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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

Excesión (7 page)

BOOK: Excesión
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~ ¿Qué? No, no pienso marcharme. ¿Es que estás loco? Si acabo de llegar...

~
De eso nada. Te marchaste hace ochenta minutos y ya estás en el plato principal en ese circo de fieras, vestido por cierto como uno de los platos. Estoy viendo todo lo que pasa a través de ese estúpido traje...

~ ¡Típico!
–lo interrumpió el traje.

~
Cierra el pico
–dijo el módulo–.
Genar-Hofoen, ¿vas a volver o no?

~ No.

~
Muy bien, en ese caso déjame que verifique las prioridades de comunicación... Perfecto. En este momento, el estado de...

–... apostar por ello, ¿amigo humano? –dijo Cinco Mareas mientras uno de sus tentáculos golpeaba la mesa delante de Genar-Hofoen.

–¿Eh? ¿Apostar? –dijo Genar-Hofoen tras reproducir rápidamente en su cabeza lo que el Afrentador acababa de decir.

–¡Cincuenta palos por el que está junto a la puerta roja! –rugió Cinco Mareas mirando a los oficiales que se sentaban a su derecha e izquierda.

Genar-Hofoen dio un puñetazo sobre la mesa.

–¡No es suficiente! –gritó, y sintió que el traje amplificaba hasta un volumen conveniente la traducción de su voz–. ¡Doscientos por el sabueso azul!

Cinco Mareas, que provenía de una familia que podía describirse como confortablemente desahogada más que como rica, y para quien cincuenta palos representaba la cantidad de su asignación semanal, se encogió microscópicamente y a continuación dio un golpe con otro tentáculo encima del primero.

–¡Montón de basura alienígena! –gritó con un exceso de teatralidad–. ¿Acaso pretendes sugerir que unos miserables doscientos es una apuesta digna de un oficial de mi posición? ¡Doscientos cincuenta!

–¡Quinientos! –gritó Genar-Hofoen mientras daba un puñetazo en la mesa con su otro brazo.

–Seiscientos –aulló Cinco Mareas con el golpe de un tercer miembro. Se volvió hacia los demás y, entre carcajadas generalizadas, intercambió miradas de complicidad. Al humano no le quedaban miembros.

Genar-Hofoen se revolvió en su asiento, levantó la pierna izquierda y golpeó la superficie de la mesa con el tacón de la bota.

–¡Mil, roñoso montón de basura!

Cinco Mareas sacudió un cuarto tentáculo sobre los miembros que ya se encontraban sobre la mesa, delante de Genar-Hofoen, quien empezaba a parecer un poco acogotado.

–¡Trato hecho! –rugió el Afrentador–. ¡Y puedes dar gracias de que no vuelva a subir la apuesta y te obligue a levantarte del asiento, despojo microscópico!

Cinco Mareas se echó a reír a carcajadas y miró a los camaradas oficiales que se sentaban cerca de él. También ellos se rieron; algunos, los más jóvenes, casi por obligación y otros –amigos y colegas de Cinco Mareas– estruendosamente, con una especie de desesperación delegada. La apuesta era de una magnitud capaz de meter a un sujeto cualquiera en un auténtico embrollo con sus camaradas, su banco, sus padres o los tres. Otros los miraron con una expresión que Genar-Hofoen había aprendido a reconocer como una sonrisa.

Cinco Mareas rellenó con entusiasmo todos los bulbos cercanos y animaba a la mesa entera a entonar la canción "Vamos-a-quemar-al-maestre-del-foso-a-fuego-lento-como-no-se-espabile".

~ Bien –pensó Genar-Hofoen–. ¿Decías?

~
Ha sido una apuesta un poco exagerada, si se me permite decirlo, Genar-Hofoen. ¡Mil palos! Cinco Mareas no podrá pagar esa cantidad si pierde la apuesta y no nos conviene que se nos vea siendo demasiado pródigos con nuestros fondos si gana.

Genar-Hofoen se permitió una pequeña sonrisa. Qué forma más perfecta de molestar a todo el mundo.

~ Lástima –pensó–. ¿Cuál era el mensaje?

~ Creo que puedo hacerlo pasar por esa parte de tu traje que se supone que es el cerebro...

~ Lo he oído
–dijo el traje.

~
sin que nuestro amigo se entrometa, Genar-Hofoen
–le dijo el módulo–.
Segrega un poco de «
rápido»
y...

~ Perdonadme
–dijo el taje–,
pero es posible que nuestro amigo quiera pensárselo dos veces antes de utilizar un fármaco como
rápido
en las actuales circunstancias. Después de todo, la responsabilidad es mía cuando no está en tus proximidades, Scopell-Afranqui. Quiero decir, seamos justos. Es muy fácil decir esas cosas sentado donde tú estás...

~ No te metas en esto, vacua membrana
–le dijo el módulo.

~
¿Qué? ¿Cómo te atreves?

~ ¡Queréis cerrar el pico
los dos!
–les dijo Genar-Hofoen, y tuvo que contenerse para no gritarlo en voz alta. Cinco Mareas estaba diciéndole algo sobre la Cultura y ya se había perdido la primera parte mientras las dos máquinas le llenaban la cabeza con su parloteo.

–... no puede ser tan excitante como esto, ¿eh, Genar-Hofoen?

–Estoy seguro de ello –gritó entre el ruido de la canción.. bajó el utensilio de gelcampo a uno de los contenedores de comida y se llevó un pedazo a los labios. Sonrió e hinchó los carrillos mientras comía. Cinco Mareas eructó, se metió un trozo de carne del tamaño de media cabeza humana en el pico y dirigió de nuevo su atención al foso de los animales, donde la pareja de rasgabuesos estaban estudiándose con cautela mientras daban vueltas el uno alrededor del otro. Parecían bastante igualados, pensó Genar-Hofoen.

~
¿Puedo hablar ahora?
–dijo el módulo.

~ Sí –pensó Genar-Hofoen–. ¿Qué pasa?

~
Tal como ya he dicho, es un mensaje urgente.

~ ¿De?

~
El VGS «
Muerte y gravedad».

~ ¿Ah, sí? –Genar-Hofoen estaba ligeramente impresionado–. Creía que ese viejo canalla no me hablaba.

~
Lo mismo que creíamos todos. Según parece, no es así. Mira, ¿quieres oír el mensaje o no?

~
Vale, pero, ¿para qué quieres que segregue
rápido?

~
Porque es un mensaje muy largo, por supuesto... de hecho es un mensaje interactivo, un grupo entero de señales semántico contextual con un estado mental adjunto capaz de responder a tus preguntas, y si lo escuchas en tiempo real, seguirás ahí con cara de pasmarote cuando tus joviales anfitriones lleguen a la estrofa del camarero cazado. Y
ya
te he dicho que es urgente. Genar-Hofoen, ¿estás prestándome atención?

~
Te estoy
prestando
toda mi puta atención. Pero, vamos, ¿no puedes contarme sin más qué dice el mensaje? De forma concisa.

~
El mensaje es para ti, no para mí, Genar-Hofoen. No lo he mirado. Se descifrará cuando te lo transmita.

~
Vale, vale. Ya he segregado. Dispara.

~
Sigo diciendo que es mala idea...
–musitó el traje de gelcampo.

~
¡Cierra el PICO!
–dijo el módulo–.
Lo siento, Genar-Hofoen. He aquí el contenido del mensaje...

» Del VGS
Muerte y gravedad
a Seddun-raijsa Byr Fruel Ghdam Ois, comienzo del mensaje
–dijo el módulo con la voz que reservaba para los anuncios oficiales. Entonces otra voz ocupó su lugar:

~
Genar-Hofoen, no voy a fingir que me alegra tener que comunicarme de nuevo contigo. Sin embargo, me han pedido que lo haga ciertas personas cuyas opiniones y juicios respeto y admiro, y que consideran que estaría siendo negligente con mis funciones si no hiciera todo cuando me permite mi capacidad.

Genar-Hofoen realizó el equivalente mental a un suspiro y apoyó la barbilla sobre una mano mientras –gracias al
rápido
que recorría en aquel momento su sistema nervioso central– todo cuanto lo rodeaba parecía transcurrir a cámara lenta. El Vehículo Generales de Sistemas
Muerte y gravedad
ya era un viejo pelmazo cuando se conocieron y parecía que no había ocurrido nada en el ínterin que le hubiera hecho alterar su forma de hablar. Hasta su voz sonaba igual: pomposa y monótona al mismo tiempo.

~
Por consiguiente, y con el debido respeto a tu habitualmente rebelde, argumentativa y deliberadamente perversa naturaleza, he decidido comunicarme contigo enviándote este mensaje bajo la forma de una señal interactiva. Veo que actualmente eres uno de los embajadores ante esa banda de rufianes advenedizos y puerilmente crueles conocida como la Afrenta. Tengo la desagradable sensación de que, a pesar de que ese puesto puede haberse concebido como una especie de sutil castigo para ti, de hecho has podido adaptarte con cierta satisfacción al entorno, si no a tu cometido, que asumo que llevarás a cabo con tu habitual mezcla de desenvuelto descuido y natural egoísmo...

~ Ya que esta señal es interactiva –lo interrumpió Genar-Hofoen– ¿puedo pedirte que vayas al puto grano?

A ambos lados del pozo, los dos rasgabuesos se pusieron tensos a cámara lenta.

~
Vamos a tener que pedirle a tus anfitriones que se priven de tu compañía por algún tiempo.

~
¿Qué? ¿Por qué? –pensó Genar-Hofoen, embargado inmediatamente por la sospecha.

~
La decisión se ha tomado ya... y permite que añada que yo no he tenido nada que ver en ella... y tus servicios se requieren en otro sitio.

~
¿Dónde? ¿Por cuánto tiempo?

~
No puedo decirte con exactitud ni dónde ni por cuanto tiempo.

~ Pues dime algo aproximado.

~
No puedo y no pienso hacerlo.

~ Módulo, fin del mensaje.

~
¿Estás seguro?
–preguntó Scopell-Afranqui.

~
¡Espera!
–dijo la voz del VGS–.
¿Te quedarás más contento si te digo que necesitamos unos ochenta días de tu tiempo?

~ No. Aquí estoy bastante a gusto. Ya me he tragado mucha mierda de Circunstancias Especiales en plan "Eh-ven-a-hacer-un-trabajito-para-nosotros-vamos-tío".

(De hecho, esto no era del todo cierto. Genar-Hofoen solo había trabajado una vez para Circunstancias Especiales, pero conocía a montones de personas –o al menos había oído hablar de ellas– que se habían encontrado con algo que no esperaban trabajando para lo que en la práctica era el departamento de espionaje y trucos sucios de la sección de Contacto.)

~
No he...

~
Además, tengo un trabajo que hacer aquí –lo interrumpió Genar-Hofoen–. Tengo otra audiencia con el Gran Consejo dentro de un mes para decirles que tienen que portarse mejor con sus vecinos o vamos a tener que pensar en serio en darles un pequeño azote en el trasero. Si no me das más detalles sobre esa excitante y nueva oportunidad, ya puedes tragártela.

~
No he dicho que estuviera hablando en nombre de Circunstancias Especiales.

~ ¿Y lo estás negando?

~
No exactamente, pero...

~
Entonces deja de dar putas vueltas. ¿Quién más iba a pensar en sacar a un notable y altamente eficaz embajador de su...?

~
Genar-Hofoen, estamos perdiendo el tiempo.

~ ¿Estamos? –pensó Genar-Hofoen mientras los dos rasgabuesos se abalanzaban el uno sobre el otro con lentitud–. Da igual. Continúa.

~
La misión para la que se te requiere es, según parece, muy delicada. Personalmente, considero que eres del todo inadecuado para ella, razón por la cual sería absurdo confiarle todos los detalles a tu módulo, tu traje, a mí o a ti mismo hasta el momento en que todos esos detalles sean necesarios.

~
Ahí lo tienes. Eso es exactamente lo que puedes irte comiendo. Toda esa mierda del "no-necesitas-saberlo típica" de CE. Me importa un carajo lo delicada que sea la misión. No voy ni a pensarlo hasta que no sepa de qué se trata.

Los dos rasgabuesos estaban en pleno salto, retorciéndose en el aire. Mierda, pensó Genar-Hofoen, ¿a que va a ser una de esas peleas que se deciden en el primer salto, dependiendo de cuál de las dos bestias logra clavar primero los dientes en el cuello de la otra?

~
Lo que se te pide
–dijo el mensaje, con una aproximación bastante fiel al tono de voz que tenía
Muerte y gravedad
cuando estaba exasperado–,
son ochenta días de tu tiempo, el noventa y nueve punto noventa y nueve por ciento de los cuales no tendrás que hacer nada más oneroso o exigente que ir del punto A al punto B. La primera parte de tu viaje la pasarás, imagino que con notable comodidad, a bordo de la nave Afrentadora que les pediremos (y que seguramente tendremos que comprar, imagino) que pongan a tu disposición y la segunda, con una comodidad que puedo garantizarte, en una UGC de la Cultura, a la que seguirá una corta visita a otra nave de la Cultura, en la que se llevará a cabo la misión de la que estamos hablando. Y cuando digo que es una corta visita, me refiero a que posiblemente puedas completarla en menos de una hora y, con toda seguridad, no te llevará más de un día. Luego podrás volver para terminar lo que sea que hayas dejado inacabado con nuestros queridos amigos y aliados de la Afrenta. Creo que no parece
demasiado
trabajo, ¿no?

Los rasgabuesos estaban encontrándose en ese momento en el aire, a un metro de altura sobre el centro del pozo, con las fauces dirigidas a las gargantas del otro. Era difícil de asegurar, pero Genar-Hofoen tenía la impresión de que no pintaba bien para el animal de Cinco Mareas.

~ Sí, sí, si, todo eso ya lo hemos oído antes, M y G. ¿Y qué saco yo del asunto? ¿Por qué demonios debería...? Oh, coño...

~
¿Qué?
–preguntó el mensaje de la
Muerte y gravedad.

Pero Genar-Hofoen estaba fijándose en otra cosa.

Los dos rasgabuesos chocaron, se enzarzaron y cayeron al suelo del pozo en una maraña de miembros que se sacudía a cámara lenta. El animal del collar azul había cerrado las fauces sobre el cuello del rojo. La mayoría de los Afrentadores estaba empezando a vitorearlo. Cinco Mareas y sus partidarios chillaban.

Mierda.

~ ¿Traje? –pensó Genar-Hofoen.

~
¿Qué pasa?
–dijo el traje de gelcampo–.
Creía que estabas hablando con...

~
Olvídate de eso ahora. ¿Ves al rasgabueso azul?

~
No puedo quitarle los ojos de encima a esa maldita bestia.

~
Utiliza el efector con ese cabrón. Sácaselo de encima al otro.

~
¡No puedo hacer eso! ¡Sería hacer trampas!

~ Cinco Mareas se juega el culo en este asunto, traje. O lo haces o tendrás que aceptar la responsabilidad por provocar un incidente diplomático. Tú verás.

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