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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

Notas a Apocalipsis Now (28 page)

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
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Las recientes proyecciones para dueños de cines en ambas costas provocaron empujones para entrar, y contaron con un dispositivo de seguridad nunca visto hasta la fecha. Los que consiguieron verla abandonaron la sala hipnotizados, murmurando «Es asombrosa». Una persona comentó: «No hay ninguna película que se pueda comparar a ésta», y otra dijo: «Es monumental. Va a crear un nuevo nivel en los estándares cinematográficos».

Almorzamos con Bernardo Bertolucci. Tenía el mismo aspecto que Francis, con pronunciadas ojeras y una ausencia total de su habitual energía vibrante. Hace ya algunos años de la última vez que lo vi. Fue una noche cálida, y estuvimos paseando con él por las calles de Roma. Bernardo contaba chistes y Francis cantaba, con el sombrero de Bernardo encasquetada.

Bernardo nos contó cómo, después de
El último tango
, había sentido una especie de omnipotencia. Luego, durante
Novecento
, sufrió una depresión y una hipocondría que lo obligaron a detener la filmación en varias ocasiones. Dijo que su próxima película sería sencilla. Algo sobre una mujer y su hijo. Trabajaría temas extraídos de su propia niñez con su madre, casi como una especie de terapia. Habló de Italia y su situación política, y de sus problemas para encontrar un contexto de fondo para su película que representara la Italia actual, pero sin incluir secuestros ni bombas. Habló de cómo el tema de los secuestros se habrá salido de control, en parte porque los partidos políticos italianos lo utilizaban para echarse las culpas mutuamente de lo mal que estaba la situación. Decía que en Francia, donde el gobierno trató el tema con mucha mano dura, no tenían el mismo problema.

También fuimos al Metropolitan. La exposición de Monet ya había cerrado. Estuve mirando las cerámicas chinas. Francis se aburría; se quedó atrás, mirando a la gente, hasta que encontramos una exposición sobre el reinado de Napoleón que le interesó. A la hora de cerrar nos hicieron salir por la zona de arte egipcio. Me encantaron las pinturas murales, los colores de coral y terracota con detalles azules, verdes y oro. Por la noche cenamos con Nan y Gay Talese. Fuimos a Elaine. Hacía tres años que no iba. Era como dicen las revistas. Bernardo estaba en la mesa contigua. En la siguiente estaban Bob Fosse y uno de sus bailarines. Woody Allen estaba en una mesa solo, como una caricatura de un hombrecito solitario. Bob Fosse no tenía buen aspecto. Francis y Bernardo presentaban síntomas de estar hundidos en algún tipo de crisis personal. Woody Allen parecía muy triste. Me han dicho que Martín Scorsese no se encuentra bien. ¿Qué les pasa a todos estos directores?

Nan me contó que su marido lleva seis años trabajando en su libro sobre la sexualidad en Norteamérica. Y añadió que ése es el único recuerdo que su hija de diez años tiene del trabajo de su padre. Le dije que lo mismo le ocurre a Sofía. Cuando Francis empezó
Apocalipsis Now
ella tenía cuatro años. La próxima semana cumplirá siete. Se cree que esa película es todo lo que hace su padre.

Una tarde estuve en el Soho y me encontré con mi antiguo novio. Hacía unos doce años que no lo veía. Me llevó a su galería y me mostró unos cuantos cuadros. La sala me sonaba familiar. De pronto me di cuenta de que era la galería que se utilizó en la filmación de
Una mujer descasada
.

Algo en mi interior se echó a reír. Me encontraba exactamente en lo que había sido la fantasía de mi niñez: en una gran galería de arte, con un artista, un intelectual con sentido del humor que me mostraba sus obras y me contaba cosas de ellas, La gente se agolpaba alrededor de nosotros.

Me invitó a almorzar. Recordamos toda clase de pequeños detalles de cosas que habíamos hecho juntos. Yo no tengo este tipo de memoria; Francis sí. Mientras hablábamos me di cuenta de que se trataba del mismo tipo de romántico que Francis, con la misma obsesión por su trabajo, la misma vida fantasiosa, vívida y visual. Una persona que se aburre con facilidad, que continuamente tiene que imponerse metas imposibles, que se siente estimulada por el riesgo y las crisis.

Me habló de su vida personal. Después de seis años de terapia había decidido renunciar a intentar adaptar la realidad de su vida familiar a sus ilusiones románticas y había optado por el romance. Sus hijos pasaban parte del tiempo con él y parte con su esposa, en California.

Tenía una mancha verde de pintura en la oreja izquierda.

11 de mayo, Napa

Fuimos de excursión hasta el dique y por entre las colinas, bajando por el prado hasta los olivares. Las tiendas militares se instalaron para las tomas del verano pasado y todavía siguen allí. Hay un tótem con cuernos, cabezas talladas y un foso para hacer fuego en la base. Se utilizó para unas cuantas tomas de relleno de Willard como prisionero en el reducto de Kurtz.

Un grupo de gente que pasó por nuestra propiedad cabalgando hace unas semanas informó al comisario de que teníamos a un grupo tipo Charles Manson viviendo aquí.

12 de mayo, Napa

Últimamente Francis ha estado hablando de sus miedos. Su miedo de no ser capaz de escribir un final para la película. Su miedo de no poder escribir, de que su mayor logro haya sido adaptar lo que otro había escrito. Intuyo que cuando tire la toalla, cuando llegue a la conclusión de que no es el tipo de novelista o autor de teatro que soñó ser cuando era pequeño, entonces sabrá qué tipo de escritor es realmente yeso le hará mejor que cualquier otra cosa.

8 de junio, Napa

Fui a almorzar con Marcia Lucas a su casa. Nos sentamos fuera, en el patio; Marcia había plantado flores en los canteros y había puesto ella misma los ladrillos alrededor. George bajó de su estudio en zapatillas y remera, y comió con nosotras. Le pregunté a Marcia si quería montar mi documental. Me contestó que estaba poniendo su casa en orden. Lleva tantos años trabajando sin parar que ahora quiere quedarse un tiempo en casa. Me aconsejó que editara el documental yo misma. «Pero si no sabría ni por dónde empezar», le contesté. Ella dijo que podría empezar con un ayudante e ir aprendiendo a hacerlo.

9 de junio, Napa

Estas dos últimas semanas Francis ha estado leyendo las novelas de Mishima, empezando por Nieve de primavera. Ahora va por el tercero de la tetralogía. Esta mañana nos sentamos en el porche y hablamos sobre Japón. Comentamos cómo Tokio rezuma una especie de energía, quizá resultado del encuentro entre la tecnología occidental y la tradición oriental. Europa desprende una sensación de romanticismo y de estar conectada con el pasado; es casi anticuada. Estados Unidos dispone de la tecnología sin tener demasiada alma. La India es la espiritualidad más desarrollada, pero no es capaz de alimentar a sus gentes. Japón parece el lugar donde el mundo material y el espiritual, el yin y el yang, el lado izquierdo y el derecho del cerebro, lo masculino y lo femenino, logran fusionarse.

Francis hablaba de ambientar su próxima película en Japón. Dijo que no existe ninguna película norteamericana de éxito ambientada allí. «Hollywood cree que la gente no quiere ver películas situadas en Japón.» Recuerdo que, cuando empezó a filmar
El Padrino II
, la gente decía: «¿Por qué lo haces? Jamás ha habido una segunda parte buena».

Mientras Francis hablaba de su próxima película, sentí que me estaba ilusionando por el simple hecho de estar pensando en ello. Él no ve todavía la película de manera global, sino intuitiva; sabe que está ahí y que lentamente se irá haciendo más nítida.

Para cuando se fue a la oficina ya habíamos hablado de la posibilidad de que él se marche a Japón y alquile un pequeño departamento en Tokio, tome clases del idioma, de cocina y de kendo y escriba un diario. Toda una visión romántica ha cobrado forma. Daba la sensación de que sería el siguiente episodio de nuestras vidas, la silueta de la siguiente película definiéndose.

11 de junio, Napa

Es el cumpleaños del padre de Francis. La casa está llena de gente. La hermana de Francis, Tally, está practicando con el violonchelo en el porche. Está preparándose para un papel en la próxima película de John Frankenheimer. John y su esposa están aquí. Todavía duermen. Anoche John hizo la cena. Trajo alimentos de Los Ángeles y su cuchillo especial de desmenuzar pollos. Preparó un plato de pollo excelente. Abrimos una botella de vino de 1890 de la vieja bodega de Inglenook.

Miro por la ventana por la que tantas veces he contemplado caer las hojas y cómo se las llevaba el viento. He observado cómo la luz cambiaba las siluetas de las sombras sobre la hierba. Ahora veo a la madre de Francis jugando con Sofía y el hijo de Tally, Matthew. Los niños corren de un lado a otro del jardín, cayendo y rodando por la hierba mientras ella finge que los atrapa y les hace cosquillas. Francis está más allá, junto a la piscina, hablando con la esposa de Richard Brautigan. Es una mujer japonesa, joven y atractiva. Beben de unas tazas cuadradas de madera que ella nos ha regalado. Francis está fascinado.

5 de julio, Napa

El sábado Francis y yo estuvimos hablando todo el día, hasta que nos quedamos dormidos a las cuatro de la madrugada. El domingo nos levantamos e iniciamos una conversación que duró hasta el lunes, a las cinco de la madrugada. El lunes nos levantamos al mediodía. Me di cuenta de que nadie había peinado a Sofía en los últimos dos días. Ester preparó la cena del domingo y nos sentamos a la mesa con los niños. No sé qué más comieron durante todo este tiempo. No sé qué estuvieron haciendo. Estaban aquí.

Mientras hablábamos fui experimentando todo tipo de emociones. Me reí, me enfurecí, me aburrí, lloré, observé. Fui la madre que perdona los pecados de su hijo, fui la esposa enfadada, fui el amable psicólogo que anima a su paciente a salir adelante.

Era capaz de sentir las diferentes emociones circulando por mi cuerpo y por mi mente. Intenté analizarlas. El lunes me ocupé de los asuntos de la casa y de los niños. El martes, cuando me levanté me eché a llorar; me temblaba todo el cuerpo, y luego reía y volvía a llorar. Fue una manera perfectamente amorfa de liberar mis emociones.

Francis subía al dormitorio una y otra vez. Quería que me levantara y bajara. Me decía que me sentiría mejor si me levantaba. Empezaban a llegar los invitados para celebrar el 4 de Julio. Íbamos a ofrecer una fiesta.

No me sentí bien hasta casi las tres de la tarde. Cuando bajé, la gente pareció alegrarse de verme. Nadie me preguntó dónde había estado.

10 de julio, Napa

Barlow me dijo una vez: «Ellie, si quieres entender a Francis, si quieres entender la relación que los une, ¡por Dios, ve sus películas!». Quizás estoy tan cerca que las veo borrosas.

Llevo todos estos meses hablando de los temas de la película, hablando de las contradicciones innatas del ser humano mientras, de todas las formas posibles, he estado intentando refutar y racionalizar las contradicciones en mi propia vida. Sólo ahora puedo aceptar que el hombre al que quiero, mi marido, el padre de mis hijos, el artista visionario, el cariñoso hombre de familia, el amante tierno y apasionado, es también capaz de mentir, de traicionar y de ser cruel con la gente que ama.

13 de julio, Napa

Estoy en mi oficina, con sus paredes amarillas recién pintadas. He colgado un montón de dibujos de Sofía, estampas japonesas, postales, estampillas, etiquetas, una felicitación de San Valentín, un trozo de tela africana con un diseño azul eléctrico de figuras geométricas naranjas, verdes, rojas y negras. Por la ventana veo una tarde veraniega. Seca y calurosa. Ahora, las uvas verdes más pequeñas forman racimos que cuelgan bajo ramas de anchas hojas.

Roman se ha ido a Francia a pasar el verano con una familia francesa. Gio está en el Canadá, trabajando en su primer empleo. Francis está en San Francisco. Sofía está ensayando una producción teatral infantil de
El mago de Oz
: hace de duende. Yo me estoy preparando para marcharme a Japón. No volveremos a estar toda la familia junta hasta septiembre.

14 de septiembre, Napa

Sofía corre de mi habitación al espejo. Se está probando un quimono, una campera y una tela hecha a mano que traje de Japón. La maleta está abierta en el suelo de mi habitación. Encima hay un revoltijo de prendas arrugadas envueltas alrededor de piezas de cerámica, rollos de tela de quimono, paquetes de papel hecho a mano … Ahora Sofía lleva una tela como si fuera un taparrabos de los ifugaos. Intenta recordar los pasos de una danza ifugao que aprendió. Roman se ha puesto un viejo quimono azul y blanco que compré en un mercado de pulgas de Kioto. Se ha puesto el cinturón muy abajo y se está metiendo una almohada como si fuera la barriga de un luchador de sumo.

Llegué ayer a casa. Francis, Roman y Sofía fueron a buscarme al aeropuerto. En el trayecto de regreso a Napa pasamos por el nuevo colegio de Gio. Estaba varios centímetros más alto, bronceado y seguro de sí mismo; tenía una especie de aire de surfero, con su camisa hawaiana de segunda mano. En su habitación tenía un futón en el suelo, unas cuantas fotos y pósters y una pequeña heladera. Su compañero de habitación tenía un escritorio y una litera, y etiquetas con su nombre cosidas a su ropa.

Francis dijo que cuando Roman bajó del avión que lo trajo de Francia, vestía bermudas y una boina. Bajo el brazo llevaba una baguette y una botella de vino.

30 de septiembre, Napa

Francis es un maestro creando ilusión. Es uno de los mejores profesionales del mundo en su campo. Una y otra vez consigue crear la ilusión más convincente de que desea sinceramente tener un matrimonio y una familia, sin un triángulo amoroso. Entonces pasa un poco de tiempo y resulta evidente que se trataba de una ilusión.

Me pregunto si alcanzaré alguna vez el punto desde el cual pueda ver a través de su ilusión mientras la está creando. Quizás estoy tratando de sofocar sus dones naturales, sus talentos.

Hoy el I Ching decía: «Las mentiras y la falta de honestidad en las emociones de una relación, incluso si se han acordado tácitamente entre las dos partes, impiden que la relación se vuelva más estrecha, con amor y pasión desinteresados».

2 de Octubre, Napa

La escena de la plantación francesa ha sido eliminada definitivamente de la película. Nunca pareció encajar del todo. Yo soy una de las personas a las que les gustaba, pero es cierto que obstaculizaba el viaje de Willard. Hoy estuve recordando los días de agonía que Francis pasó durante la filmación de esta escena. De los cientos de miles de dólares gastados en el set y el reparto que vino de Francia. Ahora todo va a terminar en un rollo de celuloide almacenado en algún rincón.

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