Authors: Peter Rinearson Bill Gates
Paúl y yo nos costeamos todo desde el principio. Los dos habíamos ahorrado algo de dinero, A Paúl le habían pagado bien en Honeywell y parle del dinero que invertí en nuestros comienzos procedía de las noches pasadas jugando al poker en mi dormitorio. Por suerte, nuestra empresa no requería grandes inversiones financieras.
La gente me pide a menudo que explique el éxito de Microsoft. Quieren conocer el secreto de cómo se pasa de una actividad que emplea a dos personas y requiere muy poco dinero a una empresa que tiene más de 21.000 empleados y factura más de 8000 millones de dólares al año. Por supuesto, no hay una sola respuesta y la suerte ha influido en parte, pero creo que el elemento más importante fue nuestra visión original.
Pensamos que vimos lo que había más allá del chip 808Ü de Intel, y actuamos en consecuencia. Nos preguntamos «¿Qué pasaría si la informática fuese casi gratuita?». Creíamos que habría computadoras por todas partes porque la potencia informática sería barata y habría gran cantidad de nuevo software que se aprovecharía de ello. Establecimos una especie de apuesta sobre lo primero y produjimos lo último cuando nadie más lo hacía. Nuestra visión original hizo lodo lo demás un poco más fácil.
Estuvimos en el sitio adecuado en el momento justo. Habíamos llegado allí primero y nuestro temprano éxito nos dio la oportunidad de contratar amuchas personas inteligentes. Montamos un equipo de venias a nivel mundial y utilizamos los beneficios que generaba para financiar nuevos productos.
Pero echamos a caminar desde el principio por un camino que llevaba en la dirección adecuada.
Ahora hay un nuevo conjunto de circunstancias y la cuestión principal es «¿Qué ocurriría si la comunicación fuera casi gratuita?». La idea de interconectar lodos los hogares y oficinas a una red interactiva de alta velocidad ha encendido la imaginación en todo el mundo. Miles de empresas están comprometidas con la misma visión, de manera que su enfoque individual, una superior comprensión de los pasos intermedios y la ejecución serán los que determinen su éxito.
Individuos y empresas de lodo tipo están plantando su futuro en la construcción de componentes para la red interactiva. Yo califico el fenómeno como la fiebre del oro de Internet. En Microsoft estamos trabajando duro para hallar la manera de evolucionar desde donde estamos hoy hasta el punto en donde podamos dar rienda suelta a todo el potencial que encierran los numerosos avances tecnológicos nuevos. Son tiempos excitantes, no sólo para las empresas implicadas, sino para todos los que disfrutarán los beneficios de esta revolución.
Me interesé por la «Edad de la Información» la primera vez que oí hablar de ella. Yo había oído hablar de la Edad del hierro y de la Edad del bronce, periodos de la historia humana denominados de acuerdo con los metales que los hombres habían descubierto para fabricar sus herramientas y armas. Por supuesto había estudiado en el colegio la Edad industrial, pero cuando leí las predicciones eruditas de que los países lucharían por el control de la información y no de los recursos naturales, no estaba seguro del significado que se le daba al término información.
La pretensión de que la información definiría el futuro me recordó la famosa escena de la fiesta en la película El graduado, de 1907. Un hombre de negocios importuna a Benjamín, el graduado que interpretaba Dustin Hoffman. Y le ofrece una sola palabra como consejo no solicitado para su carrera: plásticos. Me preguntaba si la escena hubiera sido escrita unas décadas más tarde, el consejo del hombre de negocios no habría sido:
«Una palabra. Benjamín: Información»
Puede ser que me sintiera intrigado porque la información se encontraba en el punto de intersección de varias de las cosas que me interesaban en la Universidad. Yo soy bueno en la parte de la matemática que se llama Combinatoria, que tiene entre sus aplicaciones prácticas la formación y el desciframiento de mensajes generados con base en códigos secretos. Me fascinaba verdaderamente la utilización de las matemáticas para codificar y decodificar información. También me interesaba la teoría del juego económico: utilizar la matemática y la lógica para adivinar estrategias competitivas óptimas. Esto me llevó a pensar sobre el modo como la información se valora en una competencia en que cada una de las partes mantiene secretos vitales. ¿Qué valor se le puede dar a una información cuando la tiene más de una persona? El valor puede quedar reducido a cero, especialmente si se desata una guerra de precios entre dos ó mas personas que deseen vender la misma información.
A mí me parecía que demasiadas personas estaban aceptando, sin sentido crítico, la idea de que la información se estaba conviniendo en la mercancía más valiosa. La información estaba en la biblioteca. Cualquiera podía acceder a ella por nada. ¿No minaba su valor esta accesibilidad? Y la información puede ser errónea, en cuyo caso tendrá un valor negativo, y puede perjudicar en vez de ayudar. Incluso, aunque sea correcta, la mayor parte de la información que nos bombardea lodos los días es irrelevante. Y cuando la información es irrelevante su valor es a menudo efímero, decae con el paso del tiempo o la tienen demasiadas personas.
Sin embargo, se mantenía que la información era el ingrediente central de una emergente economía mundial.
Yo podía imaginar conversaciones sin sentido en torno al aparato de aire acondicionado de una oficina futura: «¿cuánta información tiene usted?», Suiza es un gran país por toda la información que encierra", oigo que el índice del precio de la información (Information Price índex) está subiendo».
Frases como éstas parece que no tienen sentido porque la información no es tan tangible o mensurable como los metales que dieron su nombre a algunas edades precedentes, pero los intelectuales se basaron en algo. La información se ha hecho cada vez más importante para nosotros y. De hecho, nos encontramos al comienzo de una revolución de la información.
El costo de las comunicaciones está comenzando a descender, aunque no tan rápido como lo hizo el de la informática. Cuando las comunicaciones sean suficientemente baratas y se combinen con otros avances tecnológicos, la influencia de la sociedad interactiva será tan real y tan trascendente como los efectos de la electricidad.
Para entender por qué va a ser tan vital la información, es importante conocer el modo como la tecnología está cambiando las formas de utilizar la información. La mayor parte de este capitulo está dedicada a dar a los lectores que no están familiarizados con la historia de la informática y con los principios en los que se basan las computadoras para manejar la información, unas nociones que les permitan disfrutar del resto del libro. Si usted entiende cómo funcionan las computadoras digitales, puede pasar al capítulo 3.
La diferencia fundamental que veremos entre la información tal como la hemos conocido y la información en el futuro consiste en que casi toda ella será digital. Actualmente se están ya escaneando y almacenando como datos electrónicos, en discos y en CD-ROM, bibliotecas enteras en letra impresa. Los periódicos y revistas están a menudo compuestos totalmente en forma electrónica y se imprimen en papel sólo por conveniencias de la distribución. Su información electrónica se almacena permanentemente, o por lo menos durante tanto tiempo como quiera cada uno, en bases de datos informáticas: bancos de datos periodísticos gigantes accesibles a través de servicios en línea. Fotografías, películas y vídeos están siendo convertidos en información digital. Cada año se inventan mejores métodos para cuantificar la información y destilarla en cuatrillones de los bits de datos fragmentados. Una vez que se ha almacenado la información digitalmente, todo aquel que tenga permiso y acceso a la misma puede recuperarla, compararla y rehacerla en forma instantánea, utilizando una computadora personal. Lo que caracteriza a este período de la historia es la capacidad para moldear una y oirá vez la información los modos totalmente novedosos en que la información se puede manejar y cambiar, y la velocidad cada vez mayor a la que podemos manejarla. Las capacidades de las computadoras para proporcionar el proceso y la transmisión de datos digitales a bajo costo y alta velocidad transformaran los dispositivos convencionales de comunicación en nuestros hogares y oficinas.
La idea de utilizar un instrumento para manipular números no es nueva.
Los asiáticos habían estado utilizando el ábaco durante casi cinco mil años, cuando, en 1642, el científico francés de 19 anos, Blaise Pascal inventó una calculadora mecánica. Se trataba de un aparato para contar.
Tres décadas después, el matemático alemán Gottfried von Leibniz mejoró el diseño de Pascal. Su «calculadora gradual» podía multiplicar, dividir y calcular raíces cuadradas. Las calculadoras mecánicas descendientes de la calculadora gradual, accionadas por dispositivos y palancas rotatorias, fueron el sostén de los negocios hasta que las remplazaron sus contrapartidas electrónicas. Cuando yo crecía, una caja registradora era esencialmente una calculadora mecánica unida a un cajón.
Hace más de un siglo y medio, un visionario matemático inglés vislumbró la posibilidad de la computadora y esa percepción le hizo famoso incluso en su época. Charles Babbage era profesor de matemáticas en la Universidad de Cambridge y concibió la posibilidad de un dispositivo mecánico que sería capaz de efectuar una cadena de cálculos relacionados.
En una época tan temprana como la de 1S30, concibió la idea de que la información podía manipularse mediante una máquina, si se convertía primero en números. La máquina que Babbage soñaba, movida por vapor, podía utilizar clavijas, ruedas dentadas, cilindros y oirás parles mecánicas que eran los aparatos de la entonces nueva edad industrial, Babbage creyó que su «ingenio analítico» desterraría del cálculo la pesadez y la imprecisión.
Babbage no utilizó los términos que usamos ahora para referirnos a tas partes de su máquina. Al procesador central o a la víscera central de su máquina la llamó «el molino». Se refería a la memoria de su maquina como «el almacén». Babbage imaginó que la información podía transformarse lo mismo que se transformaba el algodón: sacándolo de un almacén y convirtiéndolo en algo nuevo.
Su máquina analítica sería mecánica, pero Babbage vio el modo como podía seguir conjuntos de instrucciones cambiantes y, por tanto, podría efectuar diferentes funciones. Y ésta es la esencia del software. Se trata de un conjunto de reglas que se dan a la máquina para «instruirla» en el modo de realizar tareas particulares. Babbage se dio cuenta de que para crear estas instrucciones necesitaría una clase de lenguaje totalmente nuevo, e ideó uno utilizando números, letras, flechas y otros símbolos. Diseñó el lenguaje de forma que pudiera programar la máquina analítica con una larga serie de instrucciones condicionales que permitirían a dicha máquina modificar sus acciones en respuesta a situaciones cambiantes.
Fue el primero en darse cuenta de que una sola máquina podía servir para varios propósitos diferentes, a diferencia de la desmotadora de algodón, que estaba diseñada para hacer sólo una tarea una y otra vez. Babbage vio que una máquina de propósito general que llevase incorporado software podría remplazar a incontables máquinas de propósito especial.
A lo largo de los cien años siguientes, los matemáticos trabajaron con ideas derivadas de las de Babbage y, finalmente, a mediados de los años cuarenta de este siglo, construyeron una computadora electrónica basada en los principios de su máquina analítica. Es difícil especificar la paternidad de esta computadora moderna, porque mucha de la labor de concepción y construcción se realizó en Estados Unidos y en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el manto secreto de la economía de guerra. Sabemos que Alan Turing, Claude Shanon y John von Neumann fueron los tres contribuyentes principales en esta tarea.
A mediados de los años treinta de este siglo. Alan Turing, que al igual que Babbage era un gran matemático británico formado en Cambridge, propuso lo que se conoce hoy como «máquina de Turing». Fue su versión de una máquina de calcular de propósito general a la que podría instruirse para trabajar con casi todo tipo de información.
Al final de los años treinta, cuando Claude Shannon era todavía estudiante, demostró que una máquina que ejecutase instrucciones lógicas podía manipular información. El descubrimiento de Shannon. Que fue el tema de su tesis para la maestría, consistía en que los circuitos de la computadora (cerrados para verdadero y abiertos para falso) podían realizar operaciones lógicas utilizando el número uno para representar verdadero y el cero para representar falso.
Esto es un sistema binario, un código. La expresión binaria es el alfabeto de las computadoras electrónicas, la base de la traducción, el almacenamiento y el manejo de toda la información que se contiene en la computadora.
Cada uno o cada cero es un bit de información.
Nosotros nos divertimos con los números binarios en el patio de mi casa en el verano de 1991, cuando varios grupos de amigos compitieron entre sí en una prueba de señales de humo. Se trataba de codificar información para transmitirla de forma rápida. Se asignó a cada equipo una máquina de humo que dos o tres miembros del equipo tenían que operar, mientras que todos los demás del equipo se sentaban detrás para recibir las señales, como en las charadas. Cada equipo disponía de 20 minutos para idear un código que le permitiera utilizar bocanadas de humo para comunicar un número. Ninguno de quienes tenían que adivinarlos sabía que número podía ser o ni siquiera cuantos dígitos tendría, de manera que el código que podía sugerir un equipo tenía que ser flexible.
Como quiera que en cada uno de los equipos se integraban unos cuantos programadores informáticos, no fue sorprendente que los vencedores utilizaran un esquema binario, convirtiendo cada dígito del número secreto en un numero binario de cuatro bits. Esto significa que el cero tendría que enviarse como 0000, el uno como 0001. El dos como 0010. El tres como 0011. Etcétera. Con este esquema, al que se llama código binario decimal, podía expresarse cualquier número. El equipo vencedor decidió que una bocanada corta significaba el cero y que la bocanada larga significaba el uno. Según recuerdo, el número secreto era el 709, que los vencedores tradujeron a 0111-0000-1001 y enviaron una bocanada corta-larga-larga-larga-corta-corta-corta-corta-larga-corta-corta-larga-Sin embargo, el código decimal binario no era realmente el modo más eficaz de comunicar el número. Si el 709 hubiese sido tratado como un número binario singular en vez de como tres dígitos separados tendría que haberse transmitido como 1011000101. Diez bocanadas de humo en lugar de las doce que envió el equipo ganador. Lo único que ocurrió es que el equipo ganador manejó su máquina de humo muy bien.