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Authors: James Joyce

Tags: #Narrativa, #Clásico

Ulises (107 page)

BOOK: Ulises
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En la calle pavimentada a que se acercaban sin dejar de hablar, más allá de las cadenas colgantes, un caballo, uncido a una barredora, avanzaba sobre los adoquines, levantando una larga cinta de porquería, de modo que con el ruido Bloom no estuvo completamente seguro de si había oído bien la alusión a las sesenta y cinco guineas y a John Bull. Preguntó si John Bull era la celebridad política de tal nombre, ya que le llamaban la atención los dos nombres idénticos, como coincidencia chocante.

Junto a la cadena, el caballo torció lentamente para volver, al percibir lo cual, Bloom, que se mantenía alerta como de costumbre, tiró suavemente de la manga al otro, observando jocosamente:

—Nuestras vidas están en peligro esta noche. Cuidado con la apisonadora.

Ante lo cual se detuvieron. Bloom miró a la cabeza del caballo, que no valía en absoluto sesenta y cinco guineas, repentinamente en evidencia en la sombra, muy cerca, de modo que parecía nuevo, un agrupamiento diferente de huesos e incluso carne, porque palpablemente era un cuadrupedante, un sacudeancas, un negronalgado, un sacudecolas, un cuelgacabeza, avanzando la pata trasera mientras el señor de su creación estaba encaramado allá arriba, ocupado en sus pensamientos. Pero un pobre bruto tan bueno, sentía mucho no tener un terrón de azúcar, pero, como reflexionó juiciosamente, difícilmente se podía estar preparado para toda emergencia que pudiera presentarse. No era más que un gran caballo estúpido nervioso de cabeza balanceante, sin pensar nada dos veces. Pero incluso un perro, reflexionó, por ejemplo ese chucho en Barney Kiernan, del mismo tamaño, sería un horror de encararse con él. Pero no era culpa de ningún animal en particular el estar construido de esa manera, como el camello, nave del desierto, destilando uvas en la joroba hasta hacerlas whisky irlandés. Nueve décimas partes de todos ellos podían enjaularse o domesticarse, nada más allá del arte del hombre excepto las abejas: la ballena, con un arpón pin pon; el caimán, hacerle cosquillas en la cola y sigue la broma; trazar un círculo de tiza para el gallo; el tigre, mi ojo de águila. Esas oportunas reflexiones respecto a los brutos del campo ocupaban su mente, algo distraída de las palabras de Stephen, mientras la nave de la calle maniobraba y Stephen seguía hablando de aquellas interesantísimas viejas…

—¿Qué es lo que iba diciendo? ¡Ah, sí! Mi mujer —indicó, lanzándose
in medias res
— tendría el mayor placer en conocerle, ya que es apasionadamente aficionada a toda clase de música.

Miraba de medio lado de modo amistoso al perfil de Stephen, imagen de su madre, que no era nada parecido al acostumbrado tipo de chulo al que sin duda persiguen todas, porque quizá no había nacido para eso.

Sin embargo, suponiendo que tuviera el don de su padre, como él más que sospechaba, eso abría nuevas perspectivas a su mente, tales como el concierto de Lady Fingall a beneficio de la industria, el lunes anterior, y la aristocracia en general.

Él iba ahora trazando exquisitas variaciones sobre un aria
La juventud acaba aquí
de Jans Pieter Sweelinck, un holandés de Ámsterdam, de donde son las
frow
. Aún más le gustaba una vieja canción alemana de Johannes Jeep sobre el mar claro y las voces de las sirenas, dulces asesinas de los hombres, lo que desconcertó un poco a Bloom:

Von der Sirenen Listigkeit
Tun die Poeten Dichten.

Esos compases de entrada cantó y tradujo
ex tempore
. Bloom, asintiendo, dijo que comprendía perfectamente y le rogó que siguiera adelante sin falta.

Una voz de tenor tan fenomenalmente hermosa como ésa, el más raro de los dones, que Bloom apreció desde la primera nota que emitió, fácilmente podría, si la manejara adecuadamente alguna autoridad reconocida en emisión vocal, tal como Barraclough, y por añadidura sabiendo leer música, fijar su propio precio donde los barítonos andaban a diez el penique, y obtenerle a su afortunado poseedor, en un próximo futuro, la entrada en casas elegantes en los mejores barrios residenciales, de magnates financieros metidos en grandes negocios y gente con título, donde, con su título universitario de licenciado en letras (una buena publicidad a su manera) y sus modales de caballero para reforzar la buena impresión, sin falta obtendría un éxito marcado, disfrutando de una inteligencia que también podía utilizarse para el propósito, así como otros requisitos, si se tuviera apropiado cuidado de su ropa, para abrirse paso mejor en las buenas gracias de ellos, ya que él, juvenil aprendiz en las minucias sartoriales de la sociedad, apenas comprendía cómo una cosita así podía militar contra uno. En efecto, era sólo cuestión de meses, y podía prever fácilmente que participaría en sus conversaziones musicales y artísticas, durante las festividades de la época navideña, preferentemente, causando un leve escalofrío entre los palomares del bello sexo y siendo llevado a las nubes por las señoras en busca de sensaciones, casos que, como a él mismo le constaba, se habían dado, de hecho, sin necesidad de presumir, él mismo en otros tiempos, si hubiera querido, podría fácilmente haber… Añadido a lo cual, por supuesto, estaría el emolumento pecuniario, nada como para hacerle ascos, corriendo parejas con sus honorarios de enseñanza. No es que, parentesizó, en obsequio al sucio lucro hubiera necesariamente de abrazar la carrera lírica como camino en la vida por un prolongado espacio de tiempo, pero sí que era un paso en la dirección apropiada, no cabe, discusión, y tanto en lo monetario como en lo mental no implicaba ningún desdoro para su dignidad en lo más mínimo y muchas veces resultaba extraordinariamente conveniente recibir un cheque en un momento de necesidad cuando cualquier pequeñez ayuda. Además, aunque el gusto se había echado a perder recientemente hasta cierto punto, una música original como ésa, diferente del sendero trillado, rápidamente encontraría gran éxito, ya que sería una decidida novedad para el mundo musical de Dublín después de la acostumbrada serie rutinaria de pegadizos solos de tenor propinados al benévolo público por Ivan St. Austell y Hilton St. Just y su
genus omne
. Sí, sin sombra de duda, con todas las cartas en la mano, sí podía, y tenía una oportunidad capital de hacerse un nombre y obtener un elevado lugar en la estima de la ciudad, donde podría exigir una cifra ambiciosa y, con reservas anticipadas, dar un concierto solemne para los frecuentadores del salón de la calle King, si había un promotor, si aparecía alguien para darle una patada escaleras arriba, como quien dice, un gran «si», sin embargo, con algún impulso de allá-va-eso para obviar la inevitable procrastinación en que a menudo tropieza un benjamín mimado por la gloria, y no era necesario que eso disminuyera ni una jota de lo demás ya que, siendo dueño y señor de sí mismo, tendría montones de tiempo en que practicar la literatura en sus momentos libres cuando deseara hacerlo así sin que eso interfiriera con su carrera vocal ni contuviera en absoluto nada derogatorio, ya que el asunto era de su sola incumbencia. En realidad, la iniciativa estaba en sus manos y ésa era la razón precisa por la que el otro, dotado de una nariz extraordinariamente capaz de oler por donde soplaba el viento, se le aferraba como una lapa.

El caballo precisamente entonces estaba… y después, en oportunidad propicia se proponía (él, Bloom), sin entrometerse de ningún modo en sus asuntos particulares bajo el principio de que
los locos se aventuran allá donde los ángeles
, le aconsejaba que cortara su conexión con cierto facultativo en ciernes, quien, según advertía, era propenso a denigrarle, e incluso, en cierta ligera medida, con cualquier pretexto jocoso, no estando presente, a deprecarle o como se quisiera llamarlo, lo cual, en la humilde opinión de Bloom, arrojaba una luz negativa sobre ese lado en sombra del carácter de una persona, sin ánimo de hacer un juego de palabras.

El caballo, habiendo llegado al punto de quemar su último cartucho, como quien dice, se detuvo, y levantando en alto una orgullosa cola empenachada, contribuyó con su cuota dejando caer en el suelo, que la barredora pronto cepillaría y limpiaría, tres humeantes esferas de boñigas. Lentamente, tres veces, una tras otra, desde su rebosante grupa, soltó su inmundicia. Y su conductor, humanitario, aguardó hasta que él (o ella) acabara, paciente en su carro falcado.

Bloom, aprovechando ese
contretemps
, emparejado con Stephen, pasó por la abertura de las cadenas, dividida por una barra, y, saltando por encima de una playa de suciedad, cruzó hacia la calle Lower Gardiner, ahora cantando Stephen, más animadamente, pero no en voz alta, el final de la balada:

Und alle Schiffe brücken.

El conductor no dijo palabra, ni buena ni mala ni indiferente. Simplemente observó las dos figuras,
sentado en su carretela
, las dos negras, una maciza, otra flaca, andando hacia el puente de la vía férrea,
a que los casara el Padre Maher, tralará
. Andando, a veces se paraban y echaban a andar otra vez, mientras seguían su
tête-à-tête
(del que, por supuesto, él estaba completamente al margen), sobre sirenas, enemigas de la razón del hombre, mezcladas con otros temas de la misma categoría, usurpadores, casos históricos de esa especie, mientras que el hombre de la barredera o igual se podría llamar dormidera, no podía oírles porque simplemente estaban muy lejos, y simplemente él seguía sentado en su asiento cerca del final de la calle Lower Gardiner y
seguía con la mirada su carretela, tralará
.

[17]

¿Qué caminos paralelos siguieron Bloom y Stephen al volver?

Arrancando juntos los dos, a paso normal de camino, desde Beresford Place, siguieron, en este orden, las calles Lower Gardiner y Middle Gardiner, y Mountjoy Square, al oeste: entonces, a paso reducido, ambos doblando a la izquierda, Gardiner Place, por inadvertencia, hasta la esquina de allá de la calle Temple, al norte: luego, a paso reducido por interrupciones de altos, doblando a la derecha, por la calle Temple, al norte, hasta Hardwicke Place. Acercándose, separados, a cómodo paso de camino, cruzaron ambos la plaza redonda delante de la iglesia de San Jorge, siguiendo un diámetro, ya que en cualquier círculo la cuerda es menor que el arco que subtiende.

¿De qué deliberó el duunvirato durante su itinerario?

Música, literatura, Irlanda, Dublín, París, la amistad, la mujer, la prostitución, la alimentación, la influencia de la luz de gas o la luz de arco voltaico en el crecimiento de los paraheliotrópicos árboles adyacentes, la exhibición de cubos de basura municipales para emergencias, la Iglesia Católica Romana, el celibato eclesiástico, la nación irlandesa, la educación jesuítica, las carreras, el estudio de la medicina, el día de ayer, el maléfico influjo de la víspera de fiesta, el desmayo de Stephen.

¿Descubrió Bloom factores comunes de semejanza entre sus respectivas reacciones, parecidas y diferentes, ante la experiencia?

Ambos eran sensibles a las impresiones artísticas, las musicales con preferencia a las plásticas o pictóricas. Ambos preferían una manera de vida continental a otra insular, un lugar de residencia cisatlántico a un lugar transatlántico. Ambos, endurecidos por la temprana educación doméstica y por una heredada tenacidad de resistencia heterodoxa, profesaban su incredulidad en diversas ortodoxas doctrinas religiosas, nacionales, sociales y éticas. Ambos admitían la influencia, alternativamente estimulante y obtundente, del magnetismo heterosexual.

¿Eran divergentes sus opiniones en algunos puntos?

Stephen disentía abiertamente de las opiniones de Bloom sobre la importancia de la autosuficiencia alimenticia y cívica mientras que Bloom disentía tácitamente de las opiniones de Stephen sobre la eterna afirmación del espíritu del hombre en la literatura. Bloom asentía ocultamente a la rectificación, por Stephen, del anacronismo implicado en asignar la fecha de la conversión de la nación irlandesa del druidismo al cristianismo, por Patricio, hijo de Calporno, hijo de Potito, hijo de Odisso, enviado por el papa Celestino I el año 432 durante el reinado de Leary, desplazándola al año 260 aproximadamente durante el reinado de Cormac MacArt († 266 D. C.) que se ahogó por imperfecta deglución de alimentos en Sletty y fue inhumado en Rossnaree. El desmayo que Bloom atribuía a inanición gástrica y a ciertos compuestos químicos de diversos grados de adulteración y de fuerza alcohólica, acelerados por el ejercicio mental y la velocidad del rápido movimiento circular en una atmósfera relajante, Stephen lo atribuía a la reaparición de una nube matutina (percibida por ambos desde dos puntos diferentes de observación, Sandycove y Dublín) al principio no mayor que una mano de mujer.

¿Hubo un punto en que sus opiniones fueran iguales y negativas?

La influencia de la luz de gas o luz eléctrica en el crecimiento de los paraheliotrópicos árboles adyacentes.

¿Había discutido Bloom temas semejantes durante perambulaciones nocturnas en el pasado?

En 1884 con Owen Goldberg y Cecil Turnbull de noche en vías públicas entre Longwood Avenue y Leonard’s Corner, y Leonard’s Corner y la calle Synge, y la calle Synge y Bloomfield Avenue. En 1885 con Percy Apjohn, en los anocheceres, apoyados contra la pared entre Gibraltar Villa y Bloomfield House en Crumlin, baronía de Uppercross. En 1886 ocasionalmente con conocidos casuales y posibles compradores, en umbrales de puertas, salitas de recibir, y coches ferroviarios de tercera clase de líneas suburbanas. En 1888 frecuentemente con el comandante Brian Tweedy y su hija la señorita Marion Tweedy juntos y por separado en el diván de la casa de Matthew Dillon en Roundtown. Una vez en 1892 y otra vez en 1893 con Julius (Juda) Mastiansky, en ambas ocasiones en la salita de su casa (la de Bloom) en la calle Lombard West.

¿Qué reflexión referente a la sucesión irregular de las fechas 1884, 1885,1886, 1888, 1892, 1893, 1904, hizo Bloom antes de que llegaran a su destino?

Reflexionó que la progresiva extensión del campo de desarrollo y de experiencia del individuo iba regresivamente acompañada por una restricción en el recíproco terreno de las relaciones interindividuales.

¿Cómo en qué sentidos?

De la inexistencia a la existencia, él llegó a muchos y fue recibido como uno: existencia entre existencias, era con cada cual como cada cual con cada cual: de existencia a no existencia pasado, sería por todos percibido como ninguno.

¿Qué acción realizó Bloom a la llegada a su destino?

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