Alex sintió las primeras contracciones de la vagina en sus dedos y en vez de continuar con el juego, los sacó totalmente mojados y emprendió el camino de retorno al perineo y más allá, hasta encontrar el principio de las nalgas, las sujetó con las palmas y hundió los dedos entre ellas separando ambos cachetes mientras la lengua ascendía por el perineo para a continuación comenzar a recorrer lentamente el canal entre ellas. Luka se tensó bajo la caricia prohibida.
—Tranquila, si quieres lo dejo —dijo respirando agitadamente.
—No... no. —Sintió su aliento sobre el ano y un estremecimiento hizo mella en ella —continúa, pero...
—Cuando digas basta, paro. Tranquila, no voy a hacer nada, ni siquiera me acercaré, sólo quiero jugar un poco.
—Adelante —asintió dudando ante el placer proscrito.
Alex deslizó la lengua por la grieta entre las nalgas evitando certeramente el rosado orificio mientras sus dedos volvían a masajear el clítoris.
Luka sentía la suave y húmeda caricia transitando desde la vulva hasta el coxis una y otra vez, rodeando el anillo de músculos formado por el ano sin llegar jamás a tocarlo. Todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo mandaban señales ígneas a su cerebro haciendo temblar cada centímetro de su piel.
—Súbete a la mesa —le oyó decir entre el estruendo de su jadeos.
Alex pasó una mano por su cintura y tiró hasta incorporarla, Luka se dejó hacer desmadejada, con sus dedos escurriéndose a lo largo del cristal hasta quedar posados en el borde.
—Échate hacia atrás y apoya tu espalda en mi pecho ordenó él.
Luka obedeció y Alex la agarró por la cintura levantándola a pulso como si no pesara nada a la vez que la hacía ascender deslizándola por el pecho, las piernas colocadas a ambos lados de los muslos masculinos. Cuando Luka sintió que se le acababa el apoyo aferró las muñecas de Alex y mantuvo el equilibrio con los brazos tensos hasta notar el cristal bajo las plantas de sus pies. Estaba de pie sobre el cristal "pisable" de la mesa.
—Ponte a gatas.
Luka posó rodillas y manos en el vidrio y levantó la mirada al percibir un movimiento frente a ella. Era su reflejo en el espejo. Se veía totalmente salvaje en esa postura. El cabello cayendo sobre sus hombros, los pezones erectos sobresaliendo entre los largos mechones y Alex detrás de ella observándola como si fuese lo más preciado del mundo. Lo vio pisarse las deportivas hasta quitárselas, observó los movimientos rápidos y nerviosos que hacían sus manos mientras se desabrochaba y quitaba los pantalones sin dejar de mirarla ni un momento. Vio aparecer su pene erecto, terso e inhiesto, el glande hinchado y encarnado llorando lágrimas de semen. Lo vio acariciarse con la palma de la mano por toda su longitud a la vez que presionaba en su espalda con la mano libre instándola para que la arqueara y para que elevara las nalgas, y así luego abandonar el masaje de su polla ansiosa y colocar ambas manos en el interior de los muslos femeninos trazando el sendero de la vulva, pasando los pulgares por el canal entre las nalgas separándolas mientras el resto de los dedos abrían la vagina.
—Te ves exquisita desde aquí. Ojalá pudieras verte como yo lo hago.
Una de las manos abandonó su puesto para dirigir el impaciente pene a la entrada de la vagina, una vez ubicado empujó poderosamente, hundiéndose por completo en ella. Un gemido asomó a los labios de ambos. Se retiró lentamente hasta dejar el glande apoyado en la entrada y embistió para a continuación quedarse muy quieto dentro de ella. La asió por las caderas obligándola a balancearse sobre él, adelante y atrás una y otra vez, haciendo que su polla entrara y saliera de ella con un ritmo lento al principio que luego fue incrementando su velocidad. Alex acompañó los movimientos presionando contra ella cuando chocaban los genitales e intentando seguirla cuando se separaban. Movió una mano hacia las nalgas y recorrió con el pulgar el ano, tocando el centro del orificio con la punta del dedo, presionando rítmicamente pero sin introducirlo mientras su otra mano bajaba por el pubis hasta el clítoris, pellizcándolo y frotándolo sin piedad. La respiración de ambos se aceleró, los jadeos apenas les permitían respirar, la sangre latía con fuerza por sus venas, el calor recorría su cuerpo instalándose en los genitales.
Alex sintió la vagina comprimiéndole el pene en espasmos arrítmicos y sin ser consciente de ello bombeó con más potencia casi al límite de la razón; se corrió con fuerza mientras Luka emitía un jadeo que se convirtió en grito y le extrajo hasta la última gota de semen con las contracciones de su orgasmo.
Luka acabó desmadejada sobre el cristal, Alex se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo.
Pasado un momento, Luka recuperó las fuerzas suficientes para sentarse sobre la mesa y observar a su alrededor.
—Mmh, creo que le acabo de encontrar la utilidad a esta mesa —comentó como quien no quiere la cosa.
—Ya te lo dije —respondió la voz de Alex desde el suelo.
—Pero sigo pensando que tal cual lo has montado es poco práctico. —Bajó de un salto de la mesa.
—¿Qué? —Alex levantó la cabeza, intrigado... ¿poco práctico? ¡Después de lo que habían experimentado le parecía poco práctico!
—Y seguimos teniendo demasiados despistes —continuó Luka sin hacerle caso, de pie frente a él mirándole ron los ojos entornados, pensativa.
—¿Despistes? — ¿De qué narices estaba hablando?
—A ver, primer despiste: no te has puesto condón.
Alzó un dedo—. Segundo despiste: no te has corrido fuera. —Alzó otro dedo—. Tercer despiste: se me han olvidado el primero y el segundo despistes y al sentarme se me ha salido todo el semen y he puesto perdido el cristal de la mesa. —Alzó el tercer dedo mientras fruncía los labios.
—Vaya.
—Exacto. Si hubiera un aseo aquí podría lavarme en un momento pero como no lo hay, tengo que bajar por las escaleras desnuda y goteando entre los muslos... Por si fuera poco, tú —dijo señalando hacia el trasero desnudo de Alex— estás sentado sobre el parquet, desnudo y sudoroso, así que lo estas manchando de lo lindo... claro, que como no hay sillas no tienes la opción de sentarte en una. —Lo miraba sonriendo picara—. Así que míranos... —dijo poniéndose en cuclillas para quedar a la altura de Alex—: aquí estamos, sucios y pringosos sin un mal trapo con el que limpiarnos porque a ti y a tu desocupado cerebro masculino no se os ha ocurrido montar todo este tinglado abajo, cerca de un baño —comentó dándole golpecitos con el puño en la cabeza, como comprobando si estaba hueca—. ¿Y ahora qué hacemos?
—Pues yo y mi desocupado cerebro no tenemos ni la más remota idea, por lo que esperamos que tú y tu cerebro repleto de ideas nos deis una solución —comentó él aún sentado en el suelo.
—Pues bien, sólo se me ocurre una idea... —respondió poniéndose en pie a la vez que sonreía y alzaba varias veces las cejas.
—¿Cuál?
—¡Tonto el último!
Y salió corriendo como alma que lleva el diablo en dirección a las escaleras. Alex apenas tardó un segundo en correr tras ella. Las carcajadas de los dos retumbaban en el piso vacío mientras Luka entraba a la carrera en la imponente ducha de hidromasaje con Alex pisándole los talones.
Ah, se siente. He llegado primero —dijo cerrándole la mampara en las narices.
Y un cuerno.
Alex la abrió de nuevo, se introdujo en la ducha y aprovechó los chorros del agua en su beneficio... iba a ser una noche muy larga... y divertida.
Laura estaba en la cama lamiéndole la nuca... ¡Demonios!, pensó Luka, debía de haberse olvidado otra vez de encerrar a la iguana en su terrario. Se movió un poco para apartarse del reptil e intentó volver a dormirse. ¡Mierda! Ahora era Clara la que subía por su muslo haciéndole cosquillas; pateó hasta que la tortuga se alejó de su pierna y volvió intentar dormirse. ¡Leches! Mira que estaban pesaditas hoy sus niñas, ahora estaban empujándole el trasero con... ¿Con un pene erecto? ¡Sus tortugas no tenían de eso!
Abrió los ojos recordando de golpe dónde estaba, en la enorme y no-tan-inútil-como-pensaba cama de Alex en el ático.
—Buenos días, princesa —susurró Alex en su oído.
—Mmh, buenos días —respondió educadamente Luka medio dormida a la vez que se estiraba.
—Shh, no te muevas. —Alex la agarró de la cadera apretando su erección de nuevo contra el trasero.
—Pensaba que eran mis niñas intentando despertarme —comentó bostezando.
Estaba tumbada de lado sobre la comodísima y utilísima cama de dos metros cuadrados, el pecho de Alex pegado a su espalda, su cabeza sobre uno de los antebrazos masculinos y la tremenda erección alojada entre sus nalgas. Mmh... Además estaban gloriosa y oportunamente desnudos.
—¿Pensabas que era uno de tus animales? —Alex sonreía a la vez que pulsaba contra ella con su pene.
—Sí —respondió Luka arqueando más la espalda.
—Bueno, algo de animal sí tengo... —La mano que le sujetaba la cadera subió hasta los pechos y comenzó a acariciarlos perezosamente.
—Ya. Claro. ¡De semental! —Luka se reía abiertamente, que ella recordara era la primera vez en la vida que se reía con alguien en la cama después de pasar una noche de sexo estupendo, delirante y divertido. Mmh... también era la primera vez de esto último.
—Más bien de perrito faldero —contestó Alex riendo a la vez que jugueteaba con los pezones endurecidos de ella.
—¿De perrito faldero?
—Sí. ¿No lo notas? —dijo moviendo su polla arriba y abajo por el trasero—, te acercas y se levanta —se apretó más contra ella—, le haces unas cuantas caricias y babea —Luka notó el glande húmedo entre sus nalgas—, y si juegas con ella —apartó la mano de los pechos de Luka y la bajó para agarrarse la polla—, se mete donde sea para conseguir que seas feliz —guió el pene hasta la entrada a la vagina y la penetró—. ¿Ves? Siempre dispuesta a seguirte a cualquier lugar. En definitiva... un perrito faldero.
—Mmh, totalmente de acuerdo —gimió Luka. ¡Guau! Vaya manera de despertarse.
—¿Sabes qué? —Encajó el muslo entre las piernas de Luka, abriéndolas y penetrándola más profundamente.
—¿Qué? —dijo ella girando la pierna hacia atrás y envolviéndole la cintura con ella, quedando totalmente abierta para él.
—Es la primera vez que nos despertamos juntos —recorrió el interior del muslo hasta posar la palma de la mano sobre los labios vaginales.
—Cierto, y es bastante... entretenido. —Se acarició los pezones con sus propias manos.
—Mmh... —Alex le mordisqueó el cuello atento al juego de Luka con sus pezones.
Alex empujaba rítmicamente contra Luka a la vez que la acariciaba el clítoris en círculos lentos y perezosos, la conversación quedó rápidamente olvidada entre jadeos y gemidos, entre manos que rozaban y caderas que empujaban indolentes. Los cuerpos de ambos se calentaron, sus nalgas y muslos se endurecieron, los temblores les recorrieron el abdomen y los pezones se sonrojaron y endurecieron. Luka puso su mano sobre la de Alex y apretó con fuerza, instándolo a que le friccionara con más ímpetu el clítoris a la vez que la polla endurecida engrosaba su tamaño hasta llenarla completamente. Luka sintió el orgasmo imparable estallar en su vientre haciendo que su vagina palpitara y se estremeciera comprimiendo el pene hasta que Alex no pudo soportarlo más y salió rugiendo de ella para correrse sobre las sábanas suaves y acogedoras que sólo se podían comprar fácilmente por Internet.
—En fin —dijo Luka al cabo de un segundo —me parece que nos toca bajar por enésima vez las dichosas escaleras para asearnos...
—Captado —contestó él volviendo a enterrarse en ella—, levantaré un tabique en la terraza y construiré un aseo.
—¡Qué! ¡Estás loco! —exclamó girándose bruscamente para arrodillarse sobre la cama y arrebatarle la almohada de debajo de la cabeza—, ¿Prefieres hacer obra en casa antes que bajar la cama a cualquiera de los tres dormitorios de abajo? ¡Ya te vale! —rió golpeándole con la almohada.
—¡Ay! La cama la puedo bajar, pero nos faltarían los espejos, la mesa y el diván —contestó abrazándola.
—¡Hombres! ¡Sois la bomba! —repuso ella rodeándole el cuello con los brazos y enredándole los dedos en el cabello.
—Reconócelo, te encanta cómo he amueblado el ático. —La giró hasta dejarla tendida en la cama y la sujetó las muñecas por encima de la cabeza.
—Sí, me encanta. Pero es poco práctico —se rió Luka.
—Pues por eso voy a construir el baño, para que sea más práctico —contestó haciéndola cosquillas.
—Eh... ¡Para! —gritó intentando enroscarse sobre sí misma.
—¿Te rindes?
—¡Jamás! —Se retorció buscando liberarse pero las manos de él llegaban hasta las costillas, la planta de los pies, las axilas. Por Dios, ¿cuántas manos tenía este hombre?
—Ríndete.
—Vaaaaaaaleeeeeeee —contestó entre carcajadas—, construye tu baño... y rápido, que hace falta YA.
—A sus órdenes, mi capitán.
Alex la soltó y se escurrió por la cama hasta quedar tumbado a lo ancho de la misma, con la cabeza acomodada en la tripa de Luka.
—¿Te he dicho alguna vez que adoro estar así?
—Creo que lo comentaste ayer —respondió acariciándole el torso.
—Se me ha vuelto a olvidar... —comentó.
—Sí —contestó ella sabiendo perfectamente a qué se refería—, parece que estamos predestinados a olvidarnos una y otra vez de los preservativos.
—Lo siento.
—Mentiroso —le apretó los pezones. Aún le asombraba ver cómo se endurecían entre sus dedos—, no lo sientes y yo tampoco. Los dos somos responsables y a los dos se nos va la pinza cuando estamos metidos en el "ajo" arqueó un par de veces las cejas, a buen entendedor...—. De todas maneras, tampoco pasa nada. Según los análisis ambos estamos totalmente sanos. Así que el riesgo más peligroso queda descartado. No obstante, he pedido cita ron el ginecólogo el lunes para que me recete la píldora, así no habrá más descuidos. —Acabó encogiéndose de hombros.
—Ajá. ¿Y si te has quedado embarazada? —No es que buscara un bebé, pero tampoco le disgustaría si venía alguno en camino, se dio cuenta Alex al sopesar la posibilidad.
—Bueno, si llega ese momento ya pensaré qué hago. — ¿Un bebé? ¿Ahora? ¡Ni de cofia! No era el momento más oportuno, pero por otro lado... un mocoso cariñoso y divertido con los ojos verdes de Alex...
—Ya lo pensaremos, querrás decir. —Giró la cabeza mirándola fijamente a los ojos.