El diccionario del Diablo (14 page)

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Authors: Ambrose Bierce

Tags: #Humor, Política, Otros

BOOK: El diccionario del Diablo
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Responder

v
.
t
. e i. Dar respuesta, o
manifestar de otro modo que se tiene conciencia de haber inspirado
un interés en lo que Herbert Spencer llama «eternas coexistencias»;
fue así como Satán «achatado como un sapo» junto a la oreja de Eva
respondió al toque de la lanza del ángel. Responder por daños, es
contribuir al sostén del abogado del demandante y, de paso, a la
satisfacción del propio demandante.

Responsabilidad

s
. Carga desmontable que
se traspasa fácilmente a las espaldas de Dios, el Destino, la
Fortuna, la Suerte, o el vecino. Los aficionados a la astrología
suelen descargarla en una estrella.

Restitución

s
. Fundación o sostén de
universidades y bibliotecas públicas por medio de legados o
donaciones.

Restitutor

s
. Benefactor;
filántropo.

Resuelto

adj
. Dícese de quien sigue
obstinadamente una línea de conducta que aprobamos.

Resultado

s
. Tipo particular de
desengaño. Esa clase de inteligencia que ve en la excepción la
prueba de la regla, juzga la sabiduría de un acto por su resultado.
Esto es un absurdo inmortal; la sabiduría de un acto debería
juzgarse según las luces del autor al cometerlo.

Retaguardia

s
. En doctrina militar
norteamericana, parte expuesta del ejército que se encuentra más
cerca del Congreso.

Revelación

s
. Libro famoso en que el
divino San Juan ocultó todo lo que sabía. La revelación corre por
cuenta de los comentaristas, que no saben nada.

Reverencia

s
. Actitud espiritual de un
hombre frente a un dios, y de un perro frente a un
hombre.

Revolución

s
. En política, abrupto
cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia
norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración,
que permitió que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara
media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente
acompañadas de una considerable efusión de sangre, pero se estima
que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya
sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución francesa
es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los
hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror
indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley
y el orden.

Rey

s
. Personaje masculino al que suele
llamarse en los Estados Unidos «una cabeza coronada», aunque nunca
usa corona y por lo general no tiene cabeza digna de ese
nombre.

Rezar

v
.
i
. Pedir que las leyes del
universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante,
confesadamente indigno.

Rico

adj
. Dícese del que tiene en
caución, con el compromiso de rendir cuentas, los bienes de
indolentes, incapaces, pródigos, envidiosos y desafortunados. Este
es el criterio que prevalece en el hampa, donde la Fraternidad del
Hombre encuentra su desarrollo más lógico y su defensa más
candorosa. Para los habitantes del mundo intermedio, la palabra
significa bueno y sabio.

Ridículo

s
. y
adj
. Palabra destinada a
probar que la persona a quien se aplica carece de la dignidad de
carácter de quien la pronuncia. Según Shaftesbury, el ridículo es
la prueba de la verdad: afirmación ridícula, pues muchas solemnes
falacias han sobrevivido a siglos de ridículo, sin que disminuyera
su aceptación popular.

Rima

s
. Concordancia de sonidos en la
punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.

Rimador

s
. Poeta considerado con
indiferencia o falta de estima.

R.I.P.

Abreviatura distraída de
«requiescat in pace», con que se testimonia una indolente buena
voluntad hacia los muertos. Según el erudito doctor Drigge,
originariamente significaba «reductus in pulveris», o reducido a
polvo.

Riqueza

s
. Don del Cielo que significa:
«Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi
complacencia» (John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la
virtud (J.P.Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno
(Eugene Debs). El inspirado lexicógrafo lamenta no poder agregar
nada de valor a estas excelentes definiciones.

Risa

s
. Convulsión interna, que produce
una distorsión de los rasgos faciales y se acompaña de ruidos
inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La
tendencia a los ataques de risa es una de las características que
distinguen al hombre de los animales, que se muestran no sólo
inaccesibles a la provocación de su ejemplo, sino inmunes a los
microbios que originariamente provocaron la enfermedad. Si la risa
puede contagiarse a los animales mediante inoculación a partir de
un ser humano, es un problema que no ha sido resuelto
experimentalmente. El doctor Meire Witchell sostiene que el
carácter infeccioso de la risa se debe a la instantánea
fermentación de la saliva pulverizada, y por lo tanto designa a
esta dolencia con el nombre de «Convulsio spargens».

Rito

s
. Ceremonia religiosa o
semirreligiosa establecida por la ley, el precepto o la costumbre,
de la que se ha estrujado meticulosamente el aceite esencial de la
sinceridad.

Ritualismo

s
. Jardín de Dios donde Él
puede caminar en rectilínea libertad, con tal de no pisar el
pasto.

Ron

s
. Bebida ardiente que produce
locura en los abstemios.

Rostrum

s
. En latín, pico de un ave o
proa de un barco. En norteamericano, tribuna desde donde un
candidato expone a la turba su sabiduría, virtud y
poder.

Ruido

s
. Olor nauseabundo en el oído.
Música no domesticada. Principal producto y testimonio probatorio
de la civilización.

Rumor

s
. Arma favorita de los asesinos
de reputaciones.

Ruso

s
. Persona de cuerpo caucásico y
alma mongólica. Emético tártaro.

S
Sabbath

s
. Sábado para los judíos,
domingo para los cristianos. Fiesta semanal que tiene su origen en
el hecho de que Dios hizo el mundo en seis días y fue detenido el
séptimo. Entre los judíos, la observancia de la festividad estaba
ordenada por un Mandamiento cuya versión cristiana es: «Recuerda,
al séptimo día, hacer que tu prójimo lo respete plenamente». Al
Creador le pareció apropiado que el Sabbath fuera el último día de
la semana, pero los primitivos Padres de la Iglesia opinaban de
otro modo.

Sabiduría

s
. Tipo de ignorancia que
distingue al estudioso.

Saciedad

s
. Ese sentimiento, señora, que
uno experimentaba por el plato después de tragar su
contenido.

Sacerdotalista

s
. El que cree que un
clérigo es un sacerdote. El rechazo de esta importantísima doctrina
es el desafío más audaz que han lanzado los NeoDiccionaristas al
rostro de la Iglesia Episcopólica.

Sagrado

adj
. Dedicado a un propósito
religioso; provisto de un carácter divino; capaz de inspirar
pensamientos y emociones solemnes. Por ejemplo: el Dalai Lama del
Tibet; el Moogum de M'bwango; el Templo de los Monos en Ceilán; la
Vaca en la India; el Cocodrilo, el Gato y la Cebolla del antiguo
Egipto; el Mufti de Moosh; el pelo del perro que mordió a Noé,
etc.

Sacramento

s
. Solemne ceremonia
religiosa a la que se atribuyen diversos grados de eficacia y
significación. Roma tiene siete sacramentos, pero las iglesias
protestantes, menos prósperas, sólo pueden permitirse dos, y de
inferior santidad. Algunas sectas menores no tienen sacramentos en
absoluto: ahorro vil que indudablemente las llevará a la
perdición.

Salacidad

s
. Cualidad literaria de
frecuente observación en las novelas populares, especialmente las
escritas por mujeres y muchachas, que le dan otro nombre y piensan
que están ocupando un campo descuidado de las letras y recolectando
una cosecha desdeñada. Si tienen la desgracia de vivir el tiempo
suficiente, las atormenta el deseo de quemar sus
gavillas.

Salamandra

s
. Originariamente, reptil
que habitaba el fuego; después, inmortal antropomorfo, igualmente
pirófilo. Se cree que las salamandras se han extinguido; la última
de que tenemos noticias fue vista en Carcasonne por el padre de
Belloc, quien la exorcisó con un balde de agua bendita.

Salsa

s
. Unico signo infalible de
civilización y progreso. Pueblo sin salsas, tiene mil vicios;
pueblo de una sola salsa, tiene novecientos noventa y nueve. A
salsa inventada y aceptada, corresponde vicio renunciado y
perdonado.

Santo

s
. Pecador fallecido, revisado y
editado. La Duquesa de Orléans refiere que aquel viejo e
irreverente calumniador, el mariscal de Villeroi, que en su
juventud había conocido a San Francisco de Sales, dijo al oír que
lo consideraban un santo: «Estoy encantado de enterarme de que
Monsieur de Sales era un Santo. Le gustaba decir groserías y solía
trampear a los naipes. Por lo demás, era un perfecto caballero,
aunque un tonto».

Saquear, v.t.

Tomar la propiedad de otro
sin observar las reticencias decentes y acostumbradas del robo.
Efectuar un cambio de propiedad con la cándida concomitancia de una
banda militar. Apoderarse de los bienes de A y B, mientras C
lamenta la oportunidad perdida.

Sarcófago

s
. Entre los griegos, ataúd,
que, estando hecho de cierta clase de piedra carnívora, tenía la
singular propiedad de devorar el cadáver colocado en su interior.
El sarcófago conocido por los modernos exequiógrafos es,
generalmente, un producto del arte del carpintero.

Sartén

s
. Instrumento de tortura usado
en esa institución punitiva por excelencia, la cocina femenina. La
sartén fue inventada por Calvino, quien la usó para freír a los
bebés que morían sin bautizar. Observando un día el horrible
tormento de un vagabundo que incautamente sacó de la basura un bebé
frito y lo devoró, el gran teólogo quiso despojar a la muerte de
sus terrores, introduciendo la sartén en cada hogar de Ginebra. De
ahí se extendió a todos los rincones del mundo y ha sido de
invalorable utilidad para la propagación de la sombría fe
calvinista.

El obispo Potter insinúa que la utilidad de la sartén no
se limita a este mundo y que se la emplea igualmente en el
infierno.

Satanás

s
. Uno de los lamentables
errores del Creador. Habiendo recibido la categoría de arcángel,
Satanás se volvió muy desagradable y fue finalmente expulsado del
Paraíso. A mitad de camino en su caída, se detuvo, reflexionó un
instante y volvió.

—Quiero pedir un favor —dijo.

—¿Cuál? —Tengo entendido que el hombre está por ser
creado. Necesitará leyes.

—Qué dices miserable! Tú, su enemigo señalado, destinado a
odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú pretendes hacer
sus leyes? —Perdón; lo único que pido, es que las haga él
mismo.

Y así se ordenó.

Sátira

s
. Especie de composición
literaria en que los vicios y locuras de los enemigos del autor son
expuestos sin demasiada ternura. En los Estados Unidos, la sátira
ha tenido siempre una existencia enfermiza e incierta, porque su
esencia es el ingenio del que estamos penosamente desprovistos; el
humor que tomamos por sátira es, como todo humor, tolerante y
simpático. Además, aunque los norteamericanos han sido dotados por
su Creador de abundantes vicios y locuras, suelen ignorar que se
trata de cualidades reprochables. De ahí que el autor satírico sea
considerado un villano amargado y que los gritos de cualquiera de
sus víctimas, pidiendo defensores, obtengan el apoyo
nacional.

Sátiro

s
. Uno de los pocos personajes de
la mitología griega cuya existencia reconoce la mitología hebrea
(Levítico, xvii,7). En un comienzo, el sátiro era un miembro de una
comunidad disoluta que rendía un tibio vasallaje a Dionisio, y que
luego pasó por muchas transformaciones y perfeccionamientos. Suele
confundírsele con el fauno, invención romana, más tardía y docente,
que se parecía menos a un hombre y más a un chivo.

Secretario de Redacción

s
. Persona que
reúne las funciones judiciales de Minos, Eaco y Radamanto, pero es
aplacable con un óbolo; censor severamente virtuoso, pero tan
caritativo en el fondo que tolera las virtudes ajenas y los vicios
propios; que lanza a su alrededor los desgarradores relámpagos y
los vigorosos truenos de la reprimenda, hasta parecerse a un
paquete de petardos atado a la cola de un perro; que seguidamente
murmura un dulce canto melodioso, suave como el arrullo de un asno
que entona su plegaria a la estrella vespertina. Maestro de
misterios y señor de leyes, encumbrado en el trono del pensamiento,
el rostro iluminado por los oscuros resplandores de la
Transfiguración, con las piernas entrelazadas y los carrillos
inflados, el secretario de redacción derrama su voluntad sobre el
papel y lo corta en trozos de la extensión requerida. Y a
intervalos, tras el velo del templo, se oye la voz del jefe de
taller, que reclama ocho centímetros de ingenio y quince
centímetros de meditación religiosa, o le ordena cortar el chorro
de la sabiduría y batir un poco de «interés humano».

Seguro

s
. Ingenioso juego de azar que
permite al jugador la confortable convicción de que está derrotando
al que tiene la banca.

Agente de seguros.—Mi estimado señor, esa es una bella
casa.

Permítame que la asegure.

Propietario de la casa.—Con placer. Pero le ruego fijar
una prima anual tan baja que, llegado el momento en que, según las
tablas de su actuario, será probablemente destruida por el fuego,
yo le haya pagado mucho menos del valor de la póliza.

Agente.—¡Oh, no! No podemos permitirnos eso, debemos fijar
la prima de modo que usted haya pagado más.

Propietario.—Eso es lo que «yo» no puedo
permitirme.

Agente.—Pero observe que su casa puede quemarse en
cualquier momento. Ahí tiene la casa de Smith, por ejemplo,
que…

Propietario.—Ahórreme eso. Yo podría citarle, en cambio,
la casa de Jones, la de Robinson, que…

Agente.—¡Ahórreme «usted» eso! Propietario.—Entendámonos.
Usted pretende que yo le pague dinero sobre la hipótesis de que
algo ocurrirá antes del momento en que usted mismo calcula que
ocurrirá. En otras palabras, usted me pide que apueste a que mi
casa no durará tanto como probablemente durará, según
usted.

Agente.—Pero si su casa se quema sin seguro, será una
pérdida total.

Propietario.—Perdón. Según las tablas de su actuario lo
probable es que cuando se queme yo haya ahorrado, en concepto de
primas que no le pago, una suma mayor que el valor de la póliza.
Pero supongamos que se queme, sin seguro, antes de lo que ustedes
prevén. Yo no puedo soportar esa pérdida. ¿Pero cómo la soportan
ustedes, en caso de que esté asegurada? Agente.—Ah, nos desquitamos
a través de transacciones más afortunadas con otros clientes.
Virtualmente, son ellos los que pagan su pérdida.

Propietario.—Y virtualmente, entonces, soy yo el que
contribuyo a pagar las pérdidas de ellos. ¿Acaso las casas de los
demás no se pue den quemar antes de que las primas cubran el valor
de la póliza? La cosa es así: ¿ustedes pretenden sacar de sus
clientes más dinero del que les pagan, verdad? Agente.—Por
supuesto. Si no fuera así…

Propietario.—… yo no les entregaría mi dinero. Bien, pero
si resulta «indudable», que la clientela global pierde dinero,
también es «probable» que un cliente individual lo pierda. Son
estas probabilidades individuales las que hacen la certeza del conjunto.

Agente. — No lo negaré, pero observe las cifras de este
folle…

Propietario. —¡Dios no permita! Agente.—Usted habló de
ahorrar las primas que debería pagarme.

¿Pero no es más probable que las despilfarre? Nosotros le
ofrecemos un incentivo al ahorro.

Propietario.—La disposición de A de hacerse cargo del
dinero de B no es exclusivo de los seguros, pero ustedes, como
institución caritativa, merecen estima. Dígnese aceptar ese
reconocimiento de un Meritorio Objeto.

Sello

s
. Marca impresa en ciertos
documentos para atestiguar su autenticidad y autoridad. A veces se
estampa sobre cera y se agrega al papel, a veces sobre el papel
mismo. El sellado, en este sentido, es una supervivencia de la
antigua costumbre de inscribir papeles importantes con palabras o
signos cabalísticos, para darles una eficacia mágica, independiente
de la autoridad que representan. En el Museo Británico se conservan
muchos papeles antiguos, en su mayoría de carácter sacerdotal,
validados por pentagramas necrománticos y otros artificios tales
como las iniciales de palabras usadas en conjuros; y en muchos
casos, se estampaban del mismo modo en que se estampan actualmente
los sellos. Como así todas las costumbres, ritos y observancias
modernos, de apariencia irracional e insensata, tienen su origen en
alguna remota utilidad, resulta grato señalar un ejemplo de
insensatez antigua que con el tiempo llegó a convertirse en algo
útil. Nuestra palabra «sincero» deriva de «sine cero», sin cera,
pero los doctos no se ponen de acuerdo sobre si esto se refiere a
la ausencia de signos cabalísticos, o a la ausencia de la cera con
que antaño se ocultaba el contenido de las cartas a la curiosidad
pública. Cualquiera de estas dos opiniones servirá a quien tenga
necesidad inmediata de una hipótesis. Las iniciales L.S., que
suelen agregarse a las firmas de documentos legales, significan
«locum sigilis», el lugar del sello, aunque el sello ya no se use,
y éste es un considerable ejemplo del conservatismo que distingue
al Hombre de las bestias.

Senado

s
. Cuerpo de ancianos que cumple
altas funciones y fechorías.

Sepulcro

s
. Lugar en que se coloca a los
muertos hasta que llegue el estudiante de medicina.

Sicofante

s
. El que se acerca a la
Grandeza de bruces para que no le ordenen dar media vuelta y
recibir un puntapié. A veces es un secretario de
redacción.

Silfo

s
. Ser inmaterial pero visible que
habitaba el aire cuando el aire era un elemento y no estaba
fatalmente contaminado por el humo de las fábricas, las emanaciones
de las alcantarillas y otros productos de la civilización. Los
silfos estaban emparentados con los gnomos, las ninfas y las
salamandras que vivían, respectivamente, en la tierra, el agua y el
fuego, elementos hoy insalubres. Los silfos, como los pájaros del
aire, eran machos y hembras, sin finalidad aparente ya que si
tenían progenie debieron anidar en lugares inaccesibles, puesto que
nadie jamás ha visto los pichones.

Silogismo

s
. Fórmula lógica (ver Lógica)
que consiste en una premisa mayor, una premisa menor y una
inconsecuencia.

Símbolo

s
. Algo cuya presunta función es
tipificar o representar otra cosa. Muchos símbolos son meras
«supervivencias», cosas que no teniendo ya utilidad siguen
existiendo porque hemos heredado la tendencia a fabricarlas: como
las urnas funerarias talladas en los monumentos recordatorios.
Antaño eran urnas verdaderas que contenían las cenizas de los
muertos. No podemos dejar de hacerlas, pero podemos darles un
nombre que disimule nuestra impotencia.

Sirena

s
. Uno de varios prodigios
musicales célebres por su vana tentativa de disuadir a Odiseo de
una vida oceánica. Figurativamente, dama de espléndida promesa,
aviesa intención y frustrante rendimiento.

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