América (30 page)

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Authors: James Ellroy

Tags: #Histórico, Intriga

BOOK: América
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DOCUMENTO ANEXO: 4/8/59.

Informe del corresponsal de
Hush-Hush
, Lenny Sands, a Pete Bondurant.

Pete:

Resulta extraño, pero parece como si todos los homos en cautividad quisieran venir a verme últimamente, lo cual es insólito porque he estado actuando en algunas salas bastante remilgadas. Como sabes, he estado haciendo mi número de los italianos con Sal D'Onofrio. Hemos actuado en Reno, Las Vegas, Tahoe, Gardena y en unos barcos de crucero del lago Michigan donde hay salas de juego. He encontrado un montón de maricas; toda una cuadrilla de ellos. 1) El autocine Delores', en Wilshire y La Ciénaga, Los Ángeles, sólo da trabajo a camareros maricas pluriempleados como chaperos. Un cliente asiduo del lugar es Adlai Stevenson, dos veces candidato presidencial con inclinaciones algo rojillas que el señor Hughes desaprobará, seguramente. 2) Dave Garroway, del programa de televisión Today Show, fue denunciado por abordar a chicos jóvenes en Times Square, en pleno centro de Nueva York. El asunto quedó silenciado, pero «Dave el Esclavo», como se lo conoce en el mundillo homo, fue visto recientemente en una casa de citas sólo para tíos en las afueras de Las Vegas. 3) En Tahoe conocí a un cabo interino del cuerpo de Marines fuera de servicio y me contó que conoce a un sargento de artillería que lleva un negocio de extorsión de maricas desde el campamento de Camp Pendleton. La cosa funciona así: los chaperos jóvenes y atractivos patrullan por Silverlake y el Sunset Strip atrapando hornos. Los chicos les sacan una buena pasta a los clientes. Llamé al sargento y le hice llegar un billete de cien. Él me sopló el nombre cíe algunas celebridades que habían caído en la red. ¿Qué me dices de esto? Walter Pidgeon (30 cm de rabo) se cepilla chicos en un picadero del distrito de Los Feliz. También el ídolo británico de las matinés, Larry (¿«el Fino»?) Olivier manipulaba la ley con sus propias manos cuando sobaba a ese policía militar de los Marines en el teatro Wiltern. Entre otros homos identificados por el Cuerpo de Extorsionadores de Maricas se cuentan Danny Kaye, Liberace (¡vaya sorpresa¡), Monty Clift y Leonard Bernstein, el director de orquesta. ¿Eh, te das cuenta de que empiezo a escribir con el estilo de
Hush-Hush
? Habrá más noticias.

Saludos,

Lenny

DOCUMENTO ANEXO: 12/8/59.

Memorándum personal de Kemper Boyd a John Stanton.

Marcado: CONFIDENCIAL. ENTREGA EN MANO.

John:

Unas reflexiones más acerca de Pete Bondurant, del local de la Tiger Kab y de nuestro grupo de instructores de elite.

Cuanto más pienso en ello, más veo la Tiger Kab como la posible tapadera de nuestras actividades en Miami. Discutí la idea con Fulo Machado (un antiguo castrista que ahora es un acérrimo enemigo de Fidel), coencargado de la central de la compañía y amigo íntimo del agente contratado Chuck Rogers. Machado compartió mi entusiasmo. Accedió a que Rogers se convirtiera en jefe y encargado permanente y único de la central y obtuvo la aprobación de Jimmy Hoffa, quien, con franqueza, prefiere a los blancos en los cargos de responsabilidad. Ahora, Fulo recluta gente para nosotros, entre la plantilla de la compañía de taxis. Hoffa sabe que le conviene colaborar con la Agencia. Considera Cuba nuestra causa común; un análisis muy perspicaz para un tipo tan brutal y testarudo.

Querría proponer a Fulo Machado como el quinto miembro de nuestro cuadro de mandos. También querría que permitiera usted a Rogers contratar a Tomás Obregón, Wilfredo Olmos Delsol, Teófilo Páez y Ramón Gutiérrez como conductores a jornada completa. Aunque la construcción del campamento de Blessington está casi completa, no tenemos reclutas exiliados a los que preparar allí. Hasta que lleguen más deportados, creo que será mejor dedicar nuestros hombres a reclutar voluntarios entre la comunidad cubana de Miami.

En cuanto a Bondurant… Sí, Pete (y yo) la fastidiamos en el asunto Thomas Gordean, pero Bondurant ya es empleado de Jimmy Hoffa, en calidad de apagafuegos
ad hoc
de la compañía de taxis. Y, por otra parte, consiguió que Santo Trafficante le escribiera una nota en la que solicitaba personalmente a la mafia que no tomase represalias contra Castro por la nacionalización de los casinos de La Habana. Bondurant envió la nota a S. Giancana, C. Marcello y J. Rosselli. Los tres estuvieron de acuerdo con los razonamientos de Trafficante. Así pues, de nuevo, unos tipos brutales y miopes colaboran con la Agencia por un elemental sentido de causa común.

Además, Bondurant es el director de hecho de una revista de escándalos que podemos utilizar como órgano de contraespionaje. Y, por último, creo que es el hombre más indicado para dirigir el campamento. No los hay más duros que él, como creo que descubrirá cualquier palurdo de la zona que le busque las cosquillas.

¿Qué opina de mis propuestas?

Kemper Boyd

DOCUMENTO ANEXO: 19/8/59.

Memorándum personal de John Stanton a Kemper Boyd.

Kemper:

Tiene un mil por ciento de aciertos. Sí, Machado puede unirse al grupo. Sí, Rogers puede contratar como taxistas a Delsol, Obregón, Páez y Gutiérrez. Sí, que recluten gente en Miami. Sí, contrate a Pete Bondurant para dirigir Blessington, pero dígale que conserve también su empleo con Howard Hughes. Hughes es un posible aliado muy valioso y no queremos enemistarlo con la Agencia.

Buen trabajo, Kemper.

John

DOCUMENTO ANEXO: 21/8/59.

Informe de teletipo: De la división de Inteligencia, departamento de Policía de Los Ángeles, al agente especial Ward J. Littell, FBI de Chicago. Enviado como «Correo Personal» a la dirección privada del agente Littell.

Sr. Littell:

Con relación a su pregunta telefónica sobre las actividades recientes de Salvatore D'Onofrio en Los Ángeles. Resultados:

El sujeto fue sometido a vigilancia como una conocida figura de los bajos fondos.

Fue visto tomando dinero de prestamistas independientes. Posteriores interrogatorios a tales prestamistas revelaron que el sujeto les dijo que les daría «buenas comisiones» si le enviaban gente que buscara préstamos «a lo grande». También se vio al sujeto apostando fuertes sumas en el hipódromo de Santa Anita. Los agentes encargados de la vigilancia oyeron que le decía a un individuo al que acababa de conocer: «Ya he reventado la mitad del fajo que me dio mi bujarrón.»

El sujeto fue observado comportándose de manera errática durante su visita a las mesas de juego del Lucky Nuget Casino de Gardena. A su compañero de partida, Leonard Joseph Seidelwitz (alias Lenny Sands), se le vio entrar en diversos locales de homosexuales. Debe señalarse que las escenas cómicas que representa Seidelwitz se han hecho cada vez más obscenas y más violentamente antihomosexuales.

Si necesita más información, haga el favor de comunicármelo.

Capitán James E. Hamilton

División de Inteligencia,

Departamento de Policía de Los Ángeles.

26

(Chicago, 23/8/59)

El amplificador convertía el murmullo de la charla en un estruendo. Littell escuchaba trivialidades de gángsters.

Había tendido los cables desde el salón del apartamento de Sal el Loco hasta el retrete del dormitorio de atrás. Los micrófonos de las paredes se acoplaban y le llegaba un vibrato de voces excesivo.

El retrete resultaba caluroso y angosto. Littell sudaba bajo los auriculares.

Hablaban Sal el Loco y el «productor de películas» Sid Kabikoff.

Sal había estado jugando de forma desenfrenada. Littell le había puesto ante las narices el teletipo de la policía de Los Ángeles que describía sus movimientos y Sal reconoció haber gastado los cincuenta y tantos mil que Littell le había dado.

El golpe de la consigna del ferrocarril seguía sin resolverse. Sal ignoraba de dónde procedía la pasta. El micrófono oculto de la sastrería trasmitía chismes y rumores sobre el tema, pero Malvaso y el Pato seguían sin una sola pista sólida.

Entonces le había llamado Jack Ruby.

–Por fin tengo a un tipo para que Sal D. lo presente a los administradores del fondo de pensiones.

Sus informadores estaban sincronizados, excepto Lenny Sands. Littell enjugó el sudor de los auriculares. Estaba hablando Kabikoff, con la voz superamplificada.

«… y Heshie dice que su cuenta de mamadas ya se acerca a las veinte mil.»

Sal el Loco: «Sid, Sid el Yiddish. Pero tú no has volado desde la jodida Tejas para comentar rumores conmigo.»

Kabikoff: «Tienes razón, Sal. Pasé por Dallas y fui a visitar a Jack Ruby. Jack me dijo: "Ve a ver a Sal D. en Chicago. Sal es la persona que debes ver si quieres conseguir un préstamo potente con cargo al fondo de pensiones. Sal es el intermediario. Él puede ponerte en contacto con Momo y los de arriba. Sal es el hombre con acceso al dinero." Eso fue lo que me dijo Jack.»

Sal el Loco: «Dices "Momo" como si te consideraras una especie de colega suyo.»

Kabikoff: «Es como eso tuyo de hablar en yiddish. Todo el mundo quiere pensar que está relacionado. Todo el mundo quiere tener conocidos en Chicago.»

Sal el Loco: «Las calles de Chicago no están hechas para cualquiera, gordo capullo.»

Kabikoff: «Sal, Sal…»

Sal el Loco: «Sal, tócame las pelotas, comedor de salmón kosher. Y ahora explícame tu plan. Porque tiene que haber un plan; no recurrirías a un préstamo para celebrar el bar-mitsva de tu cachorrillo.»

Kabikoff: «El plan se llama películas guarras, Sal. Ya llevo un año en México, filmando películas de ésas. Tijuana, Juárez… Allí hay mucho talento y muy barato.»

Sal el Loco: «Ve al grano de una puta vez. Déjate de jodidos comentarios de turista.»

Kabikoff: «¡Eh, ya empiezo a cansarme de ese tono!»

Sal el Loco: «¿Tono?¡Ya te daré yo tono, mameluco!»

Kabikoff: «Sal, Sal. He estado filmando porno. Se me da muy bien. De hecho, dentro de un par de días hacemos otra película en México.

»Utilizaré algunas chicas del club de Jack. Va a ser estupendo; Jack tiene un material de primera trabajando para él. Sal, Sal, no me mires de ese modo. Lo que me propongo es lo siguiente: Quiero hacer películas de acción y de horror que cumplan los requisitos legales, con actores de películas obscenas. Quiero colocar las películas legales como complemento en los programas dobles y filmar la mierda pornográfica para contribuir a amortizar costes. Sal, Sal, no pongas esa cara. Es una máquina de hacer dinero. Haré partícipes a Sam y al fondo de pensiones por el cincuenta por ciento de mis beneficios más la devolución del capital y los intereses. Este negocio tiene escrito "éxito asegurado" en las jodidas estrellas con jodido neón.»

Tras esto, hubo un silencio. Durante veintiséis segundos.

Kabikoff: «Sal, deja de mirarme así y escucha. El negocio es una máquina de hacer dinero y quiero ofrecerlo a la gente de Chicago. En cierto modo, hace tiempo que el fondo y yo nos conocemos, ¿sabes? Verás, tengo entendido que Jules Schiffrin es el contable del fondo. Ya sabes, el encargado de llevar los libros auténticos, esos que la gente ajena al círculo no conoce. Pues bien, conozco a Jules desde hace mucho tiempo. Desde los años veinte, cuando él vendía droga y empleaba los beneficios en financiar películas de la RKO, en la época en que era propiedad de Joe Kennedy. Di a Sam que le recuerde a Jules quién soy, ¿de acuerdo? Sencillamente, que le recuerde que soy un tipo de confianza y que todavía estoy conectado.»

Littell apretó los auriculares contra sus oídos. ¡Por todos los…! «Jules Schiffrin»/«el contable del fondo»/«libros auténticos».

El sudor empapaba los auriculares. Las voces crepitaban, incoherentes. Littell escribió las citas al pie de la letra en la pared del retrete.

Kabikoff: «… regreso a Tejas dentro de unos días. Toma mi tarjeta, Sal. No, toma dos y dale una a Momo. Las tarjetas de visita siempre causan buena impresión.»

Littell escuchó unas despedidas y el ruido de una puerta al cerrarse. Se quitó los auriculares y contempló las palabras de la pared. Sal el Loco se acercó. Las grasas temblaban bajo la camiseta.

–¿Qué tal he estado? He tenido que darle un poco de pisto, o no lo habría convencido de que era yo de verdad.

–Has estado bien. Ahora, vigila bien tu dinero. No vas a conseguir otro dólar de mí hasta que haya entrado en contacto con el fondo.

–¿Qué hago con Kabikoff?

–Dentro de una semana te llamaré y te diré si lo envías o no a Giancana.

–Llámame a Los Ángeles. – Sal soltó un eructo-. Llevo otro grupo organizado a Gardena.

Littell volvió la vista hacia la pared, memorizó todas y cada una de las palabras y las copió en el bloc de notas.

27

(Gardena, 25/8/59)

Lenny se mostró muy satisfecho y lanzó besos. Los turistas estaban encantados: más, Lenny, más, más.

Lenny detestaba a los maricas. Lenny fustigaba a los maricas como Godzilla arrasaba Tokio. Lenny arrasaba el salón del Lucky Nugget.

Pete contempló la actuación. Lenny continuó el gag: Castro, marica, se encuentra con Ike, también del ramo, en la Cumbre Mundial de Maricas. «¡Fidel! – le dice Ike-. ¡Aparta la barba de mi entrepierna ahora mismo! ¡Pero vaya puro habano tan graaande tienes!»

Los espectadores se partían de risa. Creían que aquello era una sátira política subida de tono.

Pete se aburría. Humor rancio y cerveza pasada; el Lucky Nugget era un tugurio.

Lo había enviado allí Dick Steisel. Dick tenía una queja: la basura que le había enviado Lenny últimamente era demasiado grosera para llevarla a imprenta. A Hughes y a Hoover les encantaba, pero las acusaciones de homosexualidad sin pruebas podían enterrar la revista.

«¡Fidel! ¡Pásame la vaselina y renovaremos relaciones diplomáticas! ¡Fidel! ¡Las almorranas me arden como un campo de caña de la United Fruid»

Kemper Boyd opinaba que Lenny tenía talento. Kemper tenía una idea: ¡Difundamos odio anticastrista a través de
Hush-Hush
!

Lenny podía escribir los artículos. Lenny había tratado con Batista; conocía el terreno y el estilo… y los comunistas cubanos no podían querellarse contra la revista.

Lenny siguió contando chistes. Pete pasó la sesión nocturna de su película de recuerdos. La imagen de AQUEL MOMENTO surgió en su mente en tecnicolor.

Allí estaba Tom Gordean, muerto. Y Boyd, sonriente. Y una maleta llena de acciones de la United Fruit.

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