The Unknown University (28 page)

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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
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LA PISTOLA EN LA BOCA

Biombo de pelo rubio, detrás el jorobadito dibuja piscinas, ciudades
dormitorio, alamedas vacías.
La delicadeza estriba en los ademanes adecuados para
cada situación.
El jorobadito dibuja una persona gentil.
«Me quedé bocarriba en la
cama, chirriar de grillos y alguien que recitaba a Manrique.» Árboles secos de
agosto, escribo para ver qué pasa con la inmovilidad y no para gustar.
¡Una persona
gentil!
Sea el arte o la aventura de cinco minutos de un muchacho corriendo
escaleras arriba.
«Escapó al ojo del autor mi despedida.» Un ah y un ay y postales
de pueblos blancos.
El jorobadito se pasea por la piscina vacía, se sienta en la
parte más honda y saca un cigarrillo.
Pasa la sombra de una nube, una araña se
detiene junto a su uña, expele el humo.
«La realidad apesta.» Supongo que todas las
películas que he visto de nada me servirán cuando me muera.
Escena de ciudades
dormitorio vacías, el viento levanta periódicos viejos, costras de polvo en bancos y
restaurantes.
La guerra la he tenido en mí mismo desde hace tiempo, de ahí que
no me afecte interiormente
, escribió Klee.
¿Vi por primera vez al
jorobadito en México D.F.?
¿Era Gaspar el que contaba historias de policías y
ladrones?
Le pusieron la pistola en la boca y con dos dedos le taparon la nariz .
.
.
Tuvo que abrir la boca para respirar y entonces empujaron el cañón hacia dentro .
.
.
En el centro del telón negro hay un círculo rojo .
.
.
Creo que el tipo dijo
mamá
o
mierda
, no sé .
.
.

 

THE GUN TO HIS MOUTH

Screen of blond hair, behind it the hunchback draws swimming pools,
commuter towns, empty boulevards.
Tact stems from proper behavior in each situation.
The hunchback draws a kind person.
“I lay there on my back in bed, crickets chirping
and someone reciting Manrique.”
Parched trees of August, I write to understand
stillness, not to please.
A kind person!
Whether it’s art or a five-minute adventure
of a boy running up some stairs.
“My departure escaped the author’s eye.”
An
ah
, and an
oh
, and postcards from white towns.
The hunchback
strolls down the empty pool, sits in the deep end, and selects a cigarette.
The
shadow of a cloud passes, a spider pauses next to his fingernail, he expels smoke.
“Reality is a drag.”
I suppose all the movies I’ve seen will be worthless to me when
I die.
Scene of an empty commuter town, old newspapers blowing in the wind, dust
crusted on benches and restaurants.
I have long had this war inside me, which is
why it doesn’t affect me internally
, wrote Klee.
Was it in Mexico City that
I saw the hunchback for the first time?
Was it Gaspar who told stories about cops
and robbers?
They put the gun to his mouth and pinched his nose .
.
.
He had to open
his mouth to breathe and then they shoved the barrel in .
.
.
In the center of the
black curtain there’s a red circle .
.
.
I think the man said
mama
or
shit
, I don’t know .
.
.

 

GRANDES OLAS PLATEADAS

El poeta estuvo en este camping.
Esa tienda que ves allí fue su tienda.
Entra.
Está llena de viento.
En aquel árbol encendió un cigarrillo.
Desde donde
estamos podía verse la transpiración que le cubría el rostro.
En su barbilla se
formaban gruesas gotas que luego caían en la hierba.
Aquí, toca, entre estos
matorrales él durmió durante horas.
El poeta entró al bar y bebió una cerveza.
Pagó
con dinero francés y metió el cambio en el bolsillo sin contarlo.
Hablaba
perfectamente español.
Tenía una cámara fotográfica que ahora está en los almacenes
de la policía.
Pero nadie le vio jamás tomar una foto.
Paseaba por la playa al
atardecer.
En esa escena la playa adquiría tonalidades pálidas, amarillo pálido, con
manchas vagamente doradas.
El poeta se deslizó sobre la arena.
La única banda sonora
era la tos seca y obsesiva de una persona a quien nunca pudimos ver.
Grandes olas
plateadas, el poeta de pie en la playa, sin zapatos y la tos.
¿Hace mucho él también
fue feliz dentro de una tienda?
Supongo que debe existir una escena donde él está
encima de una muchacha delgada y morena.
Es la noche de un camping desierto, en el
interior de Portugal.
La muchacha está bocabajo y él se lo mete y saca mientras le
muerde el cuello.
Después la voltea.
Ajusta las rodillas de ella entre sus axilas y
ambos se vienen.
Al cabo de una hora volvió a montarla.
(O como dijo un chulo del
Distrito V: «pim pam pim pam hasta el infinito».) No sé si estoy hablando de la
misma persona.
Su cámara está ahora en los almacenes de la policía y tal vez a nadie
se le ha ocurrido revelar los carretes.
Pasillos interminables, de pesadilla, por
donde avanza un técnico gordo de la Brigada de Homicidios.
Han apagado la luz roja,
ahora puedes entrar.
El rostro del policía se distiende en algo así como una
sonrisa.
Por el fondo del pasillo avanza la silueta de otro policía.
Éste recorre el
tramo que lo separa de su compañero y luego ambos desaparecen.
Al quedar
vacío
el color gris del pasillo titila o tal vez se hincha.
Luego
aparece la silueta de un policía en el otro extremo, avanza hasta quedar en primer
plano, se detiene, por el fondo aparece otro poli.
La sombra avanza hasta la sombra
del poli en primer plano.
Ambos desaparecen.
La sonrisa de un técnico de la Brigada
de Homicidios vigila estas escenas.
Mejillas gordas empapadas de sudor.
En las
fotografías no hay nada.
(Intento de aplauso frustrado.) «Llamen a alguien, hagan
algo» .
.
.
«Una maldita tos recorriendo la playa» .
.
.
«La tienda llena de viento
como un gato disecado» .
.
.
«Todo se destroza» .
.
.
«Rostros escenas libres
kaputt» .
.
.

 

BIG SILVER WAVES

The poet stayed here.
That tent you see there was his tent.
Go on in.
It’s full of rope.
He lit a cigarette under that tree.
From where we’re standing you
could see his face covered in sweat.
Big drops formed on his chin and dripped onto
the grass.
Here, feel, he slept for hours in the weeds here.
The poet came into the
bar and had a beer.
He paid with French money and put the change in his pocket, not
counting it.
He spoke perfect Spanish.
He had a camera that the police took as
evidence.
But no one ever saw him take a photo.
He walked on the beach in the
evening.
In this scene, the beach looks pale, pale yellow, with faintly golden
splotches.
The poet slid across the sand.
The only soundtrack was the dry obsessive
cough of a person we could never see.
Big silver waves, the poet standing on the
beach, barefoot, and the cough.
A long time ago was he happy in a tent too?
I guess
there must be a scene where he’s on top of a thin brown girl.
It’s nighttime in a
deserted campground, somewhere in Portugal.
The girl is on her stomach and he moves
in and out of her, biting her neck.
Then he turns her over.
He lifts her knees into
his armpits and they both come.
An hour later he’s on top of her again.
(Or as a
District V pimp says: “wham bam wham bam times infinity.”) I don’t know whether I’m
talking about the same person.
His camera is in some evidence locker now and maybe
no one’s thought to develop the film.
Endless hallways, nightmarish, along which
strides a fat tech from the Homicide Squad.
The red light is off now, you can come
in.
The policeman’s face relaxes into something like a smile.
From the end of the
hallway the silhouette of another policeman approaches.
He crosses the stretch that
separates him from his colleague and then both of them disappear.
Empty
now, the gray of the hallway flickers or maybe it swells.
Then the silhouette of a
policeman appears at the other end, advances until he’s in the foreground, pauses.
In the background another cop appears.
The shadow moves toward the shadow of the cop
in the foreground.
Both disappear.
The smile of a tech from the Homicide Squad keeps
watch over these scenes.
Fat cheeks drenched in sweat.
There’s nothing in the
photographs.
(A stifled attempt at applause.) “Call someone, do something” .
.
.
“A
fucking cough echoing across the beach” .
.
.
“The tent full of rope like a
dissected cat” .
.
.
“Everything is wrecked” .
.
.
“Faces stray scenes kaput” .
.
.

 

LOS MOTOCICLISTAS

Imagina la situación: la desconocida se oculta en el descansillo de la
escalera.
Es un edificio viejo, mal iluminado y con ascensor de rejilla.
Detrás de
la puerta un tipo de unos 40 años murmura, con acento de confesión, que también a él
lo persigue Colan Yar.
El tinglado marrón y negro desaparece casi instantáneamente
dando paso a un panorama largo, profundo, con tiendas de techos multicolores.
Después: árboles verde oscuro.
Después: cielo rojo y nublado.
¿Un muchacho dormía en
aquellos momentos dentro de la tienda de campaña?
¿Soñando Colan Yar, coches
policiales detenidos frente a un edificio humeante, malhechores de 20 años?
«Toda la
mierda del mundo» o bien: «Un camping debe ser lo más parecido al Purgatorio», etc.
Con manos temblorosas y secas apartó los visillos.
Abajo los motociclistas
encendieron los motores y se piraron.
Murmuró «muy lejos» y apretó los dientes.
Rubias gordas, jóvenes andaluzas seguras de gustar y entre ellas la muchacha
desconocida, su boca de guillotina, paseando por el pasado y el futuro como un
rostro cinematográfico.
Imaginé mi cuerpo abandonado en el campo, a pocos metros del
pueblo.
Un campista me descubrió, paseaba y fue él quien avisó a la policía.
Ahora,
bajo el cielo nublado, me rodean hombres de uniformes azules y blancos.
Guardias
civiles, fotógrafos de periódicos sensacionalistas o tal vez sólo turistas
aficionados a fotografiar cadáveres.
Curiosos y niños.
No es el Paraíso pero se le
parece.
La muchacha baja las escaleras lentamente.
Abrí la puerta del consultorio y
corrí escaleras abajo.
En las paredes vi ballenas furiosas, un alfabeto
incomprensible.
El ruido de la calle me despertó.
En la acera de enfrente un tipo se
puso a gritar y luego a llorar hasta que llegó la policía.
«Un cadáver en las
afueras del pueblo» .
.
.
«Se pierden los motociclistas por la carretera» .
.
.
«Nadie volverá a cerrar esta ventana» .
.
.

 

THE MOTOCICLISTAS

Imagine the situation: the nameless girl hiding on the landing — it’s an
old building, poorly lit, with an open-grille elevator.
Behind the door a man of
about 40 whispers, in a confessional tone, that he, too, is being chased by Colan
Yar.
The brown-and-black opening shot vanishes almost instantly, giving way to a
long, deep panorama — stores with multi-colored roofs.
Then: dark green trees.
Then: red sky with clouds.
Was a kid asleep in the tent just then?
Dreaming of Colan
Yar, police cars parked in front of a smoldering building, 20-year-old criminals?
“All the shit in the world,” or: “A campground should be the closest thing to
Purgatory,” etc.
With dry, trembling hands he pushed back the curtains.
Below, the
motorcyclists revved their engines and took off.
He whispered “very far away” and
clenched his teeth.
Fat blondes — young women from Andalucia confident of their
appeal — and among them the nameless girl, with her guillotine mouth, strolling
through the past and the future like a movie face.
I imagined my body tossed away in
the countryside, just a few yards from the town.
A camper, out for a walk, found me,
he was the one who alerted the police.
Now, under the cloudy sky, I’m surrounded by
men in blue and white uniforms.
The
guardia civil
and tabloid
photographers, or maybe just tourists whose hobby is taking pictures of dead bodies.
Gawkers and children.
It isn’t Paradise, but it’s close.
The girl goes slowly down
the stairs.
I opened the office door and ran downstairs.
On the walls I saw furious
whales, an incomprehensible alphabet.
The street noise woke me up.
On the opposite
sidewalk a man yelled and then wept until the police came.
“A body just outside of
town” .
.
.
“The motorcyclists are lost on the highway” .
.
.
“No one will ever
close this window again” .
.
.

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