v
.
i
. Escuchar secretamente un
catálogo de los crímenes y vicios de otro, o de uno
mismo.
s
. Polvillo que cae de un
libro a un cráneo vacío.
adj
. Abstruso en forma muy
particular, y consumadamente oculto. Las filosofías antiguas eran
de dos clases: «exotéricas», o sea aquellas que los propios
filósofos podían comprender en parte; y «esotéricas», o sea las que
nadie podía comprender. Estas últimas son las que han afectado más
profundamente el pensamiento moderno y las que han tenido mayor
aceptación en nuestro tiempo.
adj
. Dícese de lo que dura para
siempre. Es con mucha timidez que me atrevo a ofrecer esa breve y
elemental definición, pues no ignoro la existencia de un enorme
volumen del ex obispo de Worcester titulado «Definición Parcial de
la Palabra Eterno, Tal Como se Usa en la Versión Autorizada de las
Santas Escrituras». Este libro gozó antaño de mucho prestigio en el
seno de la Iglesia Anglicana, y creo que todavía se lo estudia con
placer para el intelecto y provecho para el alma.
s
. Ciencia que estudia las
distintas tribus del Hombre: por ejemplo, ladrones, asaltantes,
estafadores, burros, lunáticos, idiotas y etnólogos.
s
. Fiesta sagrada de la secta
religiosa de los Teófagos. En esta secta surgió una vez una
infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controversia ha
causado ya la muerte a quinientas mil personas, sin que la cuestión
se haya aclarado.
s
. Portador de buenas
nuevas, particularmente (en sentido religioso) las que garantizan
nuestra salvación y la condenación del prójimo.
s
. Método de distinción
tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su
incapacidad.
s
. Cosa que se toma la
libertad de diferir de las otras cosas de su clase, como un hombre
honesto, una mujer veraz, etc. «La excepción prueba la regla», es
un dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la
transmiten como los loros de uno a otro, sin reflexionar en su
absurdo. En latín, la expresión «Exceptio probat regulam» significa
que la excepción «pone a prueba» la regla y no que la confirma. El
malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo su sentido,
substituyéndolo por otro diametralmente opuesto, ejerció un poder
maligno que parece ser inmortal.
s
. En moral, indulgencia que hace
cumplir, mediante penas apropiadas, la ley de la
moderación.
s
. Peligrosa
enfermedad que afecta a los altos funcionarios que quieren ir de
pesca.
v
.
t
. En materia religiosa,
poner la conciencia de otro en asador y dorarla hasta que su
incomodidad se manifieste en un tono pardo de nuez.
s
. El que sirve a su país
viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
s
. El único pecado imperdonable
contra nuestros semejantes.
s
. Sabiduría que nos permite
reconocer como una vieja e indeseable amistad a la locura que ya
cometimos.
s
. Remedio eficaz para la
enfermedad de la charlatanería. Muy usado también en casos de
extrema pobreza.
s
. Materia prima con que la
teología creó el estado futuro.
s
. Rama de un árbol o pierna
de una mujer norteamericana.
s
. La posición más alejada, en
ambas direcciones del interlocutor.
adj
. Notoriamente
miserable.
adj
. Dícese del que obstinada y
ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.
s
. Signo exterior e invisible
de un temor inferior. Para explicar el comportamiento inusitado de
los fantasmas, Heine menciona la ingeniosa teoría según la cual nos
temen tanto como nosotros a ellos. Pero yo diría que no tanto, a
juzgar por las tablas de velocidades comparativas que he podido
compilar a partir de mi experiencia personal. Para creer en los
fantasmas, hay un obstáculo insuperable. El fantasma nunca se
presenta desnudo: aparece, ya envuelto en una sábana, ya con las
ropas que usaba en vida. Creer en ellos, pues, equivale no sólo a
admitir que los muertos se hacen visibles cuando ya no queda nada
de ellos, sino que los productos textiles gozan de la misma
facultad. Suponiendo que la tuvieran, ¿con qué fin la ejercerían?
¿por qué no se da el caso de que un traje camine solo sin un
fantasma adentro? Son preguntas significativas, que calan hondo y
se aferran convulsivamente a las raíces mismas de este floreciente
credo.
s
. Edificio elevado sobre una
playa, donde el gobierno mantiene un farol y un recomendado
político.
s
. Breve prólogo a diez volúmenes
de exacción.
s
. Creencia sin pruebas en lo que
alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin
paralelo.
s
. Don de los dioses a ciertas
mujeres que pueden ser virtuosas sin ser humildes.
s
. Sensación agradable que
nace de contemplar la miseria ajena.
s
. Persona de más empuje que
discreción, que al aprovechar una oportunidad ha elegido mal sus
cómplices.
s
. El principal entre los
medios mecánicos que nos permiten alejarnos de donde estamos hacia
donde no estaremos mejor. El optimista lo prefiere por su
rapidez.
s
. Tonto que poseyendo bienes
propios se hace responsable de los que otro confía a un tercero.
Felipe de Orleans, queriendo designar para un alto cargo a uno de
sus favoritos —un noble disoluto—, le preguntó qué garantía podía
ofrecer. «No necesito fiador» —repuso el noble— «puesto que puedo
daros mi palabra de honor». Divertido, preguntó el Regente: «eso,
¿cuánto vale?» Repuso el noble: «Señor, vale su peso en
oro».
s
. Virtud que caracteriza a
los que están por ser traicionados.
s
. Celebración religiosa
generalmente caracterizada por la glotonería y la ebriedad, que
suele realizarse para honrar a alguien que se distinguió por ser un
santo y un abstemio. En la liturgia católica hay fiestas móviles y
fijas, pero los celebrantes se quedan invariablemente fijos a la
mesa, hasta que se han saciado. En su estadio primitivo, estos
entretenimientos asumían la forma de festividades en honor de los
muertos; fueron celebradas por los griegos con el nombre de
«Nemesia», y también por los aztecas y los incas, y en tiempos
modernos son populares entre los chinos; aunque se cree que los
muertos de la antigüedad, como los de hoy, comían poco. Entre las
numerosas fiestas de los romanos, se encontraban las «Novemdiale»,
que según Tito Livio, se celebraban cada vez que llovían piedras
del cielo.
s
. Anciano caballero, rico y
generalmente calvo, que ha aprendido a sonreír mientras su
conciencia le roba los bolsillos.
s
. Pirata de poco bordo,
cuyas anexiones, carecen del mérito santificante de la
magnitud.
s
. Aquel cuya mente es producto
de su medio, y cuyos pensamientos y sentimientos están dictados por
la moda. A veces es culto, a menudo próspero, generalmente limpio y
siempre solemne.
s
. Camino de muchos ramales
que conduce de ninguna parte a la nada.
s
. Arte o ciencia de
administrar ingresos y recursos para la mayor conveniencia del
administrador.
s
. Arte de determinar el
carácter de otro por las semejanzas y diferencias entre su rostro y
el nuestro, que es el criterio de la excelencia.
s
. Obra literaria, generalmente
una historia que no es verdadera y que se prolonga insidiosamente
en varios números de un periódico o una revista. Cada entrega suele
venir precedida de un «resumen de lo publicado», para los que no la
han leído, pero sería más necesario un «resumen de lo que sigue»,
para los que no piensan leerlo. Lo mejor sería un resumen de todo.
El difunto James F. Brown estaba componiendo un boletín para un
semanario en colaboración con un genio cuyo nombre no ha llegado a
nosotros. Trabajaban, no conjunta sino alternativamente: una semana
Brown escribía un capítulo, a la semana siguiente escribía su
amigo, y de este modo pensaban seguir hasta el fin de los tiempos.
Infortunadamente se enemistaron, y un lunes por la mañana, cuando
Brown leyó el periódico para poder continuar la historia, descubrió
que esta había sido interrumpida de un modo calculado para
sorprenderlo y herirlo. Su colaborador había embarcado a todos los
personajes del relato en un buque y los había hundido en lo más
profundo del Atlántico.
s
. Sabiduría popular que abarca
mitos y supersticiones. En la obra de Baring Gould, Curiosos Mitos
de la Edad Media, el lector encontrará el camino recorrido por
muchos de ellos, a través de diversos pueblos y en líneas
convergentes hacia un común origen en la remota antigüedad. Uno de
los más generales y antiguos de esos mitos es el de «Alí Babá y los
Cuarenta Rockefellers».
s
. Juguete irritante que
devuelve la vida a ruidos muertos. Forma pauperis, (expresión
latina). «En carácter de pobre», forma de presentación ante un juez
que permite a éste fallar sin remordimiento contra quien carece de
dinero para pagar un abogado.
s
. Cuadro pintado por el sol
sin previo aprendizaje del arte. Es algo mejor que el trabajo de un
apache, pero no tan bueno como el de un indio
«cheyenne».
s
. Ciencia de alivianar el
bolsillo a través del cráneo. Consiste en localizar y explotar el
órgano con que uno es un tonto.
s
. En Geografía política, línea
imaginaria entre dos naciones que separa los derechos imaginarios
de una, de los derechos imaginarios de la otra.
s
. Ceremonia mediante la que
demostramos nuestro respeto por los muertos enriqueciendo al
sepulturero, y refirmamos nuestra congoja mediante gastos que
ahondan nuestros gemidos y duplican nuestras lágrimas.
s
. Época en que nuestros asuntos
prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está
asegurada.
s
. Ave que suministra plumas para
escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están
impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el
carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas
mecánicamente sobre un papel por una persona llamada «autor»,
resulta una transcripción bastante exacta de los pensamientos y
sentimientos del ave. Las diferencias entre un ganso y otro, tal
como se manifiestan a través de este ingenioso método, son
considerables. Muchos gansos sólo poseen facultades triviales e
insignificantes, pero otros son, en realidad, grandes
gansos.
s
. Desagüe saledizo en los
tejados de los edificios medievales, que por lo común tiene la
forma de una grotesca caricatura de un enemigo personal del
arquitecto o del propietario. Esto ocurría sobre todo en las
iglesias y edificios eclesiásticos, cuyas gárgolas ofrecían una
verdadera «galería de delincuentes» formada por los herejes y
disidentes locales. A veces, al entrar en funciones un nuevo deán y
un nuevo capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por otras,
más estrechamente relacionadas con los resentimientos privados de
los nuevos titulares.
s
. Autómata blando e indestructible
que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas
andan mal en el círculo doméstico.
s
. Estudio de nuestra
filiación hasta llegar a un antepasado que no tuvo interés en
averiguar la suya.
s
. Liberalidad del que tiene
mucho al permitir que quien no tiene nada, se procure todo lo que
pueda. Se afirma que una sola golondrina devora diez millones de
insectos por año. Me parece un ejemplo notable de la generosidad
con que el Creador provee a la subsistencia de sus
criaturas. Henry Ward Beecher.
adj
. Originariamente, esta
palabra significaba noble por nacimiento, y se aplicaba rectamente
a una gran multitud de personas. Ahora significa noble por
naturaleza y va cayendo en desuso.
s
. Sujeto que puede explicarnos
de primera intención la diferencia entre lo que está fuera del
mundo y lo que está adentro.
s
. Ciencia de la corteza
terrestre, que sin duda incluirá la del interior del globo cuando
un charlatán salga de un pozo. Las formaciones geológicas del
planeta ya observadas son: el Primario, o inferior, que está
formado por rocas, huesos de mulas empantanadas, cañerías de gas,
herramientas de mineros, viejas estatuas desnarigadas, doblones y
antepasados. El Secundario está constituido principalmente por
gusanos colorados y topos. El Terciario comprende vías férreas,
pavimentos, hierbas, víboras, botines enmohecidos, botellas de
cerveza, latas de tomates, ciudadanos intoxicados, basura,
anarquistas e imbéciles.
s
. Persona que escapa a los
riesgos de la moderación incurriendo en dispepsia.
s
. Miembro de una secta de
filósofos que tratan de fusionar a los primitivos cristianos con
los platónicos. Los primeros no quisieron entrar en conversaciones,
y la combinación falló, con gran fastidio de los
promotores.
s
. Animal sudafricano, que en su
forma domesticada se parece a un caballo, un búfalo y un ciervo. En
estado salvaje, se parece a un rayo, un terremoto y un
ciclón.
s
. Gobierno.
s
. Nombre que da el médico al
reumatismo de un paciente rico.
s
. Tres bellas diosas, Aglaia,
Thalia y Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No costaba
nada mantenerlas, porque comían muy poco y se vestían según el
tiempo, con la brisa que soplaba en ese momento.
s
. Sistema de trampas
cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto
avanza hacia la distinción.
s
. Tendencia de todos los
cuerpos a acercarse unos a otros con fuerza proporcional a la
cantidad de materia que contienen; la cantidad de materia que
contienen se determina por la tendencia a acercarse unos a otros.
Bello y edificante ejemplo de cómo la ciencia, después de hacer de
A la prueba de B, hace de B la prueba de A.
s
. Subproducto de las artes de la
paz. Un período de amistad internacional es la situación política
más amenazadora. El estudioso de la historia que no ha aprendido a
esperar lo inesperado, puede perder la esperanza de cualquier
revelación. La máxima, «En tiempo de paz prepara la guerra» tiene
un significado más profundo de lo que parece; quiere decir, no sólo
que todas las cosas terrestres tienen un fin, que el cambio es la
única ley inmutable y eterna, sino que el terreno de la paz está
sembrado con las semillas de la guerra y favorece su germinación y
crecimiento.
Cuando Kubla Khan decretó su «majestuoso palacio de
placeres», es decir cuando hubo paz en Xanadú y gordos festines,
sólo entonces, «oyó a lo lejos Antiguas voces que anunciaban
guerra.» (Las dos citas pertenecen a «Kubla Khan», poema inconcluso
de Coleridge.) Coleridge era no sólo un gran poeta, sino un hombre
sabio, y no en vano recitó esta parábola. Necesitamos menos «manos
tendidas por encima de los mares», y algo más de esa desconfianza
elemental que constituye la seguridad de las naciones. La guerra se
complace en venir como un ladrón en la noche; y la noche está hecha
de promesas de amistad eterna.
s
. Máquina que hace que un
francés se encoja de hombros con buen motivo. En su gran obra sobre
«Líneas Divergentes de la Evolución Racial», el erudito profesor
Brayfugle argumenta que el predominio de ese gesto entre los
franceses demuestra que descienden de la tortuga, y que es una
simple supervivencia de la costumbre de replegar la cabeza al
interior del caparazón. Me desagrada discordar con autoridad tan
eminente, pero en mi opinión (detalladamente expuesta en mi obra
Emociones Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el encogimiento de
hombros es una base demasiado débil para fundamentar una teoría tan
importante, puesto que antes de la Revolución, el gesto era
desconocido. No dudo que tiene una relación directa con el terror
que inspiró la guillotina cuando su uso estaba en auge.