La paja en el ojo de Dios (66 page)

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Authors: Jerry Pournelle & Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: La paja en el ojo de Dios
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—Sí, por supuesto, me casaré contigo... ¿Nueva Escocia? Rod, tu padre querrá que nos casemos en la Corte. Todos tus amigos están en Esparta...

—Creo que será mejor que leas ese mensaje, querida. Aún tardaremos tiempo en llegar a Esparta. —Le entregó el papel y se apoyó en el brazo de la silla en que ella se sentó—. Es esta parte.

PRIMERA REACCIÓN AQUÍ INDECISA ENTRE PROCLAMARLE HÉROE O VILLANO STOP PÉRDIDA MACARTHUR NO SALUDADA CON ALEGRÍA EN ALMIRANTAZGO STOP CRANSTON EXPLOTÓ STOP ARMSTRONG DIJO CITO CÓMO DEMONIOS PUEDE ALGUIEN PERDER UN CRUCERO DE COMBATE CIERRO CITA STOP

PÁRRAFO INFORME KUTUZOV EN SU FAVOR STOP KUTUZOV ASUME RESPONSABILIDAD TOTAL PÉRDIDA STOP KUTUZOV INFORMA POSIBLES CASTAS PAJEÑAS SUPERIORES PUDIERON LIMPIAR LA MACARTHUR DE PARÁSITOS PERO ESTO PODÍA COMPROMETER SECRETOS TECNOLÓGICOS IMPERIALES DEMASIADO IMPORTANTES STOP KUTUZOV AÚN INSEGURO AMPLITUD AMENAZA PAJEÑA PERO SUGIERE ALMIRANTAZGO REÚNA GRAN FLOTA COMBATE STOP INFORME HORVATH AFIRMA PAJEÑOS AMISTOSOS NINGUNA FLOTA NECESARIA Y PAJEÑOS CITO MAYOR OPORTUNIDAD HISTORIA CIERRO CITA STOP

PÁRRAFO POR ORDEN SOBERANO SOY AHORA PRESIDENTE COMISIÓN IMPERIAL EXTRAORDINARIA PARA NEGOCIAR CON ALIENÍGENAS STOP POR ORDEN PERSONAL DE SU MAJESTAD RODERICK BLAINE GUIÓN QUE ES USTED PERO USTED CASI LO ESTROPEÓ PERDIENDO SU NAVE STOP NO CONVIERTA ESTO EN UN HÁBITO GUIÓN Y LA SEÑORITA SANDRA BRIGHT QUEDAN NOMBRADOS REPRESENTANTES STOP COMISIÓN TIENE PLENA AUTORIDAD PARA ACTUAR EN NOMBRE DEL SOBERANO STOP REPRESENTANTES PERMANECERÁN EN NUEVA ESCOCIA A MENOS ACONSEJABLE ENVIAR REPRESENTANTES ALIENÍGENAS A ESPARTA STOP

PÁRRAFO SI COMISIÓN DEDUCE ALIENÍGENAS PLANTEAN AMENAZAS O AMENAZA POTENCIAL A IMPERIO COMISIÓN ACTUARÁ DE ACUERDO CON VIRREY TRANS-SACO CARBÓN PARA TOMAR MEDIDAS URGENTES QUE PAREZCAN NECESARIAS STOP INTERROGANTE ALGUNA SUGERENCIA INTERROGANTE

PÁRRAFO ROD A MENOS QUE ESOS PAJEÑOS SEAN SIMPLES AGRICULTORES Y ESTA SONDA ME ASEGURA QUE NO LO SON USTED Y SALLY ESTARÁN AQUÍ MUCHO TIEMPO STOP SUPONGO NO SE HA VUELTO LOCO PARA COMPROMETERSE CON SALLY STOP INTERROGANTE CUÁNDO ES LA BODA INTERROGANTE SU PADRE ENVÍA RECUERDOS STOP TAMBIÉN YO STOP EL MARQUÉS ESPERA ESTÉN CASADOS USTEDES LA PRÓXIMA VEZ QUE LES VEA STOP SI PIENSA QUE MARQUÉS Y YO HEMOS PREPARADO ESTO SE EQUIVOCA STOP SU MAJESTAD APRUEBA BODA INMEDIATA STOP SU MADRE Y LA EMPERATRIZ ENVÍAN BENDICIONES STOP

—Pero ¿y si dijese que no? —preguntó Sally—. ¡Es la cosa más arrogante que he visto en mi vida!

—Pero no dijiste que no. Dijiste que sí. —Se inclinó para besarla. Ella se apartó y entonces él se dio cuenta de que estaba realmente furiosa.

—Maldita sea —su voz era más baja y clara—. Maldita sea. «Su Majestad aprueba»... ¡Demonios! ¡Si te rechazase ahora sería alta traición!

—Yo pregunté primero —indicó él—. Y tú contestaste. Primero.

—Fue muy hábil. Bueno, deja de poner cara de muchachito. Sí, quiero casarme contigo. No me agrada que me ordenen hacer algo que de todos modos quiero hacer.

Rod la miró con curiosidad.

—Tú estuviste libre durante mucho tiempo. Yo nunca.

—¿Qué?

—De las obligaciones que implican los títulos. Primero, hiciste un viaje de estudios por las culturas primitivas... que elegiste muy bien. Yo fui a la academia por mi
Wanderjahr.
Luego estuviste en un campo-prisión, pero incluso en aquel infierno no estabas sometida a ninguna autoridad que pudieses
respetar.

Elegía cuidadosamente las palabras. Sally estaba roja de cólera.

—Luego la
MacArthur.
Como invitada. Bajo mi autoridad entonces, ¿recuerdas? Y respetaste el hecho hasta tal punto...

—Muy
bien,
y me oculté cuando capturamos la sonda de Eddie el Loco. Tú sabes por qué.

—Demasiado bien. Luego Nueva Escocia, donde eras prácticamente la persona de mayor rango. Te agradaba esa situación, ¿no es así? Los pocos que estaban por encima de ti no tenían interés en hacértelo saber. Y luego en Paja Uno, haciendo exactamente lo que más habías deseado hacer de tu vida. Estuviste libre durante mucho tiempo. Ahora vuelves al cajón.

—Eso parece —Rod agitó el papel en la mano.

—Endiabladamente arrogante. Muy bien. También a mí me asombra, pero por razones distintas que a ti. Yo llevo bajo las órdenes de otros mucho tiempo. Toda mi vida.

—Supongo que es la primera vez que te ordenan que te cases con alguien.

—Sí. Pero ambos esperábamos algo parecido, ¿no? Políticamente, desde el punto de vista del Imperio, nuestro matrimonio es una alianza buena para desperdiciarla. Tenemos los privilegios, la propiedad, los títulos y ahora llega el orden. Es una suerte que nos amemos, porque tenemos obligación de ello...

—¿Ante quién? —preguntó ella.

Rod rió entre dientes con tristeza. La idea era irresistiblemente divertida.

—Ante Kevin Renner. El Imperio existe con el fin de que a Renner le resulte más fácil hacer el papel de turista. Le debemos esto a Renner, y se nos paga bien por el privilegio, y él está dispuesto a exigirlo.

Ella estaba asombrada.

—¿Piensa él así realmente? ¡Dios mío, claro que sí! ¡Él me ordenó que viniese a tu cabina!


¿Qué? ¿Él
qué?

Sally rió entre dientes.

—Fantástico. Deberíamos preguntarle para ver qué dice. Déjame terminar de leer esto, Rod.

PÁRRAFO TENGO AUTORIDAD PARA NOMBRAR OTROS MIEMBROS COMISIÓN STOP ESPERO SU AYUDA STOP TODOS EN CINCUENTA PARSECS QUIEREN FIGURAR EN COMISIÓN STOP DADO PODERES SU MAJESTAD DELEGÓ EN NOSOTROS NO ME EXTRAÑA STOP SU PRIMERA TAREA ES AYUDARME A COMPLETAR COMISIÓN STOP SEGUNDA SERÁ PREPARAR PRUEBAS Y LISTA TESTIGOS STOP

PÁRRAFO ALMIRANTE KUTUZOV HA ORDENADO PONERLE A USTED A BORDO CHALUPA MENSAJE PARA QUE REGRESE LO ANTES POSIBLE A NUEVA ESCOCIA STOP TRAIGA A SALLY SI LO JUZGA OPORTUNO Y MÉDICO APRUEBA STOP ALMIRANTE ASUMIRÁ RESPONSABILIDAD POR HORACE BURY STOP DÉSE PRISA STOP BESE SALLY POR MÍ STOP CORTE RECUERDOS BENJAMÍN BRIGHT FOWLER SENADOR SE ABRE PARÉNTESIS PRESIDENTE IMPERIAL COMISIÓN EXTRAORDINARIA ACTUANDO EN NOMBRE DE SU MAJESTAD LEÓNIDAS NUEVE CIERRE PARÉNTESIS FIN MENSAJE

—¿Iré en la chalupa? —preguntó ella.

—Eso tú verás. Estás en condiciones. ¿Quieres?

—Sí... Tengo que preparar un montón de cosas antes de que los pajeños lleguen allí. Dios mío, tenemos que hacer todo eso y además está la boda... Rod, ¿te das cuenta de lo que va a significar la boda del heredero de Crucis Court y de la heredera Fowler en una capital de provincias? Necesitaré tres secretarias, la de tío Ben no me servirá de nada, y tendremos que preparar una recepción para los pajeños, y... Bueno, da igual. ¿Dónde estábamos?

47 • Camino de casa

Kutuzov y Mijailov se volcaron en la preparación del banquete de despedida de Rod y Sally. Los cocineros de la
Lenin
trabajaron todo el día preparando un banquete ekateriano tradicional: docenas de platos, sopas, pastas, asados, hojas de parra prensadas en la granja hidropónica, kebab; un río interminable de comida, y entre plato y plato vasitos de vodka. Era imposible hablar durante la comida, pues tan pronto como se acaba un plato, los camareros de la
MacArthur
traían otro, o, para dar un respiro a la digestión, los infantes de la
Lenin
ejecutaban danzas llevadas de las estepas rusas a las colinas de St. Ekaterina y conservadas durante novecientos años por fanáticos como Kutuzov.

Por último, los músicos se fueron y los camareros retiraron los platos, dejando a los comensales con el té y con más vodka. El guardiamarina más joven de la
Lenin
brindó por el Emperador y el capitán Mijailov por el zarevich Alejandro, mientras el almirante resplandecía.

—Es capaz de montar todo un gran espectáculo cuando está tranquilo murmuro Renner a Cargill—. Nunca imaginé que pudiera decir... Aquí viene lo bueno. El propio Zar va a hacer un brindis. El almirante se levantó y alzó su vaso.

—Reservaré mi brindis por un rato —dijo pesadamente; era posible que los interminables vasos de vodka le hubieran afectado, pero nadie podía estar seguro.

—Capitán Blaine, la próxima vez que nos encontremos los papeles estarán invertidos. Entonces deberá decirme usted cómo tratar con los pajeños. No le envidio esa tarea.

—¿Por qué frunce el ceño, Horvath? —murmuró Cargill—. Parece como si le hubiesen metido una rana por el cuello de la camisa.

—Sí. ¿Querrá un puesto en la comisión? —preguntó Sinclair.

—Apuesto a que es eso —dijo Renner—. A mí no me importaría tampoco figurar en ella.

—Ni a usted ni a nadie —dijo Cargill—. Calle ahora y escuche.

—Hay más motivos para felicitar al señor Blaine —decía Kutuzov—, y por eso me reservo el brindis. El capellán Hardy tiene algo que comunicarnos.

David Hardy se levantó. Sonreía alegre y feliz.

—La señorita Sandra me ha hecho el honor de pedirme que anunciase formalmente su compromiso con el señor Roderick Blaine, miembro de la Comisión Imperial —dijo—. Ya les he dado mi felicitación en privado... permítanme que sea el primero que les felicite públicamente.

Todos empezaron a hablar a la vez, pero el almirante impuso silencio.

—Y ahora mi brindis —dijo Kutuzov—. Por el futuro marqués de Crucis.

Sally enrojeció y se sentó mientras los demás seguían de pie y alzaban los vasos. Bueno, ahora esto es ya oficial, pensó. No habría modo de eludirlo aunque quisiese... No es que quiera, pero es ya tan
inevitable...


También por la señora Sandra, miembro de la Comisión Imperial —añadió Kutuzov; todos bebieron de nuevo—. Y por el señor Roderick Blaine, consejero imperial. Larga vida y muchos hijos. Porque pueda proteger a nuestro Imperio cuando negocien con los pajeños.

—Les damos las gracias —dijo Rod—. Haremos lo posible; y, por supuesto, debo decirles que soy el más feliz de los mortales.

—Quizás su prometida quiera hablar —instó Kutuzov. Ella se levantó, pero no se le ocurría nada.

—Gracias a todos —balbució, y se sentó de nuevo.

—¿Otra vez te faltan las palabras? —preguntó malévolamente Rod—. Y con toda esta gente alrededor... ¡Has perdido una rara oportunidad! Después el protocolo desapareció. Todos se agruparon a su alrededor.

—Toda la felicidad del mundo —dijo Cargill; estrechó vigorosamente la mano de Rod—. De veras, señor. Y el Imperio no podría haber elegido mejor para la Comisión.

—¿No se casarán antes de que lleguemos? —preguntó Sinclair—. No sería justo que se casaran en mi ciudad sin estar yo presente.

—No sabemos exactamente cuándo —le dijo Sally—. Pero desde luego no antes de que llegue la
Lenin.
Todos ustedes están invitados a la boda, por supuesto.

Y también los pajeños, añadió para sí. Y me pregunto qué les parecerá.

La fiesta se disolvió en un caleidoscopio de pequeños grupos con Rod y Sally en el centro. La mesa de la sala de oficiales la bajaron a cubierta para dejar más espacio, mientras circulaban camareros con café y té.

—Me permitirán, por supuesto, que les felicite —dijo suavemente Bury—. Espero que no pensarán que intentaba sobornarles cuando les envié mi regalo de boda.

—¿Por qué íbamos a pensar eso? —preguntó inocente Sally—. Gracias, señor Bury.

Si su primera observación había sido ambigua, su sonrisa fue lo bastante cálida para ocultarlo. A Sally no le preocupaba la reputación de Bury, y él había sido muy afable con ella en la relación que habían mantenido; ¡si pudiese librarse de aquel absurdo miedo a los pajeños!

Al final Rod pudo salir del centro de la fiesta. Encontró al doctor Horvath en un rincón de la sala.

—Ha estado usted eludiéndome toda la noche, doctor —dijo Rod afablemente—. Me gustaría saber por qué.

Horvath intentó sonreír pero comprendió que no podía. Frunció el ceño un instante y luego se relajó. Parecía haber tomado una decisión.

—No tiene sentido que le diga otra cosa que la verdad. Blaine, yo no le quería a usted en esta expedición. Sabe por qué. Muy bien, su hombre, Renner, me convenció de que usted no podía haber hecho otra cosa con la sonda. Hemos tenido nuestras diferencias, pero en conjunto tengo que aprobar cómo ha llevado usted el mando. Con su rango y experiencia era inevitable que le diesen un puesto de autoridad en la Comisión.

—Yo no lo esperaba —contestó Rod—. Aunque pensándolo bien, y desde el punto de vista de Esparta, supongo que tiene razón. ¿Por eso está usted raro conmigo?

—No —contestó Horvath con franqueza—. Como dije, era inevitable, y no dejo que las leyes de la naturaleza me incomoden. Pero espero un puesto en esa Comisión, Blaine. Fui el jefe científico de esta expedición. Tuve que luchar por cada migaja de información que obtuvimos. Dios mío, si hay dos puestos para miembros de la expedición, creo que me he ganado uno.

—Y Sally no —dijo fríamente Rod.

—Ella fue muy útil —admitió Horvath—. Y es encantadora y muy inteligente, y por supuesto es difícil que sea usted objetivo al juzgarla... pero, honradamente, Blaine, ¿compara usted su capacidad con la mía?

El ceño de Rod se desvaneció. Sonrió ampliamente, y estuvo a punto de echarse a reír. Los celos profesionales de Horvath no eran ni cómicos ni patéticos, eran simplemente inevitables; tan inevitables como su creencia en que el nombramiento ponía en entredicho su competencia como científico.

—Cálmese, doctor —dijo Rod—. Sally no está en esa Comisión por su capacidad científica, ni yo tampoco. Al Emperador no le preocupa la capacidad, sino el interés. —Estuvo a punto de decir lealtad, pero no hubiese servido—. En cierto modo, el que no se le haya nombrado a usted inmediatamente —Rod subrayó esta palabra— es un cumplido.

Horvath enarcó las cejas.

—¿Cómo dice?

—Usted es un científico, doctor. Toda su formación y en realidad toda su filosofía de la vida es la objetividad, ¿verdad?

—Más o menos —aceptó Horvath—. Aunque desde que dejé el laboratorio...

—Ha tenido usted que luchar por sus presupuestos. Además se ha metido usted en política sólo para ayudar a sus colegas a hacer lo que usted haría si se viera libre de deberes administrativos.

—Bueno, sí. Gracias. Pocos comprenden eso.

—En consecuencia, sus tratos con los pajeños serían igual. Objetivos, no políticos. Pero eso podría no ser la mejor vía para el Imperio. No es que le falte a usted
lealtad,
doctor, pero su Majestad
sabe
que Sally y yo anteponemos el Imperio a todo. Nos educaron para pensar así desde que nacimos. Y ni siquiera podemos pretender una objetividad científica en lo que atañe a los intereses imperiales. —Y si esto no le sirve que se vaya al diablo.

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