Diario. Una novela (27 page)

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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Relato

BOOK: Diario. Una novela
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Lo único que se ve es que es enorme y llena la pared más larga del comedor.

Grace está con ellos y los dirige. Tabbi y el doctor Touchet miran.

Cuando Misty va a mirar, Grace la detiene con una mano azul y nudosa y dice:

—¿Te has probado el vestido que te he hecho?

Misty solamente quiere mirar su cuadro. Es su obra. Por culpa de la venda para los ojos no tiene ni idea de qué ha hecho. De qué parte de sí misma está mostrando a una gente desconocida.

Y el doctor Touchet dice:

—No es muy buena idea. —Dice—: Ya lo verás mañana por la noche, junto con el resto del público.

Solamente para que conste en acta, Grace dice:

—Esta tarde nos mudamos de vuelta a la casa.

Donde mataron a Ángel Delaporte.

Grace dice:

—El detective Stilton ha dado el visto bueno. —Dice—: Si haces las maletas, te llevamos las cosas.

La almohada de Peter. El material de pintura en la caja de madera descolorida.

—Ya casi se ha terminado, cariño —dice Grace—. Sé exactamente cómo te sientes.

De acuerdo con el diario. El diario de Grace.

Mientras todo el mundo está ocupado, Misty sube a la buhardilla, a la habitación que comparten Grace y Tabbi. Solamente para que conste en acta, Misty ya ha hecho las maletas y ha robado el diario de la habitación de Grace. Está bajando su maleta al coche. Misty sigue sucia de polvo de cola reseca para papel de pared. Todavía tiene jirones de rayas de color verde claro y flores de color rosa en el pelo.

Se supone que el libro que siempre está leyendo Grace, el que siempre está estudiando, el de la portada roja y las letras doradas, es el diario de una mujer que vivió en la isla hace cien años. La mujer del diario de Grace tenía cuarenta y un años y era una estudiante de bellas artes fracasada. Se quedó embarazada y dejó la facultad para casarse en la isla de Waytansea. No amaba a su nuevo marido tanto como amaba sus viejas joyas y el sueño de vivir en una casa de piedra enorme.

Allí tenía una vida hecha a medida para ella, un rol preparado de antemano que podía asumir de inmediato. La isla de Waytansea, con todas sus tradiciones y rituales. Todo ya resuelto. Las respuestas para todo.

La mujer era bastante feliz, pero cien años atrás la isla ya se estaba llenando de turistas neos de la ciudad. Forasteros metomentodo y pesados con el bastante dinero como para hacerse con el poder. Justo cuando a su familia se le estaba acabando el dinero, su marido se mató mientras estaba limpiando un arma de fuego.

La mujer padecía migrañas, fatiga y vomitaba todo lo que comía. Trabajaba como doncella en el hotel hasta que tropezó en las escaleras y tuvo que guardar cama, con una pierna metida en una escayola enorme. Inmovilizada sin nada mejor que hacer, empezó a pintar.

Igual que Misty, pero no era Misty. Aquella Misty de imitación.

Luego su hijo de diez años se ahogó.

Después de un centenar de cuadros, su talento y sus ideas parecieron esfumarse. Se le fue la inspiración.

A juzgar por su caligrafía, ancha y alargada, era lo que Ángel Delaporte llamaría una persona atenta y generosa.

Lo que no te enseñan en la facultad de bellas artes es que Grace Wilmot te va a seguir por todas partes y va a apuntar todo lo que haces. Que va a convertir tu vida en esta especie de narración enferma. Y helo aquí. Grace Wilmot está escribiendo una novela basada en la vida de Misty. Oh, ha cambiado unas cuantas cosas. Ha hecho que la mujer tenga tres hijos. Ha hecho que sea doncella en lugar de camarera de comedor. Oh, todo es muy casual.

Solamente para que conste en acta, Misty está haciendo cola en el ferry, leyendo esa porquería en el viejo Buick de Harrow.

El libro dice que la mayoría de habitantes del pueblo se han mudado al hotel Waytansea y lo han convertido en un barracón. Un campo de refugiados para las familias de la isla. Los Hyland lavan la ropa de todo el mundo. Los Burton cocinan para todo el mundo. Los Petersen se encargan de la limpieza.

Parece que no hay una sola idea original en todo el texto.

Por el mero hecho de leer esto, es probable que Misty vaya a convertirlo en realidad. A hacer que se cumpla la profecía. Que vaya a empezar a vivir la idea que otra persona tiene de cómo debería ser su vida. Pero ahora que se ha puesto, no puede parar de leer.

Dentro de la novela de Grace, la narradora encuentra un diario. El diario que encuentra parece estar basado en su vida.

Lee que se celebra una gran exposición con su obra. Y que la noche de la inauguración, el hotel está abarrotado de turistas.

Solamente para que conste en acta, querido Peter de mi alma, si te has recuperado del coma, esto te puede provocar una recaída. La simple realidad es que Grace, tu madre, está escribiendo sobre tu mujer, dando a entender que es una puta borracha.

Así debió de sentirse Judy Garland cuando leyó El valle de las muñecas.

Ahí en la cola del ferry, Misty está esperando que la lleven al continente. Ahí sentada en el coche donde Peter estuvo a punto de morir, o bien estuvo a punto de escaparse y abandonarla, Misty espera en medio de una cola tórrida de veraneantes. Con su equipaje en el maletero, incluido el vestido blanco de satén.

Igual que estaba tu equipaje en el maletero.

Ahí es donde termina el diario. La última entrada es de justo antes de la exposición. Después... No hay nada.

Para que no te sientas mal contigo mismo, Misty está abandonando a tu hija igual que tú intentaste abandonarlos a los dos. Sigues casado con una cobarde. Igual que ella estaba dispuesta a escaparse cuando pensó que la estatua de bronce mataría a Tabbi, la única persona en la isla que le importa un comino a Misty. No le importa Grace. Ni los veraneantes. No hay nadie en la isla a quien Misty necesite salvar.

Excepto Tabbi.

26 DE AGOSTO

Solamente para que conste en acta, sigues siendo un capullo de mucho cuidado. Eres un gilipollas cagón, cobarde, egoísta y sin pelotas.

Si, claro, estabas planeando salvar a tu mujer, pero también ibas a abandonarla. Menudo estúpido tarado mental estás hecho. Querido estúpido de mi alma.

Pero ahora Misty sabe exactamente cómo te sentiste.

Hoy es tu día número 157 como vegetal. ¡Y el primero de ella!

Hoy Misty conduce durante tres horas para ir a verte y sentarse junto a tu cama.

Solamente para que conste en acta, Misty te pregunta:

—¿Está bien matar a desconocidos para apoyar una forma de vida solamente porque la gente que la vive es la gente que amas?

Bueno, que creías amar.

Al ritmo que está llegando la gente a la isla, más y más cada verano, cada vez todo está más sucio. El agua limpia se está acabando. Pero por supuesto, no se puede parar ese crecimiento. Es antiamericano. Es egoísta. Es tiránico. Maligno. Todos los niños tienen derecho a vivir. Todo el mundo tiene derecho a vivir donde se lo pueda permitir. Tenemos derecho a buscar la felicidad allí donde podamos llegar en coche, en avión o en barco, y a perseguirla. Si llega demasiada gente a un sitio, claro, lo estropean, pero así es el sistema de cheques y balances, la forma que tiene el mercado de ajustarse.

De esta forma, arruinar un sitio es la única forma de salvarlo. Hay que hacer que al mundo de fuera le parezca horrible.

La AOPL no existe. Solamente existe gente que lucha por preservar su mundo de la llegada de más gente.

Una parte de Misty odia a esa gente que llega, a los invasores, los infieles, que vienen en masa a arruinar su estilo de vida y la infancia de su hija. Todos esos forasteros, con su rastro de matrimonios fracasados e hijastros y adicciones a drogas y morales disipadas y símbolos de estatus social falsos, no son la clase de amigos que Misty quiere para su hija.

Para tu hija.

Para la hija de ellos.

Para salvar a Tabbi, Misty podría dejar que sucediera lo que sucede siempre. Podría dejar simplemente que volviera a suceder. La exposición. Sea lo que sea, podría dejar que el mito de la isla siguiera su curso. Y tal vez Waytansea se salvaría.

«Mataremos a todos los hijos de Dios para salvar a los nuestros.»

O tal vez podrían darle a Tabbi algo mejor que un futuro sin problemas, que una vida pacífica, tranquila y segura.

Sentada contigo aquí y ahora, Misty se inclina sobre ti y te besa la frente roja e hinchada.

No pasa nada porque nunca la quisieras, Peter. Misty sí que te quería.

Por lo menos por creer que ella podía ser una gran artista, una salvadora. Algo más que una ilustradora técnica o una artista comercial. O incluso algo más que un ser humano. Misty te quiere por eso.

¿Notas esto?

Solamente para que conste en acta, Misty siente mucho lo de Ángel Delaporte. Siente mucho que te criaras en el seno de esa mierda de leyenda. Y siente mucho haberte conocido.

27 DE AGOSTO,
LUNA NUEVA

Grace hace girar la mano en el aire entre ambas, con las uñas amarillentas y deformadas debajo del pintauñas de color claro, y dice:

—Misty, cariño, date la vuelta para dejarme ver cómo te queda por detrás.

La primera vez que Misty se enfrenta a Grace, la tarde de la inauguración, lo primero que Grace le dice es:

—Ya sabía yo que ese vestido te quedaría precioso.

Están en la vieja casa de los Wilmot en Birch Street. Allí, la puerta de su viejo dormitorio está detrás de una lámina de plástico de color claro y una tira de precinto policial amarillo. Una cápsula temporal. Un regalo para el futuro. A través del plástico se ve que se han llevado el colchón. A la lámpara de la mesilla le falta la pantalla. Una rociada de algo oscuro estropea el papel de pared de encima de la cabecera de la cama. La caligrafía de la presión sanguínea. El marco de la puerta y la repisa de la ventana, la pintura blanca está sucia de polvo negro para recoger huellas dactilares. El rastro reciente y profundo de una aspiradora recorre la alfombra. El polvo invisible de la piel muerta de Ángel Delaporte ha sido aspirado para analizar el ADN.

Tu antiguo dormitorio.

En la pared de encima de la cama vacía está la pintura que hizo Misty de la silla de anticuario. En el cabo de Waytansea y con los ojos cerrados. La alucinación de la estatua que se acercaba para matarla. Toda salpicada de sangre.

Ahora que está con Grace en su dormitorio, al otro lado del pasillo, Misty le dice que no intente hacer nada raro. Que la policía del continente está aparcada fuera, esperando. Que si Misty no está fuera dentro de diez minutos, entrarán con las armas a punto.

Grace está sentada en el taburete con revestimiento de color rosa brillante que hay delante de su enorme tocador, con sus frascos de perfume y sus joyas esparcidas frente a ella sobre la superficie de cristal. Su espejo de mano plateado y sus cepillos para el pelo.

Los souvenirs de la riqueza.

Y Grace dice:

—Tu es ravissante ce soir
—dice—. Esta noche estás preciosa.

Ahora Misty tiene pómulos. Y clavículas. Sus hombros son huesudos y blancos y sobresalen, rectos como una percha, del vestido que en una vida anterior fue su vestido de boda. El vestido le cae como un trapo por encima del hombro, el satén blanco lleno de pliegues, demasiado ancho y fláccido ya porque Grace le tomó las medidas hace días. O semanas. El sujetador y las bragas le vienen tan grandes que Misty no se los ha puesto. Misty es casi tan flaca como su marido, ese esqueleto marchito con máquinas que le meten aire y vitaminas.

Tan flaca como tú.

Tiene el pelo más largo que antes del accidente de la rodilla. La piel lívida de estar tanto tiempo encerrada. Misty tiene cintura y las mejillas hundidas. Tiene una sola barbilla y un cuello esbelto con los músculos marcados.

Ha pasado hambre hasta que sus ojos y dientes parecen enormes.

Antes de la inauguración de esta noche, Misty ha llamado a la policía. No solamente al detective Stilton. Misty ha llamado a la policía estatal y al FBI. Les ha dicho que la AOPL iba a atentar contra la exposición de esta noche en el hotel de la isla de Waytansea. Después ha llamado al departamento de bomberos. Les ha dicho que entre las siete y las siete y media habría un desastre en la isla. Que trajeran ambulancias.

Luego ha llamado a las noticias de la televisión y les ha dicho que trajeran a un equipo con el vehículo repetidor más grande y potente que tuvieran. Ha llamado a las emisoras de radio. Ha llamado a todo el mundo salvo a los boy scouts.

En el dormitorio de Grace Wilmot, en esa casa con su legado de nombres y épocas escrito en el interior de la puerta, Misty le dice a Grace que su plan para esta noche ha quedado desbaratado. Por los bomberos y la policía. Por las cámaras de televisión. Misty ha invitado a todo el mundo, y todos van a estar en el hotel para cuando se abra el telón.

Y poniéndose un pendiente en la oreja, Grace mira el reflejo de Misty en el espejo del tocador y dice:

—Claro que los has llamado, pero ya lo hiciste la última vez.

Misty le pregunta a qué se refiere con eso de la última vez. —Y nos habría gustado que no lo hicieras —dice Grace. Se alisa el pelo con las palmas de sus manos nudosas y dice—: Solamente conseguirás que el número final de víctimas mortales sea mayor de lo que sería necesario.

Misty dice que no va a haber víctimas mortales. Misty dice que le ha robado el diario.

Desde detrás de ella, una voz dice:

—Misty, cariño, no puedes robar lo que es tuyo. La voz detrás de ella. Una voz de hombre. Es Harrow. Harry, el padre de Peter.

Tu padre.

Lleva esmoquin y el pelo blanco peinado en forma de corona sobre la cabeza cuadrada, la nariz y la barbilla afiladas y prominentes. El hombre en el que se suponía que Peter iba a convertirse. Todavía le huele el aliento. Las manos que apuñalaron a Ángel Delaporte mientras dormía. Que quemaron las casas en las que Peter hizo sus pintadas en un intento de alejar a la gente de la isla.

El hombre que intentó matar a Peter. A ti. A su hijo.

Está de pie en el pasillo, cogiendo de la mano a Tabbi. A tu hija.

Solamente para que conste en acta, parece que hace una eternidad que Tabbi se alejó de ella. Que se soltó de su mano y corrió a coger la mano de un hombre que Tabbi pensaba que era un asesino. La estatua del bosque. En el viejo cementerio del cabo de Waytansea.

Grace tiene los codos levantados y las manos en la nuca, se está poniendo un collar de perlas falsas, y dice:

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