El felino es un ser vivo que goza, que disfruta con la tranquilidad, la paz, el sosiego… un sencillo ingenio de tintineo agotador no encaja de buena manera en su estilo de vida.
Parece que el uso de tan simple artilugio se remonta a la noche de los tiempos… los humanos que utilizaban a los gatos como defensa de sus reservas de alimentos (principalmente cereales) querían saber dónde andaban aquellos especializados exterminadores de roedores.
El invento era sencillo, pequeño y efectivo… ¡¡había nacido el cascabel!! Desde entonces a nuestros días, el singular objeto ha pasado de ser un sistema de localización del animal, mucho más básico que un GPS, pero a la par de efectivo, a un adorno, un complemento estético más en la «moda
mascotera
».
Puede ser útil en determinados casos, como en el de algunos invidentes que conviven con estos animales… pero en el resto de ocasiones, sería mejor dejar al felino sin tan «absurdo» colgante.
Los comentarios de bar, los «dimes y diretes» del gran público, han llegado a otorgar al cascabel terribles causalidades… no en pocas ocasiones se ha escuchado decir que los cascabeles vuelven locos a los gatos, que provocan cambios drásticos en su comportamiento…
Ni tanto, ni tan calvo…
El cascabel no es, prácticamente en ninguna circunstancia, necesario para el gato, pero una vez puesto, tampoco provoca ningún mal, alteración, patología o desgracia.
Si tienes un gato, y quieres saber dónde está, tranquilo… cuando él quiera verte, seguro que aparece.
Podríamos comenzar diciendo que los olores que emiten los gatos tienen una clarísima finalidad: poner fronteras a sus relaciones con los congéneres.
El gato mediante sus olores puede mantener alejados de sus territorios a otros gatos, aunque también puede sugerir el acercamiento (celo).
Los mensajes olorosos emitidos proporcionan al que los percibe un gran número de datos, entre ellos el sexo y la fase sexual en la que se encuentra, el momento en el que el animal dejó la señal…
Y muchos se preguntarán… ¿con qué «productos» dejan estos mensajes los gatos?
Cuando los gatos marcan objetos con orina, adoptan una postura que los ingleses denominan
spraying
(pulverizar); el gato se coloca de espaldas al objeto a marca, levanta la cola y expulsa la orina con fuerza.
Y ahora pensemos un momento… cuando el gato se frota contra las sillas, contra nuestras piernas… ¿qué está haciendo? ¿Está «a gustito»? ¿Quiere decirnos algo?… ¿o realmente está marcando sus propiedades y territorio? Puede parecernos curioso, increíble, pero el gato también marca a su propietario para indicar que somos parte de su entorno, que somos «de su propiedad».
Cuando el gato afila sus uñas, cuando rasca los sillones, también está dejando marcado su territorio con el contenido de las glándulas que se encuentran entre sus dedos.
Cuando se acicala también está extendiendo por todo su cuerpo el contenido de sus glándulas, contenido que posteriormente dejará en la zona que sea susceptible de actuar como un buzón de mensajes.
Pero ¿qué «producto» contienen estas señales olfativas? ¿Qué hace que estos mensajes sean tan completos y tan especiales?
El término feromona fue definido por primera vez por Karison y Luscher en 1959; el término procede de dos raíces griegas:
pherein
(transportar) y
hormán
(excitación).
Estamos ante unas sustancias que tras ser emitidas son capaces de modificar ciertos aspectos fisiológicos y comportamentales del animal que las percibe; principalmente actúan sobre el comportamiento sexual y sobre el control del territorio.
Podemos decir que las secreciones más «ricas» en feromonas son la orina, las heces, el flujo vaginal y la secreción de las glándulas de la cara.
La percepción de las feromonas no se realiza por el canal olfativo habitual; para la percepción de estas singulares estructuras químicas el gato utiliza su órgano vomeronasa; el gato levanta la cabeza, abre parcialmente la boca y se queda inmóvil unos segundos, el tiempo necesario para que la información contenido en las feromonas sea «paladeada» por tan singular órgano.
Estamos ante unas sustancias químicas imposibles de identificar por el olfato humano… Nosotros podemos percibir el olor de la orina de un macho felino, de sus heces, pero no somos capaces de percibir la «rica información» que contienen esas estructuras químicas en su interior; las feromonas son una especie de «canal privado» de información de la especie que las emite.
Hace aproximadamente diez años que se consiguió aislar las feromonas presentes en las secreciones faciales del felino, y con ellas se dio con la solución para los problemas del comportamiento más frecuentes.
En la actualidad se han sintetizado algunas de estas feromonas en el laboratorio para su uso en el control, tratamiento y prevención de los problemas de comportamiento felino.
Entre otros usos, las feromonas de síntesis reducen las manifestaciones de estrés (tendencia a marcar en casa con orina y arañazos), pero también han demostrado su utilidad en el control de alteraciones emocionales como desplazamientos en coche, en la caja de transporte, en las estancias en residencias felinas o durante periodos de hospitalización.
El análisis de la secreción facial permite diferenciar hasta cuarenta componentes químicos distintos. De los cuarenta, sólo trece son comunes a todos los gatos. De hecho, podemos distinguir con estos trece elementos cinco combinaciones diferentes que parecen corresponder a cinco mensajes distintos, que los investigadores denominaron F1, F2, F3, F4 y F5.
Actualmente, tres de estas asociaciones se han podido relacionar con una situación funcional precisa, la F2 es la secreción depositada en estados de excitación sexual; la F3, sobre objetos inanimados conocidos; y la F4, la secreción que se deposita sobre gatos «de confianza» y sobre otras especies que les resulten familiares.
Las dos feromonas que más nos interesan son la F3 y la F4, a las que se ha denominado también como feromonas de identificación o familiarización, porque son secreciones cuyo olor a a hacer que el gato se sienta cómodo y tranquilo; la F3 le hará sentirse «como en casa», en un espacio protegido, relajante, y la F4 le hará sentirse «entre amigos» con otros seres que le van a resultar muy familiares.
Un marcaje felino que nos acaba resultando molesto es el que efectúan con las garras, generalmente sobre superficies verticales, pero que no es sólo una señal visual, sino sobre todo una señal olfativa consistente en una secreción producida por unas glándulas presentes entre los dedos. Cuando este marcaje lo realizan sobre troncos de árboles en su vida en libertad, ningún humano se dará cuenta, se verá afectado.
Pero cuando les da por «afilarse las garras» sobre nuestro sillón o alfombra favorita, comienza a ser desesperante. Es un problema que puede solucionarse facilitando rascadores especiales a nuestros gatos.
La estructura de la uña o garra del gato está diseñada para que sólo sea utilizada en caso de necesidad; mientras el animal está en reposo, las uñas se encuentran ocultas bajo la piel; en caso de ser necesarias, saldrán al exterior con toda su contundencia y eficacia.
La uña está formada por un tejido duro (tejido córneo) que alberga en su interior vasos sanguíneos (arteria y vena) y terminación nerviosa.
Entre las principales funciones, aparte del marcaje, de las uñas del gato encontramos las siguientes:
En el caso de los animales que viven dentro de casa, la función de caza de las presas es innecesaria, pero se ve sustituida por el juego de persecución y «caza» de los tobillos de los propietarios…
Las uñas sólo saldrán al exterior y serán utilizadas por el felino cuando la situación sea verdaderamente «importante»; cuando el felino no quiere atacar o defenderse, cuando sólo quiere amedrentar a su contrincante, dará un golpe con una o las dos manos, pero sin sacar las uñas.
Como hemos podido comprobar hasta el momento, las uñas en los felinos «caseros» pueden acabar siendo un problema y un gran inicio de distanciamiento entre el animal y el propietario.
Para el cuidado habitual de las uñas, para evitar conflictos relacionales, deberíamos tener en cuenta los siguientes puntos:
Antes de terminar con las posibilidades de control de los efectos indeseados de las uñas, comentaros que existe una opción que soluciona de forma «radical» todos los problemas que las uñas del gato provocan a su propietario.
Esta solución pasa por la extirpación quirúrgica de las uñas del animal… Sobre esta acción quirúrgica existen opiniones profesionales a favor y en contra…
Los que defienden la cirugía proponen su sencillez, al ser una solución definitiva que no provoca traumas comportamentales al animal, además de añadir que aquellos animales que viven siempre dentro de casa no necesitan las uñas…
Los que están en contra lo consideran una amputación innecesaria, una cirugía cuyas consecuencias pueden manifestarse en el comportamiento del animal, limitando sus funciones naturales…
Todos están de acuerdo en que no debe hacerse en animales con vida en libertad o semilibertad, ya que anularía su capacidad para la caza, defensa y cualquier otra salida o situaciones de riesgo.
No todas las marcas realizadas por los felinos son molestas: los frotamientos que todos los gatos hacen contra las superficies salientes o contra nosotros mismos no son, como muchos piensan, un simple y evidente gesto «cariñoso» (que también lo son).
La gran mayoría entendemos su frotamiento como una caricia, cuando en realidad nuestro lindo gatito lo que está haciendo es un intercambio de olores: nos está dejando los suyos y, sobre todo, está impregnándose del nuestro porque para él somos una mezcla de madre, hermano mayor y el «jefe» del barrio. Somos fuertes y le interesa impregnarse de nuestro olor para que, todo el que lo huela, sepa que es amigo nuestro.
Es un marcaje oloroso, con la única diferencia de que ni ensucia ni lo notamos. Lo que los gatos están depositando en toda esta serie de frotamientos son las ya conocidas feromonas, y más concretamente las «feromonas sociales», su más eficaz vehículo de comunicación a distancia.
Como comentábamos al principio, la desesperación de los propietarios ante los problemas de comportamiento de su gato se verían en gran medida reducidos o desaparecerían de forma completa si conociéramos realmente al gato.
No podemos pretender que una especie animal anule sus costumbres, sus comportamientos innatos… podemos actuar sobre algunos de ellos con socialización, educación, cariño, paciencia… e incluso, aunque suene drástico, en el caso de los comportamientos reproductivos, con la cirugía.
Está claro que los problemas deben conocerse desde su inicio, ser valorados por profesionales y poner los remedios oportunos para ser solucionados.
Dejémonos de comentarios o consejos de «expertos» del trabajo, de la familia, de la comunidad de vecinos… lo más posible es que no sólo no se solucione el problema… seguro que empeora.
Podríamos aportar muchas clasificaciones de los diversos problemas de comportamiento de los felinos domésticos, pero antes de comentar los casos concretos, nos quedamos con esta clasificación: