Read La tiranía de la comunicación Online
Authors: Ignacio Ramonet
Resultado: el audiovisual fue incorporado, como el resto de los servicios, a las reglas del GATT, convertida en Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, en el seno de estas reglas no se llegó a un acuerdo entre ambas partes. Estados Unidos amenaza periódicamente con denunciar a la Unión Europea, sobre todo a Francia, como culpable de prácticas de «distorsión de la competencia» por sus ayudas públicas a la industria del cine.
Paradójicamente, basta con dar un vistazo a las cifras para constatar que Estados Unidos es el país más proteccionista del mundo en este campo, y que importa del extranjero menos del 2 por 100 de su consumo audiovisual. En contrapartida, el número de entradas en los cines de la Europa de los Quince para las películas estadounidenses pasó entre 1985 y 1994 de 400 a 520 millones, haciendo progresar su cuota de mercado del 56 al 76 por 100. Las entradas para las películas europeas (cada una sobre su propio mercado nacional) cayeron en el mismo período de 177 a 89 millones, es decir, una bajada en la cuota de mercado del 25 al 13 por 100.
La situación es muy parecida si se analiza la televisión. Sobre las cincuenta cadenas europeas de televisión «en abierto» - lo que excluye las cadenas por cable y codificadas - , las películas estadounidenses representaron en 1993 el 53 por 100 de la programación; las películas nacionales en su país respectivo el 20 por 100 y los films europeos no nacionales el 23 por 100.
Como sucede con la proyección en cines, existen diferencias significativas entre países. Las películas norteamericanas representan únicamente un 12 por 100 del total en la cadena cultural franco-alemana Arte, pero un 91 por 100 en la ITV del Reino Unido. Si se analiza por países y no por cadenas, Francia es el que consume menos películas estadounidenses (30 por 100 frente al 72 por 100 de los Países Bajos, el 64 por 100 para Reino Unido, el 63 por 100 para España, el 53 por 100 para Alemania y el 45 por 100 para Italia).
Los ciudadanos europeos conocen mejor la producción cultural de Estados Unidos que la de sus vecinos de la Unión. Se llega así a la paradoja de una construcción europea que desearía dotarse de una dimensión política, pero que, al mismo tiempo, sólo se mueve por las leyes del mercado.
Porque, en materia audiovisual, la ley del mercado significa siempre más películas estadounidenses y, en consecuencia, la creación de un imaginario colectivo europeo en el que las únicas referencias culturales provienen de otro lado del Atlántico.
Los intelectuales y los creadores franceses se cuentan entre los pocos que se sublevan ante esta cuestión fundamental. Los liberales les replican que, bajo la cobertura de preocupaciones culturales, se oculta una defensa de intereses económicos. Para Hollywood, efectivamente, no se trata de otra cosa, por eso los negociadores norteamericanos son tan obstinados.
Es importante saber que Hollywood obtuvo en 1995 un excedente comercial de más de 4.000 millones de dólares en sus relaciones con Europa, y que cerca del 56 por 100 de la facturación de los filmes estadounidenses proceden de la exportación. Hollywood tiene una necesidad vital del mercado europeo. En diez años, el balance comercial del audiovisual europeo respecto a Estados Unidos se ha degradado sensiblemente (las pérdidas eran de 500 millones de dólares en 1985, y pasaron de los 4.000 millones de dólares en 1995), y ha supuesto para la Unión Europea la desaparición de unos 250.000 empleos...
Para Estados Unidos, la industria del audiovisual y del cine se ha convertido en la primera en capacidad exportadora y el primer proveedor de divisas, por delante de la industria aeroespacial. Por esta razón todo lo que frene la expansión de los productos norteamericanos es combatido desde el departamento de Comercio de Washington, y por parte de Jack Valenti, presidente de la Motion Pictures Association of America (MPAA).
Este el caso de las medidas nacionales de apoyo financiero público a la producción audiovisual - a las que Francia dedicó 594 millones de francos en 1995, ocupando el liderazgo europeo- - y es también el caso de la directiva europea Televisión sin fronteras, adoptada en 1989 y renegociada al nivel de los Quince. Esta directiva pide a los exhibidores tratar «siempre que esto sea realizable y mediante los medios adecuados» de reservar a las producciones europeas «una proporción mayoritaria en el tiempo de difusión». Este es el documento que Estados Unidos califica de peligrosa arma proteccionista.
La explosión de las redes
Pero estas batallas en torno al cine y la televisión son ya menores comparadas con las que se preparan en el campo del multimedia. Las formidables transformaciones tecnológicas de los dos últimos decenios lo han condicionado todo. La mundialización de los intercambios de señales ha experimentado una aceleración fabulosa. La revolución de la informática y la comunicación ha entrañado la explosión de los dos verdaderos sistemas nerviosos de las sociedades modernas: los mercados financieros y las redes de información.
La transmisión de datos a la velocidad de la luz; la digitalización de los textos, las imágenes y los sonidos; el recurso a los satélites de telecomunicaciones; la revolución de la telefonía; la generalización de la informática en la mayor parte de los sectores de la producción y de los servicios; la miniaturización de los ordenadores y su interconexión a escala planetaria han trastocado poco a poco el orden del mundo.
Hiperconcentraciones y megafusiones se multiplican, dando origen a empresas de dimensión mundial cuyo objetivo es la conquista mediática del planeta. En Estados Unidos la nueva alianza entre Microsoft y la cadena NBC, que pertenece a General Electric, trata de crear una cadena de información a escala planetaria (MSNBC), que compita con la CNN (intervenida a su vez recientemente por Time-Warner, primer grupo mundial de comunicación). Rupert Murdoch planea asimismo sobre estos horizontes y trata de fusionar sus diferentes redes continentales, Fox (Estados Unidos), Sky News (Europa) y Star-TV (Asia) para crear una «cadena global», cuyo embrión, Fox News Service, fue lanzado en 1996 en Estados Unidos y que está destinada a su captación en el mundo entero.
El paisaje audiovisual mundial va a experimentar profundas transformaciones provocadas por la irrupción de la televisión digital, que permite el uso de un mismo canal para difundir ocho veces más cadenas al mismo tiempo. Esta oferta potencial de más de un centenar de cadenas temáticas se ha denominado en Francia bouquet numerique. En Estados Unidos, Direct-TV y USSB comercializan, por medio de satélite, dos ofertas digitales compuestas respectivamente de 175 y 25 cadenas. En este campo, la empresa francesa Thomson Multimedia dispone de una ventaja indiscutible al suministrar los descodificadores digitales y los sistemas de recepción para DSS, operador de Direct-TV y de USSB. Por otra parte, ha firmado contratos con Indonesia y América Latina. Las ventas mundiales de descodificadores digitales pasarán de 20 millones de unidades en 1997 a 75 millones en 1999. Estas perspectivas estimulan una feroz competencia entre Estados Unidos, Europa y Asia.
La globalización de los mercados, de los circuitos financieros y del conjunto de las redes inmateriales ha conducido a una desreglamentación radical, con todo lo que esto significa de deterioro del papel del Estado y de los servicios públicos. Es el triunfo de la empresa, de sus valores, del interés privado y de las fuerzas del mercado.
¿En qué queda la libertad de expresión?
La propia definición de «libertad de expresión» se ve modificada con los fenómenos descritos, ya que viene a ser contrastada con una especie de «libertad de expresión comercial», presentada como un nuevo «derecho humano». Se asiste así a una tensión constante entre la «soberanía absoluta del consumidor» y la voluntad de los ciudadanos garantizada por la democracia.
En torno a esta reivindicación de «la libertad de expresión comercial» se estructuraron las acciones de lobbying de las organizaciones interprofesionales (anunciantes, agencias publicitarias y media) durante los debates que se desarrollaron a lo largo de la segunda mitad de los años ochenta en torno a las nuevas reglas de la «Televisión sin fronteras» en el ámbito de la Unión Europea.
Esta «libertad de expresión comercial» es inseparable del viejo principio, inventado por la diplomacia norteamericana, del freeflow of Information (libre flujo de información) que ha ignorado sistemáticamente el problema de las desigualdades en materia de comunicaciones. La doctrina de la globalización mete en el mismo saco a la libertad, en su sentido estricto, y a la libertad de comerciar.
A partir de la segunda mitad de los años ochenta, organismos como el GATT, convertido luego en OMC, se constituyeron en el ámbito principal de los debates sobre el nuevo orden comunicacional. Considerada como «servicio», la comunicación fue objeto del enfrentamiento directo entre la Unión Europea y Estados Unidos que ha quedado descrito.
La polémica dista mucho de estar cerrada. Al debate sobre las industrias de la imagen se une ahora el de las «autopistas de la información». La idea central es la de la necesidad de dejar fluir la competencia libre en un mercado libre, entre individuos libres, y se expresa más o menos en estos términos: «Dejad a las gentes ver lo que quieran. Dejadles en libertad para juzgar. Confiemos en su buen sentido. El único juicio que puede aplicarse a un producto cultural es el del éxito o el fracaso en el mercado.»
Los políticos no dudan en extraer conclusiones grandilocuentes: los ciudadanos deben prepararse para la inmersión en «un mundo sumergido en la información». Una vez finalizados los condicionantes y las trabas que han sufrido durante mucho tiempo la edición, la cinematografía, la industria del sonido y el audiovisual.
La apuesta del ciberespacio
Una cuestión queda planteada en la era del multimedia y del ciberespacio: ¿Vamos a asistir, a la vuelta del próximo milenio, a la sustitución de los media tradicionales por ese nuevo milagro que representa Internet?
El número de ordenadores personales en el mundo era en 1995 de unos 180 millones, para una población global de casi seis mil millones de individuos. La posibilidad de acceso a Internet estaba entonces limitada a un 3 por 100 de esta población. En ese año únicamente un pequeño número de países ricos, que representaba aproximadamente a un 15 por 100 de la población mundial, poseía alrededor del 75 por 100 de las principales líneas telefónicas, sin las cuales no se puede acceder a Internet... Más de la mitad del planeta no había usado nunca un teléfono: en cuarenta y siete países no había más que una línea por cada cien habitantes. En toda África negra hay menos líneas telefónicas que en la ciudad de Tokio o en la isla de Manhattan en Nueva York...
En enero de 1996 se estimaba que un 60 por 100 de los diez millones de ordenadores conectados a Internet pertenecían a estadounidenses. ¿Cuál es el lenguaje dominante en el ciberespacio?: el inglés.
Las diferencias sociales provocadas por la era de la electrónica van a ser pronto comparables a las desigualdades resultantes de las inmensas inversiones financieras transnacionales. En cuanto a las fuerzas económicas que se han apoderado de las redes, tienden a generalizar, o peor aún, a reforzar, los obstáculos que impiden su acceso a la generalidad de la población.
Los retos son cruciales para el futuro. El programa norteamericano The National Information Infrastructure, biblia de William Clinton y de su vicepresidente, Albert Gore, es claro: «Es función de la libre empresa asegurar el desarrollo del programa de las autopistas de la información.»
Martin Bangemann, comisario europeo encargado de las telecomunicaciones, declaraba igualmente que la sociedad de la información no se abrirá camino más que «si dejamos desenvolverse a las fuerzas del mercado» y que la «condición previa» debe ser el «levantamiento» de los actuales monopolios nacionales en las telecomunicaciones y en las infraestructuras y redes. Con la privatización imparable, las redes, y sobre todo Internet, serán progresivamente liberadas de cualquier demanda de servicio público, en beneficio de los intereses particulares.
No menos de 26 compañías telefónicas pertenecientes a países del Sur serán puestas en venta en los próximos años. ¿Cuál será la regla global para el futuro? La propiedad privada de todas las estructuras que constituyen la plataforma del ciberespacio.
Los gigantes de las telecomunicaciones, como ATT, Microsoft y MCI, esperan con fruición colonizar el ciberespacio ligando la notoriedad de sus nombres a las proezas de sus equipos de marketing, lo que les aportará cuantiosos medios en el campo de los servicios a sus clientes y en sus fórmulas de facturación.
¿Dónde se utiliza con mayor intensidad Internet? En el terreno comercial. En octubre de 1996, el apartado «comercial» incluía mas de una cuarta parte de todos los servidores de Internet, superando ampliamente al campo de lo «educativo», utilizado por las instituciones universitarias.
Y, sin embargo, el sueño que encarna Internet, el del intercambio de información universal y sin obstáculos, no ha muerto ni mucho menos. Pero mientras la transmisión del saber siga las pautas impuestas por el poder político-económico, este ideal de una «democracia de la información» seguirá residiendo en el terreno de la utopía.
El nuevo complejo industrial-informacional
En el momento de abandonar la Casa Blanca, en 1961, el general Eisenhower declaraba que el complejo militar-industrial constituía una «amenaza para la democracia». ¿Cómo no percibir en 1998 la amenaza de un verdadero vasallaje cibernético, cuando se instala un auténtico complejo industrial-informacional, e incluso cuando ciertos líderes norteamericanos hablan de una virtual democracy con un tono que evoca al integrismo místico?
Por primera vez en la historia del mundo se transmiten mensajes de forma permanente al conjunto del planeta por medio de cadenas de televisión interconectadas por satélite. En la actualidad dos cadenas planetarias - CNN y MTV - pero mañana serán decenas, y conmocionarán costumbres y culturas, ideas y debates. Y parasitarán o cortocircuitarán la voz de los gobiernos, así como su conducta.
Grupos más potentes que los Estados llevan a cabo una razia sobre el bien más precioso de las democracias: la información. ¿Tratan de imponer su ley al mundo entero o, por el contrario, desean abrir un nuevo espacio de libertad para el ciudadano?