—¡Mamá!
—¡Alex! No gruñas a tu madre, tiene toda la razón. Me parece una de las cosas más sensatas que he oído en mi vida —exclamó Luka intrigadísima... sonaba tan bien lo que Helena decía...
—¿Qué? —exclamó Alex mirando con ojos asesinos a su madre... al menos no había saltado con el sonsonete de "mira que liarse tan joven".
—Sí, hijo, los tiempos han cambiado. Mira, entre tú y yo —y todos los presentes, ya puestos—, no me hizo mucha gracia cuando me hablaste de tu interés por Luka.
—Helena, cielo... —le citó su marido sin llamarla... sólo para disimular ante Alex... Quería que el muchacho pensara que estaba de su parte para que se relajara y dejara hablar a su madre.
—Un segundo, querido —le interrumpió—. Como iba diciendo, no me hizo mucha gracia, pero ahora que te conozco bien, querida, creo sinceramente que mi niño no podía haber hecho mejor elección.
—¡Vaya! Gracias, mamá —comentó Alex irónico ante la estupefacción de sus "suegros", los cuales aún no conocían del todo a su madre. Diablos, él la conocía hacía treinta años y no la comprendía ni siquiera un poco.
—De nada, cielín. Pero... aunque me doy cuenta de que estáis hechos el uno para el otro, como decía mi madre, "lo cortés no quita lo valiente", y creo sinceramente que el matrimonio hoy en día sirve para poco más que para demostrar ante todos con una firma y un anillo en el dedo que la mujer pasa a ser propiedad exclusiva de un solo hombre, y aunque ese hombre sea mi hijo, no veo qué beneficio obtiene Luka de ello cuando salta a la vista que Alex ya es total e irrevocablemente suyo —finalizó mirando a Luka con una expresión que venía a decir: ¿entiendes, mi niña? No tienes que preocuparte... es tuyo.
—¡Mamá! No me estás ayudando nada.
—Oh, cállate Alex, me interesa muchísimo lo que dice tu madre —le cortó Luka totalmente embelesada con la conversación... Así que era suyo, qué bien sonaba eso—, continúa, Helena.
—Ay, Dios —susurraron a una Fernando, Victoria y Ángel.
—Para la única cosa que veo viable el matrimonio es para cuando se esperan bebés, entonces sí es algo más necesario, por la protección de los niños y tal...
—Ajá... —la instó a continuar Luka; su suegra le caía muy pero que muy bien.
—Papá, voy a matar a mamá —susurró Alex a su padre, aunque lo oyeron todos los comensales.
—Hijo, si alguna vez lo haces, te prometo que yo la sujeto para que la mates sin problemas —sentenció su padre. Helena lo miró y bufó... Fernando sonrió, porque aunque no compartía las ideas de su mujer, él también había visto cómo Luka se ponía más y más nerviosa según sus padres ahondaban en el tema del matrimonio... Si la charla de Helena le daba un respiro, bien por ella... Su hijo tendría que aprender a ser paciente si quería casarse con esa chica... o eso... o follar como conejos, cualquiera de las dos cosas valía... y se imaginaba que Alex optaría por la segunda...
31 de octubre de 2009
Estaban celebrando su primer aniversario juntos, por cuarta vez aquella noche... Alex jadeó rendido, Luka había cabalgado sobre él y en ese momento reposaba sobre su pecho con él aún en su interior. La notaba relajada, casi adormilada... era el mejor momento para lo que tenía en mente.
—Estoy pensando...
—No, cariño, no lo pienses ni por un segundo... No soy capaz de tener otro orgasmo hasta mañana... así que, por favor, cierra los ojos y duérmete —le interrumpió ella besándole la mandíbula y moviéndose sinuosa sobre él... Pues para no tener fuerzas, con esos movimientos le estaba haciendo revivir.
—Déjame acabar —sonrió mientras se endurecía—. Estoy pensando que me estoy haciendo viejo.
—¿Viejo? Los viejos no son capaces de "reaccionar" cuatro veces en una noche —movió un poco las caderas—, mmh, cinco veces en una noche.
—No me refiero a eso... —Bueno sí, qué coño. Alzó las caderas tentando... no iba mal la cosa, un par de minutos más a lo sumo y estaría listo de nuevo—. Me refiero a que tengo más de treinta años y se me está pasando el arroz...
—¿Qué? —preguntó Luka riendo—. Tienes treinta y uno recién cumplidos... y no hay ninguna paella puesta en el fuego... — ¡Ay, Dios!, no querría Alex decir "eso", ¿verdad?
—Sabes perfectamente lo que estoy intentando decir... Me gustaría ser padre, a ser posible de una niña preciosa, intrigante y traviesa que sea tu viva imagen —dijo retirándole un mechón de la cara.
—Bueno... no tenemos prisa... —comentó Luka—, y de todas maneras yo preferiría un mocoso burlón y divertido... las niñas somos muy complicadas.
—Sea pues. Un niño. Decidido. —Alzó de nuevo las caderas, perfecto, su pene estaba en su punto, ni muy duro ni muy blando, un par de empujones y vuelta al trabajo.
—Ey, yo no he dicho que sí —protestó ella apretándose más contra él.
—Tampoco has dicho que no. —Pasó una mano entre sus cuerpos y comenzó a acariciarle el clítoris, cualquier ayuda era buena cuando había que tratar con esa testaruda.
—Pero... —jadeó al sentir cómo la acariciaba.
—Podemos probar... —se acomodó sobre un codo, acercó la cabeza a sus pechos y comenzó a mamar de ellos como si fuera un bebé—, como bien has dicho: no hay prisa —dio un lametazo haciendo que el pezón se irguiera—, muchas parejas tardan años en conseguir un embarazo... —los frotó contra sus mejillas para luego mordisquear los pezones delicadamente—, yo sólo digo que dejes la píldora y vayamos probando... —comenzó a levantar las caderas rítmicamente para embestir contra ella—, por si las moscas... —la sintió cada vez más húmeda y excitada mientras le dibuja el clítoris con la yema de un dedo—, quiero ser padre, no abuelo. —La besó apasionadamente.
—Mmh, probaremos —gimió en sus labios.
25 de julio de 2010
Alex estaba sentado en la cama con las piernas abiertas y encogidas y la espalda apoyada en la pared. Luka estaba ubicada entre las piernas de él, la espalda apoyada en su pecho, sus propias piernas abiertas con la enorme tripa entre ellas y las manos agarrando las rodillas de su chico.
—Esto es una chorrada —comentó enfadada. No le salía.
—No lo es, vamos, prueba otra vez —reiteró por enésima vez un Alex muy pero que muy paciente, comenzando a jadear, esperando que ella le siguiera un poco el ritmo.
—Joder. —Empezó a jadear con respiraciones superficiales y totalmente agotadoras... supuestamente cuando se pusiera de parto debería respirar así... ni de coña. Antes moriría asfixiada por falta de aire. Que pariera Alex, al que se le daba de puta madre hacer el perrito faldero, grr... el embarazo la estaba volviendo un poco gruñona.
—Vamos, lo estás haciendo muy bien... —la animó.
—¡Ja! —contestó perdiendo el ritmo—. ¡Mierda!
Siguieron con su tabla rutinaria de respiraciones... Luka se quejaba y Alex respiraba... ¿No debería ser al contrario?, pensó él mirándola ensimismado, cada día estaba más hermosa. La tripita que le cautivara al principio, se había convertido en el hogar de su hijo —varón, hasta en eso se había salido ella con la suya—; las mejillas sonrosadas, el cabello largo y alborotado, la felicidad reflejada en sus ojos. Sintió una punzada de placer tensarle en vientre, haciendo que su pene reaccionara con fuerza. La deseaba. Mucho. Hacía casi dos meses que no tenían relaciones sexuales completas y lo echaba de menos... pero le daba miedo... Al principio del embarazo todo había seguido como siempre, hacían el amor cuándo, cómo y donde les venía en gana, pero en el quinto mes la cosa cambió. Aún recordaba ese mágico día.
Estaban tumbados en la cama, la espalda de ella contra su pecho, las piernas enredadas, colmados después de haber compartido sus cuerpos, y entonces ella dijo las palabras mágicas.
Se está moviendo.
Le asió la mano y se la colocó sobre la barriguita... y él lo sintió, una patadita, dulce y cariñosa. Su hijo le decía hola.
Desde entonces, esperaba ansioso cada minuto que estaban tumbados o sentados o reposando para colocar la cabeza o las manos o la espalda o el abdomen contra la enorme barriguita de Luka y sentir a su hijo jugando y saludándole, pero este milagro había tenido un inesperado efecto secundario en él, se sentía remiso a tener relaciones sexuales completas con Luka, le daba la impresión de que su hijo podía sentirse incómodo si él se introducía dentro de ella, que podía de alguna estúpida manera dañarle, así que últimamente se negaba a penetrarla, con gran insatisfacción por parte de ambos, sobre todo de Luka, que incluso le obligó a hablar con la matrona y ésta le aseguró una y mil veces que no pasaría nada si lo hacían con cuidado, pero... el miedo es libre, y él tenía miedo.
Luka se pegó más a Alex, le sentía endurecerse contra su espalda. Él le apretó los hombros e intentó tumbarla sobre la cama... practicarían sexo oral... ¡Otra vez! Pensó fastidiada... ella lo quería dentro de su vagina, no dentro de su boca, bueno, ahí también, pero sobre todo en su vagina.
—Estoy pensando... —Se alejó de sus manos, esta vez se haría como ella quería... Joder, llevaba dos meses de abstinencia y se le estaba acabando la paciencia.
—Dime. —Le estaba lamiendo el cuello mientras pegaba más su ingle contra el trasero de ella; en definitiva, no la hacía ni caso.
—En lo que comentaste el otro día...
—¿El qué? —Acariciaba sus grandes pechos sin cesar... desde que le habían crecido hasta proporciones descomunales, Alex sentía fijación por ellos.
—Lo de casarnos y tal... —comentó ella como quien no quiere la cosa, imaginando su polla dura y jugosa metiéndose hasta el fondo de su coño húmedo y ansioso. ¡Dos puñeteros meses! Esto tenía que acabar YA.
—¿¡Lo dices en serio!? —Alex la abrazó y se la comió a besos. Literalmente.
—Con una condición —respondió firme, con la imagen de él sobre ella y dentro de ella grabada a fuego en su mente. Pero Ya.
—La que sea —Dios, le había pedido matrimonio seis veces desde que se enteró de que esperaban un niño y todas y cada una de esas veces, ella le había dicho, entre temerosa y sonriente, que no había ninguna prisa. Y ahora por fin parecía que llegaba la hora.
—Quiero sexo. YA.
—Perfecto, yo quiero lo mismo. —La tumbó sobre la cama y colocó la cabeza entre sus muslos, olía increíblemente bien, admiró su sexo hinchado y su clítoris inhiesto un segundo antes de hundir la lengua en él; dos segundos después Luka le cogió por las orejas y le obligó a levantar la cara de su pasatiempo favorito.
—No lo has entendido. Quiero. Tu. Polla. Dentro. ¡YA!
—Joder. —Se sentó sobre sus talones—, ¿Por qué?
—¿Por qué? ¿Me estás preguntando por qué? —Le dio tal empujón que lo dejó tumbado en la cama—. Porque hace dos meses que no lo cato. —Se subió sobre él torpemente, la tripa pesaba un huevo.
—Eso no es cierto. Hemos tenido sexo... —La agarró por la cintura y la paró antes de que lo insertara en ella sin misericordia.
—¡NO! Hemos tenido sucedáneos de sexo... Es como tomar café descafeinado cuando lo que quieres es un café bien cargado.
—Pero no podemos.
—¿Por qué? Te lo he dicho yo, te lo ha dicho la matrona... Hasta le dije a Helena que te llamara y te lo comentara.
—¡Dios! ¡Fuiste tú! —Aún recordaba la vergonzosa conversación con su madre de la semana pasada... Que su chica y su madre fueran tan amigas era peligroso.
—Sí. Fui yo. Si quieres boda me la metes. Sino no hay boda.
—Vale —asintió dándose por vencido... no podía luchar contra ella, ni contra él mismo: tanta abstención le estaba volviendo loco.
—Mmh... —Lo miró desconfiada... ¿Tan fácil?
Alex la desnudó lentamente, acariciándola todo el cuerpo, eso sí, deteniéndose un ratito en sus pechos —realmente estaba obsesionado con ellos—. Cuando la tuvo excitada y sudorosa la tumbó de lado en la cama y se desnudó ante su atenta mirada. Tenía el pene duro como el acero, hinchado hasta decir basta. El glande se veía sonrosado y húmedo, las venas marcadas, los testículos tensos... joder, no creía que pudiera aguantar ni dos envites antes de correrse.
Se colocó de lado apoyando pecho contra espalda y sumergiendo su pene en el canal entre los muslos, avanzando lentamente hacia la vagina. En el momento en que la oyera quejarse lo sacaría rápidamente, se prometió un poco asustado por lo que estaba a punto de hacer.
La primera impresión fue devastadora. En el momento en que sintió la tierna vulva acoger su dolorida polla un gemido escapó de su garganta.
¡Por fin!, jadeó Luka pegándose más a él, sintiendo cómo entraba poco a poco casi con timidez en ella. Onduló las caderas y se apretó contra el pene invasor, sí... casi... casi... ¡Joder! Ese pene ni era invasor ni conquistaba ni nada, solo se asomaba tímidamente, para al segundo siguiente retroceder. ¡Cobarde!
—Alexxxxx —gruñó.
—Luka —jadeó él totalmente concentrado en no entrar más de un centímetro en esa vagina apetitosa, estrecha, húmeda y perfecta... joder. Le estaba costando Dios y ayuda contenerse.
—No hay boda —sentenció dando un brinco sacándolo totalmente de ella.
—¿Qué? —exclamó sorprendido y dolorido. ¿Y ahora qué mosca le había picado?
—O te comportas como un hombre o desapareces de mi vista. No me pienso casar con un niño.
—¡Eh! Yo no soy ningún niño.
—¡Ah, no! Pues entonces comienza a usar eso que te asoma entre las piernas —gritó cogiéndole la polla y apretándola entre sus dedos.
Alex no pudo contener el jadeo, que escapó de su pecho cuando Luka comenzó a subir y bajar por su pene, apretando y soltando, recorriéndole el glande con las yemas de los dedos, agachando la cabeza para lamerlo entero, deleitándose con la abertura del capullo, recorriendo cada vena con las uñas, sosteniendo y acariciando los testículos hasta dejarlo jadeante y a punto de correrse. Y justo en el momento en que su verga tembló y el calor se aposentó en sus testículos dispuesto a ser disparado en un incontenible orgasmo, ella paró. Simplemente se detuvo. Lo miró, se dio la vuelta y quedó tumbada de espaldas a él.
—¿Qué...?
—Los niños se hacen las pajas ellos solitos, ¿no? Pues acaba el trabajo con tu propia mano.
—¡Dios! —gritó exacerbado.
La agarró de las caderas, la hizo dar la vuelta y una vez la tuvo tumbada de espaldas mirándolo desafiante, la abrió las piernas con brusquedad y la penetró. Hasta el fondo. Más o menos. Luka jadeó y se abrazó a él, ciñéndole las caderas con sus piernas en la medida que la tripa la dejaba. Joder. Era fabuloso sentirlo dentro de nuevo, embistiendo con potencia, llenándola completamente. El orgasmo fue inminente. No duraron ni dos minutos.