Read Agentes del caos I: La prueba del héroe Online

Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

Agentes del caos I: La prueba del héroe (10 page)

BOOK: Agentes del caos I: La prueba del héroe
3.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—Negativo, señor. No, espere. Los escáneres muestran dos naves. Una vez más, Graff se giró para contemplar el holoproyector en el que se formaba un segundo poliedro, más pequeño, junto al original.

—¿Eso acaba de llegar o estamos presenciando algún tipo de mitosis?

—Parece ser un componente de la nave más grande, señor. La nave número uno está cambiando de rumbo, se dirige a la estación orbital de Durren. Acelera para interceptar a nuestros cazas. El escuadrón Guantelete está rompiendo la formación, dividiéndose en elementos de ataque.

—Ponme con el líder del Guantelete —ordenó Graff al oficial de comunicaciones.

—Guantelete Uno, ¿puedes mostrarnos lo que estás viendo?

La voz del líder del escuadrón sonaba por megafonía débil, lejana y con ruido de estática.

—Lo estoy transmitiendo. Es como si el mayor anillo decodificador de la galaxia hubiera perdido su piedra.

—¿Pero qué es eso? —dijo alguien en el puente, mientras la imagen en tiempo real sustituía a la holosimulación.

—Señor, en la nave pequeña se está acumulando bioenergía. Nos tienen en su punto de mira.

Graff se puso el cinturón de seguridad del asiento.

—Preparados para el impacto.

Un resplandor dorado llenó los ventanales delanteros del
Soothfast
. La nave se estremeció como si una mano gigante la agarrara y sacudiera.

—Energía de plasma —dijo el twi’leko—. Coincide con el armamento empleado por los yuuzhan vong. Sistemas vitales sin daños. Los escudos aguantan.

—¿Alcance?

—La nave secundaria se está acercando a nuestro alcance de tiro, señor. Graff se bajó la visera de su gorra de mando.

—Que el escuadrón Guantelete se aparte. Quiero las baterías principales de estribor preparadas para devolver el fuego.

El
Soothfast
, una nave con retropropulsión de clase Proficient y diseño corelliano, tenía 850 m. de longitud, pero sólo iba armada con diez turbo-láseres pesados y veinte cañones de iones. Parte del fuselaje que inicialmente reforzaba el casco del crucero se había retirado para crear hangares para los cazas, pero la nave de afilado morro seguía siendo un arma meramente auxiliar.

—Guantelete ha despejado el espacio, señor.

Graff asintió.

—Preparad los torpedos de protones. Que la detonación se produzca a la primera señal de anomalía gravitatoria.

—Señor, torpedos cargados según el nuevo protocolo.

—Preparad los turboláseres de estribor —ordenó Graff.

—Señor, turboláseres activos.

Graff miró a su oficial de armamento.

—Si esa «piedra» actúa según se espera de ella, sus vacíos se tragarán los torpedos, pero los láseres tendrán posibilidades de dar en el blanco. —Entendido, capitán.

Graff giró en su asiento.

—Baterías principales, abran fuego.

Los cegadores proyectiles viajaron por el espacio, seguidos por puntos de luz verde azulada. Convergieron en la lejanía, con estallidos refulgentes.

—Blanco acertado.

—Fuego —repitió Graff.

Los torpedos y las luces que venían a continuación volvieron a brotar, y las explosiones sacudieron la nave enemiga, compitiendo en intensidad con las estrellas.

—Alto el fuego —Graff miró a su oficial ejecutivo—. Esperemos que eso haya facilitado las cosas. Comandante, diga a los Guantelete que empiecen el ataque.

El oficial envió la orden por la red de mando. La vista ampliada en la pantalla principal del puente mostraba a los Ala-X T-65A3 y Ala-B E2 iniciando los ataques contra la nave rocosa. Estallidos de láser escarlata surgían de los cañones de las alas de los cazas de combate, y los torpedos de protones arrojados por los Ala-B dejaban en el espacio rastros luminosos de tonos rosados. Pero la nave enemiga se limitó a absorber su energía, respondiendo al ataque con géiseres de roca derretida. Las facetas individuales del casco brillaron, cobrando vida como astillas de cristal espejado, para desaparecer luego con un chispazo, volviéndose tan negros como el fondo de la nave.

—Soothfast
, esa cosa va a por nuestros escudos —informó Guantelete Uno un momento después.

—Guantelete Uno, ordene a sus cazas que amplíen el campo de los compensadores de inercia y cambien a los nuevos protocolos de escáner y punto de mira. Y mucho cuidado con los coralitas.

—Ya lo hemos hecho,
Soothfast
. Pero los escudos no bastan para compensar la fuerza de arrastre de la nave de guerra.

—Los escudos han caído —dijo otra voz—. Retirada.

—Que cada uno se quede con su compañero de vuelo —gritó Guantelete Uno—. Mantened los láseres en ciclo rápido.

—El compensador ha fallado. Ataque abortado.

¡Cuidado en cola, Guantelete Ocho!

—Capitán, la nave yuuzhan vong está acumulando energía.

Graff miró a su oficial ejecutivo.

—Ordene al escuadrón Guantelete que aborte la misión.

—La nave enemiga está disparando.

En la pantalla principal, el holograma en tiempo real mostró tres cazas que se desvanecían en fugaces explosiones. El tono urgente puntuaba las palabras de Guantelete Uno.

—Tenemos bajas… Dos, Cuatro y Cinco. Seguimos sin poder localizar los dovin basal o a las armas.

—¿A qué se refiere? —preguntó Graff bruscamente.

El twi’leko se echó los tentáculos de la cabeza detrás de los hombros y estudió la información de la consola.

—El ordenador de análisis bélico está en ello, señor. Las armas enemigas y los proyectores de singularidad parecen ser móviles. Señor, es como si todo el casco fuera capaz de disparar y crear anomalías gravitatorias.

—Capitán, el módulo complementario vuele a dispararnos.

El crucero sufrió un tremendo impacto en cuanto esas palabras salieron de la boca del oficial de comunicaciones. La iluminación del puente disminuyó, y luego aumentó, y un campo eléctrico azul bailó sobre una de las consolas. El androide serie R cayó al suelo de la cubierta, liberado de su agarre magnético a la consola. Los extractores se activaron, vaciando la zona de humo.

—Nos llega la evaluación de daños de la estación técnica delantera. El generador de energía número dos no funciona. Los escudos deflectores están al mínimo.

—Ordene al Guantelete que se reagrupe y se retire —dijo Graff rápidamente—. Que los equipos de emergencia estén preparados. Control de armamento; preparados para coordinar los cañones de iones y los turboláseres delanteros. Quiero una descarga sostenida que haga temblar a esa nave de proa a popa —una mirada a la pantalla le mostró lo que quedaba del escuadrón Guantelete, huyendo para salvar la vida—. ¡Fuego!

Una vez más, la energía salió disparada de la nave, pero no se produjeron las esperadas explosiones.

Graff contempló la pantalla.

—¿Hemos fallado? —preguntó, sin poder creérselo.

—Negativo, señor. La nave enemiga parece haber absorbido la energía.

—Todas las baterías —dijo Graff—. ¡Fuego!

La luz llenó el espacio con tanta intensidad que todos los del puente tuvieron que apartarse de los puestos de observación. Fue como si el
Soothfast
hubiera sido golpeado en la barbilla por un poderoso gancho y estuviera viendo las estrellas.

—La nave enemiga altera el rumbo con intención de huir.

—¡Fuego a discreción! —exclamó Graff.

—Impactos múltiples. Evidencia de daños. El enemigo vuelve a alterar el rumbo, disminuyendo la velocidad.

Graff se volvió hacia el oficial de navegación.

—Mantenga la persecución. ¡No lo pierda!

Entonces, sin previo aviso, una enorme explosión brilló en la distancia, saturando las pantallas con luz blanca. En cuanto pudo, Graff miró por el ventanal, pero no vio ni rastro de la nave yuuzhan vong.

—¿Adónde ha ido? ¿Ha saltado?

—Negativo, señor —le dijo el twi’leko—. Los restos dan a entender la eliminación total.

La tripulación soltó espontáneos gritos de alegría.

—¡Silencio! —exclamó Graff—. ¿Hemos tenido suerte o hemos descubierto un punto débil?

—Respuesta desconocida, señor, pero la nave ha sido destruida por completo. Debemos de haberla saturado, señor. La nave que generó el módulo se aleja de la estación orbital de Durren a toda velocidad.

Graff se quitó la gorra y se rascó la cabeza.

—No lo entiendo.

—Capitán, según los informes del líder del Guantelete, la nave destruida proyectó una cápsula de salvamento que entrará en nuestro campo visual en cualquier momento.

Graff contempló la pantalla.

—Aumente la imagen.

El oficial de navegación señaló un punto de luz que avanzaba rápidamente.

—Ahí la tiene, señor.

Graff observó lo que parecía ser un asteroide cilíndrico, muy alejado, con una pequeña parte de la superficie de proa facetada.

—¿Qué rumbo lleva?

—Hacia Éxodo II.

—Ésa no sería mi primera opción —comentó Graff.

—La dirección actual lo situará al alcance del rayo tractor número dos. Graff miró a su oficial ejecutivo.

—Podría ser una trampa, señor. Una especie de bomba programada. Graff asintió, sombrío.

—Preparen el rayo tractor, pero sólo para mantener a raya a esa cosa. Comandante, avise al escuadrón Guantelete. Dígale que busque armas en esa nave, pero que guarde las distancias. No quiero que se acerque a esa nave aunque parezca inofensiva. Y póngame con el oficial de flota.

Una nueva voz resonó en los altavoces.


Soothfast
, aquí Guantelete Tres. Definitivamente se trata de una cápsula de salvamento, probablemente de coral yorik. No tiene armas, pero las lecturas confirman que hay vida en su interior. Es más pequeño que un deslizador. Retropropulsores de dovin basal rudimentarios y control de actitud. Cabina facetada, pero transparente. Como una lámina de mica. Se solicita permiso para investigar más de cerca.

Graff lo pensó un instante.

—Guantelete Tres, tiene luz verde para investigar. Pero tenga mucho cuidado.

—Afirmativo,
Soothfast
, lo tendré.

Nadie dijo ni palabra durante un rato. Entonces, la voz resonó de nuevo.


Soothfast
, he podido mirar en el interior. Parecen ser dos, repito, dos ocupantes. Uno es hembra. El otro… Bueno, señor, el otro a saber lo que es.

Capítulo 7

Han entró con aprensión en el hangar 3733 de Puertoeste, en Coruscant, y dio una palmadita a la barra de iluminación de la pared. Se encendió un anillo de luz concéntrico situado en el interior del recinto de la cúpula del hangar, inundando de luz el
Halcón Milenario
. La nave estaba conectada a diversos dispositivos de diagnóstico y seguimiento, y parecía un paciente recibiendo cuidados intensivos. El anillo luminiscente emitía un suave zumbido, y el aire olía ligeramente a ozono. El suelo era un muestrario de manchas de lubricante, combustible y pintura.

El hangar 3733 estaba a nombre de un tal Vyyk Drago, pero casi todos los miembros del distrito administrativo de Coruscant sabían que el
Halcón
estaba allí, pese a los intentos de Han de no llamar la atención. Al traer la nave una semana antes, Jaina la había aparcado en el centro justo del círculo rojo de aterrizaje de permeocemento. Han había tardado todo ese tiempo en armarse de valor para ir allí tras lo ocurrido en Kashyyyk. Los tres días que pasó a bordo de un carguero ruinoso no le habían ayudado a decidirse.

Se acercó directamente al
Halcón
, con su marcada mandíbula apuntando hacia él, y recordó la primera vez que vio la nave en el planeta hutt de Nar Shaddaa, hacía casi treinta años. Era propiedad de Lando, y contaba la leyenda que la había ganado en una partida de sabacc en la Ciudad de las Nubes de Bespin. Aunque había visto muchísimos cargueros corellianos YT-1300, para Han fue amor a primera vista, porque el
Halcón
tenía algo singular. Además de su prometedora velocidad y maniobrabilidad, la nave estaba pensada para la aventura y se mostraba orgullosa de su visiblemente agitado pasado. Han supo que tenía que ser suya, de una manera o de otra.

Irónicamente, la oportunidad le llegó en la Ciudad de las Nubes, durante las eliminatorios de un torneo de sabacc de cuatro días de duración, en el que Lando y Han acabaron enfrentados. Han tenía en su poder una mano de sabacc completa contra los faroles de Lando, y la suerte del principiante. Lando, que andaba corto de créditos, le ofreció un vale por cualquier nave de las que tenía, algo que Han aceptó sin pensarlo. Derrotado por Han, Lando intentó convencerle para que escogiera un modelo nuevo de YT-2400, pero Han escogió el
Halcón
.

BOOK: Agentes del caos I: La prueba del héroe
3.13Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Mark My Words by Amber Garza
Broken Places by Wendy Perriam
The Wedding by Danielle Steel
Murder on Mulberry Bend by Victoria Thompson
We'll Meet Again by Mary Nichols
Perfect Poison by M. William Phelps
A Million Tears by Paul Henke
Rebel Heat by Cyndi Friberg