A LA ATENCIÓN DE:
COMISARÍA DE TEMPLE
COMISARÍA DE SAN DIMAS
DEPTOS. DE POLICÍA DEL VALLE DE SAN GABRIEL
ENVIAR A MCGOWAN, ANDRE, EVERLEY, BRIGADA CENTRAL DE HOMICIDIOS
EXPEDIENTE Z-524-820
PETER J. PITCHESS, SHERIFF CD SNDG 18.00 HORAS
Ward Hallinen se reunió con Harry Andre y Claude Everley en el despacho. Discutieron el caso Long durante catorce horas seguidas. Todos opinaban que guardaba grandes semejanzas con el caso Ellroy. Jean Ellroy había sido violada, probablemente. Bobbie Long se había prestado con gusto a la relación, casi con seguridad. Tenía la ropa interior en perfecto orden, lo cual implicaba que la relación había sido consensuada.
Las dos mujeres presentaban heridas en la cabeza. Los lugares donde habían sido arrojadas distaban diez kilómetros el uno del otro. Santa Anita estaba a tres kilómetros al norte del instituto Arroyo. Ambas víctimas eran divorciadas. Las escenas del crimen eran casi idénticas. El asesino de la Ellroy le había cubierto las piernas con su abrigo. El de la Long había hecho lo mismo. Bobbie Long era rubia. Jean Ellroy había sido vista con una rubia. Jean Ellroy había cenado enchiladas en Stan's Drive-In. Bobbie Long había tomado comida mexicana. El tiempo transcurrido entre los dos homicidios era de siete meses y un día.
El asesino de la Ellroy había utilizado una media de nailon y una cuerda de persiana. El de la Long sólo había empleado la media. Las medias de nailon eran instrumentos comunes para el estrangulamiento. El
modus operandi
tanto podía relacionar ambos asesinatos como no hacerlo.
Andre y Everley llamaron a todos los departamentos de policía del valle de San Gabriel. Expusieron el caso y pidieron supervisores de patrullas para comprobar los informes de incidencias y los de tráfico. Bobbie Long había salido con un hombre, la noche anterior. Buscaron posibles testigos oculares.
Extrajeron una foto de carné del billetero de Bobbie Long. Recorrieron los restaurantes y bares cercanos al lugar donde habían dejado el cuerpo. Entraron en algunos tugurios a lo largo de Valley Boulevard. Probaron en el French Basque, en Tina's Cafe, en The Blue Room, en The Caves Cafe, en Charley's Cafe y en Silver Dollar Cafe. De todos ellos salieron con las manos vacías.
Probaron en el Canyon Inn. Oyeron que un tipo hablaba del caso en voz demasiado alta. Lo interrogaron. Estaba bebido e intentaba impresionar a unas mujeres.
Andre y Everley decidieron que tenían suficiente y se marcharon a casa. Ward Hallinen dejó la cámara de Bobby Long en el laboratorio de criminología y le pidió a un técnico que revelara el carrete. Ned Lovretovich trabajó hasta tarde en su despacho. Seguía probando los nombres de la agenda de Bobbie Long.
Habló con Edith Boromeo, quien dijo conocer a Bobbie desde hacía unos veinte años. Habían trabajado de camareras en Nueva Orleans. Bobbie se había casado con un conductor de reparto de una lavandería. El hombre le pegaba a menudo. Edith Boromeo no recordaba cómo se llamaba el individuo. Tampoco conocía al corredor de apuestas de Bobbie, a ningún «tipo rico», a nadie con los cabellos peinados hacia atrás con gomina ni a nadie que trabajara en las mantequerías Challenge.
Habló con Mabel Brown. También había sido camarera con Bobbie. Bobbie era muy atrevida y no tenía pelos en la lengua. Había ido bastantes veces al hipódromo con ella. Bobbie perdía todo su dinero en las apuestas y nunca recuperaba ni para gasolina. Aceptaba subir a coches de desconocidos continuamente. Mabel Brown no conocía al corredor de apuestas de Bobbie. No conocía a ningún «tipo rico». No conocía a nadie que se peinara cuidadosamente hacia atrás con gomina. No conocía a nadie que trabajara en las mantequerías Challenge.
Habló con Bill Kimbrough. El hombre dijo que era propietario de una tienda de alimentación próxima al apartamento de Bobbie Long. Había visto a Bobbie en la parada del autobús la noche anterior. Estaba sola y, según le dijo, iba al hipódromo.
Lovretovich regresó al apartamento de Bobbie Long. Lo registró otra vez. Encontró dos botellas de licor ocultas bajo el fregadero de la cocina.
El caso Long tenía un día. Todo el mundo pensaba lo mismo.
Bobbie había encontrado a un chiflado en las carreras. El tipo le había preparado algo de comer en su casa o la había llevado a un restaurante. Habían follado en su apartamento o en un motel o la había violado en la escena del crimen y luego la había obligado a ponerse de nuevo la ropa interior. Tenían que hacer pesquisas en Santa Anita. Tenían que preguntar en todos los restaurantes y moteles del valle.
Andre y Everley fueron al hipódromo. Se pusieron en contacto con el jefe de palcos y le mostraron la fotografía grande de Bobbie Long. El hombre dijo que le resultaba familiar. Había visto a una chica parecida el jueves. Besaba a un hombre rubio, de cabello fino y nariz grande y bulbosa. La mujer llevaba un vestido oscuro, sin abrigo. En el hipódromo había cinco guardarropas. Tal vez lo hubiese dejado allí.
Las instalaciones de Santa Anita eran grandes y extensas. El jefe de palcos acompañó a Andre y Everley en su recorrido. Preguntaron en cada guardarropa, bar, ventanilla de apuestas y mostrador de cafetería. En todos mostraron la fotografía de Bobbie Long. Una docena de personas dijeron que les resultaba familiar.
Andre telefoneó a la Brigada. Blackie McGowan anunció que a primera hora de la mañana habían recibido un soplo.
En la lavandería industrial Bedon Cleaners, de Rosemead, alguien había encontrado una media de nailon en un traje de hombre. La persona que hizo el descubrimiento había leído el periódico matutino, sabía que Bobbie Long había sido estrangulada e imaginaba que la media faltante tenía que estar en alguna parte. Llamó a la comisaría de Temple City. Una patrulla de policía recogió la media y la llevó de inmediato al Laboratorio de Criminología. Un técnico la examinó y la comparó con la que había servido para estrangular a Bobbie Long. No correspondían al mismo par.
Andre y Everley volvieron al despacho y llamaron al dibujante, Jack Moffett. Le indicaron que hiciese un retrato de Bobbie Long con su llamativo conjunto rojo y negro. Le pidieron que lo coloreara, tomase fotos de él y sacara unas cuantas copias con acabado brillante.
Moffett se puso a ello. Andre llamó a la central y pidió dos ayudantes. El sargento de guardia envió a Bill Vickers y a Frank Godfrey. Ambos habían recorrido los bares y restaurantes cuando el caso Jean Ellroy. Andre les dio órdenes precisas: cubrir el valle de San Gabriel. Preguntar en todos los restaurantes que servían comida mexicana y en cada motel. Buscar parejas que se hubieran registrado el jueves por la noche, anotar la matrícula del coche y ponerse en contacto con la Dirección de Tráfico. Conseguir los datos de archivo completos. Ponerse en contacto con los propietarios de los vehículos y descubrir con quién vivían. Los empleados de moteles tenían la obligación de anotar el número de matrícula cuando los huéspedes se registraban. Conseguir esa información y seguirla.
Vickers y Godfrey se marcharon a cumplir el encargo. Ward Hallinen se dirigió hacia El Monte. Allí encontró a Margie Trawick. Le enseñó una foto de Elspeth
Bobbie
Long. Margie dijo que no. Bobbie no era la mujer con la que había visto a Jean Ellroy.
Claude Everley se dirigió hacia el Laboratorio de Criminología. Le indicó a un técnico que tomara fotos de las ropas de la víctima y preparase algunas copias en papel brillante. El hombre dijo que ya había revelado el carrete de la cámara de Bobbie Long. Había obtenido seis fotos en total. En ellas aparecía Bobbie sola y con unas cuantas mujeres más. Una de las fotos mostraba a una mujer ante un Oldsmobile del 56 pintado de dos tonos distintos.
Everley informó a Andre, quien dijo que el sospechoso del caso Ellroy conducía un Oldsmobile de dos tonos. Everley llamó otra vez al técnico del laboratorio y le dijo que enviara la foto del coche al Servicio de Información. Quizá pudiesen insertarla en los periódicos de Los Ángeles. Tal vez lograran identificar el coche por ese sistema.
A Andre le gustaba el asunto del coche. Empezaba a imaginar que el estrangulador de Bobbie y el de la enfermera pelirroja eran el mismo.
Vickers y Godfrey recorrieron moteles y restaurantes. Andre y Everley investigaron en el hipódromo todo el fin de semana. Ned Lovretovich visitó a las personas que aparecían en la agenda de Bobbie Long. Todas dijeron lo mismo.
A Bobbie le encantaban las carreras de caballos. Bobbie era frugal. Bobbie desdeñaba todas las formas de sexo. Bobbie había estado casada entre dos y cuatro veces. Nadie sabía cuándo, dónde o con quién. Nadie conocía a su corredor de apuestas. Nadie conocía al «tipo rico», ni al de cabello cuidadosamente peinado hacia atrás con gomina, ni al que trabajaba en las mantequerías Challenge.
Blackie McGowan asignó cuatro detectives más al caso. Les indicó que se dedicaran en exclusiva a la investigación. El valle de San Gabriel era grande y estaba lleno de moteles para parejas.
El lunes 21 de enero se recibió una pista. El comunicante tenía un molino de heno en La Puente.
Acusó a un camionero. El tipo se había ido de la lengua. Se ufanaba de haberse follado a una chica en la Octava con Don Julian. Decía que se la había follado bien follada, el viernes por la mañana, temprano.
El camionero era mexicano. Vivía en Beaumont.
Harry Andre llamó a la policía de Beaumont y pidió que fueran a buscar al hombre. Así lo hicieron. Andre y Everley se desplazaron a Beaumont y lo interrogaron.
En efecto, se había follado a la chica, pero a primera hora de la mañana del jueves. La chica se llamaba Sally Ann. La había conocido en Tina's Cafe, en Simpson con Valley. Antes de tirársela habían estado en el apartamento de ella, en la Octava Avenida. El hombre vio el apellido Vasquez en el buzón.
El tipo se mantuvo en su versión. Dijo que su amigo Pete, que vivía en La Puente, lo corroboraría.
Andre y Everley se dirigieron hacia La Puente. Hablaron con Pete. Encontraron la casa con el apellido Vasquez en el buzón. Hablaron con Sally Ann. El mexicano quedó libre de toda sospecha.
El martes 27 de enero, llegó otro soplo. Un hombre llamado Jess Dornan denunció a su vecino, Sam Carnes.
Últimamente Sam tenía un comportamiento extraño. Sam era un loco de las carreras de caballos. Hacía un par de días, había defecado en la tapicería de su coche. Quizás intentaba disimular alguna mancha de sangre.
Andre interrogó a Sam. Tenía una coartada para el jueves por la noche.
Vickers y Godfrey hicieron pesquisas. Andre y Hallinen hicieron pesquisas. El sargento Jim Wahlke y el agente Cal Bublitz hicieron pesquisas. El sargento Dick Humphreys y el agente Bob Grover hicieron pesquisas. Pasaron por el restaurante El Gordo, por el restaurante Panchito's, por el restaurante El Ponche, por el restaurante Casa Del Rey, por el Morrow's y el Tic-Toc, por el Country Kitchen. Por el Utter Hut, por Stan's Drive-In, por Rich's Cafe, por el Horseshoe Club, por el Lucky X, por el restaurante Belan's, por el motel Spic & Span, por el motel Rose Garden, por el motel End-of-the-Trail, por los moteles Fair, El Portal y 901, por el motel Elmwood, por el motel Valley, por el Shady Nook Cabins, por el motel 9.331, por el motel Santa Anita, por el motel Flamingo, por los moteles Derby, Bradson y El Sorrento, por el motel Duarte, por el motel Filly, por el motel Ambassador, por el Walnut Auto Court, por los moteles Welcome y Wonderland, por el motel Sunkist, por el motel Bright Spot, por el Home, por el Sun View, por el Mecca, por el motel El Barto, por los moteles Scenic, La Bonita, The Sunlite y El Monte, por el motel Troy, por el motel El Campo, por el motel Garvey, por el Victory, por el Rancho Descanso, por el Rainbow, por los moteles Mountain, Walnut Lane, Covina y La Siesta, por el motel Stan-Marr y por el motel Hialeah.
Obtuvieron información poco o nada concreta. Comprobaron ciento treinta placas de matrícula. Dieron con parejas casadas, con parejas de una noche, con parejas adúlteras y con parejas de prostituta y cliente. A algunas personas no pudieron localizarlas. Elaboraron una lista sustancial de gente que visitar y comprobar. Muy pronto anduvieron tras los pasos de sospechosos más sólidos.
El miércoles 28 de enero llegó otra denuncia. Una tal Viola Ramsey delataba a su marido.
Se llamaba James Orville Ramsey. Había abandonado a la señora Ramsey hacía un mes. La había llamado el lunes por la noche. «Si te empeñas en sacarme de mis casillas —le dijo—, terminarás como esa camarera de Puente Hills. Si tus amigas te echan de menos durante tres o cuatro días, diles que te encontrarán con el culo en la cuneta, como ella.»
James Orville Ramsey tenía treinta y tres años. Era ayudante de cocinero. La señora Ramsey decía que su ex detestaba a las camareras. Las consideraba vulgares e inútiles. Le gustaban las carreras de caballos y la comida mexicana. Era un borracho. Había estado en la cárcel varias veces por allanamiento de morada y desórdenes públicos. Le gustaban las mujeres mayores. Había amenazado a su mujer con matarla y «escupir sobre su sangre». Conducía un Chevrolet del 54 de dos puertas. Su último lugar de trabajo conocido había sido la bolera Five Points de El Monte. Estaba liado con una chica de diecinueve años llamada Joan Baker, camarera del Happy's Cafe. La señora Ramsey era camarera en el Jack's Bar de Monterey Park.
Claude Everley interrogó a James Orville Ramsey. La denuncia era un absurdo arrebato vengativo.
El jueves 29 de enero los periódicos de Los Ángeles mostraban la foto del coche. También aparecía un anuncio adjunto en el que se solicitaba información y se indicaba el número de teléfono de la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff. El caso Long ya estaba en su sexto día. Y era un callejón sin ninguna clase de salida.
Andre y Everley volvieron al hipódromo. La chica que atendía el mostrador de una cafetería dijo que había visto a Bobbie Long la semana anterior. Se había abierto paso a empujones hasta colocarse la primera de la cola. Se había mostrado muy brusca.
Otra chica de la cafetería confirmó la historia. Bobbie se había abierto paso hasta ponerse la primera de la cola. Había actuado con mucha brusquedad. Se negaba a guardar turno, como todo el mundo.
Una cajera dijo que había visto a Bobby la última semana. Había cobrado una apuesta en su ventanilla. Su comportamiento había sido «raro».