—¿Por qué has hecho esto? Estas letras... joder. ¿Cómo has entrado en MI casa? ¿Por qué te has ido? —Frunció la boca al oírse decir esto último, ¿por qué narices había preguntado justo eso?
—¿Recuerdas el "mensaje" que dejaste la otra noche en el espejo del hotel? —dijo arqueando varias veces las cejas—. Hace un rato creí conveniente avisarte de que me iba pero no quería despertarte, de repente lo recordé y decidí imitar tu estilo. —Mentira cochina, llevaba fraguándolo toda la semana.
—Pero, pero... Yo lo dejé en un espejo, no en tu cuerpo.
—Sí. Pero a mí me apetecía más escribir en tu piel que sobre la superficie fría del espejo.
—Ajá —contestó poco convencida—, ¿Cómo has entrado en mi casa?
—Cuando me fui cogí las llaves que había en la encimera de la cocina para no molestarte al regresar.
—Ajá. ¿Dónde están las llaves ahora?
—Las he vuelto a dejar donde las encontré.
—Vale. —Todavía estaba alucinada por las letras, más tarde daría vueltas a lo de las llaves.
—¿No quieres la respuesta a tu última pregunta?
—Eh, no. —Acababa de darse cuenta de que estaba desnuda debajo de la potente luz del cuarto de baño, era una persona segura de sí misma, pero todo tenía un límite y 100 vatios eran su límite. Se agachó envolviéndose en la manta—. Voy a vestirme, ahora vuelvo.
—Fui a la farmacia, ya sabes... y de paso entré donde los frutos secos y compré unos cruasanes para desayunar —comentó mientras ella se alejaba, cuando mencionó lo de los frutos secos Luka se quedó clavada en el sitio— ¿Has comprado en la "rubia"? —preguntó muy bajito.
—Sí, tienen buena pinta y huelen mejor —dijo pensando en los cruasanes.
—No, no lo entiendes, has ido a la "rubia" a primera hora de la mañana...
—Son las diez de la mañana, no es primera hora —la interrumpió.
—Está bien. Has ido temprano y has comprado... ¿Cruasanes para dos?
—Sí.
—Ay, Dios, ¿sabes lo que va pensar? Mejor dicho. Lo que va a cotorrear a todo el barrio.
—¿Que un tío extremadamente guapo, sin camisa ni calcetines le ha comprado algo por la mañana temprano? ¿Que casualmente es el mismo tipo que acompañaba a "la loca de los bichos" ayer por la noche?
—"La loca de los bichos"... ¿Cómo sabes que me llaman así?
—Se lo oí decir a la Marquesa.
—Pero si no conoces a la Marquesa.
—Ahora sí.
—¿Cómo?
—Esta mañana. Cuando pasé por delante de la tienda vi a una mujer estirada con el pelo negro repeinado y vestida como si fuera a ir a misa hablando con la "rubia". Le estaba comentando que la "loca de los bichos" había estado toda la noche haciendo el amor como una salvaje con ni se sabe cuántos tíos y que además tenían que ser completos desconocidos porque no reconocía la voz de ninguno de sus amigos. — ¿Se encontraría el tal Dani entre las voces que conocía la fiera esa?, pensó irritado—. En ese momento creí oportuno dejar sentadas algunas cosas.
—¿Qué hiciste? —Luka se apoyó en la pared del pasillo y resbaló hasta quedar sentada en el suelo con cara pasmada.
—Nada. Entré en la tienda y saludé muy cortésmente a la "rubia". Como hacía calor me desabroché la chaqueta —Dios, Luka estaba imaginando a Alex con la chaqueta desabrochada, mostrando ese torso musculado con el vello rubio rodeando los pezones y bajando en forma de flecha hacia la cintura [baja] de los vaqueros... se les tenía que haber hecho la boca agua—, metí los pulgares en la cintura de los pantalones, ya sabes, marcando, y de paso manteniendo bien abierta la chaqueta; y que eso bajara un poco la parte delantera de los vaqueros y que vieran que tampoco llevo slip fue pura casualidad. —Sí, claro—. Pedí un par de cruasanes para un desayuno romántico que pretendía llevar a mi chica a la cama en una bandeja. También pregunté si sabían de alguna floristería cercana donde vendieran rosas para sorprenderla con un detallito.
—Joooooodeeeeer, ¿y todo eso con el pecho al descubierto?
—Y marcando paquete, no te olvides.
—No. Claro. —Estaba alucinando, incluso se pellizcó un brazo, no fuera a ser que todavía estuviera soñando.
—Tardaron un rato en contestarme, no sé por qué no me hacían caso. Después pagué y subí otra vez a casa. Por cierto, no hay floristerías cerca, siento que te quedes sin tu rosa. Te lo compensaré —finalizó guiñándola un ojo.
—No te preocupes. —Estaba obnubilada—. Y... ¿a santo de qué hiciste todo eso?
—Me pareció que no tenían la información necesaria para hacer el reportaje de barrio, así que decidí dársela. Ahora probablemente todo el mundo esté cotilleando sobre nosotros, pero eso sí, con conocimiento de causa...
—Y no dirán que me lo he hecho con un equipo de fútbol, sino con un tío cañón. Y perdona la expresión.
—No importa.
—Y la Marquesa estará rabiando porque no podrá decir que estoy más sola que la una porque no valgo un pimiento y que me tengo que conformar con las migajas que me quieran echar mis amigos.
—¿Decía eso? —Maldita mujer pensó enfadado, la voy a machacar—, ¿Qué amigos?
—Sí —contestó Luka sin pensar...—, ni dirá que mi niña espanta a cualquiera con dos dedos de frente.
—¿Tu niña? ¿Y qué amigos son los de las migajas? —Era importantísimo saber la respuesta a la última pregunta.
—Sí, saco a pasear a Laura casi todas las mañanas durante el verano y a la Marquesa le sienta fatal. Dice que es una fuente de enfermedades. ¡Será ignorante! Lo malo es que ahora dirá que no hay quien duerma por mi culpa y que soy una escandalosa.
—Escandalosa, no. Salvaje. Y además, mejor que sepan que te acuestas conmigo a que digan que lo haces con un equipo de fútbol. —Alex bajo ningún concepto estaba marcando territorio, no. Era solamente que no le gustaba la idea del equipo de fútbol y seguía sin saber qué amigos...— ¿Qué amigos?
—¿Eh? ¿Qué amigos qué?
—Los de las migajas.
—Ah, le ha dado por decir que cuando vienen mis amigos a casa, Pili, Javi y Dani, nos montamos "bacanales" para que yo no me sienta excluida o algo así, tonterías que se monta para no amargarse, vamos, una estupidez. Supongo que cuando viene Ruth, no puede evitar pensar en dúos lésbicos, bufff, es una mujer horrorosa y aburrida, y sinceramente, creo que usa mi vida como diversión, como quien ve un culebrón en la tele. Incluso un día me llegó a decir que batía muchos huevos. ¿Te lo imaginas? Joder. ¿A qué se dedica? ¿¿A asomarse en la ventana de la cocina para espiarme a ver cuántos huevos bato a la semana?? Ufff... es increíble.
—Joder, desde luego que no te aburres en casa, ¿no? Entre tus animales, tus vecinas, y los amigos... ¡Madre mía!.... ¿Y vienen muy a menudo?
—¿Mis vecinas? Viven aquí —qué cosas más raras pregunta este hombre, pensó Luka.
—No, tus amigos.
—Sí, no, cuando les viene en gana. Pero da igual, aunque vinieran una vez al año la Marquesa lo sabría y lo exageraría... no te preocupes por eso.
—No, si no me preocupo —dijo indiferente. Al final no se había enterado de la frecuencia con que su "amigo" Dani venía por casa... aunque si era sincero, ella no parecía darle ninguna importancia; mejor.
—Bueno, vamos a probar esos cruasanes que tengo más hambre que el perro de un ciego. —Pero mientras se dirigía al cuarto a vestirse la seriedad volvió a su rostro, seguro que la puñetera Marquesa decía que Alex era un ligue de una noche de borrachera y que por eso había acabado con ella, si no eso algo por el estilo... no, no sería tan cruel de decir eso, ¿verdad?... sí. Sí lo era. Pues que le dieran... mmh, tenía que buscarse más tretas para vengarse de ella.
—Ah, se me olvidaba —dijo Alex acompañándola hasta la puerta de la habitación, no iba a perderse el espectáculo de verla desnuda...—, cuando salía de la tienda comentó algo...
—¿Qué y quién?
—Comentó que no se explicaba cómo era posible que una bandada de pájaros hubiera cagado toda su ropa por la noche, que parecía cosa del diablo...
—¡Dios! Me hubiera encantado estar ahí para verle la cara... en fin, voy a cambiarme. ¿No te importa, verdad? —dijo mientras lo empujaba fuera del cuarto y le cerraba la puerta delante de las narices. La cara de Alex era la de un niño al que le han quitado un caramelo.
Salió al momento, vestida con unos leggins negros bastante desgastados, una sudadera gris y enorme heredada de Javi —le chiflaban las sudaderas de hombre—, calcetines de lana gris marengo, el pelo peinado más o menos —los dedos no iban muy bien para hacer peinados elaborados—, y se dirigió a la cocina. Sobre la encimera aguardaba un paquete de aroma excelente, los cruasanes, ñam. Pero antes... el deber. Sacó los tenebrios y preparó la verdurita, Alex la seguía hasta la cocina, al menos hasta que la vio preparando la comida para los animales...
—¿Tienes algo para leer?
—Sí, claro. ¿Quieres algo en especial? —no fastidies que este tipo es de los que leen el periódico en el desayuno, no, por favor, igualito que cierto tipejo que conozco.
—Cualquier cosa me vale.
—Mmh, pues coge algún libro del salón, hay miles.
—Vale.
—¿Te vas a poner a leer ahora?
—Sí.
—¿¿Y eso??
—Ehh... —dijo buscando algo creíble, cualquiera le contaba que pensaba encerrarse en el cuarto de baño mientras ella daba de comer tallarines-gusanos a las tortugas, no quería volver a ver aquello otra vez—, ¿Voy al baño?
—Ah, bueno, haberlo dicho antes. Tienes revistas del Nathional Geografic dentro del baúl que hace de mesa, cógelas si quieres. A mí me acompañan mucho cuando voy a... ya sabes... al baño —dijo mientras se dirigía con los gusanos hacia sus asesinas.
—Genial. Ahora te veo. Cuando acabes avisa.
—¿Cuando acabe qué?
—Cuando acaben de comer las tortugas.
—Ah, vale. ¿Para qué quieres que avise?
—Para salir —dijo sin pensar mientras se escabullía dentro del baño, Luka ya abría la tapa del tupper y tenía preparados los palillos... puag.
—Eh... — ¿Y qué demonios tenía eso que ver con el baño? ¡Hombres! No hay quien los entienda.
Dio de comer a las tortugas, las hizo alguna que otra carantoña, dejó la verdurita en el comedero y aprovechó para recoger mientras Laura comía. Cuando esta acabó pasó directamente a limpiar los residuos y demás porquerías que se acumulaban a diario en el terrario mientras la iguana trepaba por las cortinas y se escondía debajo del bando que tapaba los agujeros en la tela, y no es que Laura las hubiera roto a propósito pero de jovencita se ponía nerviosa cuando había gente en casa y de vez en cuando le daba por morder la tela... y bueno... había algunos agujeros, así que Luka, práctica como era, en vez de comprar cortinas nuevas —que costaban un ojo de la cara—, había pasado unos fulares grandes, de estos que valen para cubrir muebles, por encima de la barra haciéndoles grandes caídas en los puntos estratégicos, no quedaban mal como bando y a Laura le gustaba esconderse en ellos, por tanto todo solucionado. Sacó a las tortugas, las dejó corretear por el suelo y jugó con ellas. Cuando estaba con sus niñas, no pensaba en nada más que en ellas. Eran tan cariñosas, tan divertidas, que era imposible aburrirse.
—¿Te queda mucho?
—¡Ostras! —Se había olvidado por completo de avisarle, lógico, era una petición estúpida—. Sí, digo, NO, ya está, ya han comido.
Alex salió al momento del baño y Luka volvió a meter las tortugas en el acuario. Se le quedó mirando fijamente, esperando, por lo que él, extrañado la miró también.
—¿Y?
—¿No se te olvida algo? —preguntó Luka señalando al baño.
—Eh... —Se giró y comprobó que estuviera la luz apagada. Lo estaba—. No, no se me olvida nada.
—¿Seguro?
—Mmh. —Fue al baño y lo observó detenidamente, la tapa estaba bajada, más que nada porque no la había levantado, se había sentado sobre ella a leer—. Sí, seguro.
Está bajada la tapa —comentó para que se diera cuenta de que no había descuidado nada.
—¿Y no hay que hacer algo antes de bajar la tapa?
—¿Mear?
—Después de mear.
—Bajar la tapa.
—Joder. TIRAR DE LA CADENA.
—Aps.
—Sí, aps. No has tirado de la cadena... será posible. Media hora en el baño y no has tirado de la cadena, pues olerá a rosas —dijo dirigiéndose al baño, cuando entró se dio cuenta de que no "olía a rosas" de hecho es que no olía a nada, extrañada, levantó la tapa antes de tirar de la cadena... nada... el water no había sido usado, se dio la vuelta para mirarle detenidamente.
—Contéstame a una pregunta que me tiene intrigada.
—Dime.
—¿Qué has estado haciendo durante esta media hora en el baño?
—Leer.
—¿Leer?
—Sí.
—Vale. — ¡Hombres! ¡¿Y dicen que las mujeres somos complicadas?! —No quiero saber nada más... vamos a desayunar.
Contra todo pronóstico la cafetera era express, moderna, negra y hacía un café delicioso. Quién sabe por qué Alex había imaginado que sería una cafetera heredada de alguna bisabuela o algo por el estilo, así que se llevó una grata sorpresa cuando la vio. Luka hacía el café bien cargado. Natural, para más señas. Sacó un par de tazones enormes de desayuno, los llenó de café hasta la mitad y añadió leche. Menudo tanque. Sacó una sartén plancha del horno y la puso sobre la vitro añadiendo un poco de mantequilla, cortó los cruasanes por la mitad y los cocinó; el olor hizo que Alex salivara.
—Huele de maravilla.
—Sí —dijo poniéndolos en platos sobre la encimera.
Luka tomó un sorbo de café y pensó en todo lo que había pasado en poco más de doce horas. Ufff... luego fue más lejos y pensó en toda la semana anterior... UFFF... Hizo balance... en el lado positivo: había conocido a un tipo que parecía bastante majo. Ese mismo tipo parecía ser igual de friki que ella con las películas. También habían dado de qué hablar a la Marquesa, esta vez por cosas agradables, al menos para ella. La Marquesa seguro que opinaba de otra manera. Y por si fuera poco se había pegado unos polvos de impresión. En el lado negativo: En menos de una semana ya habían discutido... Ay, Dios, eso no pintaba bien, pero también se habían arreglado, o sea, que eso iba al lado positivo. Más cosas negativas... había cogido sus llaves sin decírselo, eso no le gustaba ni un pelo, no, señor. Y... qué más... aps, en tres encuentros había roto dos tangas y un body, mmh, se mordió los labios, tendría que proveerse de más ropa interior barata a ser posible, no estaba la vida como para tirar el dinero. ¿Algo más? Si lo había no lo recordaba.