Notas a Apocalipsis Now (23 page)

Read Notas a Apocalipsis Now Online

Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
11.44Mb size Format: txt, pdf, ePub

9 de octubre, Napa

Esta mañana me desperté a las 4:48. Se me abrieron los ojos de par en par. No podía volver a dormirme. Mi mente repasaba todo lo que últimamente he estado pensando. Fue como ver una cinta de vídeo, hacia adelante y hacia atrás, revisando algunas escenas. Empecé a ver cada vez más paralelismos entre la película y la vida de Francis. El viaje de Willard empieza en un contexto y, poco a poco, va remontando el río hasta que se encuentra en un lugar muy distinto, casi sin darse cuenta de la progresión de cambios que lo ha llevado hasta ese punto. Llega a un lugar que no es como se esperaba o preveía.

Francis está en este lugar de su interior. Un lugar al que nunca se propuso llegar. Es una zona de conflicto, y no puede limitarse a dar marcha atrás, porque el viaje lo ha cambiado.

Miraba todo desde el punto de vista del observador, sin darme cuenta de que yo también estaba embarcada en el mismo viaje. Ahora estoy en un lugar al que no sé muy bien cómo he llegado. Me provoca una sensación de extrañeza y ajenidad. No puedo regresar a como era antes. Y tampoco pueden hacerla Francis, ni Willard, ni Estados Unidos. Es bastante fácil sentirse en paz en Disneylandia y violento en la línea de frente de una guerra. El problema es mantener la paz y la violencia de nuestra naturaleza en el mismo lugar y tiempo cuando la situación no está definida con claridad. Es relativamente fácil ser romántico cuando ello no implica ninguna consideración práctica; lo difícil es ser a la vez romántico y práctico con la misma persona. Lo difícil es ser una persona completa, manteniendo todos los aspectos opuestos de nosotros mismos en un equilibrio dinámico. ¡Ja!

10 de octubre, Napa

Honestamente, los dos nos alejamos de nuestro matrimonio, probablemente en partes iguales, cada uno a su manera. Francis se ha ido a los extremos en el mundo físico: las mujeres, la comida, las posesiones materiales, en un esfuerzo por sentirse completo. Yo he buscado la misma sensación en el mundo espiritual. Zen, est, Esalen, meditación… Ninguna forma es mejor o peor que la otra. Ambos hemos sufrido un desequilibrio, incapaces de asumir nuestras facetas opuestas dentro de nosotros mismos.

Bueno, me siento como si me hubieran dado una patada en el estómago. Me han despertado de una sacudida, arrojándome al mundo real para enfrentarme con un abanico de emociones quizá por vez primera en muchos años. Me había estado autoengañando. Había estado tejiendo teorías, ausente, crítica, práctica y responsable a mi manera, pero negando mi visceralidad, mis emociones, mi rabia, mis celos, negando mis sensaciones. Me veo a mí misma, la espectadora, la observadora distante, contemplando mi propia vida desde la distancia, casi como si hubiera estado fuera de mi cuerpo. Quizá lo estaba. Ahora mismo, cada centímetro de mí está crispado de sentimientos. Estoy despertando.

12 de octubre, Napa

El otro día tuve una fantasía sobre cómo me sentía. Me vi a mí misma como una momia, con el bate en un partido nocturno de béisbol. Los focos me iluminaban, pero no podía levantar el bate ni distinguir a los otros jugadores en la oscuridad. Ni siquiera podía ver de dónde vendría la siguiente pelota. Sabía que estaba a punto de ser lanzada.

Francis me prometió que no vería a la otra. Acabo de descubrir que está con ella.

Me siento corno si la pelota me hubiera golpeado en el estómago.

14 de octubre, Napa

Barlow acaba de buscar «apocalipsis» en el diccionario. Una de las acepciones es «revelación de un conocimiento oculto».

16 de octubre, Napa

Me he pasado la vida esperando. Esperando que concluyera cualquiera de los proyectos en que Francis estuviese embarcado. Como si luego pudiera respirar. Hoy salí al jardín y pude respirar el otoño. No había nada que esperar. Fue escalofriante y estimulante. Me siento como si alguien me hubiera quitado el yeso y me hubiera dicho «¡Camina!», pero yo no recordase cómo hacerlo.

Parte de mí ha creído siempre que mi príncipe, un artista, haría mi vida posible. Me haría sentir completa. Hoy supe que la espera ha terminado, que mi vida es mi responsabilidad.

Me he pasado la vida esperando. Esperando tener la edad de conducir, esperando marcharme a la universidad, esperando enamorarme, esperando perder la virginidad, esperando acabar los estudios, esperando conseguir un trabajo, esperando casarme, esperando un bebé, esperando que a Francis le llegara la oportunidad de dirigir, esperando que él terminara una película, esperando la siguiente, esperando hasta marcharnos a una locación, esperando que volviéramos a casa. Esperando el primer montaje, esperando el montaje definitivo. Esperando que los niños empezaran el colegio. En años recientes, el tiempo se ha ido comprimiendo, pero básicamente ha sido lo mismo. En Filipinas esperaba que cambiara la luz, esperaba la hora del almuerzo, esperaba que llegara el correo.

21 de octubre, San Francisco

Cuando empecé a escribir estas notas, hace más de un año, intenté que fueran como fotos. Quería dejar fuera los adjetivos, los juicios. Simplemente tomar pequeñas instantáneas que, una vez reunidas, dieran una imagen de mi experiencia. Yo sería la cámara, fuera de los acontecimientos, sólo intentando registrados. Ahora me encuentro con que soy uno de los participantes.

Mantuve una larga conversación con Francis, llena de lágrimas. Me llamaba desde Francia. Yo iba con retraso de regreso a Napa, a recoger a Sofía a la parada del ómnibus del colegio. Me detuve en un bar a comprar un sándwich. Estoy volviendo a adelgazar. El único sándwich que me sentía capaz de tragar era el de paté. Pedí uno para llevar y volví al coche. Arranqué y tomé el sándwich para comérmelo en el camino. El hombre no me lo había cortado por la mitad tal como le había pedido, y me resultaba demasiado grande para sostenerlo con una mano mientras conducía con la otra. Intenté partirlo, pero se desgarró y un pegote de paté y mostaza cayó sobre mi pantalón. Intenté recogerlo con un extremo de la bolsa de papel y el paté se extendió por el volante, pegoteándome los dedos. No tenía servilleta. Hurgué en mi bolso para ver si encontraba pañuelos de papel, y glóbulos de paté se pegotearon en mi billetera, pegoteando también la chequera. Los pañuelos de papel se han convertido en grasientas bolitas mientras me limpiaba las manos.

24 de octubre, Napa

Iba conduciendo por la autopista de camino a mi clase de zen. Pensaba en el capítulo del libro que habla sobre la «actitud correcta». Iba bien sentada, tratando tan sólo de estar allí, conduciendo el coche y dejando que el coche me llevara. Pasé por delante de la marquesina de un cine cuyo programa doble era
La masacre del hacha carnívora
y
Chicas caníbales
.

4 de noviembre, Napa

Hoy fui a almorzar sola a un restaurante italiano. Me senté en la terraza. La luz se filtraba entre las hojas, dibujando cenefas sobre la gente. En la mesa detrás de mí había una atractiva pareja. Se reían en actitud íntima. Me imaginé su dulce conversación. Deseé estar inmersa en una historia romántica nueva y sin complicaciones. La terraza se fue quedando en silencio y pude oír lo que la pareja hablaba. La voz de la mujer sobresalía de vez en cuando: «Necesitaba caricias que nadie sabía darme; entonces fue cuando apareció Brad. Nos fuimos a Hawai, en un viaje con los gastos pagados, pues a él le habían encargado comprar departamentos. Bueno, yo nunca había dormido con nadie que conociese el truco, Sabes, tenemos en el trasero un músculo dinamita que con el masaje adecuado…».

7 de noviembre, Napa

Estoy mirando por la ventana del chalet. Las hojas del otoño vuelan, giran y se deslizan por los senderos que rodean el estanque. Los tonos amarillos y óxido se mezclan con los verdes perennes. Se suponía que la casa principal debía estar lista para trasladamos el 1º de septiembre. Todavía estamos esperando. Me he encontrado en esta misma situación muchas veces en mi vida. Durante la filmación de
El Padrino I
estuvimos en un pequeño departamento de dos habitaciones en Nueva York, los dos niños en una y Francis y yo y el bebé recién nacido, Sofía, en la otra. Durante
El Padrino II
vivimos seis meses en un pequeño bungaló en el mismo set, en Lake Tahoe, Y ahora estamos aquí, en este chalet de dos habitaciones, apretujados y con todo provisorio, con los tres niños en una habitación más los dos loros que heredamos de la película. Cuando sale el sol se ponen a chillar. Sí, he vivido esta misma situación muchas veces. Con una extraordinaria belleza exterior, en todo el entorno, y un enorme desorden en el interior en que vivimos.

8 de noviembre, Napa

Acabo de enterarme de que United Artists ha accedido a posponer el estreno de la película de mayo a octubre. Será un alivio enorme para todos los que trabajan en ella. Y más para Francis.

10 de noviembre, Napa

La casa de aquí y la de San Francisco son preciosas mansiones victorianas antiguas. He intentado que la decoración destacara su arquitectura, que fueran confortables, pero conservando siempre su integridad arquitectónica.

No soy victoriana.

Hace unos días tuve una visión de la casa en que me sentiría en mi hogar. Estaba hecha de eucalipto, vidrio y adobe. Una estructura moderna en un entorno natural. Tendría que hacerla construir. Hoy fui caminando hasta el viejo depósito de agua, buscando un emplazamiento.

A lo largo de los años, Francis y yo hemos discutido una y otra vez sobre nuestra casa. Me ha dicho que todo lo que esperaba de mí era que le creara un hogar. Una vez, en una desquiciada discusión que tuvimos en Filipinas, me dijo que gastaría un millón de dólares con tal de encontrar una mujer que quisiera crear un hogar, cocinar y tener muchos hijos. Yo nunca pude decir mi verdad, ni siquiera a mí misma, porque pensaba que sería el final de mi matrimonio. No soy un ama de casa. Siempre he querido trabajar. Pero el tipo de trabajo que he hecho todos estos años no me ha reportado demasiado dinero, así que da la impresión de que estoy aquí jugando y de que soy una vaga.

Ahora mismo experimento un alivio enorme. Me siento liberada. La otra mujer en la vida de Francis no es el ama de casa ideal, no se muere por ocuparse de la mansión.

14 de noviembre, San Francisco

Estuvimos en el nuevo estudio de sonido de Francis para escuchar unas pruebas. La pantalla que había al fondo de la sala mostraba un gran póster en blanco y negro de
Apocalipsis Now
. Había una enorme consola con tres técnicos que operaban grandes paneles de control. Parecía parte de un ser, de
La guerra de las galaxias
. Nos hemos sentado a oscuras, para ver el metraje del puente de Do Long rebobinando deprisa y luego adelantando, con parte de la banda sonora. Francis me ha susurrado que visitó a un médico que le dijo que acaba de sufrir una auténtica crisis nerviosa pero que tiene tratamiento. Luego oímos el fuego de las ametralladoras a nuestras espaldas y los cazas cruzando el cielo por encima de nosotros. Francis comentó con el hombre sentado a su derecha que, en realidad, éste es el primer estudio cinematográfico de sonido cuadrofónico del mundo.

16 de noviembre, vuelo a Washington, D. C.

Voy sentada en un avión con el plato de canapés en la bandeja plegable del asiento. Patas de cangrejo, salsa, mayonesa, hojas de lechuga, nueces de macadamia, una rodaja de limón, perejil, un tenedor, servilleta de papel y un vaso de agua con cubitos de hielo, todo iluminado por la ventanilla lateral como si fuera una naturaleza muerta. Francis va a mi lado. La cabeza de George Lucas asoma por encima del asiento delante de él. Steven Spielberg va sentado al otro lado del pasillo. Entre los tres han conseguido las tres películas más taquilleras de todos los tiempos.
Tiburón
es la número uno. George acaba de decir que
La guerra de las galaxias
va a ser número uno a las 19:05 del próximo sábado.
El Padrino
es la tercera. Sus películas han obtenido ganancias por más de mil millones de dólares. Steven los llama los muchachos «multimillonarios». Están hablando de la depresión que sufrieron después de sus éxitos. Todas sus fuerzas y concentración puestas para el gran logro, el sueño de su vida, y después el impacto que supone el hacerla realidad. Steven dice que tras el estreno de
Tiburón
sólo quería marcharse; dio la vuelta al mundo, y no había ningún lugar, salvo la India y Rusia, donde no se encontrara con pósters y camisetas de
Tiburón
.

Francis está hablando de usar el éxito para ampliar las fronteras de la realización cinematográfica. Ampliar las posibilidades formales, dirigir las películas que desea, hacer una película de cuarenta minutos, una de seis. Ser capaz de decir: «No voy a filmar nunca más otra película tan taquillera como
Tiburón
,
La guerra de las galaxias
o
El Padrino
». Y hacer las películas que realmente quiere.

Steven desea hacer un programa de televisión en vivo. Francis le dice:

-Haz una telenovela. Arriésgate, atrévete.

-Tú también podrías hacerlo, Francis.

-Sí, pero yo ya no tengo base económica.

-Oh, vamos -tercia George-, tú siempre tendrás el dinero que necesites.

-Sólo tienes que hacer algo bello -dice Francis-; no debes preocuparte por su éxito. Puedes distribuido. El éxito es una droga. Es como una mujer: si la persigues no la conseguirás.

-El éxito es un fastidio -sentencia George-; igual que perseguir a las mujeres.

17 de noviembre, Washington, D. C.

Anoche fuimos a la recepción en la Casa Blanca. Aguardamos en una cola para saludar al presidente Carter ya su esposa. Resultó que no sabían qué relación tenían Francis y George con la industria cinematográfica, pero sí reconocieron a los actores famosos y a Andy Warhol. La Casa Blanca me pareció más pequeña y mejor decorada de lo que esperaba. El salón rojo era casi acogedor. Había flores muy bonitas, como ramos de jardín recién cortados. No era de una elegancia sofocante, como algunos lugares que he visto en Europa.

Queríamos que Gio y Roman nos acompañaran. Les alquilamos esmóquines y pedimos el visto bueno hasta el último minuto, pero no los invitaron. Vimos a dos niños correteando entre los invitados, y a Francis le molestó que otros hubieran podido traer a sus hijos. Cuando nos acercamos, vimos que se trataba de Amy Carter y una amiga. Mark Hamill le dio una máscara de soldado de
La guerra de las galaxias
.

Other books

An April Shroud by Reginald Hill
Infandous by Elana K. Arnold
Robin Lee Hatcher by Loving Libby
You Belong to Me by Johanna Lindsey
the Tall Stranger (1982) by L'amour, Louis
Tail of the Devil by DeVor, Danielle
Sister Betty Says I Do by Pat G'Orge-Walker