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Authors: Laurell K. Hamilton

Tags: #Fantástico, #Erótico

Narcissus in Chains (68 page)

BOOK: Narcissus in Chains
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Empecé a rodar en el estrecho círculo de su cuerpo y descubrí que estaba erecto. La parte baja de mi cuerpo se sentía golpeada, dolorida, pero en el buen sentido. Me reí cuando abrió sus brazos y me giré sobre mi espalda.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Richard.

Lo miré fijamente, sin dejar de reír, creo que para no quejarme.

—Estas duro.

Movió sus cejas.

—Así soy yo.

Me sonrojé, y el besó mi nariz, mi boca, pero castamente, todavía nada sexual. Me hizo reír. Si hubiera sido cualquiera, me habría preguntado de qué me reía.

El siguiente beso no fue casto, y un momento después apretaba mi espalda contra la cama. Deslizó su pierna entre mis muslos, hasta que me tocó con la rodilla, e hice una mueca.

Retrocedió.

—¿Estas muy dolorida?

—Estoy dispuesta a darle otro intento —dije—, pero, honestamente, tal vez un poco.

Se quedó apoyado encima de mí, moviendo sus dedos entre un mechón de pelo en mi mejilla.

—Lo que hice ayer por la noche hubiera roto a un ser humano normal.

No necesitaba un espejo para sentir que mis ojos no estaban bien. Realmente había estado tratando de no pensar en eso.

—Lo siento —dijo—. No quería arruinar tu estado de ánimo. —Sonrió repente y parecía más joven, mucho más relajado de lo que lo había visto en mucho tiempo—. Estoy contento de estar con alguien del que no tenga que preocuparme por lastimarlo.

Le tuve que sonreír.

—No estoy herida, pero tal vez deberíamos probar algo un poco más suave esta mañana.

Su humor se desvaneció, y algo más llenó sus ojos, cuando bajó su cara para un beso. Se reafirmó a medida que se acercaba.

—Creo que podemos llegar a algo. —Me besó en los labios, luego me dio otro beso en el cuello, en mis hombros. Se distrajo en mis pechos, cubriéndolos de besos, su lengua lamiendo, haciendo una línea a través de mi pezón. Cogió un seno entre sus manos, manteniéndolo en un círculo de calor, deslizando su boca sobre el pezón, teniendo tanto de mí pecho como pudo en su boca. Lo chupo en su boca hasta que ocupó la mitad de mi seno, en ese calor húmedo. Y con ese toque, el
ardeur
estalló a través de mi cuerpo desde donde quiera que se escondiera.

Richard se retiró de mi pecho, sus manos todavía sosteniéndolo.

—¿Qué fue eso? —Tenía la carne de gallina en tus brazos.

—El
ardeur
—dije con voz suave.

Se lamió los labios y vi verdadero temor en sus ojos.

—Jean-Claude me dijo sobre él, incluso me hizo sentir su propia versión de ello, pero no me lo creía. Creo que no me lo quería creer.

Mi bestia se había despertado con el
ardeur
, como si un hambre despertara a la otra. Lo sentí desarrollarse dentro de mí y estirarse por todos lados, como un gran gato que se despierta de una siesta. Rodó a través de mí, llegando hasta Richard, y su bestia se despertó. Puse una mano en el calor cálido de su pecho, y pude sentir algo ahí, algo que se movía alrededor, como si el pecho se vaciara y hubiera algo dentro de una jaula.

Agarró mi mano, y la devolvió a mi pecho.

—¿Qué estás haciendo?

—El
ardeur
llama a nuestros animales, Richard. —Me acurruque debajo de él, mi mano se deslizaba por su cuerpo, trazando la llanura de su estómago, la curva de su cadera. Agarró mi mano justo antes de que lo tocara. Tenía mis manos atrapadas en las suyas de mayor tamaño. No me molestaba, porque sabía que podía tocarlo con otras cosas que no fueran mis manos, ni siquiera mi cuerpo. Me acordé de la sensación de su bestia, metiéndose a través de mí, y la mía derramándose en el impulso caliente de su energía.

Saltó lejos de mí, salió de la cama en un movimiento que era demasiado rápido para seguirlo con los ojos. Se levantó en la cama, el aliento le salía a boqueadas, como si él hubiera estado corriendo. Podía sentir su temor como champaña fina. Añadido al sexo, me puse sobre mis rodillas, arrastre las sábanas a él borde de la cama. Podía oler lo caliente que estaba, el olor de su piel me llegó en el aire, el dulzor débil de la colonia que se había puesto el día anterior. Mi mirada vagó sobre su belleza. Su pelo revuelto por el sueño colgaba sobre el lado de su cara. Se sacudió la mata de pelo de la cara con una mano y un movimiento de cabeza, y con ese movimiento la parte baja de mi cuerpo se tensó. Pero por debajo de las ganas de sexo estaba el pensamiento de cómo su suave y dura piel se sentiría entre mis dientes. Lo quería marcar como había marcado a Nathaniel. Quería hundir los dientes en su carne y morder. Tuve un flash de lo a gusto que se sentiría su carne, sentir mi cuerpo responder, no sólo por el sexo, sino por el hambre y me di cuenta por primera vez porque los cambiaformas hablaban del hambre como si fuera con letras mayúsculas. Raina habría levantado su lasciva cabeza. El
ardeur
la dominaba, pero ella estaba allí, suministrando imágenes a lo que estaba sintiendo. Me bajé de la cama y fui hasta Richard.

Podía ver el pulso de su cuello, luchando por salir. La bestia estaba atrapada, también, atrapada por su control, su miedo. Podía sentirlo, como si estuviera literalmente caminando dentro de su cuerpo, como un lobo en una jaula de un zoológico, moviéndose, moviéndose, pero nunca libre. Podía ser una jaula espaciosa, pero todavía era una jaula, Raina me dio una visión que me puso de rodillas. Vi a Richard cubriendo mi cuerpo, encadenado a una cama y mientras se corría dentro de mí, cambió en ese mismo momento. Esa era la liberación para los cambiaformas, cualquier otra cosa es controlada.

Richard se arrodilló delante de mí.

—¿Estás bien?

Me tocó el brazo y eso fue una mala cosa. Me bestia rugió a través de nuestra piel, me golpeó en el estómago y las costillas, como un puñetazo. Richard se tambaleó, cayó hacia adelante y nos agarramos por un segundo, abrazados, con nuestros cuerpos apretados. El
ardeur
estalló entre nosotros como una llama invisible. Su corazón latía contra mis brazos, presionando contra mi pecho, como si mi piel se hubiera convertido en un tambor y sonado dentro de mí, llenándome del ritmo de su cuerpo. Los latidos de mi corazón encontraron un lugar en el cuerpo de Richard. Nuestros pechos subían y bajaban, el pulso y el ritmo de uno contra el otro, hasta que no pude decir que corazón estaba en mi pecho, que sangre corría a través de nuestras venas. Por un momento tembloroso nos apretamos uno encima del otro, como si nuestra piel cediese y por último fuéramos lo que nuestras marcas decían… un solo ser, un solo cuerpo, una sola alma. El poder se rompió, cuando Richard luchó contra él, como un hombre que se ahoga, moviendo lejos el poder con sus brazos como si fuera agua; tú lo puedes mover, interrumpir, pero fluye de vuelta a tu alrededor, te sumerge, Richard chilló y lo sentí retroceder.

Abrí mis ojos mientras su mano se alejaba e intente detenerlo. Su mano estaba casi libre, solo los dedos estaban aún atrapados entre los míos, mientras el
ardeur
presionaba a nuestro alrededor, y sabía que su control era suficiente frágil como suponía. Sentí su confusión, sentí que luchaba por decidir que conservar y que dejar ir. Me di cuenta de que nuestros escudos habían bajado hacía mucho tiempo, porque no podía contener las marcas cerradas, mantener la forma humana y la alimentación, todo al mismo tiempo.

Gritó de nuevo, sentí a Richard decidir, sentí la elección. Metió su bestia hacía abajo, profundamente dentro de sí mismo y cerró la marca entre nosotros como si cerrará una puerta. Fue tan repentino que sentí como si el mundo diese un vuelco. Tuve un momento de vértigo, casi enferma, entonces el
ardeur
cabalgó entre nosotros, por nosotros, como si una fuerza atronadora nos pisoteara bajo sus pies, hasta hacernos carne, hueso, sangre, solo carne, solo necesidad. Vi a Richard arquear la espalda, la cabeza hacia atrás, a través del
ardeur
sentí la creciente presión de la tensión de su cuerpo, segundos antes de que la liberación caliente se derramara sobre él y me cogió la mano mientras se mecía por su fuerza de ello y el placer que me puso de rodillas, casi como si me levantara, me abrazó, me sacudió, y me alimenté, yo me alimenté, y me alimenté, y me alimenté, hasta que caímos al suelo, cubiertos de sudor, respirando a bocanadas, con las manos todavía unidas.

Richard se alejó en primer lugar. Se quedó allí, con los ojos desenfocados, con dificultad por respirar, su corazón latiendo rápido, llegando hasta su garganta. Tragó saliva tan fuerte que casi me dolió. Me sentí ponderada, pesada por la alimentación, casi me podía volver a dormir otra vez, como una serpiente después de una gran comida.

Richard encontró la voz.

—No tienes derecho a alimentarte de mí.

—Pensé que esa era la idea de quedarte hasta la mañana —dije.

Se incorporó lentamente, como si ahora estuviese rígido.

—Era.

—Nunca dijiste que no. —Me di la vuelta apoyada en el costado, pero sin tratar de levantarme.

Asintió con la cabeza.

—Ya lo sé. No te culpo.

—Me podrías haber parado, Richard. Todo lo que tenías que hacer era dejar que las marcas entre nosotros se abrieran o permitir que tu bestia se fuera. Tú podrías haber alejado el
ardeur
. Tuviste la elección de controlarlo.

—También, lo sé. —Pero no me miraba.

Me apoyé en mis brazos, casi sentada.

—Entonces, ¿Qué pasa?

Sacudió la cabeza y se puso en pie. Estaba un poco inestable, pero fue hacía la puerta.

—Me voy, Anita.

—Tú haces que la palabra suene terriblemente permanente, Richard.

Se dio la vuelta y me miró.

—Nadie se alimenta de mí, nadie.

Se había cerrado tanto a mí que no sabía que estaba sintiendo, pero era evidente en su rostro. Dolor. Sus ojos tenían un dolor profundo y estaba tan enterrado en su mente y su corazón, que no sabía lo que era, solo que dolía.

—Así que ¿no estarás aquí mañana por la mañana cuando el
ardeur
venga de nuevo? —Mi voz sonó casi neutra cuando lo pregunté.

Sacudió la cabeza, todo su cabello deslizándose por sus hombros. La mano la tenía sobre el pomo de la puerta, su cuerpo estaba lo suficiente lejos para ocultarse de mí.

—No puedo hacer esto otra vez, Anita. Por el amor de Dios, tú tienes la misma regla. Nadie se alimenta de ti tampoco.

Me senté con los brazos envueltos alrededor de mis rodillas, manteniéndolas apretadas contra mi cuerpo. Supongo que también cubría mi desnudez.

—Has sentido el
ardeur
ahora, Richard. Si no me puedo alimentar de ti, entonces, ¿de quién? ¿Con quién quieres que comparta esto?

—Jean-Claude… —Su voz se desvaneció antes de terminar.

—Es un poco después del mediodía y todavía está muerto para el mundo. Él no despertará a tiempo para compartir el
ardeur
conmigo.

Su mano se cerró sobre el pomo de la puerta lo suficiente para poder ver los músculos de su brazo tensos.

—El Nimir-Raj, entonces. Me han dicho que ya te alimentaste de él una vez de todos modos.

—No conozco bien a Micah, Richard. —Tomé una profunda aspiración y dije—: No lo quiero, Richard. Te quiero. Te quiero a ti.

—¿Quieres alimentarte de mí? ¿Quieres que sea tu vaca?

—No —dije—, no.

—No soy comida, Anita, ni para ti ni para nadie. Soy el Ulfric del Clan Rokke Thronnos y no soy ganado. Soy él que se come al ganado.

—Si hubieses cambiado, entonces hubieses bloqueado el
ardeur
, impedirme alimentarme, ¿Por qué no lo hiciste?

Apoyó la frente contra la puerta.

—No lo sé.

—Honestidad, Richard, al menos contigo mismo.

Entonces se volvió, y su ira se estrelló contra mi piel como un látigo.

—Quieres honestidad, nosotros podemos tener honestidad. Odio lo que soy. Deseo una vida. Deseo una vida normal. Deseo estar libre de toda esta mierda. No quiero ser Ulfric. No quiero ser un hombre lobo. Sólo quiero una vida.

—Tienes una vida, Richard, simplemente no es la vida que imaginabas.

—Y no quiero amar a alguien que está más a gusto con los monstruos que yo.

Lo miré, abrazando mis rodillas contra mi pecho desnudo, con la espalda pegada a la cama. Lo miré, porque no podía pensar una maldita cosa que decir.

—Lo siento, Anita, pero no puedo… hacer esto. —A continuación abrió la puerta y salió, cerrándola detrás de él. La puerta se cerró con un suave clic.

Me quedé allí durante unos segundos sin moverme. Creo que ni siquiera respiraba, entonces poco a poco cayeron mis lágrimas, y mi primera respiración fue irregular perjudicando mi garganta. Me di la vuelta lentamente en el suelo, acostándome como una bola, apretada. Estaba en el suelo y grité hasta que tuve frío y estaba temblando.

Así es como Nathaniel me encontró. Cogió una manta de la cama y la envolvió a mí alrededor, me levantó y me subió a la cama en brazos. Me sostuvo en la curva de su cuerpo, contra mí, y podía sentirlo a través de la gruesa manta. Me abrazó y me acarició el cabello. Sentí movimiento en la cama y abrí los ojos para encontrar a Cherry y Zane arrastrándose a mí alrededor. Tocaron mi cara, cogieron mis lágrimas con las puntas de sus dedos y se acurrucaron a mí alrededor hasta que sentí su calor.

Gregory y Vivian vinieron después y se subieron a la cama hasta que todos quedamos en un nido caliente, cubierto de cuerpos. Estaba caliente y peleé con la manta, sus manos me tocaban, me sostenían. Me di cuenta de que todavía estaba desnuda y ellos también. Nadie se ponía ropa a menos que yo lo hiciera. Pero el contacto no era sexual, era cómodo, como un montón de perritos calentitos y todo el mundo en ese montón me quería cerca. Tal vez no era la manera en la que quería ser amada, pero el amor es amor, y a veces creo que he alcanzado más amor del que mucha gente conseguirá jamás. Estaba tratando de ser más cuidadosa últimamente.

Me tuvieron así hasta que me quedé dormida, agotada por el llanto, con la piel caliente. Sin embargo, mi interior estaba frío, terreno helado que no podía tocar. Era el lugar donde quería a Richard, donde siempre lo había querido, casi desde la primera vez que lo había visto. Pero tenía razón en una cosa. No podíamos seguir haciendo esto. No podía seguir haciendo esto. Se había acabado. Tenía que ser más. El odiaba lo que era y ahora odiaba lo que yo era. Dijo que quería a alguien con quien no tuviera que preocuparse por hacerle daño y no sólo eso, también quería que fuese humano, normal.

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