Atomka (59 page)

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Authors: Franck Thilliez

Tags: #Intriga, #Policíaco, #Thriller

BOOK: Atomka
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Lucie manipulaba al niño Jesús entre los dedos.

—Ya es curioso eso de que la partida de ajedrez se llame La Inmortal —dijo reuniéndose con su compañero—. La inmortalidad es lo que hemos ido a buscar a los confines de Rusia. Y los dos casos han acabado a la vez, casi el día del nacimiento de Cristo. Si no fuera tan cabeza cuadrada, vería en ello una especie de signo, algo, como decirte… ¿metafísico?

—No es más que una extraña coincidencia —replicó Sharko—. Y, además, en lo que respecta a Rusia, aún no se ha acabado, aunque ya tengamos la mayoría de las respuestas. La manera en que nos han echado se me ha quedado atravesada. ¡Cuántas manzanas podridas! ¡Cuánta locura!

—Locuras muy diferentes pero todas ellas devastadoras. Sin olvidar a Philippe Agonla. Una tercera forma de locura. Cada vez tengo más la impresión de que nuestro planeta está habitado por locos.

Lucie depositó la figurita en medio de la mesa y se la quedó mirando un buen rato. Sintió que le brotaban las lágrimas.

—No quiero ni imaginar qué habría sucedido si… si le hubieras disparado a Jouvier.

—No lo hice.

—Pero fuiste allí con la intención de hacerlo. Estabas dispuesto a cargártelo todo.

Franck dejó sus utensilios de cocina y la miró de arriba abajo. Esa noche no quería hablar de todo aquello. Quería dejar de lado todas las notas descubiertas en los cuadernos. Solo olvidar, durante unas horas.

—Este vestido es precioso. Tendrías que ponerte vestidos más a menudo.

Lucie no respondió de inmediato. Pensaba en Jouvier, encerrado en una celda de detención. Los interrogatorios no habían cesado y el médico asesino había comenzado a soltar lastre y había confirmado ni más ni menos lo que Sharko dedujo en el garaje. Él y el Ángel Rojo cursaron juntos parte de los estudios y se hicieron muy amigos. Luego cada uno siguió por su lado hasta que un encuentro casual los reunió de nuevo. Los dos hombres vivieron entonces una experiencia amorosa y malsana, de dominador y dominado. La escalada del horror vino a continuación.

Finalmente, Lucie prefirió no abordar el tema. Aquella noche, no.

—Ya sabes que los vestidos no son mi estilo habitual…

—Da igual…

—Tampoco tú estás mal, con tu nuevo traje gris antracita. Pero la próxima vez hazme un favor y cambia de color. El gris es deprimente.

Sharko fue al dormitorio y volvió con un pequeño paquete embalado.

—Tu regalo.

Lucie agarró el paquete con una sonrisa.

—Es demasiado delgado para ser un libro. ¿Qué es? ¿Un marco con una foto?

—Ábrelo, ya verás.

Lucie arrancó rápidamente el papel y abrió unos ojos como platos.

—¡Jo, Franck, has…!

—Como el 36 siempre te ha hecho soñar, como representaba tu sueño de jovencita, me he dicho que sería un buen recuerdo para más adelante. Bueno, evidentemente, no es algo que haya que exhibir si vienen colegas a casa.

Lucie se echó a reír. Tenía entre sus manos la placa azul en la que se leía la dirección «36, Quai des Orfèvres».

—Ya estás en su punto de mira después de la paliza que le pegaste a Jouvier, imagínate que…

—Nadie lo sabrá.

—¿Y cómo la has robado?

—Es un secreto.

Se besaron amorosamente.

Mientras Lucie volvía a la sala para poner una música de ambiente, con una copa de vino blanco en una mano y la placa del 36 en la otra, Sharko inspiró hondo y cerró los ojos, tratando de no pensar más que en el futuro. Sus labios se entreabrieron, marcando más aún las arrugas de su rostro, hasta dibujar una sonrisa.

La sonrisa amarga de un hombre cansado y furioso, pero, no obstante, vivo.

Ignoraba aún qué les depararía el futuro, si algún día lograría distanciarse de aquel oficio que tanto le había aportado, pero, por vez primera desde hacía muchos años, se sentía al fin en paz consigo mismo.

En paz, y casi feliz.

Nota al lector

A
cabé la investigación acerca de
Atomka
en enero de 2011 y, acto seguido, comencé a escribir el libro. Antes de iniciar mi larga fase de documentación en torno al átomo en 2010, solo conocía la catástrofe de Chernóbil a grandes trazos: la explosión de uno de los reactores, la nube radiactiva que recorrió Europa o las consecuencias en la salud. En el curso de mi investigación, lo que para mí no era más que un terrible accidente se reveló como una de las peores plagas que jamás haya conocido la humanidad. La radiactividad no puede ser destruida, y veintiséis años después, sigue causando estragos en las regiones ucranianas y bielorrusas donde, días después de la explosión, por desgracia llovió, precipitándose así los elementos radiactivos al suelo. El cesio 137 prosigue su labor de destrucción y multiplica los cánceres, las malformaciones cardiacas y los retrasos mentales. Eso aún durará cientos, miles de años y, si no se hace nada, esas poblaciones no conseguirán recuperarse jamás.

Y mientras los términos «yodo 131», «plutonio», «escape de reactor», «zona prohibida» o «liquidador» acompañaban mis pensamientos, mientras el espectro de Chernóbil se iba apoderando de mí, llegó Fukushima, el 11 de marzo de 2011. El accidente tuvo lugar mientras escribía el capítulo 7 de mi novela y describía en aquel momento el estado físico de un niño devorado por el átomo.

Una siniestra coincidencia. Un horrible sobresalto.

Fui incapaz de escribir durante todo ese período en el que el mundo estuvo pendiente de los reactores nucleares de la central japonesa. Veía a aquellos hombres a los que enviaban muy cerca del desastre, a pesar de los escapes de elementos muy radiactivos, y me dije: «Sucedió exactamente igual hace veinticinco años». La evacuación, los liquidadores, la nube radiactiva, las pastillas de yodo para saturar la glándula tiroides… Comprendí entonces que, a pesar del progreso, de la tecnología y de una seguridad a buen seguro mejor, el hombre sigue estando desarmado ante el átomo. No quiero siquiera imaginar el aspecto del mundo de hoy si el núcleo de uno de los reactores se hubiera fundido y se hubiera hallado al aire libre. Afortunadamente, y al contrario que en Chernóbil, había muros de contención que evitaron lo peor.

Proseguí entonces la escritura, pero algo había cambiado. El pasado me había alcanzado y dudé durante mucho tiempo si proseguir o no por la vía que me había fijado. Por fin, me ceñí al plan original y añadí algunas alusiones a Fukushima, porque evidentemente había que tenerlo en cuenta.

Comencé este libro convencido de que no volvería a reproducirse una catástrofe como la de Chernóbil.

Lo acabé con sabor a átomo en los labios.

Notas

[1]
El Médiator, un caso que aún se juzga en los tribunales franceses, es un medicamento adelgazante que provocó la muerte de más de quinientas personas a lo largo de treinta años. El caso Clearstream provocó un escándalo en Francia cuando, en 2004, salieron a la luz acusaciones, falsas y anónimas, de que Sarkozy y otros políticos tenían cuentas en una entidad financiera con sede en Luxemburgo llamada Clearstream y estaban relacionados con una venta de fragatas a Taiwán en la que se habrían pagado sobornos. (
N. del t.
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[2]
En este momento de la escritura estaba en una fecha concreta que desde entonces se volvería muy importante. El lector lo comprenderá al leer la nota al final, una vez que haya leído toda la historia. (
N. del a.
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[3]
El Fichier National Automatisé des Empreintes Génétiques (FNAEG), creado en 1998, es una base de datos del Instituto Nacional de la Policía Científica francesa que almacena las muestras de ADN localizadas en el curso de las investigaciones. (
N. del t.
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[4]
Oficina Central para la Desaparición Inquietante de Personas. (
N. del a.
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[5]
Marianne, tocada con un gorro frigio, es la figura alegórica que encarna la República Francesa. (
N. del t.
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[6]
Sistema de Tratamiento de Infracciones Constatadas. (
N. del a.
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[7]
SiEl agregado de seguridad interior es un alto funcionario de la policía o la gendarmería, destinado en la embajada de Francia en un territorio determinado, como Rusia en este caso. Entre otras cuestiones, se ocupa de la cooperación entre los servicios de policía extranjeros y franceses en el marco de investigaciones internacionales. (
N. del a.
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