De La Noche a La Mañana (65 page)

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Authors: Federico Jiménez Losantos

Tags: #Ensayo, Economía, Política

BOOK: De La Noche a La Mañana
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Pero, a diferencia del
Times
, no se trata de un error. El día 9 de noviembre todo un señor obispo, el de Sant Feliu, Agustín Cortés, se dirige a la Conferencia Episcopal para que «corrija a Jiménez Losantos y le diga que no puede continuar con ese programa». La Razón es que «utilizo un lenguaje no apropiado». No tanto como el que se usa contra mí, evidentemente, pero el obispo debería haber tenido más caridad con mis flaquezas. Cualquiera podría pensar que le molesta más un programa que puede corregir con un leve desplazamiento del dial que asistir a exhibiciones ético-morales pagadas con dinero público y protagonizadas por las máximas figuras políticas del nacionalismo, como el protectorado etarra en Cataluña pactado por Carod y Josu Ternera en Perpiñán o la mofa de la corona de espinas en Jerusalén a cargo de Carod y el travieso Maragall.

Pero el obispo no está solo. Para mi corrección definitiva —el atentado de Terra Lliure al que jamás se refieren estos obispos no fue suficiente— en el periódico de Zeta (
Interviú
) les asesora un catedrático de Derecho Penal llamado Joan J. Queralt: «Aún no ha nacido quien haya de ponerle en su sitio, puesto que ello sería un delito de lesa democracia. O no. (…) Nadie en su sano juicio dejaría entrar a un pirómano antorcha en mano en una gasolinera. (…) De ahí la exigencia de la veracidad de los contenidos y la prohibición de recurrir al insulto por el insulto (…) el límite tiene que venir de fuera de la fuente, desde dentro hoy resulta imposible: los obispos propietarios de la COPE entienden que su reino no es de este mundo». A falta de Terra Lliure, hace falta el CAC.

Los abades de la Tarraconense no dejan de aparecer en los periódicos más comecuras para tratar de complacer la inquietud apostólica de Duran, pero a pesar de la cobertura mediática no acaban de convencer a la Conferencia Episcopal para acabar conmigo. Los jesuitas de Cristianismo y Justicia pedían «la destitución de personas concretas», plural reducible a mi reducido yo. Aseguraron que la COPE promovía el choque de civilizaciones (seguramente a la hora del Ángelus) y que yo «clamaba diariamente a favor de la guerra como manera más eficaz de resolver conflictos». Eso, por celebrar que en la Reconquista se hubiese rehecho la España romana y cristiana en vez de la muslim. Los oyentes de la COPE en Cataluña eran los más escandalizados por el fervor inquisitorial de estos clérigos nacionalistas. Uno se preguntaba: «¿Son jesuitas a la soviética o futuros ayatolás?». La duda tenía su origen en frases como ésta: «¿Por qué desde la COPE, supuesta voz de la Iglesia, se criminaliza diariamente el islam y se ridiculiza cualquier intento de diálogo?». Y después del 11-S y de la yihad contra Occidente, ¿en qué creen estos jesuitas? ¿En el diálogo con la ablación del clítoris, en el ecumenismo del asesinato de los musulmanes que se hacen cristianos, o en la bonita costumbre de la «fatua» para asesinar a los intelectuales que molestan a los ayatolás? En el siglo XX, el obstáculo racionalista más fuerte que encontraba la fe en el medio intelectual era la existencia del mal en El Mundo: el Holocausto, la muerte, esclavitud o tortura de mujeres y niños en civilizaciones bárbaras, etc. En el siglo XXI bien podría ser la existencia de supuestos seguidores de Cristo incompatibles con la libertad y amigos de cualquier tiranía, sea comunista, islámica o nacionalista. Todo menos liberal.

El Gobierno anticatólico recurre al Vaticano

Era inevitable que el 10 de noviembre, enfebrecida por la marea mediática y alentada por la sensibilidad ostentosamente progresista de ciertos curas y frailes, la audacísima vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, capaz de posar en
Vogue
, presentar la moda étnica en la Pasarela Maputo y dar lecciones de ética sobre lo que sea a quien se tercie, se presentara en el Vaticano para darle a la COPE el leve empujoncito que, según intuía o le habían intuido, le faltaba para aterrizar en la fosa. Si el Vaticano es simplemente un Estado, como gustan de repetir los progres del PSOE, nunca un Gobierno socialista había recurrido al extranjero para reprimir a un medio de comunicación español. El régimen franquista lo había intentado con la Pirenaica; en vano, porque no estaba en Francia sino detrás del telón de acero, en lo ideológico y lo físico. El régimen prisaico ha intentado lo mismo con la COPE; y con idéntico resultado, aunque por razones opuestas: el Vaticano, léase la jerarquía católica, estaba en España.

De la Vega trataba de cambiar la orientación de la COPE y de impedir la posible participación de curas, obispos o cardenales en la prevista manifestación contra la LOE. Celebrada ésta y fracasada aquélla, la futura directora de
El País
(hace ya muchos años y bastantes directores) Soledad Gallego-Díaz lo contaba así el 13 de noviembre, citando fuentes monclovitas: «La vicepresidenta entregó también al cardenal Sodano un amplio dossier sobre los reiterados insultos y ataques que reciben las autoridades españolas en la emisora de radio propiedad de la Conferencia Episcopal. No se trataba de plantear ninguna queja concreta sino de facilitar información a la Secretaría de Estado para que realice sus propios análisis y llegue a sus propias conclusiones. "Simplemente se les ha entregado una amplia carpeta con transcripciones y cintas grabadas para que formen su propia opinión", reconoció un experto relacionado con La Moncloa».

Otro experto, pero relacionado con el Vaticano, el secretario de la Conferencia Episcopal, J. A. Martínez Camino, dijo en la COPE que la breve reunión con Sodano sólo se había celebrado por la «insistencia» del Gobierno español y que lo único que se le había dicho a De la Vega era que lo que quisiera tratar debía hacerlo con la jerarquía católica española. Los medios progres no aceptaron con facilidad este aparente desdén vaticano a la deferencia de la vicepresidenta de viajar en persona a «corregir» a los católicos desnortados.
El Periódico de Catalunya
, curiosamente por delante de
La Vanguardia
, lo sintetizó en una viñeta presuntamente humorística, para las antologías. Los personajes son De la Vega y un soldado de la Guardia Suiza, y el diálogo es éste:

De la Vega
: Quiero ver al Papa para quejarme de los obispos españoles.

Guardia:
Tenemos orden de que no le molesten cuando escucha la COPE.

De la Vega:
Me lo temía, debe de recordarle a las emisoras del III Reich.

El día siguiente, 11 de noviembre —nótese la cadencia vertiginosa de la campaña— los protagonistas fueron un conocido periodista radiofónico llamado Iñaki Gabilondo y un juez casi desconocido llamado Carlos Fanlo. En sintonía con la llamada del diario de Zeta al «desprecio activo» contra la Iglesia mientras no liquidara la COPE, el otrora conocido como «Sor Iñaki» o «Iñaki de Calcuta» se destapó como Savonarola y dijo que, en efecto, la Iglesia merecía «una reprimenda». Después del GAL y el vídeo contra Pedro Jota, ambos defendidos por pasiva o por activa en
El País
, el concepto «reprimenda» en labios de uno de los grandes símbolos del polanquismo suscitó la lógica inquietud. Pero no tanta como saber que entre los jueces de Barcelona figuraba uno capaz de publicar en el diario gratuito de más tirada,
20 minutos
, este fino artículo contra mí: «Eres, Federico, un mentiroso abyecto (…) Tu lengua viperina y envenenada de odios acumulados se atreve a insultar a un pobre hombre enfermo que tanto hizo por España [por Adolfo Suárez]. Los de Terra Lliure te tirotearon. Fueron crueles al herirte en la pierna. De haber apuntado al corazón, nada te hubiesen lesionado porque careces de él». Pese a ello, y por si acaso, también me llamaba «mendaz ruin palafrenero de los poderosos (…) escoria de un periodismo provocador y cainita»; y terminaba, es decir, remataba: «Ahora, si tienes lo que hay que tener, queréllate conmigo. Como en las presuntas injurias no se da la
exceptio veritatis
que se aplica a las calumnias, probablemente me condenarán. Si te hubiera llamado ladrón y lo fueras, nada me sucedería por ser cierto: lo que yo he dicho también lo es, pero a un "hijo de puta" si se lo espetas, te condenan, aunque su madre sea la peripatética más famosa del país».

El director general de
20 minutos
era José Antonio Martínez Soler, ex director de Informativos en TVE con el Gobierno del PSOE; y su editor general era Arsenio Escolar, hombre tan de confianza de PRISA que llegó a subdirector de
El País
y
Cinco Días
. Tras leer el artículo y comentarlo en la COPE, en todo el centro-derecha se produjo una auténtica conmoción por la brutalidad del ataque de todo un señor juez a una víctima del terrorismo. Y encima, en uno de los periódicos de la empresa extranjera Schibsted, que hace fortuna repartiendo papel gratis en el metro con licencia municipal. Eso movió a Arsenio Escolar a pedir disculpas a los lectores al día siguiente de publicar la exquisita deposición judicial. Añadía que también me había llamado para dármelas personalmente, dejando suponer que esa conversación se había producido y que yo había aceptado o, al menos, recibido las excusas de Escolar. Nada más falso. Nunca he tenido el disgusto de hablar con ese señor. Llamó a
La mañana
preguntando por mí y cuando le dijeron que tenía que esperar porque yo estaba hablando por teléfono dijo «que me llame» y colgó. Por supuesto, no le llamé, no fuera a cumplir los deseos de su colaborador matándome de un pitido ultrasónico, como hacían James Bond y el KGB.

Fanlo, que tendría lo que hay que tener —al menos para ser terrorista—, pero a sus horas, temió una acción disciplinaria del CGPJ y publicó una notita asegurando que el corazón a perforar de un disparo, el mío, era metafórico. El corazón, no sé, pero yo no era lo que se dice metafórico, ni siquiera metonímico. Y como me había unido a la Asociación de Víctimas del Terrorismo después de que Esquerra Republicana, el partido que pactó con la ETA y en el que hacen carrera los pistoleros de Terra Lliure, todos sin arrepentir, anunció que se querellaría contra mí por criticar sus conexiones con el terror, fueron los abogados de la AVT los que interpusieron una querella criminal contra Fanlo por menosprecio a una víctima del terrorismo (y además a propósito del atentado sufrido), un delito claramente tipificado en el Código Penal desde el antiguo Pacto Antiterrorista. La querella de ERC fue desestimada meses después por otro juez de Barcelona en una solidísima y muy trabajada sentencia, al decir de los expertos. Es la prueba de que en Cataluña aún hay de todo. Pero el CGPJ no quiso tomar ninguna medida permanente contra Fanlo porque, dicen, escribía a título personal y no como juez. Hombre, lo grave no es que Fanlo escribiera eso, sino que alguien que escribe eso siga siendo juez. ¿Quién esperará de él ecuanimidad, ponderación y respeto a las leyes que él mismo se jacta de vulnerar? Si en Cataluña hay de todo, en el CGPJ hay también bastantes fanlos. De corazón.

Más edificante aún fue la reacción de las asociaciones periodísticas de Madrid y Barcelona. El presidente de la madrileña, Fernando González Urbaneja, veterano empleado de Polanco y con el que coincidí en Antena 3 Televisión, donde dirigía un telediario en el que se negó a informar durante meses del Caso Ibercorp, no optó esta vez por la elusión. Si bien dijo que él no hubiera publicado el artículo de Fanlo (razones económicas hay que superan las morales), tuvo lo que, según el juez, «hay que tener» para añadir: «El artículo del señor Fanlo puede ampararse en la libertad de expresión y opinión. El señor Fanlo tiene esa libertad y defenderé que la tenga y que la use. Una sentencia de los jueces Wendell Holmes y Louis Brandéis de 1919 decía: "Debemos estar eternamente vigilantes contra los intentos de restringir la expresión de opiniones que aborrecemos y creemos cargadas de muerte…". Pienso lo mismo; plena libertad de expresión, sin excepciones, para el señor Fanlo y para Jiménez Losantos, incluso para incurrir en delito de injuria (que no seré yo quien lo aprecie, para eso están los tribunales), pero no para el uso de esa libertad sin límite en un periódico que yo dirija».

He ahí un moralista de cuerpo entero. Defiende que se use lo que llama libertad contra otros, pero no está dispuesto a hacerse responsable de ella dándole cobijo, o sea, que predica con el ejemplo pero al revés. También equipara prácticamente a Fanlo y a mí, que no había dicho nada contra Fanlo pero sí había criticado la, digamos, valentía selectiva de Urbaneja como Kapopress según los casos, los gobiernos y las empresas. Además, desconoce o quiere desconocer que el Código Penal contempla como delitos conexos con el terrorismo el menosprecio a las víctimas y el ensañamiento con ellas utilizando los datos de atentados sufridos, que además «señalan» a la víctima para otro atentado. En realidad es lo que llevaban haciendo varias semanas y siguieron haciendo muchas más, hasta ahora, los medios de Madrid y Barcelona contra los comunicadores de la COPE y en particular contra mí. Algo que debió de producir un suave cosquilleo de placer en el vengativo corazonzuelo urbanejil. En cuanto al Colegio de Periodistas de Barcelona, que suele dar clases de deontología profesional en la única gran ciudad occidental donde no hay periodismo de investigación sobre la corrupción política, no sólo no condenó a Fardo sino que, tras sucesivas aproximaciones en
El Periódico
, acabó respaldándolo ante la terrible campaña de agresiones y descalificaciones sufridas. No esperaba menos de semejante cuadrilla. Fanlo dijo lo que ellos no se atrevían a decir. Políticamente, es su héroe. Profesionalmente, es su retrato.

La manifestación contra la LOE y el recrudecimiento de la campaña

El día 12 de noviembre tuvo lugar en Madrid la manifestación por la libertad de enseñanza y contra la LOE, que yo retransmití en directo para toda España y en especial para los manifestantes a través de altavoces que cubrían todo el trayecto. El millón largo de asistentes, incluidos Rouco y otros obispos, además del auténtico clamor popular en defensa de la COPE, levantaron las iras de los progres en los medios habituales. Si una semana antes, cuando el guateque del Estatuto catalán en las Cortes, nadie temía a la COPE pero se la seguía atacando y se iba a Roma a tratar de liquidarla, ahora se hacía otro análisis, aunque siempre perseverando en el mismo propósito liberticida. Los progres, que tanto hablan de democracia, son incapaces de soportarla si no la ejercen ellos. En cuanto al periodismo progre, Tartufo a su lado era un modelo de clara rectitud.

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