s
. Forma menor de la
desesperación, disfrazada de virtud.
s
. Ser descarriado que incurre en
la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
s
. Residencia bella y costosa,
particularmente la de un gran funcionario. La residencia de un alto
dignatario de la Iglesia se llama palacio; la del fundador de su
religión se llamaba pajar o pesebre. El progreso existe.
Pajuelas que queman
los chinos, en el ejercicio de sus payasadas paganas, imitando
ciertos ritos sagrados de nuestra santa religión.
s
. Arbol. Una de sus variedades
más difundidas y más asiduamente cultivadas es la «palma
pruriginosa» (Palma hominis). Este noble vegetal exuda una especie
de goma invisible, que puede detectarse aplicando a la corteza una
moneda de oro o de plata. El metal se adhiere con notable
tenacidad. Los frutos de la palma pruriginosa son tan amargos e
insatisfactorios, que un porcentaje considerable suelen regalarse
en forma de «beneficencia».
s
. Literalmente, Lugar de
Todos los Demonios. La mayoría de ellos han ido a refugiarse en la
política y las finanzas, y el lugar se usa ahora como salón de
conferencias del Reformador Vocinglero. Cuando son perturbados por
su voz, los antiguos ecos clamorean apropiadas respuestas que
halagan mucho su orgullo.
s
. Elogio de una persona que
tiene las ventajas del dinero o del poder; o que ha tenido la
deferencia de morirse.
s
. Prenda que cubre la parte
inferior del adulto civilizado de sexo masculino. Es de forma
tubular y no posee goznes en los puntos de flexión. Se supone que
fue inventado por un humorista.
s
. La doctrina de que todo es
Dios, por oposición a la doctrina de que Dios es todo.
s
. Representación teatral en
que se narra una historia sin hacer violencia al lenguaje. Es la
forma menos desagradable de acción dramática.
s
. Pequeño cuadrado de seda o de
hilo, que se usa para varias funciones innobles alrededor de la
cara, y resulta especialmente útil en los velatorios para resaltar
la ausencia de lágrimas. El pañuelo es de invención reciente;
nuestros antepasados, que no lo conocían, usaban la manga. Cuando
Shakespeare lo introduce en «Otelo», incurre en un anacronismo:
Desdémona se limpiaba la nariz con las faldas, mientras que el
doctor Walker y otros reformadores de nuestros días lo hacen con
los faldones de la levita —prueba de que las
revoluciones a veces retroceden.
s
. Lugar donde los malvados
cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los
buenos escuchan con atención mientras exponemos los
nuestros.
s
. Pequeña fracción de la
eternidad de la que tenemos un leve y lamentable conocimiento. Una
línea móvil llamada Presente lo separa de un período imaginario
llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad una de
las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente
distintas. Una está oscurecida por la pena y el desengaño, la otra
iluminada por la prosperidad y la alegría. El Pasado es la región
de los sollozos, el Futuro, el reino del canto. En uno se acurruca
la Memoria, vestida con un sayal, la cabeza
cubierta de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz
solar del otro vuela la Esperanza llamándonos a los templos del
éxito y los pabellones del placer. Sin embargo, el Pasado es el
Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma
cosa: el conocimiento y el sueño.
s
. Documento que se inflige
traidoramente a un ciudadano que sale de su país, denunciándolo
como extranjero y exponiéndolo al ultraje y la
reprobación.
s
. Artificio para la
representación de «misterios» en que el principal actor es
trasladado al cielo. En los Estados Unidos, el patíbulo es notable
por la cantidad de personas que escapan a él.
s
. El que considera superiores
los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de
políticos e instrumento de conquistadores.
s
. Basura combustible
dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso.
En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se
define como el último recurso de un pillo. Con el respeto debido a
un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el
primero.
s
. Ave de gran tamaño cuya carne,
al ser comida en ciertos aniversarios religiosos, tiene la singular
propiedad de testimoniar devoción y gratitud.
s
. En política internacional, época
de engaño entre dos épocas de lucha.
s
. Para un automóvil, parte
movediza (y audible) del camino.
s
. Parte conocida del camino que
conduce de un antepasado arbóreo con una vejiga natatoria, a un
descendiente urbano con un cigarrillo.
s
. Bestia salvaje que el hombre
desprecia cuando está dormida, y de la que huye cuando
despierta.
s
. Castigo de cuya justicia
y eficacia dudan muchas personas dignas, inclusive los
asesinos.
s
. Privación de lo que teníamos,
o de lo que no teníamos. Así, se dice de un candidato derrotado que
«perdió la elección»; o del eminente poeta Gilder que «perdió la
chaveta».
s
. Viajero a quien se toma en
serio. Padre Peregrino: aquél que abandonó Europa en 1620 porque no
lo dejaban cantar salmos con la nariz, y viajó en pos de ese órgano
hasta Massachussetts, donde pudo personificar a Dios según los
dictados de su conciencia.
s
. Injustificada dignidad de
modales en una persona de baja categoría.
s
. Estado o cualidad
imaginarios que se distinguen de lo real por un elemento llamado
excelencia. Atributo de los críticos. El director de una revista
inglesa recibió una carta que criticaba sus opiniones y su estilo,
firmada «Perfección». Rápidamente garabatea al pie: «No estoy de
acuerdo con usted» y se la remitió a Matthew Arnold.[escritor
inglés (1822-1888) definió la cultura como la busca de la
perfección]
adj
. Que camina de aquí
para allá. Relativo a la filosofía de Aristóteles quien, al
exponerla, caminaba de un lado a otro, para eludir las objeciones
de sus discípulos. Precaución innecesaria, ya que ellos ignoraban
el tema tanto como él.
s
. Elemento fundamental y
gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca
en palabras que humean. Sabiduría de un millón de necios en boca de
un tonto. Sentimiento fósil en roca artificial. Moraleja sin
fábula. Todo lo que es mortal de una verdad fenecida. Pocillo de
moralina y leche. Rabadilla de un pavo real desplumado. Medusa que
se marchita al borde del mar del pensamiento.Cacareo que sobrevive
al huevo. Epigrama desecado.
s
. Explosión de un cohete
oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su
rasgo distintivo es el olor de las distintas clases de pólvora con
que ha sido preparada.
s
. Especie de Divinidad adicional
o suplementaria, destinada a recibir el excedente del fervor
religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus
encarnaciones más pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la
Mujer el lugar a que ningún hombre aspira. El Perro es una
supervivencia, un anacronismo. No trabaja, ni hila, pero Salomón en
toda su gloria jamás yació todo el día en una estera, engordando al
sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un ocioso meneo
de la cola salomónica y una mirada de tolerante
reconocimiento
s
. Virtud interior que
permite al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.
s
. Filosofía impuesta al
observador por el desalentador predominio del optimista, con su
esperanza de espantapájaros y su abominable sonrisa.
s
. Utensilio de salón para domar
al visitante impenitente.
Se hace funcionar deprimiendo las teclas y el espíritu de
los oyentes.
s
. Artificio mecánico para
infligir distinción personal, prototipo del moderno periódico
dirigido por personas de austera virtud y vida
intachable.
s
. Indio norteamericano cuya
piel no es roja, al menos por afuera.
s
. Tonto considerado bajo otro
aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la exhibición
como una caja de fresas en un mercado —las mejores arriba— han sido
abiertas del lado que no corresponde. Un caballero al
revés.
s
. Arte de proteger de la
intemperie superficies planas, y de exponerlas a los
críticos.
s
. Comercio sin los pañales de
la fantasía, tal como Dios lo hizo.
s
. Antigua filosofía, que
toma el nombre de su inventor.
Predicaba una absoluta incredulidad en todo, salvo el
pirronismo. Esa última incredulidad ha sido agregada por sus
expositores modernos.
s
. La forma menos detestable del
tedio.
s
. En la antigüedad, castigo
colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus
gobernantes, como en el caso muy conocido de Faraón el Inmune. Las
plagas que nos azotan hoy no son felizmente otra cosa que la
manifestación casual de una Naturaleza perversa, pero
insensata.
s
. Asumir el pensamiento o el
estilo de otro escritor, a quien uno jamás ha leído.
s
. Coincidencia literaria entre
una prioridad carente de mérito y una posterioridad
honorable.
v t. Preocuparse por el mejor
método de conseguir un resultado casual.
adj
. Relativo a la filosofía
de Sócrates. Amor platónico es el nombre que dan los tontos al
afecto entre una incapacidad y una helada.
s
. Romano antiguo que en la
sangre de su país no manchaba nada más que las manos. A diferencia
del patricio, que era una solución saturada.
s
. Votación popular para
establecer la voluntad del amo.
s
. Máquina en la que se entra en
forma de cerdo y se sale en forma de salchicha.
adj
. Provisto de plenos
poderes. Un ministro plenipotenciario es un diplomático a quien se
otorga absoluta autoridad con la condición de que nunca la
ejerza.
s
. Ejército de palabras que
escolta a un sargento de pensamiento.
s
. Metal pesado, de color gris
azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes
livianos, particularmente a los que aman mujeres ajenas. El plomo
es también muy útil como contrapeso de un argumento tan sólido que
inclina la balanza de la discusión hacia el lado del adversario. Un
hecho interesante en la química de la controversia internacional,
es que en el punto de contacto de dos patriotismos, el plomo se
precipita en grandes cantidades.
s
. Implemento de tortura producido
por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de acero
es usada por el mismo eterno Personaje.
s
. Lima para que claven los
dientes las ratas de la reforma. El número de planes para abolirla
iguala al de reformadores que la padecen más el de filósofos que la
ignoran. Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las
virtudes, y por su fe en líderes que quieren conducirlas a una
prosperidad donde creen que esas virtudes son
desconocidas.
s
. Fuerza armada destinada a
asegurar la protección al expolio.
s
. Capilla de expiación
provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la
monogamia, que sólo tiene uno.
s
. Conflicto de intereses
disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses
públicos en provecho privado.
s
. Anguila en el fango
primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad
organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que
tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la
desventaja de estar vivo.
s
. Medio que emplean las
naciones civilizadas para arreglar disputas que podrían volverse
molestas si no se las resolviera. La mayoría de los autores
atribuyen la invención de la pólvora a los chinos, aunque sin
pruebas convincentes. Milton dice que fue inventada por el diablo
para dispersar a los ángeles, y esta opinión parece sustentada por
la escasez de ángeles. Además, cuenta con la entusiasta aprobación
del Honorable James Wilson, secretario de Agricultura. El
secretario Wilson se interesó en la pólvora a raíz de un incidente
que ocurrió en la granja experimental del gobierno en el distrito
de Columbia. Un dia, hace varios años, un miserable que no tenía el
menor respeto por las grandes dotes personales del secretario, le
regaló un saquito de pólvora, diciéndole que eran semillas de
«Stridosus Instantaneus», cereal patagónico de gran valor comercial
y admirablemente adaptado a ese clima, y aconsejándole sembrarlo a
lo largo de un surco. El buen secretario puso manos a la obra, y ya
había trazado un continuo reguero a lo largo de un campo de diez
acres, cuando le hizo volver la cabeza un grito del generoso
donante que, acto seguido, dejó caer una cerilla sobre el extremo
del reguero. El contacto con la tierra había humedecido algo la
pólvora, pero aun así el asombrado funcionario se vio perseguido
por una alta columna de fuego y humo que avanzaba ferozmente. Se
quedó un momento paralizado y mudo, pero en seguida recordó una
cita previa y, dejando todo, se ausentó con celeridad tan
sorprendente que quienes lo vieron lo tomaron por un rayo que
atravesaba siete aldeas, negándose a detenerse bajo ningún
pretexto.
—Santo Dios, ¿qué es eso? —exclamó el ayudante de un
agrimensor, haciendo visera con una mano y contemplando aquel
bólido agrícola que bisecaba el horizonte visible.
—Eso —dijo el agrimensor observando despreocupadamente el
fenómeno y volviendo a centrar la atención en su teodolito— es el
meridiano de Washington.