Los guardianes del tiempo (53 page)

Read Los guardianes del tiempo Online

Authors: Juan Pina

Tags: #Intriga

BOOK: Los guardianes del tiempo
6.83Mb size Format: txt, pdf, ePub

Conforme iba avanzando en el árbol, Diana comprendió que desde la Edad Media la Sociedad cada vez había ejercido una influencia mayor en el devenir histórico. La monarquía interna se había abolido como sistema de gobierno de la Sociedad, pero la dinastía había seguido siendo una herramienta importante del grupo de Sabios. Hacia finales del siglo XIX la reina resultó ser una aristócrata con sangre alemana y británica. Diana casi se cayó de espaldas. Dos puestos más abajo aparecía su abuela Martha y a continuación… ¡Leonor Muñoz! Junto al nombre civil de su madre aparecía la denominación interna "Nefertiti CCI", y una sola fecha, la del inicio de su reinado: 1989. Apenas hacía unos meses que la madre de Diana había asumido la corona invisible de los Guardianes del Tiempo, al morir la abuela Martha. La antropóloga asturiana era la reina número doscientos uno de la Sociedad.

—Pero… No puede ser. ¡¿Me estás diciendo en serio que desciendo de Nefertiti, de la Magdalena y de todas estas reinas, pensadoras y mujeres eminentes?! ¡¿Que llevo la sangre de Zalmoxis, de Jesucristo, de Pericles…?!

—Pues sí, Diana. Te estoy diciendo eso y algo mucho más importante aún: que da igual, que no importa. Que ni en tu sangre ni en la mía hay nada que nos diferencie de los demás seres humanos, nada que nos haga mejores ni peores. Que mantener vivo el acervo histórico de nuestro linaje, de esta dinastía femenina única en la Historia, es una bonita tradición, pero nada más. Cada una de nosotras tiene un porcentaje menor de la información genética de Nefertiti, diluida en la de miles de otros antepasados. Y además, a estas alturas es obvio que el ADN no cuenta para determinar la valía de un ser humano. En la Sociedad hay una minoría monárquica, algunos Sabios que desearían darle un papel más importante a la reina, pero soy yo misma quien les fuerza a poner los pies en el suelo, igual que hacía tu abuela. Entre los monárquicos está Margarida, por ejemplo.

Comprendió entonces la extraña reverencia y el trato tan respetuoso que le había dispensado la Sabia africana unas horas antes, cuando mantuvieron una breve reunión en la sede de Londres. Hacía muchos años que no había coincidido con aquella mujer, amiga íntima de su madre, y le sorprendió su manera de comportarse. Entendió también por qué Ragnar había inclinado la cabeza ante ella cuando llegaron a Londres la noche de la crisis con la Orden, provocando una rápida explicación de Mónica al islandés en lengua de Aahtl.

Diana reparó en el broche que llevaba su madre: el ordinal romano "CCI". Recordó entonces que la abuela Martha llevaba a veces un broche con las letras "C.C". Miró a su padre, que le dedicó una sonrisa comprensiva.

—Ya te dije durante el vuelo que te esperaba una nueva sorpresa al llegar a casa. Pero, hija, te aseguro que es la última. Bueno, una cosa más. A veces nos has preguntado por qué te llamas Diana. Simplemente nos gustó el nombre, pero se nos ocurrió llamarte así por el símbolo de Aahtl, que también es el logotipo de la Sociedad: los círculos concéntricos que parecen una diana. Nos pareció adecuado para ti.

—¿Qué significa?

—Los cinco círculos de Aahtl tienen dos significados simultáneos. Por un lado, representan al individuo (situado en el centro), su familia inmediata (pareja e hijos), sus padres y el resto de la familia de origen, la comunidad local y por último el conjunto de la sociedad de los aahtlahl. Por otro lado, los círculos representan al parlamento, considerado como el centro de la nación, la ciudad de Kogan, el conjunto de los valles habitables de Aahtl, la gran isla-continente que rodeaba el país (la Antártida) y el resto del mundo.

Diana se entristeció y se mantuvo en silencio por un momento.

—Entonces —dijo al fin— es evidente que teníais un plan para mí desde el principio, seguramente desde antes incluso de que me concibierais. Ya veo que estoy predestinada desde antes de nacer.

—No —dijo Leonor—, nadie está predestinado. Nacemos en un entorno concreto y es una reacción natural de muchas personas querer zafarse de algunas de sus imposiciones. Pero tanto yo como doscientas mujeres antes de mí, incluida tu abuela, hemos comprendido que es un privilegio y un deber seguir la tradición y aportar nuestro esfuerzo a la Misión, a la supervivencia de la humanidad. Además, en la actualidad la reina y su heredera no tienen ninguna prerrogativa especial dentro de la Sociedad, salvo el hecho de ser miembros por nacimiento.

—¿Ya soy miembro?

—Técnicamente sí, pero queremos que pases por el proceso de iniciación racional que siguen los demás Sabios. Es lo mejor para ti y para la Sociedad. Además, no creo que Zalm de Aahtl hubiera aprobado este privilegio, ni la monarquía en sí.

—Y entonces, ¿papá es el presidente por ser tu marido?

—¡No, ni mucho menos! De hecho es la primera vez que se da esta coincidencia.

—¿Por qué tengo que abrir yo el arcón?

—Nuestra Sociedad —intervino Carlos— tiene un importante legado de tradiciones. Algunas podrían casi llamarse profecías. Parece incoherente en una organización tan racionalista, pero hay quienes argumentan (no sin un punto de razón) que todavía no conocemos todos los recursos de la mente humana, ni todas las capacidades intuitivas inconscientes, a través de las cuales se procesan datos que ni siquiera creemos conocer. Ello nos obliga, según muchos Sabios, a respetar determinados designios antiguos y a no despreciar a priori viejos mandatos que a simple vista pueden parecer oscuras supersticiones. El general Zaldívar es uno de los más firmes defensores de esta teoría. Seguro que a ti también te ha contado sus ideas sobre la intuición.

»Como físico cuántico debo añadir que la univocidad del tiempo cada día resulta menos sostenible, ya que la única explicación al comportamiento de determinadas partículas es que se muevan en el tiempo de forma diferente a las demás. De todas formas yo no estoy muy de acuerdo con todo ese culto a las órdenes de nuestros antecesores, pero la mayoría de los Sabios mantiene una actitud diferente y desea que se cumplan al pie de la letra todas las instrucciones antiguas, incluso cuando no esté totalmente claro su sentido ni podamos confiar plenamente en la traducción.

—El caso —continuó Leonor— es que uno de los legajos custodiados en Londres reproduce una tablilla supuestamente atribuida a Nefertiti II, o Kal. Su texto siempre ha maravillado a muchos de los Sabios. Es como un relato de lo que acontecerá, y viene a decir que pasarán dos centenares de reinas, incluida la propia Kal, sin que la Herencia aparezca, pero justo después llegará el día en que una nueva reina envíe a su primogénita a buscarla. Esta heredera será la encargada de abrir el arcón para salvar a la humanidad. Pues bien, yo soy Nefertiti CCI y tú eres mi heredera. Una buena parte de los Sabios desea que se cumpla lo dispuesto por Kal y hemos procurado satisfacerles. Tú has sido la encargada de recuperar la llave, y a ti te corresponderá esta noche el privilegio de abrir el arca.

—Pero entonces… ¡Entonces estáis confirmando mis sospechas! Mi captación por el CESID, todos los halagos de Wallace y los demás respecto a mi "gran capacidad como agente de inteligencia"… ¡todo era falso! Se me hizo creer que soy una gran agente y en realidad soy una chica normal y corriente a la que se ha metido en esto porque sus antepasadas…

—¡No, hija, ni mucho menos! —protestó Leonor—. Todos los Sabios que ocupan puestos de inteligencia, desde Mónica hasta Martin Wallace, incluyendo al general Zaldívar, a Volker Schaeffer o a Ragnar Sigbjörnsson… todos ellos te consideran una magnífica profesional. Si la misión no hubiera sido adecuada para ti, nunca te habríamos metido en este lío. Nos habríamos limitado a pedirte que abrieras el arcón una vez recuperada la llave por otro agente. Mónica siempre ha sabido lo que hace.

Diana estaba confusa, y también empezaba a estar un poco harta de todo aquello. Optó una vez más por confiar en sus padres, pero estaba deseando abrir de una vez aquel dichoso arcón y después perderse en alguna remota isla con Cristian. Por primera vez en su vida se dio cuenta de que necesitaba desesperadamente unas semanas de descanso.

—Mamá, ¿qué te parece Cristian? —le preguntó Diana a Leonor al salir del despacho.

—Un gran chico. Tienes buen gusto, hija.

—Como tu madre —intervino Carlos, con una sonrisa burlona.

—No, no, mi hijo me gana —le respondió Leonor en el mismo tono—. Diana, tenemos que apoyarles. Están destrozados. Yo como madre lo comprendo perfectamente. Sabes que llevamos meses sin saber de Marcos. La última noticia es que estuvo unos días en un albergue de caridad en Badajoz. Me tranquiliza saber que se encontraba bien según quienes le atendieron, pero seguimos sin saber por qué se fugó del hospital, ni por qué no quiere recurrir a nosotros. Si esto es tan angustioso para mí, no quiero ni pensar cómo debe de sentirse Smaranda. Tú conociste a Silvia, ¿verdad?

—Sí, mamá. Era una mujer muy especial. La mayoría de las personas ni siquiera podemos ser héroes, pero ella ha sido una auténtica mártir.

—El martirio —dijo Carlos, pensativo— casi nunca tiene los efectos prácticos buscados, aunque siempre dice mucho de la calidad humana de quienes lo aceptan. Sin embargo, estoy seguro de que Silvia habría sido mucho más útil a su causa si hubiera seguido con vida. Esto no se lo podemos decir a la pobre Smaranda, ni a Cristian, pero creo que acciones irreflexivas como la de Silvia no sirven realmente de mucho.

A Diana le costaba admitirlo pero en el fondo sabía que su padre estaba en lo cierto. Silvia y Florian habrían podido contribuir mucho a la construcción de una nueva Rumanía, pero en cambio habían engrosado la lista de víctimas de una revolución amañada. Sin querer, le habían hecho el juego a la Securitate. Su sacrificio había sido en vano. Diana se entristeció al recordar aquella última cena en casa de los Bratianu.

Bouvetoya (territorio polar noruego), 25 de diciembre de 1989. 15:30

En pleno verano austral, una colonia de aves había tomado la pequeña isla. Aquel pedazo de tierra noruega situada al otro extremo del planeta, cerca de la Antártida, soporta unas temperaturas casi tan extremas como las de la costa del inmenso continente blanco. El capitán Tore Sandberg se rascó la barba mientras miraba satisfecho los indicadores. Ni rastro de radiación Gravier. Todos los restos de la aeronave de Aahtl, un aerostato de helio bastante rápido y sofisticado, habían sido desenterrados y enviados a Londres. La misión de reconocimiento había terminado y el Sabio podía regresar a bordo del
Svalbard
para informar de que la isla estaba "limpia".

Jerusalén, 25 de diciembre de 1989.16:00

Joaquín Nasarre salió del ascensor en la planta baja del hotel King David. Le dejó su equipaje a su asistente y se desembarazó de él. "Necesito hacer unas gestiones privadas, así que nos veremos directamente en Ben Gurion", le dijo a sus escoltas mirándoles de una manera que no dejaba opción a la menor protesta. Los dos agentes especiales de la Guardia Suiza le dejaron ir resignadamente. El resto de la comitiva vaticana partió una hora después hacia el aeropuerto de Tel Aviv. Habían participado en la misa de Nochebuena celebrada en la iglesia de la Natividad de Belén, en la Cisjordania ocupada. A petición del papa, Nasarre también había aprovechado para mantener discretamente algunos contactos con el gobierno israelí y con la Organización para la Liberación de Palestina.

—A la Vía Dolorosa —le dijo al taxista.

Unos minutos después, el poderoso político vaticano se perdió entre la muchedumbre. Se cercioró de que nadie le seguía y entró en una pequeña tienda de artesanía y objetos turísticos. En la trastienda le esperaba Mario Ticci, el agente especial que había servido al difunto Zlatko Veric como jefe del equipo situado en la nunciatura de Madrid. Desde que Nasarre había asumido personalmente la supervisión del nuevo servicio secreto extraoficial, Ticci había ascendido al puesto de Veric.

—Hola, Mario. No tengo mucho tiempo. ¿Van a cumplir o no?

—Aquí le traigo mi informe. He utilizado los nombres en clave que usted ya conoce. Léalo durante el vuelo, es importante que conozca todos los detalles. En líneas generales creo que sí van a cumplir. Verá en el informe que hemos interceptado y decodificado seis conversaciones, tres de ellas en español, una inglés y dos en islandés. En todos los casos se detecta una clara adopción de decisiones que van en la línea de lo que han acordado con la Orden.

—Qué casualidad… seis conversaciones en idiomas normales, cuando antes no había manera de saber lo que pasaba por sus cabezas. Está claro que nos están mandando señales. Bueno, igual que nosotros a ellos.

—Sí, ésa es también mi conclusión. ¿Queda algún fleco por negociar?

—No. Hace dos semanas que firmamos el acuerdo definitivo con ellos. Nada que contradiga la historia de las religiones se hará público en los próximos cincuenta años. En 2039 se revisará el acuerdo. Hasta entonces, ambas partes depondrán su actitud hostil. Ellos abandonarán su estrangulamiento económico contra nuestros intereses y nosotros nos obligamos a no atacarles. Una vez al año tendremos una reunión de seguimiento.

—¿Y nosotros, señor? ¿Vamos a cumplir?

—Buena pregunta. Mientras dependa de mí, sí. Me parece lo más seguro. Pero ya sabes que hay opiniones encontradas.

—El cardenal Aguirre…

—No sólo él. Me preocupan más otros miembros de la Orden, sobre todo los islamistas. Entre sus filas está creciendo mucho el integrismo. Incluso los sectores más conservadores pero ortodoxos, que son nuestros interlocutores, cada vez están más cerca de compartir la visión de que no vale la pena ningún entendimiento con Occidente, y que la única manera de proteger los valores tradicionales y el orden moral es acabar con la civilización occidental. Cada vez participan menos en las reuniones de la Orden, cada vez, le dan menos valor al trabajo que se está realizando. Y sin embargo, a mí me parece esencial un entendimiento transreligioso para salvar aquello que todos compartimos frente al odioso liberalismo ateo, frente al nihilismo.

—¿Cómo quiere que actúe?

—No hagas nada, Mario. Mantén un buen dispositivo de vigilancia e infórmame de inmediato si detectas cualquier cambio de actitud en ellos. Ah, y vigílame a Aguirre, por si acaso.

Estrecho de Gibraltar, 25 de diciembre de 1989. 21:00

El carguero
Kogan
, con bandera panameña, casi siempre se encontraba en aguas internacionales. En su bodega ocultaba un sofisticado laboratorio de producción de oro que por sí solo era capaz de mantener intacto el poder económico de la Sociedad. La nave había llegado desde la zona marítima de Azores el día anterior, y se encontraba en la estrecha franja de aguas internacionales situada entre los continentes europeo y africano. El
Kogan
pasaba desapercibido en una de las zonas con mayor tráfico naval del mundo.

Other books

The Laird's Right by Mageela Troche
Fresh Eggs by Rob Levandoski
Masquerade of Lies by Wendy Hinbest
Bluebonnet Belle by Lori Copeland
HELLz BELLz by Randy Chandler
Irresistible Impulse by Robert K. Tanenbaum