Un día perfecto (14 page)

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Authors: Ira Levin

BOOK: Un día perfecto
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—¿Qué es esto? —preguntó Leopardo.

—Un nuevo juego que han traído —dijo Copo de Nieve, sin alzar la vista.

Había varias palancas que pulsaban y soltaban, una para cada mano, y que accionaban unas pequeñas palas que golpeaban una oxidada pelota de un lado para otro sobre un tablero bordeado de metal. Las palas, algunas de ellas rotas, chirriaban al girar. La pelota rebotaba a uno y otro lado, y terminó parándose en una depresión en el lado de Rey del tablero.

—¡Cinco! —exclamó Copo de Nieve—. ¡Ya estás listo, hermano!

Quietud abrió los ojos, les miró, volvió a cerrarlos.

—Perder es lo mismo que ganar —dijo Rey, y encendió su pipa con un mechero de metal.

—Y un odio es —dijo Copo de Nieve—. ¿Chip? Tú eres el siguiente.

—No, prefiero mirar —dijo Chip con una sonrisa.

Leopardo declinó también jugar, y Rey y Copo de Nieve empezaron otra partida. En una pausa, cuando Rey había marcado un tanto a Copo de Nieve, Chip dijo:

—¿Puedo ver el mechero? —Rey se lo entregó. En uno de los lados había pintado un pájaro en pleno vuelo. «Un pato», pensó Chip. Había visto mecheros en los museos, pero nunca había tenido uno en la mano. Abrió la tapa y apoyó el pulgar sobre la pequeña rueda estriada. Al segundo intento brotó la llama. Cerró el mechero, lo miró por todos lados, y en la siguiente pausa se lo devolvió a Rey.

Les observó jugar por unos segundos más y luego se alejó. Se dirigió al montón de reliquias y lo estudió, luego se acercó a Lila, que alzó la vista hacia él y sonrió, mientras dejaba un libro en una de las pilas que había a su lado.

—Sigo esperando encontrar alguno en nuestro lenguaje —dijo—, pero todos están escritos en las lenguas antiguas.

Chip se acuclilló y tomó el libro que ella acababa de dejar. En el lomo había unas letras pequeñas:
Bädda för död.

—Mmm... —Movió la cabeza en un gesto de negación. Hojeó las viejas y amarronadas páginas, captando al vuelo palabras y frases extrañas:
«allvarling, lögnerska, dök ner på brickorna».
Los dobles puntos y los pequeños circulitos estaban encima de muchas de las letras.

—Algunos libros están escritos en un idioma bastante parecido al nuestro, de modo que puedes entender una o dos palabras —dijo Lila—, pero algunos son... Bien, mira éste. —Le tendió un libro donde enes puestas del revés y caracteres rectangulares abiertos en su parte inferior se mezclaban con pes y las letras e y o ordinarias—. ¿Qué crees que significa? —Volvió a dejarlo en la pila.

—Sería interesante encontrar algún libro que pudiéramos leer —dijo Chip sin poder apartar los ojos de la lisa y oscura suavidad de las mejillas de Lila.

—Sí —murmuró ella—, pero creo que fueron seleccionados antes de ser enviados aquí, y por eso es difícil que encontremos alguno que podamos entender.

—¿Estás segura de que fueron seleccionados?

—Tendría que haber montones de ellos en el idioma —dijo ella—. ¿Cómo podría haberse convertido en el idioma si no fuera el más ampliamente usado?

—Sí, por supuesto —admitió él—. Tienes razón.

—De todos modos —prosiguió ella—, sigo esperando que se haya producido algún desliz en la selección. —Frunció el entrecejo mientras miraba otro libro y luego lo depositó en una de las pilas.

Sus bolsillos rellenos se tensaban con sus movimientos. De pronto Chip tuvo la impresión de que sus bolsillos estaban vacíos y se apretaban contra unos pechos redondos y grandes como los que había dibujado Karl. Eran casi los senos de una mujer pre-U. Era posible, si uno consideraba el tono anormalmente oscuro de su piel y las varias anormalidades físicas de muchos de los miembros. Miró de nuevo su rostro, para no llegar a incomodarla.

—Creí que estaba comprobando esta caja por segunda vez —dijo ella—, pero tengo la curiosa sensación de que es la tercera.

—Pero, ¿por qué crees que seleccionan los libros? —preguntó él.

Ella hizo una pausa. Sus oscuras manos colgaban vacías y los codos descansaban sobre sus rodillas. Le miró gravemente con sus ojos grandes y poco rasgados.

—Creo que nos han enseñado cosas que no son ciertas —dijo—. Sobre la forma cómo era la vida antes de la Unificación. A finales de la época pre-U, quiero decir, no a principios.

—¿Qué cosas?

—La violencia, la agresividad, la hostilidad, la codicia. Supongo que había algo de todo ello, pero no puedo creer que no hubiera nada más, y eso es precisamente lo que nos han enseñado. Los «patronos» castigando a los «obreros», y todas las enfermedades, embriagueces, hambre y autodestrucción. ¿Crees en todo eso?

Él la miró.

—No lo sé —dijo—. No he pensado mucho en ello.

—Te diré lo que yo no creo —dijo Copo de Nieve. Se había levantado del banco, una vez terminada evidentemente la partida con Rey—. No creo que cortaran el prepucio de los niños. En la primera época pre-U quizá, en la muy, muy primera época..., pero no al final; es demasiado increíble. Quiero decir que eran inteligentes, ¿no?

—Es increíble, de acuerdo —dijo Rey, golpeando la pipa contra la palma de su mano—, pero he visto fotografías. Supuestas fotografías, al menos.

Chip se dio la vuelta y se sentó en el suelo.

—¿Qué quieres decir? —preguntó—. ¿Es posible que las fotografías... no sean auténticas?

—Por supuesto que es posible —dijo Lila—. Echa un vistazo de cerca a algunas de las que hay ahí dentro. Partes de ellas han sido retocadas y otras borradas. —Empezó a poner de nuevo los libros en la caja.

—No tenía ni idea de que eso fuera posible —dijo Chip.

—Es posible con las fotos planas —afirmó Rey.

—Lo que nos han enseñado —indicó Leopardo, sentado en una silla dorada, sin dejar de jugar con la pluma naranja del sombrero que había llevado— es una mezcla de verdad y mentira. A cada uno le corresponde decidir qué parte es cada cosa y cuánto hay de cada una.

—¿No podríamos estudiar esos libros y aprender los idiomas? —preguntó Chip—. Uno sería todo lo que necesitaríamos.

—¿Para qué? —preguntó Copo de Nieve.

—Para descubrir qué es verdad y qué no lo es.

—Ya lo he intentado —señaló Lila.

—Por supuesto que lo hizo —dijo Rey a Chip, con una sonrisa—. Hace tiempo, malgastó más noches de las que puedo recordar rompiéndose la cabeza contra uno de esos mamotretos sin sentido. No hagas tú lo mismo, Chip; te lo suplico.

—¿Por qué no? Quizá tenga más suerte.

—Supongamos que la tengas —dijo Rey—, que descifras un idioma, lees unos cuantos libros escritos en él y descubres que nos han enseñado cosas que no son ciertas. Quizá que nada es cierto. Tal vez la vida en el año 2000 d.C. era un interminable orgasmo, con todo el mundo eligiendo la clasificación correcta, ayudando a sus hermanos y cargados hasta las orejas de amor, salud y necesidades vitales. ¿Y qué? Seguirás estando aquí, en el 162 A.U., con una pulsera, un consejero y un tratamiento mensual. Sólo te sentirás más infeliz. Todos nos sentiremos más infelices.

Chip frunció el entrecejo y miró a Lila. Estaba metiendo libros en la caja, sin mirarle. Desvió de nuevo la vista a Rey y buscó las palabras adecuadas.

—De todos modos, valdría la pena saberlo —dijo—. Ser feliz o infeliz..., ¿realmente es lo más importante? Saber la verdad sería una clase distinta de felicidad... Quizá más satisfactoria, creo, aunque fuera una felicidad triste.

—¿Una clase triste de felicidad? —dijo Rey con una sonrisa—. No lo veo así.

Leopardo parecía pensativo.

Copo de Nieve hizo un gesto a Chip para que se levantara.

—Ven, hay algo que quiero enseñarte —dijo.

Chip se puso en pie.

—Aunque probablemente sólo descubriríamos que las cosas han sido un poco exageradas —dijo—, que había hambre pero no tanta, agresividad pero tampoco tanta. Quizá algunos detalles menores han sido inventados, como el cortar el prepucio a los niños y la adoración a la bandera.

—Si realmente piensas así, entonces no hay motivo alguno para preocuparse —dijo Rey—. ¿Tienes alguna idea del trabajo que significaría? Sería algo abrumador.

Chip se encogió de hombros.

—Creo que sería bueno saberlo, eso es todo —murmuró. Miró a Lila, que estaba poniendo los últimos libros en la caja.

—Vamos —dijo Copo de Nieve, cogiéndole del brazo—. Guardadnos un poco de tabaco, miembros.

Salieron a la oscuridad de la sala de exhibiciones. La linterna de Copo de Nieve iluminó su camino.

—¿De qué se trata? —preguntó Chip—. ¿Qué es lo que quieres enseñarme?

—¿Qué crees tú? —dijo ella—. Una cama. Por supuesto que nada de libros.

Generalmente se reunían dos noches a la semana, los domingos y los wooderles o los jueves. Fumaban, hablaban y jugueteaban con las reliquias y exhibiciones. A veces Gorrión cantaba las canciones que ella misma escribía, acompañándose con un instrumento que mantenía en su regazo y cuyas cuerdas, bajo sus dedos, dejaban escapar una agradable música antigua. Las canciones eran cortas y tristes, acerca de niños que vivían y morían en astronaves, amantes transferidos, el eterno mar. A veces Rey parodiaba la televisión de la noche, imitando cómicamente a un conferenciante sobre el control del clima o a un coro de cincuenta miembros cantando
Mi pulsera.
Chip y Copo de Nieve utilizaban la cama del siglo XVII y el sofá del siglo XIX, el primitivo carro agrícola pre-U y la alfombra de plástico del último período pre-U. En las noches entre reuniones iban a veces uno a la habitación del otro. El numnombre que constaba en la puerta de Copo de Nieve era Anna PY24A9155. El 24, Chip no pudo resistirse a calcularlo, significaba que Copo de Nieve tenía treinta y ocho años, mayor de lo que había creído que era.

Día tras día sus sentidos se agudizaban y su mente se volvía más alerta e inquieta. Su tratamiento lo arrojó hacia atrás y lo embotó, pero sólo durante una semana; luego estuvo despierto de nuevo, vivo de nuevo. Se dedicó a trabajar en el idioma que Lila había intentado descifrar. Ella le mostró los libros con que había estado estudiando y las listas que había hecho.
Momento
era «momento»;
silenzio
«silencio». Había varias páginas de traducciones fácilmente identificables; pero había palabras en cada frase del libro que solamente podían ser supuestas y las suposiciones probadas en otra parte.
Allora,
¿era «entonces» o «ya»? ¿Qué significaban
quale
y
sporse
y
rimanesse
? Trabajaba con los libros durante una hora o así en cada reunión. A veces ella se inclinaba por encima de su hombro y observaba lo que hacía, entonces decía: «¡Claro!», o: «¿No podría ser uno de los días de la semana?»; pero Lila pasaba la mayor parte del tiempo junto a Rey: llenaba su pipa y le escuchaba mientras hablaba. Rey observaba trabajar a Chip y, reflejado en los paneles de cristal del mobiliario pre-U, sonreía a los otros y alzaba las cejas.

Chip veía a Mary KK los sábados por la noche y los domingos por la tarde. Actuaba normalmente con ella, sonreía en los Jardines de Recreo, y jodían de una forma simple y sin pasión. Actuaba normalmente en su trabajo, siguiendo con lentitud los procedimientos establecidos. Sin embargo, la normalidad empezó a irritarle más y más a medida que pasaban las semanas.

En julio murió Quietud. Gorrión escribió una canción en su honor. Cuando Chip regresó a su habitación tras la reunión en la que ella la cantó, Gorrión y Karl (¿por qué no había pensado antes en él?) se unieron repentinamente en su cabeza. Gorrión era grande y torpe, pero encantadora cuando cantaba, tenía unos veinticinco años y estaba sola. Seguramente Karl había sido «curado» cuando Chip lo «ayudó», pero, ¿no tendría la fuerza necesaria o la capacidad genética o lo que fuera como para resistir la cura, al menos hasta cierto grado? Como Chip, era un 663; había una posibilidad de que estuviera allí mismo, en el Instituto, en alguna parte, una perspectiva ideal para ser llevado ante el grupo y una elección ideal para Gorrión. Realmente valía la pena intentarlo. ¡Qué placer sería ayudar de verdad a Karl! ¡Subtratado, dibujaría —¿qué no dibujaría?— cosas que nadie hubiera imaginado nunca! Tan pronto como se levantó a la mañana siguiente, cogió la última guía de numnombres de su bolsa de viaje, tocó el teléfono y leyó el numnombre de Karl. Pero la pantalla siguió vacía y la voz del teléfono se disculpó; el miembro al que había llamado estaba fuera de alcance.

Bob RO le preguntó sobre ello unos días más tarde, justo en el momento en que Chip se levantaba de su silla.

—Por cierto —dijo Bob—. Quería preguntarte, ¿por qué quisiste llamar a Karl WL?

—Bueno —dijo Chip, de pie al lado de su silla—. Deseaba saber cómo estaba. Ahora que estoy completamente bien, quería asegurarme de que todos lo están.

—Karl WL está bien —dijo Bob—. Es curioso que trataras de ponerte en contacto con él después de tantos años.

—Simplemente pensé en él —dijo Chip.

Actuaba normalmente desde el primer campanilleo hasta el último y se reunía con el grupo dos veces a la semana. Seguía trabajando con el idioma —italiano, se llamaba—, aunque sospechaba que Rey tenía razón y no valía la pena intentarlo. Sin embargo, le proporcionaba algo en que ocuparse, y parecía una actividad más útil que jugar con juguetes mecánicos. Además de vez en cuando su estudio atraía a Lila a su lado. Ella se inclinaba sobre su hombro para mirar, con una mano sobre la mesa forrada de piel donde trabajaba y la otra en el respaldo de su silla. Podía oler su aroma —no era su imaginación, realmente olía a flores— y contemplar su oscura mejilla, su cuello y el pecho de su mono apretadamente tenso sobre dos móviles protuberancias redondas. Eran sus senos Definitivamente lo eran.

4

Una noche, a finales de agosto, mientras buscaba más libros en italiano, encontró uno en un idioma distinto cuyo título,
Vers l’avenir,
era similar a las palabras italianas
verso
y
avvenire,
y al parecer significaba «Hacia el futuro». Abrió el libro y hojeó sus páginas. El nombre de Wei Li Chun, impreso en la parte superior de veinte o treinta páginas, llamó su atención. Otros nombres estaban en las cabeceras de otras páginas: Mario Sofik, A. F. Liebman. Comprendió que el libro era una colección de artículos de distintos escritores, y dos de ellos eran de Wei. Reconoció el título de uno de los artículos,
Le pas prochain en avant (pas
debía ser
passo; avant, avanti),
como «El próximo paso hacia delante», en la primera parte de
La sabiduría viva de Wei.

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