertido en roca. La cadena de montañas que discurre por Marruecos y Argelia todavía lleva el nombre de «Macizo del Atlas ».

Se suponía que Atlas había sido el padre de varios grupos de jóvenes diosas llamadas las
Atlántides
. También eran llamadas las
Hespérides
, palabra griega que significa «oeste», ya que, al igual que a su padre, se las situaba en el lejano oeste.

A este respecto, para los antiguos griegos cualquier diosa secundaria imaginada como una joven era una
ninfa
, que es la palabra griega equivalente a «muchacha». Por esta razón, en zoología a las etapas jóvenes de ciertos insectos se las denomina «ninfas».

Los griegos imaginaron que las ninfas simbolizaban varios objetos de la naturaleza. Había ninfas viviendo en los árboles, rocas y montañas, en lagos y ríos. Eran lo que nosotros llamaríamos el «espíritu» de un determinado árbol o arroyo.

Las
Atlántides
eran ninfas relacionadas con el mar. Otras ninfas eran las
Oceánides
, las hijas de Océano, y las
Nereidas
, hijas de un antiguo dios del mar llamado Nereo.

Las Atlántides estaban asociadas a las aguas más al occidente de Océano, por lo que aquellas aguas eran denominadas tanto «Atlántico» como «Océano» y, actualmente, las denominamos «Océano Atlántico». Así pues, Atlas y Océano dejaron su huella en el nombre del segundo de los grandes océanos, aparte de ciudades como Atlanta, Georgia, y Atlantic City y Ocean City, en Nueva Jersey.

En el año 355 a. C., cuando el filósofo griego Platón escribió una historia sobre un gran continente situado en la parte occidental de Océano que se hundió bajo las aguas tras un terremoto, lo denominó «Atlántida». Por supuesto, era pura ficción, pero desde entonces siempre ha habido gente que ha insistido en que la Atlántida existió realmente.

A medida que el tiempo transcurría, se fue haciendo más difícil describir a Atlas sosteniendo el cielo. Los griegos aumentaron sus conocimientos sobre astronomía y llegaron a la conclusión de que el cielo tenía que estar al menos a millones de kilómetros lejos de la Tierra. Además, concluyeron, el cielo no tiene tendencia a caer y no necesita ser sostenido.

Por ello, surgió la noción de que Atlas, en vez de sostener el cielo, sostenía la Tierra. De hecho, en esa época atlas es descrito como una gigantesca figura, abrumada bajo el peso del gran globo terráqueo que se apoya sobre uno de sus hombros, mientras lo sostiene con uno de sus enormes brazos.

Hay un hueso en el cuerpo humano que parece cumplir la misión de Atlas. El globo de la cabeza descansa sobre la espina dorsal, la cual está compuesta por una serie de huesos que van descendiendo a lo largo de la espalda. El hueso de la parte superior, que sostiene la cabeza, se llama naturalmente «atlas».

Cuando los primeros geógrafos empezaron a confeccionar libros de mapas de las diversas regiones la Tierra, solían poner en la cubierta un dibujo de Atlas sosteniendo la Tierra. En el 1500, el geógrafo flamenco Gerhardus Mercator dibujó el primero de los mapas modernos, y denominó su libro de mapas un «atlas» debido al dibujo de la portada.

Desde entonces, un libro de mapas —y, por supuesto, cualquier libro de dibujos o fotografías que ilustre algún tema, como puede ser la anatomía del ser humano— es titulado un atlas.

En zoología, Atlas, al igual que Titán, puede emplearse para indicar un tamaño enorme. Un antiguo dinosaurio, que se supone fue el mayor de todos ya que medía un centenar de pies desde la cabeza hasta el final de la cola, es denominado «Atlantosaurio» (el «lagarto parecido a un Atlas»). De igual modo, el «escarabajo Atlas» es un escarabajo muy grande y la «polilla Atlas» es una polilla de gran tamaño.

Y para poner un ejemplo muy reciente, hay dos poderosos cohetes construidos en los Estados Unidos que son el «Atlas» y el «Titán». Y otro cohete aún más potente, que es el «Saturno».

El titán Hiperión, que forma parte de los satélites de Saturno, fue originariamente considerado el dios del Sol. Sin embargo, a medida que fue transcurriendo el tiempo, ésta fue la función del hijo de Hiperión,
Helio
.

Tal vez la huella más importante de Helio en el castellano moderno sea el resultado de un eclipse que tuvo lugar en la India, en 1868. Se dejó pasar la luz de la resplandeciente atmósfera del Sol a través de un instrumento denominado espectroscopio. Al hacerlo, la luz quedó dividida en una serie de brillantes líneas de colores diferentes. Cada línea era la señal de un elemento determinado de la atmósfera solar y tenía su correspondiente duplicado en la luz de los elementos terrestres cuando éstos eran puestos al rojo vivo. Pero hubo una excepción. Una línea de la luz solar difería de la línea producida entonces por cualquier elemento conocido de la Tierra.

El astrónomo británico Norman Lockyer supuso que debía de ser producida por un elemento que se encontraba únicamente en el Sol. Y denominó a este elemento «helio».

Veintisiete años más tarde, dicho elemento fue descubierto en la Tierra, pero entonces el nombre ya estaba firmemente asentado. Este elemento es todavía llamado helio, el «elemento del sol».

El prefijo «helio» es utilizado en numerosas palabras relacionadas con el Sol. Por ejemplo, la descripción moderna del sistema solar es la de una serie de planetas que rodean el Sol, situado en el centro, y ésta es la «teoría heliocéntrica».

Un ejemplo más común se refiere a una flor que siempre está vuelta hacia el Sol. La flor más corriente de este tipo es llamada «flor del Sol
[
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]
». Y otro ejemplo menos corriente es el «heliotropo», que en griego significa «vuelto hacia el Sol».

A Hiperión, el padre de Helio, se le atribuyeron dos hijas,
Selene
y
Eos
. La primera era la diosa de la Luna, y la segunda, la diosa del alba. De este modo los tres hijos de Hiperión simbolizaban las tres importantes fuentes de luz existentes en la Tierra; el Sol, la Luna y la luz del alba que se extiende sobre la Tierra antes de que se levante el Sol. (Por supuesto, la luz del alba es producida por el Sol que brilla en la parte más alta de la atmósfera antes de que su luz llegue directamente al suelo, pero los que elaboraban los mitos o bien lo ignoraban, o bien no lo tuvieron en cuenta).

Al igual que Helio, Selene tiene su nombre en la tabla química de elementos. En 1818, un químico sueco, Jöns Jacob Berzelius, descubrió un elemento muy parecido al telurio; algo así como un hermano gemelo. Dado que el telurio había recibido su nombre de la diosa de la Tierra (tal como expliqué antes), Berzelius decidió equilibrar las cosas denominado el nuevo elemento con el de la diosa de la Luna. Eligió a Selene y dio el nombre de «selenio» a este nuevo elemento.

Eos, la tercera fuente de luz, no forma parte de la lista de elementos, pero no ha sido olvidada. Eos, para los griegos, no sólo simbolizaba el alba, sino también la dirección por la que aparecía. La palabra castellana de esta dirección es «este» que, como veis es muy parecida.

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