25 de febrero, San Francisco
El I Ching me decía que no hiciera olas. No escuché su advertencia. Le mandé un télex a Francis diciéndole que, porque lo quería, iba a decide lo que nadie más estaba dispuesto a decirle: que se está montando Su propio Vietnam con sus líneas de abastecimiento de vino y carne y aparatos de aire acondicionado, que está creando la misma situación que había ido a denunciar, que con todo su personal atendiendo a cada una de sus peticiones se está convirtiendo en un Kurtz. O sea, que estaba yendo demasiado lejos.
Le decía que era un imbécil. Le mandé el télex a él, con copias a Dean, Vittorio, Dick y al director de producción.
Como respuesta recibí una avalancha de rabia. Francis se sintió totalmente traicionado. Furioso porque le hubiese mandado un télex por un medio que cualquiera podía leer. Su propia esposa diciéndole que se estaba pasando de la raya, justo cuando él sentía que estaba haciendo su mejor trabajo. ¿Por qué no le había escrito una carta y por qué no le había dado la oportunidad de explicarse?
10 de marzo, San Francisco
Anoche me llamó Francis desde Manila. Me dijo que Marty había tenido un ataque al corazón, y que su estado era crítico. Me confesó que me llamaba porque no estaba seguro de poder encontrar a alguien en su casa un viernes por la noche. Necesitaba que yo actuara con calma, que me pusiera en contacto con Tom y el abogado, con una lista de cosas para hacer. Quería saber si debía intentar continuar con la filmación, o si esto invalidaría el seguro. Necesitaba seguir trabajando a menos que le dijeran lo contrario, porque toda la compañía estaba en estado de shock y era preciso que se concentraran en la filmación del día para mantener los ánimos y no caer en el caos. Dijo que el director de producción había empezado a beber y quería suspender la producción. Necesitaba información de inmediato para tomar algunas decisiones sobre cómo actuar en caso de que Marty no se recuperase, en caso de que se recuperase pero no pudiera trabajar, o en caso de que pudiese trabajar pero poco tiempo. Me expresó que era preciso mantener la situación en secreto hasta que él tuviera más noticias sobre el estado de Marty y hubiera decidido qué hacer. Me comentó que él mismo estaba bastante impactado, pero que se encontraba bien.
4 de marzo
Estoy en un avión de Japan Air Lines. Sofía duerme en el asiento de al lado. Lleva un vestido rosa sin mangas sobre una remera de algodón amarillo de cuello alto, y medias blancas. Cuando salimos de San Francisco hacía frío. Le sacaré la remera y las medias antes de que aterricemos en Manila, para que pueda bajar del avión con el vestido y las sandalias.
Ayer recibí una llamada de Tom, diciéndome que Francis quería que yo fuese a Filipinas de inmediato; no me podía decir mucho más, sólo que debía ir lo antes posible.
Intento no preocuparme, no tener ideas preconcebidas sobre lo que vaya encontrarme, sobre cómo estará Francis; procuro mantener la mente clara, enfrentarme al momento lo mejor que pueda. Durante el viaje he intentado distraerme, leyendo, jugando con Sofía, concentrándome en los pequeños detalles visuales que me rodean. Pero no lo conseguí.
14 de marzo, Hidden Valley
Estar de regreso en Filipinas me resulta extraño.
He estado tan concentrada en lo que está ocurriendo entre Francis y yo que sólo he advertido de manera intermitente la increíble belleza de este paraje. Estamos en Hidden Valley, y nos trasladamos todos los días en coche o helicóptero a los sets de Pagsanjan. Hidden Valley es un complejo de vacaciones ubicado dentro de un volcán. Su tierra es tan rica que la vegetación es descomunal. Hay plantas tropicales increíbles, con hojas de más de un metro, orquídeas, hibiscos, bananos y cocoteros, bambúes de tallo rojo brillante, árboles con vainas colgando que se muelen y se convierten en una taza de chocolate espeso, y arañas y bichos de colores asombrosos. Hay piscinas de agua mineral, piscinas de agua carbonatada que mana de la ladera, cascadas, piscinas de agua caliente, con manantiales cálidos que brotan del suelo formando burbujas, piscinas de agua fresca; todas ellas con la luz del sol filtrada a través del denso follaje. Estamos alojados en una casita muy confortable, con un porche con mosquitero, amueblada con cosas del set de la plantación francesa, algunos objetos de nuestra casa de Pagsanjan y unos cuantos muebles del hotel. Hay una agradable variedad de plantas y mimbre, pequeños objetos de China, cestos y libros y cuatro loros parlanchines que cuidamos para el departamento de utilería. Hay cintas de vídeo, discos, un proyector de 16 mm, sonido cuadrofónico. Abajo hay una sala de montaje y la habitación de Ester, que nos cuida a todos tan bien.
Este lugar es en apariencia un paraíso, pero Francis tiene tantas preocupaciones que sólo aprecio la belleza de manera ocasional. Creo que ha sufrido una especie de colapso nervioso. Quizás esto lo ha padecido, de alguna manera, durante la mayor parte del año pasado. La película que está filmando es una metáfora del viaje hacia el yo. Él ha emprendido este viaje y todavía no ha regresado. Es aterrador contemplar a una persona que uno ama yendo hacia el interior de su persona y enfrentándose a sus miedos: el miedo al fracaso, el miedo a la muerte, el miedo a volverse loco. Es necesario fracasar un poco, morir un poco y enloquecer un poco para ser capaz de salir indemne del túnel. Y el proceso no ha terminado para Francis.
18 de marzo, Hidden Valley
Anoche Francis estaba en la bañera. Yo estaba sentada en el suelo, sollozando. Hablábamos sobre si nos separábamos o nos divorciábamos. Al otro lado de la puerta del baño, dos hombres se pusieron a discutir sobre el grabador de cuatro pistas del dormitorio. Se gritaban el uno al otro y se amenazaban con un puñetazo si el otro lo tocaba.
Este fin de semana, Francis y yo estamos teniendo conversaciones muy personales. El dormitorio no tiene puerta y todas las ventanas son abiertas, con mosquitero. La gente entra y sale de la casa y Francis tiene reuniones en medio de nuestro melodrama personal. El vicepresidente de United Artists está aquí. El editor de sonido ha llegado desde Londres. Tomita vino desde Tokio para hablar de la música. Los editores de imágenes viajaron desde San Francisco. Los técnicos están reparando el sistema de sonido cuadrofónico del dormitorio.
20 de marzo, Hidden Valley
Hoy estuve en el set de Kurtz. Alguien me recordó que el primer día de filmación fue el 20 de marzo de hace un año. Tengo unas imágenes de aquel día, en las salinas del delta del río.
Esta noche se hizo la primera voladura de prueba del reducto. La han estado preparando durante todo el día y finalmente la han hecho detonar hacia las ocho y media de la noche. Las ruinas del templo al otro lado del río explotaron. Nosotros aguardábamos en búnkers junto al templo principal. La explosión fue tan portentosa que la onda expansiva me impactó desde la distancia. Mi cámara se sacudió, estoy segura. Los fuegos artificiales y una serie de efectos especiales quedaron oscurecidos por la humareda. En el búnker cayeron piedras y tierra. En otro lado del mismo búnker había una cámara de alta velocidad. En el último minuto, su operador se dio cuenta, mientras comprobaba sus lentes, de que yo tenía el filtro puesto. Me lo advirtió justo a tiempo para que pudiera retirado. Entonces reparé en que, con todos los meses que llevo sin filmar, todas las cosas que uno hace de manera automática ahora las estaba olvidando.
Más tarde fuimos todos al comedor, a cenar. La noche había sido muy emocionante, pero ya no era como en el puente de Do Long. No estoy segura del motivo. Quizás ahora todos estemos bastante más cansados, y ya hemos visto explosiones potentes antes, o quizá sea porque no son las cuatro de la madrugada y no tenemos la presión de tratar de conseguir una buena imagen nocturna antes de que amanezca.
Dick White estaba pálido. Dijo que el helicóptero había recibido el impacto de una roca mientras volaba con la cámara aérea. Había impactado a quince centímetros del rotor de cola. Si le hubiera acertado, se habrían precipitado al vacío. En estos momentos están reparando el helicóptero en el taller. Dick no es del tipo nervioso. En Vietnam lo derribaron nueve veces.
26 de marzo, Hidden Valley
Francis tiene una casa flotante en el set, donde trabaja y se refugia duran te las largas preparaciones de cada toma. El otro día estábamos allí sentados. Lucía muy deprimido; no quería seguir. Sólo tenía ganas de dejarlo todo y meterse en la cama y no levantarse más. Se puso a hablar de lo solo que se sentía, de cómo, básicamente, la gente que lo trata adopta dos posturas. Una es besarle el culo, decirle que es fantástico y quedarse paralizado de admiración; la otra es resistirse a él. Es decir, demostrarle que no están impresionados por toda su riqueza y todo su éxito y su talento. Casi nadie logra aceptarlo con una actitud natural. Francis me decía que todo estaría bien, que todos lo querrían si fracasaba con esta película. Otros cineastas le dirían: «Bueno, esto era demasiado difícil de resolver, no te sientas mal». La familia y los amigos sentirían compasión y lo cuidarían. Pero si la película es un éxito, será una obra que otros cineastas intentarán superar; la gente querrá destrozarla. Más éxito y más dinero traerán más resentimiento entre su familia y sus amigos.
Francis me comentó que todo el mundo lo presiona; United Artists quiere que se apresure y que acabe, sin importarles que la película sea mejor si él logra poner todo de su parte. Y que yo no quiero que sea inflexible en su vida artística, pero quiero que se conforme con menos en su vida personal y que no viva con todos los lujos imaginables o haga todas las cosas posibles.
26 de marzo, Hidden Valley
Últimamente han pasado cosas raras. Hace varias noches Francis estaba filmando en el set principal del reducto de Kurtz y la última toma de la noche era un interior del templo. Por alguna razón, decidió no hacerla y aplazarla para el día siguiente, una decisión que no era del todo lógica porque la cámara ya estaba lista y en posición. Al cabo de diez minutos, se hundió toda una parte del techo de piedra del templo y aplastó el fronte de la cámara. Si hubiera habido alguien allí trabajando, lo habría matado.
Hace varias semanas, cuando Marty Sheen sufrió el infarto, parecía que la producción iba a detenerse, pero Francis la mantuvo en marcha para que no decayeran los ánimos. Se puso a filmar otras escenas, con la fe ciega de que Marty era joven y fuerte y se recuperaría y podría acabar la película. Todo funcionó bien durante unos días, pero luego el propio Francis se desmoronó. Fue justo cuando yo llegué. Ahora parece que Marty se está recuperando con rapidez. Ya ha salido del hospital y se encuentra bien. Espera poder trabajar unas pocas horas al día a partir de mediados de abril. De alguna manera, el guión trata sobre el enfrentamiento con la muerte y la superación de ese trance. Marty se ha enfrentado a ella en la vida real. Es imposible imaginar qué efecto puede tener eso en su interpretación de las escenas finales de la película.
Francis comentó que él es el personaje de Willard y que, cuando Marty estaba cerca de la muerte, él también se desmoronó. Expresó que había sido su experiencia más próxima a la muerte. Y que pudo ver la realidad alejándose por un túnel oscuro, y que tuvo muchísimo miedo de no poder regresar.
28 de marzo, Pagsanjan
8:30 - Empieza a hacer calor. Estoy mirando por la ventana de la casa flotante de Francis, anclada en el reducto de Kurtz. Los equipos técnicos están construyendo búnkers para las cámaras en Monkey Island y al otro lado del río. El nivel del río está tan bajo que los montones de material son trasladados por los hombres medio a nado y medio caminando por el agua. Están preparando la toma nocturna de mañana: la explosión de otra parte del templo.
Veo a dos mujeres, un poco más abajo del río, que lavan ropa en el agua. Otra está poniendo a secar algunas prendas sobre la hierba baja de la orilla. Hay un anciano cuidando de un pequeño maizal junto al denso follaje. Uno de los peligros más graves es que los habitantes de la zona se acerquen a escondidas durante las grandes tomas con explosivos. Francis vive aterrorizado de que alguien resulte herido. Hace un par' de noches un extra sufrió una quemadura de segundo grado durante una toma.
Por delante de mí pasan continuamente barcazas llenas de turistas sonrientes con trajes brillantes de poliéster, camisas estampadas, sombreros de paja y cámaras colgando.
Acabo de recibir una llamada de Francis por la radio, pidiéndome que vaya río arriba, hasta donde él está trabajando, en el desfiladero.
15:30 - Estoy de vuelta en la casa flotante; veo que ya han terminado cuatro búnkers para las cámaras y están empezando a cavar un quinto. Uno está justo donde las mujeres tendían su ropa a secar. Ya han doblado las últimas pilas de ropa y se las han llevado sobre la cabeza.
Hay todavía una hilera de pantalones colgados de un alambre sobre el maizal.
Dean y Gary están en una lancha fuera de borda, mirando el set desde los distintos ángulos de la cámara. Están al otro lado del río, frente a dos búnkers, dando instrucciones a los miembros de su equipo, que cuelgan banderas. Hay cuatro hombres en el río colocando grandes ramos de nenúfares que saldrán en la toma.
Esta mañana, Sofía y yo remontamos el río en un bote hasta donde están la cámara y la lancha de patrulla. Uno de los filipinos había cazado una serpiente venenosa de dos metros. Todavía daba coletazos en el agua. Francis subió a nuestra embarcación y navegamos remontando los rápidos, durante media hora, hasta la primera gran cascada. No había vuelto desde que estuve con los niños en agosto. Las altas paredes del desfiladero proyectan refrescantes sombras. Vimos un lagarto de unos setenta centímetros trepando por la pared de roca.
De vez en cuando, Francis dejaba que Sofía llamara por radio a Doug para saber si ya estaban listos. Cuando les faltaban unos quince minutos para estar listos, dimos media vuelta y regresamos.
Mientras ensayaban la toma me senté a la sombra, en la orilla. Era el primer día que el hermano de Martin, Joe, lo sustituía. Sofía hacía tortas de barro junto al río. Me preguntó si podían «invadirme gusanos que se suben por los pies y por el cuerpo y te comen la comida». De hecho, yo no estaba muy segura, y el agua no parecía muy limpia, pero ella ya se había metido dentro. Oí a uno de los hombres de efectos especiales hablando de su lancha, diciendo que era capaz de arrastrar a ocho esquiadores. Docenas de barcazas, casi todas repletas de turistas japoneses, pasaban continuamente por delante