Un guarda de seguridad dijo que había visto a Bobbie el jueves. Iba sola.
El encargado de un bar dijo que había servido a Bobbie la semana anterior. Estaba «medio borracha».
Un conductor de autobús dijo que la semana anterior había visto a una mujer que se parecía a Bobbie Long. Había subido a un Ford del 53 en el que iban dos hombres negros. El coche era azul pálido. La puerta del lado del acompañante chirriaba.
Los chicos del laboratorio hicieron un buen trabajo. Colgaron el abrigo, la blusa y la falda de Bobbie Long en varias clavijas y tomaron fotos en color de las prendas. Ward Hallinen tomó dos docenas de copias y salió en coche hacia el valle de San Gabriel. Dejó copias en las comisarías de Temple City y San Dimas, y en los departamentos de policía de Baldwin Park, Arcadia y El Monte. Habló con cinco tenientes detectives y les pidió que investigaran por su cuenta en sus respectivas jurisdicciones. Los cinco tenientes respondieron que intentarían encontrar tiempo para todo.
Ethlyn Manlove se presentó en la Brigada de Homicidios el jueves por la tarde. Ray Hopkinson habló con ella. Un taquígrafo transcribió la declaración.
Ethlyn afirmó que Bobbie Long mentía acerca de su edad y que había estado casada dos veces: con un tipo en Nueva Orleans y con otro en Abilene, Kansas. La mujer no sabía los nombres de los maridos. Bobbie tenía dos hermanos y una hermana. Tampoco sabía cómo se llamaban. Dijo que Bobbie no tenía necesidad de amor ni de sexo. Sólo amaba el dinero. Era «muy mercenaria».
Hopkinson preguntó a la señorita Manlove si creía que Bobbie sería capaz de cambiar sexo por dinero. La mujer contestó que sí. Añadió que durante la Segunda Guerra Mundial un capitán de la Marina «mantenía» a Bobbie. Le pagaba la ropa y el apartamento, y le enviaba doscientos cincuenta dólares cada mes.
Ethlyn Manlove dijo que Bobbie pedía dinero a lo grande. Quería veinticinco o cincuenta dólares por salida. Quizás hubiese pretendido estafar a alguien. Y el tipo acabó por matarla. Tal vez Bobbie hubiera iniciado una pelea y el hombre la hubiese matado para silenciarla y conservar su dinero.
Hopkinson dijo que era posible.
El viernes 30 de enero una mujer llamó a la Brigada de Homicidios. Se identificó como la señora K.F. Lawter y dijo que había visto la foto en los periódicos. La mujer que aparecía en ella era su antigua inquilina, Gertrude Hoven. Gertrude vivía en un edificio de su propiedad.
Ward Hallinen llamó a la señora Lawter, quien le informó de que Gertrude Hoven se había trasladado a San Francisco. La foto había sido tomada en el exterior del edificio, en el distrito de Crenshaw. El Odsmobile pertenecía a la señora Nevala, otra inquilina.
Hallinen visitó a la señora Nevala. La anciana recordaba el incidente. Bobbie Long había sacado aquella foto en un acto impulsivo y descarado. Antes de hacerlo debería haber pedido permiso.
Hablaron de Bobbie Long. La señora Nevala dijo que Bobbie solía apostar con un corredor llamado Eddie Vince. Eddie frecuentaba un restaurante en la Cincuenta y cuatro con Crenshaw. Había muerto en un accidente de tráfico el año anterior. Otro tipo se había hecho cargo del negocio.
El caso Long ya tenía una semana. Y todo en él eran cabos sueltos y desinformación.
Los tipos de los moteles quedaron libres de cargos. Los investigadores comprobaron informes sobre asesinatos por ahorcamiento que se remontaban cinco años atrás y continuaron con las manos vacías. Probaron con algunos de los delincuentes sexuales del caso Ellroy y volvieron a apretarles las clavijas. También se las apretaron a veintidós fichados recientemente por delitos similares. No sacaron nada en claro.
Se produjeron otros asesinatos. Quienes investigaban el caso Bobbie Long se dedicaron a nuevos casos y esporádicamente seguían alguna pista relacionada con el crimen de la camarera.
Les llegó un soplo e identificaron al tipo de las mantequerías Challenge. Se llamaba Tom Moore. La noche en que Bobbie había sido estrangulada se encontraba en su lugar de trabajo.
El 14 de febrero dos agentes de la zona este de Los Ángeles detuvieron a un payaso llamado Walter Eldon Bosch. Siguiendo una pista, lo sorprendieron en una habitación de motel mientras hacía llamadas telefónicas obscenas y se la cascaba. Comprobaron sus explicaciones y lo descartaron como sospechoso.
El 17 de febrero la patrulla de Norwalk detuvo a un tipo llamado Eugene Thomas Friese. Dos agentes lo sorprendieron mientras arrastraba a una mujer hacia un callejón. Friese tenía un historial de violador que se remontaba a 1951. El hombre pasó por el detector de mentiras en relación con el caso de Bobbie Long. Según el experto, la prueba «no había resultado concluyente».
El 29 de marzo llegó un nuevo soplo. Lo recibió la brigada de Temple City. Una mujer llamada Evelyn Louise Haggin denunciaba que un hombre llamado William Clifford Epperly la había secuestrado, violado y sometido a toda clase de perversiones sexuales. Harry Andre habló con Evelyn Louise Haggin, quien dijo que Epperly la había dejado inconsciente. La mujer no tenía marcas en el cuello. Según declaró, habían hecho el amor un par de veces antes de que el hombre la violara. Andre habló con Epperly. El hombre dijo que acababa de cumplir un año de condena. Había estado en prisión desde el 20 de febrero del 58 hasta el 8 de febrero del 59. Andre confirmó las fechas y descartó a Epperly como sospechoso.
Encontraron al socio de Eddie Vince y también lo descartaron. Siguieron el rastro de Bobbie Long hasta Nueva Orleans y Miami sin obtener respuestas concretas. El caso Long dejó de chisporrotear y quedó inactivo.
El 15 de marzo de 1960 recibieron otra confidencia. Dos desgraciados secuestraron a una adolescente. La forzaron en su camioneta y se la llevaron a la montaña. La violaron, se corrieron sobre ella y la obligaron a hacerles una mamada. Luego, la soltaron. La chica contó lo sucedido a sus padres y éstos llamaron a la comisaría de San Dimas. La chica habló con dos detectives de la brigada. Describió a los asaltantes. Uno de los tipos respondía a la descripción de un chiflado del pueblo llamado Robert Elton Van Gaasbeck. Los detectives llevaron a la chica al apartamento de Van Gaasbeck. Ella identificó al hombre y también la camioneta, una Ford del 59. Van Gaasbeck delató a su compinche, Max Gaylord Stout.
Harry Andre encerró a Van Gaasbeck y a Stout. Pero los exoneró de cualquier responsabilidad en los casos Bobbie Long y Jean Ellroy.
El 29 de junio les transmitieron otra información. Un mexicano había intentado violar a una mujer en un aparcamiento de camiones, en Azusa. La víctima se llamaba Clarisse Pearl Heggesvold.
El mexicano había entrado en el remolque de la mujer y la había sacado de él a tirones. La arrastró detrás del vehículo y le arrancó el vestido y las bragas. «Me vas a dar un poco de eso», había murmurado. La víctima empezó a gritar y su vecina, Sue Sepchenko, acudió corriendo y empezó a golpear al mexicano con el palo de la escoba. El mexicano soltó a Clarisse Pearl Heggesvold y corrió hacia Sue Sepchenko. Clarisse Pearl Heggesvold arrancó del suelo varios adoquines y los arrojó contra el coche del individuo, un Buick de dos puertas blanco y rojo, del 55, matrícula MAG-780. Las piedras rompieron el parabrisas y dos cristales de un costado. El mexicano subió a toda prisa al coche y escapó. Sue Sepchenko llamó a la comisaría de San Dimas. Informó del accidente y dio el número de matrícula del sospechoso. Los agentes de tráfico investigaron los datos y detuvieron al propietario del vehículo. Charles Acosta Linares, alias Rex.
Al Sholund se encargó de comprobar la información. Encerró a Linares pero lo soltó enseguida. Linares era obeso y manifiestamente psicótico.
El 27 de julio recibieron otro soplo. Un tipo llamado Raymond Todd Lentz había irrumpido en una casa de La Puente completamente desnudo. Encontró a Donna Mae Hazleton y a Richard Lambert Olearts dormidos en el sofá del salón. Donna Mae y Richard despertaron. Lentz salió corriendo. Richard llamó a la comisaría de San Dimas. Unos agentes de patrulla encontraron a Lentz y lo detuvieron. Lentz declaró que había estado bebiendo con el ex esposo de Donna Mae y que sabía que la mujer acababa de divorciarse. Había pensado que podría entrar en la casa y acostarse con ella. Estaba casado, pero su mujer esperaba un hijo y no podía complacerlo.
Claude Everley interrogó a Lentz y lo descartó como sospechoso en tiempo récord.
En mayo del 62 una mujer fue estrangulada en Baldwin Park. El caso quedó sin aclarar. Se trataba de un estrangulamiento de manual. Parecía un trabajo rápido: asfixiar y largarse. Prácticamente no guardaba parecido con las muertes de Jean Ellroy y de Bobbie Long.
El 29 de julio del mismo año se produjo un intento de violación. La víctima se llamaba Margaret Jane Telsted. El violador era un tal Jim Boss Bennett. Se habían conocido en el Torch Bar de Glendora.
Bennett y la señorita Telsted tomaron unas cervezas juntos, luego, él la invitó a su apartamento de La Puente. Fueron hasta allí en el coche de ella. Tomaron una cerveza en la cocina. Bennett condujo a la señorita Telsted hasta el dormitorio y, una vez allí, la arrojó sobre la cama. «Vamos, has estado casada y sabes lo que quiero», le dijo. La chica respondió: «No soy una fulana.» Bennett la golpeó en el pecho y le arrancó los pantalones, la blusa y las bragas. Él se desnudó y dejó a la vista sus partes pudendas. Dijo que quería follar. Arrojó al suelo a la señorita Telsted, la obligó a abrirse de piernas y consiguió penetrarla ligeramente. La mujer se resistió. Bennett le golpeó la cabeza contra el suelo, pero siguió sin conseguir una penetración completa.
La señorita Telsted se refugió en un dormitorio contiguo y vio a un hombre dormido en la cama. Huyó a la cocina. Benett le dio alcance. Ella dijo que se sometería a sus deseos si le permitía vestirse y mover el coche de sitio. Dijo que su ex esposo podía andar al acecho y quería ser discreta. Bennett accedió. La señorita Telsted se puso la ropa y salió de la casa. Bennett la siguió. La mujer subió al coche. Bennett intentó impedírselo. El perro salió de la casa y dedicó un gruñido a su dueño. Bennett retrocedió. El perro saltó al coche y se sentó al lado de la señorita Telsted. Ésta se dirigió hacia la comisaría de policía de West Covina e informó del incidente. Se llevó al perro a casa con ella.
Los agentes de West Covina llamaron a la comisaría de San Dimas y trasmitieron la denuncia. Dos detectives fueron a casa de Jim Boss Bennett. Lo condujeron a la comisaría y lo encerraron. El hombre negó las acusaciones de Margaret Telsted. Según sus palabras, en ningún momento había llegado a estar dentro de ella. Los detectives formularon cargos contra él. Después, sometieron a Bennett a una investigación exhaustiva. Creyeron encontrar cierto parecido entre Bennett y el retrato robot realizado hacía ya tanto tiempo. Llamaron a la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff y lo señalaron como sospechoso de asesinato.
Ward Hallinen se acercó a la comisaría de San Dimas. Desde detrás de un falso espejo, observó a Jim Boss Bennett. Guardaba cierto parecido con el sospechoso de la muerte de Jean Ellroy. Buscó a Bennett en el registro de vehículos y en el de antecedentes penales.
Ambas consultas obtuvieron rápida respuesta.
Bennett no tenía vehículos registrados a su nombre, pero sí un prontuario que ocupaba dos páginas.
Había nacido hacía cuarenta y cuatro años en Norman, Oklahoma. Desde 1942 había sido condenado varias veces por asalto. También lo habían denunciado por conducir en estado de ebriedad, el 16/3/57 y el 7/7/57. Esta última denuncia se había producido en el cercano Baldwin Park.
Bennett conducía un Mercedes del 47 y había estado a punto de llevarse por delante a seis peatones frente a la sala de baile Jubilee. Una patrulla lo había perseguido. Bennett había desviado el coche a un terraplén sin asfaltar, había detenido el vehículo y había salido de él trastabillando. Las dos agentes le echaron el guante antes de que cayese al suelo. El tipo se resistió al arresto y tuvo que ser reducido por la fuerza.
También había sido detenido por agresión, el 22/2/58. El hecho había tenido lugar en la sala de conciertos VFW, en el cercano Baldwin Park.
Bennett estaba bailando con una mujer llamada Lola Reinhardt y de pronto, sin motivo aparente, empezó a gritarle. Le dijo que quería marcharse de inmediato. La señorita Reinhardt se negó. Bennett la arrastró fuera y la obligó a subir al coche a empujones.
La abofeteó y le gritó. «O me matas, o te mato», exclamaba. Un hombre llamado Lester Kendall se acercó al coche. Bennett rodeó con un brazo el cuello de la señorita Reinhardt e intentó asfixiarla. Kendall agarró a Bennett. La mujer se desasió. Alguien llamó a la comisaría de Temple City. Llegó una patrulla y un agente detuvo a Jim Boss Bennett.
Hallinen hizo una comprobación en las empresas de servicios públicos. Encontró seis direcciones anteriores de Jim Boss Bennett.
Había vivido en Baldwin Park, en El Monte y en La Puente. Sus antecedentes laborales mostraban grandes lagunas entre un empleo y el siguiente. Había trabajado en Hallfield's Ceramics y en United Electrodynamics. Era peón, tractorista y electricista. Estaba casado con una mujer llamada Jessie Stewart Bennett. De vez en cuando vivían juntos.
Hallinen tomó declaración a Bennett. En ningún momento mencionó a Bobbie Long ni a Jean Ellroy. Habló de lo sucedido en el VFW. Bennett contradijo la declaración de Lola Reinhardt. Dijo que un chiflado le había roto las ventanillas del coche con una botella de Coca-Cola. Otro tipo le había reventado el parabrisas de un puñetazo. Lo que decía Bennett no tenía sentido.
Hallinen decidió hacer una rueda de identificaciones con cinco hombres. Telefoneó a Margie Trawick y le dijo que estuviera pendiente del asunto. Localizó a Lavonne Chambers en Reno, Nevada. Trabajaba de crupier en un casino, pero accedió a tomar un avión y presentarse. Hallinen le aseguró que la Oficina del Sheriff correría con los gastos.
Encontró cuatro presos internados en cárceles del condado cuyas características físicas coincidían con las del retrato robot. Todos accedieron a participar en la rueda de identificación.
Llegó Lavonne. Hallinen la recogió en el aeropuerto y la llevó a la comisaría de Temple City. Llegó Margie Trawick.
En la sala de interrogatorios había cinco hombres de pie, uno al lado del otro. Jim Boss Bennett ocupaba el lugar número dos.