—La verdad es que es súper interesante. Cuando Dani propuso la idea y Ruth nos enseñó las pinturas, no podía dejar de asombrarme; es increíble lo que pueden hacer sus muchachos —comentó Luka relajada contra el pecho de Alex—. Yo un café con leche fría, desnatada y dos sacarinas, Luis.
—Una sin, por favor. ¿Tus muchachos? —preguntó Alex a Ruth extrañado, sin darse cuenta de que sus dedos recorrían las caderas de Luka para mayor asombro de los amigos de ésta.
—Sí, los ancianos con los que trabajo. Son geniales.
—Otro para mí, Luis. ¿Has conseguido tomar nota de todo? —preguntó Javi divertido; sus amigos tenían la costumbre de mezclar a todo el mundo en sus conversaciones.
—Por supuesto —rió Luis sacudiendo una libreta—, ahora lo traigo.
—La vamos a montar entre los dos, consiguió que su tío —dijo Luka señalando a Dani— nos cediera una sala en Estampa, lo tenemos más o menos todo estudiado, la semana que viene empezamos.
—Y va a quedar perfecto. Seguro. Tienes que venir... y comprar varios cuadros —terció Ruth—. Verás, trabajo en una ONG centrada en ancianos con problemas de Alzheimer, demencia senil, dificultades de motricidad, psicológicas, de memoria... Todos los años en verano montamos un campamento financiado con fondos del estado y aportaciones voluntarias, pero este año el gobierno nos los ha cancelado. Muchos de mis ancianos no lo tienen fácil para pasar unos días de asueto y los que económicamente sí pueden, a veces chocan con el escollo que supone el conseguir una persona con los conocimientos adecuados para ayudarles durante ese periodo. Los campamentos son necesarios para que mis niños —y aunque se refería a los ancianos ella los sentía como si fueran sus niños realmente— tengan otra visión, otro espacio que no sea siempre el mismo, además de aportar una experiencia sumamente gratificante para aquellos que tenemos la suerte de poder presentarnos voluntarios y pasar con ellos esos días mágicos. Te puedo asegurar que no hay nada que complete tan perfectamente a una persona que el estar con mis niños; cuando te sonríen es fascinante y cuando consigues que se rían contigo, con una obra, una canción, un cuento, es simplemente maravilloso. Este año al ver la imposibilidad de llevarlo a cabo gratuitamente como en años anteriores los empleados, voluntarios y familiares hemos tomado en consideración la opción de financiarnos nosotros mismos. La reducción del tiempo de estío de un mes a dos semanas nos permite un ahorro significativo, por otra parte muchas de las cuidadoras cualificadas que trabajan con nosotros han decidido cuidar a nuestros mayores voluntariamente, sin sueldo, contamos también con la ayuda de voluntarios sin cualificar como yo misma que, aunque no desempeñamos el papel igual de bien que ellas, sí ponemos nuestro granito de arena. Aunque lo más hermoso, quizá por lo inesperado, es que amigos de amigos de amigos de los que no teníamos conocimiento han acudido con ideas, con proyectos para recaudar fondos, algunos de ellos totalmente viables. Y una de esas propuestas surgió de la cabeza de Dani —dijo guiñándole un ojo—. Verás, trabajamos con mis niños en un taller de pintura, hacen unos lienzos preciosos y yo tengo los que me han regalado enmarcados en casa. Dani los vio y decidió hacer una exposición. Las ventas irán directamente al campamento que queremos viabilizar. Pienso que es una idea maravillosa.
—Bah, a cualquiera que hubiera visto las pinturas se le hubiera ocurrido —comentó Dani incómodo.
—Pero es que por si no fuera poco con la idea, has conseguido que nos presten gratuitamente el espacio para exponerlos, y además en una de las salas de exposiciones más prestigiosas de Madrid, has conseguido donaciones de molduras para los marcos y los cristales y el DCM lo has obtenido de la empresa de tu padre; la vas a montar en tu tiempo libre por la cara, has convencido a pasantes y representantes de otras galerías para que asistan, y bueno... has movido todos los hilos. Eso es simplemente extraordinario —suspiró Ruth depositando un beso en su mejilla—. Eres el mejor.
—Bah, sabes de sobra que lo hago porque me divierte, no busques tres pies al gato —se desentendió Dani perturbado—. Por cierto, vampirito, tú trabajas con componentes eléctricos, ¿no? —siguió comentando ahora perspicaz—. ¿Tienes almacén? ¿Venta al por mayor? He pensado en iluminación por fluorescencia e incandescencia, para una media de 150 sin sobrepasar 3.200K y un IRC de 90 sobre 100. Lo que pasa es que sobrepasa el precio que puedo pagar. ¿Lo podrías sacar de tu empresa con algún descuento?
—Pásame una lista y te lo traigo sin problemas —Alex acariciaba lentamente la barriguita de Luka por encima de la sudadera completamente embebido en el proyecto. Le había sorprendido la implicación del bufón en ello. Por detrás de las bromas parecía haber alguien que pensaba en los demás. Y mucho.
—¿A buen precio? —insistió Dani; no podía desperdiciar ni un solo euro de los niños de Ruth.
—Tú dame la lista y ya me encargo yo de que se "caigan del camión" el martes como muy tarde —respondió Alex apoyando la barbilla en el hombro de Luka y besándole la mandíbula.
—Leches —se sobresaltó Luka.
—¿Qué es "caerse del camión"? —preguntó Ruth intrigada e ingenua.
—Pues eso mismo, que algo se cae del camión y por tanto desaparece de almacén... —dijo Luka mientras acariciaba con la nariz el pómulo áspero por la falta de afeitado de Alex.
—Daños colaterales típicos de los repartos —confirmó besando la frente de "su" chica.
—Bien. Pues entonces manos a la obra.
Dicho y hecho. Dani fue hacia la barra, pidió papel y lápiz y empezó a escribir con los garabatos que él consideraba letras todo lo que le hacía falta. Cuando lo tuvo se lo enseñó a su inesperado proveedor y éste a su vez rebatió o aconsejó distintas soluciones. Antes de que nadie pudiera decir esta boca es mía dos hombres que segundos antes hablaban de torturas y tatuajes se habían convertido en conspiradores de la electrónica con el único fin de montar la mejor exposición para conseguir fondos. En poco menos de media hora una lista llena de palabras no apta para profanos en electrónica fue guardada en el bolsillo de la chaqueta de Alex.
—Vaya lista, Dani, ¿qué vas a iluminar? ¿Una sala o El Escorial? —preguntó un risueño Luis ya sin su delantal verde.
—El Escorial, por supuesto. ¿Acabas ya el turno? —contestó el interpelado.
—Ya mismo.
—Perfecto —dijo Dani guiñándole un ojo—. Javi, ¿el partido dónde siempre?
—Sí. He quedado allí con los demás —contestó éste.
—Vale. ¿Te apuntas al partido en la "Bodeguita", Luis?
—Cómo no. Nos vemos fuera —dijo yendo hacia la puerta.
—Bueno, yo también me voy. Por cierto, Luka, ya se me olvidaba. ¿Mañana vas a ver a Mar? —preguntó Ruth.
—Claro.
—Toma, dale esto —dijo Ruth rebuscando en su bolso y sacando unos folletos—, lo mismo le interesa. Son los cursos de baile de los que hablamos la última vez, Por cierto, Pili, ¿te llevo a casa? Me pilla de paso.
—Perfecto, pero antes tengo que ir al baño un momento. —Y aunque esto lo dijo Pili, lo cierto es que desaparecieron las tres amigas.
—Os esperamos fuera —contestó Javi mirando el reloj; faltaban cincuenta y cinco minutos para el partido y hasta la "Bodeguita" tenían como mucho veinte minutos... iban a llegar muy justos.
Alex salió con los demás, pero a diferencia de ellos no estaba impaciente por ver el fútbol, sino por quedarse a solas con cierta personita.
Luis los esperaba pacientemente apoyado contra la pared vestido con vaqueros, zapatos y abrigo. Cuando los vio salir una sonrisa iluminó su cara y se le pusieron "ojitos tiernos"... ¿Ojitos tiernos? Estoy sufriendo alucinaciones, está claro que he bebido más cerveza de la cuenta, pensó Alex extrañado, aunque en realidad no he bebido tanto, recapacitó. Por tanto, cuando Dani se acercó y le plantó un beso largo, húmedo y con lengua en todos los morros al camarero, Alex no pudo menos que quedarse patidifuso. ¿Qué coño hacía un tío que llevaba todo el santo día dando por culo con el tatuaje que tenía Luka, morreándose con otro tío? Aunque también era cierto que cuando menos se lo esperaba, aparecían las manos del susodicho encima de... recordó... sus muslos, sus hombros, su nuca... joder... A ver, no es que Alex fuera homófobo, ni por asomo, es que Dani llevaba toda la jodida jornada insinuando cosas y ahora resultaba que no, ¿o que sí? ¿En qué quedamos?
Algo de la sorpresa que Alex sintió se le debió reflejar en la cara —y en todo el cuerpo, porque se había quedado parado en mitad de un paso—, y cuando Dani terminó con sus menesteres procedió a aclarárselo como buen amigo que era.
—¿Has visto Espartaco?
—¿La película? —preguntó Alex sin salir de su asombro. ¿A qué narices venía eso ahora?
—Sí. La de Toni Curtís, Laurence Olivier y Kirk Douglas.
—Sí, claro.
—¿Recuerdas el diálogo entre Toni Curtís y Laurence Olivier, el de los caracoles y las ostras?
—Eh, sí.
—Pues eso mismo —le palmeó Dani en la espalda guiñándole un ojo a la vez que Javi se atragantaba riendo sin parar y Luis le miraba con una ceja alzada—. Ya salen, vamos que llegamos tarde. ¿Te apuntas al partido, Alex?
—Va a ser que no, tengo otras cosas que hacer, pero gracias. —Tenía que pensar, aclararse un poco el lío y sobre todo pasar un rato a solas con Luka.
—Cosas más interesantes, imagino —rió Dani, que de tonto no tenía un pelo.
—Dani, nos vamos —cortó Javi—. Pili, te veo en casa —comentó dándole un beso—. Chicas, hasta la próxima. Ah, Luka, saluda a Mar de mi parte.
Y con las mismas Javi y CIA. echaron a andar —casi a correr, faltaban cuarenta y cinco minutos para el partido—, Pili y Ruth se despidieron para luego dirigirse hacia donde quiera que hubieran dejado el coche y, por casualidades de la vida, ¡ja!, Luka y Alex se quedaron solos...
—Dime una cosa... ¿Has visto Espartaco? —preguntó Alex seriamente. —Claro.
—¿Recuerdas el diálogo sobre ostras y caracoles? —Por supuesto, es uno de los diálogos más inteligentes de la historia del cine. Dice todo lo que quiere decir, sin mencionar absolutamente nada de lo que quiere expresar. Es impactante.
—¿Podrías recordármelo? —se sabía el diálogo de memoria pero quería que otra persona se lo confirmase.
—Eh, claro... era algo así, está Craso, el Romano poderoso en el baño y su esclavo Antonino le está frotando la espalda, y entonces dice:
"Craso: ¿Robas, Antonino?
Antonino: No, amo.
Craso: ¿Mientes?
Antonino: No, si puedo evitarlo.
Craso: ¿Has deshonrado alguna vez a los dioses?
Antonino: No, amo.
Craso: ¿Te reprimes de todo vicio para respetar las virtudes morales?
Antonino: Sí, amo.
Craso: ¿Comes ostras?
Antonino: Cuando las tengo, amo.
Craso: ¿Comes caracoles?
Antonino: No, amo.
Craso: ¿Consideras moral comer ostras e inmoral el comer caracoles?
Antonino: No, amo. Claro que no.
Craso: Cuestión de gustos, ¿no?
Antonino: Sí, amo.
Craso: Y el gusto no es lo mismo que el apetito, y por tanto no se trata de una cuestión de moralidad, ¿no es así?
Antonino: Podría verse de esa manera, amo.
Craso: Es suficiente. Mi toga, Antonino. Mi gusto incluye... tanto los caracoles como las ostras."
—Efectivamente, ése es.
—¿Si lo sabías por qué lo preguntas? —preguntó Luka intrigada.
—Necesitaba confirmar que era así exactamente. Demonios, Dani era peligroso, más de lo que pensaba... iba a por Luka y no es por nada, pero parecía que tampoco se disgustaría si en el lote también entraba él, ¡ostras y caracoles!
Sábado 8 de noviembre de 2008, I9.25h
En la furgoneta de Dani.
—Respóndeme una cosa Dani, ¿desde cuándo te gustan las mujeres? —preguntó incrédulo Luis. —No me gustan.
—¿Y a qué ha venido lo de las ostras y los caracoles? —continuó Luis confuso—. El pobre chico va a pensar que te quieres ligar a Luka.
—Exactamente, Luis —respondió Javi—, justo en el clavo.
—Ajá. Tampoco sueles ser tan "sobón", va a pensar que te lo quieres ligar también a él —continuo Luis divertido.
—P'os va'ser que sí —respondió Javi en su idioma de "señor, la que se va a liar".
—¿Y no crees que le va a sentar ligeramente mal? —Luis ya no sonreía, se carcajeaba.
—Ay, querido, eso solo el tiempo lo dirá, y mientras tanto vamos a divertirnos a costa del vampirito —contestó Dani pensativo... se le estaban ocurriendo un montón de "putaditas". Le caía bien Alex, y cuando alguien le caía bien ya podía echarse a temblar.
Sábado 8 de noviembre de 2008, 19.30h
Aquí estamos, pensó Luka, en la calle, en pleno invierno, pasando frío o al menos suponía que su acompañante estaría pasando frío: no llevaba calcetines, no llevaba calzoncillos, la camisa era bastante fina y la cazadora de cuero no creía que le diese mucho calor. A eso tenía que sumar una extraña inquietud acerca de una película, bueno, no exactamente una película, sino sobre un diálogo, un diálogo que subrepticiamente hablaba de ostras y caracoles, mujeres y hombres, "por delante y por detrás". Lo miró atentamente, su rostro pensativo tenía un moratón en la mejilla. ¿De verdad se había encontrado con la cola de Laura? Ay, Dios, no quiso mencionarlo en la cafetería, pero dudaba mucho que Laura le hubiera atacado sin motivos, su niña era un sol siempre y cuando no se pusiera nerviosa...
—¿Qué tal fue la comida?
—Bien.
—¿Qué tal con mis amigos? —indagó.
—Bien, hablamos de todo un poco. —Grrrr.
—No se metieron contigo ni nada por el estilo, ¿verdad? —rezó.
—No. Claro que no. —Sólo me picaron ligeramente, pensó él.
—¿Y el moratón? —Ay Dios, a ver cómo lo explica.
—Mmh —Alex se tocó la mejilla—, Laura bajó de las cortinas y me dio un amable coletazo.
—Aps. ¿No le hiciste nada?
—¿Yo? —respondió indignado. ¿A él le caneaba una iguana y encima era el culpable?
—Es que no suele atacar —respondió Luka a la defensiva.
—Pues a mí sí. —Sus brazos en jarras indicaban que no se consideraba culpable de nada.
—Mmh, qué raro. —Observaría atentamente a Laura cuando regresaran y ya podía correr Draculín si le había pasado algo a su amiga.
—Y a ti, ¿qué tal te fue la comida? —preguntó él.
—Mmh, bien.