9 de febrero, Napa
Me pasé toda la mañana llorando. Se me está cayendo una nueva venda de los ojos. Estoy angustiada. ¿Cuándo va a terminar todo esto? No registré las experiencias de los meses pasados. Es como si no pudiera soportar miradas de tan cerca, como si no pudiera soportar dejar al descubierto mis torpes pasos. Siempre quise estar por encima del melodrama que gobierna la vida de los demás. Y ahora aquí estoy, barbotando, tragando, braceando, tratando de salir de este mar de emociones. Y no soy muy buena nadadora.
Las cartas del tarot describen el viaje de la vida. En el punto medio, el que busca encuentra su lado oscuro. Todos los aspectos que le desagradan en los demás, todo lo que cree que él no es, lo descubre como su propio, no asumido, lado oscuro.
13 de febrero, Napa
El sábado por la noche, Francis estaba recostado en el sofá, hablando de un incidente ocurrido en Filipinas. Recordé que había tomado unas notas sobre aquello y fui a buscar mi carpeta. Cuando volví se había quedado dormido. Empecé a leer en voz alta y él se despertó. Nunca le había leído mis notas a Francis porque él es escritor y yo no. Tenía miedo de sus críticas. Le estuve leyendo hasta casi las dos de la madrugada.
14 de febrero, Napa
Esta tarde me telefoneó Francis. Me dijo que había recibido la tarjeta de San Valentín que le mandé. Y que no creía en este tipo de celebraciones, pero que pensaba que mis notas eran muy buenas y que siempre había creído que tengo talento.
Me dijo que está muy asustado.
Me dijo que ha estado trabajando muchas horas. Va a mostrar el montaje de la película dentro de diez días.
17 de febrero, Napa
Acabo de llamar a nuestra casa de San Francisco. Los operarios estaban limpiando los proyectores, preparándolo todo para la proyección de esta semana. Todo el mundo va a trabajar el fin de semana. Yo estoy aquí, en Napa. Por la ventana se ve el naranjo cargado de frutos, los narcisos están floreciendo junto al estanque, los lirios empiezan a brotar, los tulipanes están cubiertos de brotes que parecen plumas de garceta. A mi alrededor hay una belleza increíble. Por dentro, una ola de tristeza va haciendo su recorrido. No formo parte del proyecto. Francis quiere mantenerse concentrado en su trabajo. Nuestra vida personal ha quedado aplazada. No debo provocar ningún terremoto emocional, ni interrumpir las preparaciones para la primera proyección del montaje completo de
Apocalipsis Now
.
Cuando Francis venga este fin de semana, le preguntaré cómo va el montaje, cuántos minutos ha podido cortar de la secuencia final. Y le diré: «No temas. ¿Recuerdas todos esos tipos que se tiraron por la ventana cuando cayó la Bolsa? Se creyeron que eran su dinero. Tú no eres tu película. Si la gente cree que es una maravilla, tú no eres Dios. Si la gente cree que es horrible, tú no eres un tonto. Eres un ser humano que has dado todo lo que tienes. No has escatimado nada, ni a nadie, incluyéndote a ti mismo. No hay nada tan valiente como esto».
18 de febrero, Napa
Acabo de estampar mi firma treinta y siete veces. Unas cuantas eran para actas corporativas, las otras pertenecían a préstamos.
19 de febrero, Napa
Las casas victorianas no tienen armarios empotrados. El pasado otoño compré un armario antiguo de estilo francés rural y un respaldo que hace juego, un arcón para poner junto a la cama, un escritorio para el teléfono y una vieja mesa inglesa con dos sillas para poner frente a la ventana.
El otro día saqué todos los muebles. Puse la cama bajo la ventana sin el respaldo, tan sólo un montón de almohadones. Compré una tela francesa muy alegre, con estampado de flores y pájaros, e hice una colcha. Pinté una de las paredes de vermellón. Colgué un
obi
de seda morada a lo largo de la pared, con parte de papel verde manzana, con dibujo de estilo japonés, trozos de papel chino con brillantes máscaras de ópera y un bordado redondo. Puse una tela japonesa azul y blanca en la pared de detrás de la bañera y un
batik
antiguo en la pared junto a la ducha. Todo sostenido con chinches en las paredes victorianas, todo cambiable en minutos.
Ahora siento un alivio enorme. Es como si ya pudiera respirar. Ahora hay una gran alfombra azul mullida sobre la que uno puede recostarse frente a la chimenea. Desde la cama puedo ver la luna entre las nudosas ramas del roble, el sol saliendo por encima de los viñedos y las brumosas colinas. En la habitación sólo hay una cama, una lámpara y dos plantas de arbusto. Mis libros están en una bandeja, debajo de la cama. Cuando el jardinero entró a regar las plantas, me dijo: «Caramba, su habitación es ahora mucho más romántica».
20 de febrero, Napa
Ayer Francis estuvo aquí. Me puse triste y feliz a la vez. Hubo momentos en que pude vivir el presente y disfrutar el hecho de estar con él, disfrutar estando entre sus brazos, disfrutar de la luz que le iluminaba el pelo. Hubo momentos en que lloré y le dije lo herida que me sentía. Expulsada a este paraíso, con tanta belleza a mi alrededor, pero sin él aquí.
Me pongo furiosa conmigo misma cuando me dejo embargar por la sensación de rechazo. Él se siente culpable y más desgraciado. Me cuenta que el sábado por la noche se desmayó. Lleva toda la semana trabajando día y noche, preparando el montaje. Va de un editor al otro. Me dijo que tiene la sensación de que ver la película acabada lo ayudará a esclarecer y completar algo en su interior y que, hasta entonces, se encuentra en un caos personal. Está sorprendido de lo mucho que ha cambiado. Ya no se reconoce a sí mismo. No es capaz de distraerse con ninguna de sus aficiones anteriores. No puede organizar una fiesta, escuchar música, leer un libro; ya no puede sentir interés por un avión o por el nuevo estudio de montaje o en la construcción de una nueva bodega. No le importa si la casa está de una manera o de otra, dice que ya no tiene ninguna opinión.
Intento ser comprensiva. Intento ser paciente y dejar que el tiempo siga su curso. Dejar que Francis se encuentre a sí mismo. Me duele que esté así y me duele estar yo así. Me duele por mis hijos y por todos los que están involucrados en su vida. El hombre, el padre, el director, el jefe, no está bien.
21 de febrero, Napa
No he recurrido al I Ching en un año. Anoche lo consulté. Me salió el número 39, «Dificultades». Decía lo siguiente:
«Ha surgido un conflicto entre tú y un amigo sobre algo concreto, algo previamente ajeno a la relación. Podría tratarse de una tercera persona ante la cual reaccionan de manera distinta, lo cual provoca tensión y enfrentamientos. Es obvio que había un conflicto a punto de estallar, sobre una cosa u otra. En vez de intentar superar el problema específico a través del compromiso, o tomando uno de ustedes las riendas del asunto (este tipo de soluciones precipitadas pueden provocar rencor a una parte y arrepentimiento a la otra), ignoren el problema durante un tiempo, aléjense de él. Regresen a la cordialidad de antes de que apareciera el problema. Por supuesto, los dos serán conscientes del problema. Pero el amor, el placer y el tiempo que comparten les permitirán superar la dificultad latente que también comparten. Cuando vuelva a surgir de forma natural en su vida en común, podrán enfrentarse a él juntos y reaccionar de manera espontánea como pareja».
22 de febrero, Napa
Hoy almorcé en el porche de delante. Figuras formadas por la intensa luz solar y las oscuras sombras decoraban el jardín. Las sombras de los muebles de mimbre proyectaban dibujos sobre el porche. El aire estaba fresco y transportaba los nuevos aromas de la primavera. Sin darme cuenta, la comida que tenía en el plato se enfrió. Fue un día delicioso.
23 de febrero, Napa
Ayer estuve en San Francisco. Llamé a Francis cerca de la una para arreglar para cenar. Me dijo que acababa de tener una idea sobre un giro que podía darle al final. En vez de que Willard mate a Kurtz y quitar el ataque aéreo, iba a intentarlo en el lugar en que Willard cae en la trampa. El ataque aéreo que se suponía debía apoyado sería enviado para matarlo también a él. Estaba realmente ilusionado. Me pidió que volviera a llamado por la tarde para hacer planes.
Fui a almorzar, hice algunas compras y estuve matando el tiempo por ahí. Hacia las cuatro volví a llamarlo. Me dijo que tenía a todo el mundo allí trabajando y que por qué no regresaba a Napa, que él iría por la noche, cuando tuviera a todos los editores organizados e instruidos con los nuevos cambios.
Me metí en la autopista, dirección norte. Sentí que me embargaba la emoción. Sabía que me iría a casa y esperaría, y que él no vendría. Me fui enfureciendo cada vez más, pensando en cómo mi vida está atrapada en tantos momentos de espera. En vez de irme a casa, decidí visitar a Carol. No se encontraba bien, estaba recostada en la cama. En la pared detrás de su cama había un rectángulo alargado y brillante de luz del atardecer. Enmarcaba un fragmento del tapiz peruano y un trozo de su almohadón rojo en forma de corazón. Contemplamos cómo se ponía el sol por la ventana, detrás de los campos verdosos, las corrientes de agua y las colinas. Estuvimos hablando de la espera. De cómo las mujeres siempre han sido, históricamente, las que esperan. Ella decía que esperar ha dado a las mujeres tiempo para reflexionar, para mirar hacia su interior.
Echamos las cartas del tarot sobre la cama. Las cartas me dijeron que la espera tiene en mí dos voces. Una de ellas me dice: «Ellie, te estás perdiendo lo importante. Pon tu vida en marcha. Eres tonta por permitir que te coloquen en el papel de esperar a Francis. Toma las riendas de tu vida. Sólo se vive una vez. No esperes nada ni a nadie».
La otra voz me dice: «Ellie, cuando estás en silencio, cuando esperas sin hacer nada, es cuando obtienes sabiduría. Entonces es cuando oyes las cosas, cuando ves las cosas».
24 de febrero, Napa
Francis vino el domingo al mediodía y se marchó el lunes por la mañana. Intento convencerme de que, finalmente, tengo tiempo de estar sola. Un tiempo que siempre he querido tener. Tiempo de pasarme largas horas con mis libros y frente a la máquina de escribir, Siempre quise contar con este tiempo para mí misma, que mis necesidades fueran respetadas por los que me rodean, Pero ahora tengo la sensación de que he ganado ese tiempo a través de la pérdida.
Entre nosotros hay tiempo y espacio, Ninguno de los dos tiene la sensación de que nuestro matrimonio esté acabado, No podemos volver a como era antes. Pero tampoco sabemos cómo será en el futuro.
18:00 - Francis acaba de llamar. Ha visto la película hasta el final. Estaba contento de lo bien que funcionaba hasta el reducto de Kurtz. Se da cuenta de que la secuencia final no tiene que ser tan larga; el resto de la película funciona bien, Comentó que la secuencia final no podía ser de la manera que había planeado, que tendría que imaginar algo nuevo, despojarse de sus ideas preconcebidas. Pensaba ir a dar un paseo, hacer algo que ayudara a su mente a cambiar de rumbo, para que nuevas ideas pudieran surgir desde otro ámbito.
Me dijo que estuvo trabajando solo con la máquina de montar vídeos hasta las cuatro o las cinco de esta madrugada y que es lo mismo que estar escribiendo, Ahora los editores estaban intentando adaptar la película a las ideas que se le han ocurrido mientras trabajaba con las cintas de vídeo.
25 de febrero, Napa
La otra noche tuve una cita. Me vino a buscar, me ayudó a ponerme el saco, me abrió la puerta del coche. En el restaurante, me preguntó qué clase de cerveza prefería. Yo era consciente de mi remolino de sentimientos desconocidos. Cuando el camarero chino trajo la cuenta, la había dividido cuidadosamente por dos, marcando con un círculo los dos totales idénticos.
27 de febrero, Napa
Llevamos una bandeja con sangría al jardín. Francis estaba sirviendo y Walter le dijo una de las muletillas del coronel Kilgore en la película: «Vamos, muchacho». Walter comentó lo mucho que se parece el montaje a un lavado de cerebro. Un día tras otro, uno está sentado en una sala a oscuras, escuchando el mismo diálogo una y otra vez, y al cabo de un tiempo empieza a utilizar las mismas expresiones. Walter nos contó que los editores de
La guerra de las galaxias
empezaron a decir «Ahí vienen» como respuesta a casi todo.
Este fin de semana Francis estaba más tranquilo. Ya hizo la primera proyección de la película con público a finales de la semana pasada y la respuesta fue muy positiva. Estuvo haciendo cambios en los rollos hasta el último minuto, La proyección empezó con una hora y cuarto de retraso, pero los de United Artists, los editores y la otra gente que la vio confirmaron que aquí hay una película.
Encontré una nota en el bolsillo del saco de Francis. Decía lo siguiente: «Increíble en sus logros tal como es y en su potencial de ser todavía más maravillosa en las próximas semanas. Un gran honor y un gran reto formar parte de ella».
28 de febrero, Napa
Francis, Roman y yo estábamos en el porche hablando del metraje filmado desde el helicóptero en Baler. Roman subió a uno de los Huey durante la filmación. Francis estaba recordando cómo dirigía a los helicópteros desde la embarcación de mando. Y lo frustrado que se sintió cuando no le hicieron caso y no hicieron las tomas como él quería. Dijo que más tarde se enteró de que uno de los pilotos estaba consumiendo heroína.
29 de febrero, Napa
Francis me contó que la primera vez que pensó en ser director de cine fue cuando tenía catorce años. Estaba en la cocina con su hermano Augie y su esposa, que bailaban imitando escenas de una película romántica. Francis miraba a través de sus dedos, fingiendo seguir la acción con una cámara.
1º de marzo, Napa
El domingo, cuando Francis estuvo aquí, me quejé, lloré y dije todas las cosas que después me hacen odiarme a mí misma por haberlas dicho. Por la noche no pude dormir. Estaba furiosa conmigo misma por no ser capaz de limitarme a disfrutar de los buenos momentos.
El lunes, cuando Francis se marchó para volver a San Francisco, estaba cansada y gruñona. Al mediodía tomé el coche y me fui a Petaluma para reunirme con Carol y Barlow y estudiar el tarot. Era un día primaveral. Tomé fotos mentalmente. Un rebaño de ovejas en una colina verde, con una hilera perfecta de palmeras detrás; vacas blancas y negras delante de una nueva urbanización; una línea de flores ámbar que marcaba el límite de una propiedad. Me prometí que la semana siguiente traería la cámara, pero sabía que las diapositivas no serían tan buenas.