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Authors: Brian Lumley

Vampiros (64 page)

BOOK: Vampiros
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—Tranquila, Zek, tranquila.

Con ojos enloquecidos, Zek se echó atrás. El la asió de los brazos.

—He dicho que estés tranquila. Si corres de esa manera, puedes hacerte daño.

—¡Tú… tú los
mandas
! —lo acusó ella.

Él le respondió.

—No; yo sólo los he llamado. No he provocado sus acciones. Hacen esto por su propia voluntad.

—¿Y qué es lo que hacen?

Miró atrás, desalentada, hacia el castillo arruinado, donde sombras locas y furiosas luchaban y desgarraban. Miró ahora hacia el camino. Gerenko había esquivado de alguna manera las acometidas de Gulhárov (gracias a sus facultades, naturalmente), pero el muerto lo seguía, cojeando. El viento azotaba a Gulhárov, amenazando con arrojarlo de nuevo al abismo, y las zarzas le arañaban las piernas, tratando de hacerlo caer…, pero él continuaba su persecución.

—Nada puede dañar a ése —farfulló Zek—. Vivos o muertos, los hombres sólo son hombres. No pueden tocarlo.

—Pero
puede
sufrir algún daño —dijo Harry—. También puede asustarse y cometer una imprudencia. Está oscureciendo; aquella cornisa es estrecha y peligrosa; es fácil sufrir un accidente. Esto es lo que esperan mis amigos, ¡que haya un accidente!

—¡Tus… amigos! —gritó histérica ella.

Sonaron disparos en las ruinas y se oyeron los gritos de Dolgikh. Pero no gritaba simplemente sino que aullaba como una bestia aterrorizada, pues acababa de descubrir que no se podía matar a los muertos. Harry tapó los oídos a Zek e hizo que apoyase la cabeza en su hombro y enterrase la cara en su cuello. No quería que ella viese ni oyese. Tampoco quería ver ni oír
él
, y por esto miraba por encima de la garganta, a lo lejos.

Más débil de lo que nunca se había sentido en su vida, debilitado por el terror, Theo Dolgikh estaba siendo arrastrado hacia el borde de la pendiente casi vertical. Mijaíl Volkonsky, por su parte, era tan vigoroso como había sido en vida, y ya no sentía dolor. Rodeando el cuello de Dolgikh con su brazo bueno, el corpulento capataz no aflojaría la llave hasta que el hombre hubiese muerto. Y ahora casi habían llegado al borde del abismo y luchaban ferozmente allí. Fue entonces cuando aparecieron Félix Krakovitch y Carl Quint.

Destrozados, ninguno de los dos podía haber hecho gran cosa hasta ahora; pero por fin, los brazos de Quint —solamente sus brazos— había trepado desde abajo, y el torso sin miembros de Félix se había arrastrado, saliendo de entre las ruinas del castillo. Al asomar los brazos de Quint sobre el borde de la garganta y agarrar a Dolgikh y aparecer el cadáver troceado de Félix, arrastrándose como una babosa, y empezar a morderlo, se dio el hombre por vencido. Aspiró aire para lanzar un último grito, llenó enteramente sus pulmones… y el grito se extinguió en sus labios en un sonido gangoso. Entonces cerró los ojos y suspiró, y expelió todo el aire que tenía dentro.

Pero ellos quisieron asegurarse y, con un último esfuerzo, lo empujaron sobre el borde del abismo. El cuerpo cayó dando vueltas junto al acantilado y rebotando de un saliente a otro, hasta llegar al fondo.

Harry descubrió la cabeza de Zek y dijo:

—Ha muerto… Me refiero a Dolgikh.

—Lo sé —respondió ella, ahogando un sollozo—. Lo he leído en tu mente. Aquí hace frío, Harry…

Él asintió lúgubremente con la cabeza.

¿
Haarrry
? Una voz lejana llegó hasta él cuando hubo soltado a Zek; una voz que solamente él y los muertos podían oír; una voz conocida pero que había creído que no volvería a oír jamás. ¿
Me oyes, Haarrry
?

Te oigo, Faethor de los wamphyri
, respondió él. ¿
Qué quieres
?

Nooo.,., eres tú quien quiere algo, Haarrry. Quieres ver muerto a Iván Gerenko. Está bien, te doy su vida
.

Harry estaba confuso.

No te he pedido ningún favor, al menos esta vez
.

Pero ellos sí
. La voz de Faethor sonó como una risita ahogada. ¡
Los muertos
!

Ahora habló Félix Krakovitch desde el fondo de la garganta:

Yo le pedí su ayuda, Harry. Sabía que ni tú ni nosotros podíamos matar a Gerenko. No directamente. Pero indirectamente

Harry meneó la cabeza.

No
comprendo
.

Entonces mira hacia el risco, sobre la cornisa
, dijo Faethor.

Harry miró. Recortando sus siluetas contra el cielo crepuscular, una hilera desordenada de figuras que parecían espantapájaros, permanecía silenciosa sobre el alto y precario risco. Eran unos personajes sucios, esqueléticos, descompuestos; pero estaban allí, esperando las órdenes del viejo Ferengy.

¡Mis szgany, siempre fieles!, dijo Faethor, el antaño más poderoso de todos los wamphyri. Han estado viniendo aquí durante siglos, viniendo aquí, esperándome, muriendo o siendo enterrados aquí, pero yo no había regresado. Mi poder sobre ellos, que son sangre de mi sangre, es tan grande como el tuyo sobre los muertos vulgares, Harry Keogh. Y ahora los he llamado
.

Pero ¿por qué?, preguntó Harry. Ahora no me debes nada, Faethor
.

Yo amaba estas tierras
, respondió el vampiro.
Tal vez tú no puedes comprenderlo, pero si alguna vez amé algo, fue esta tierra, este lugar. Thibor podría decirte lo mucho que lo amaba

Ahora, Harry comprendió.

Gerenko… ¡invadió tu territorio!

El vampiro lanzó un gruñido ronco e implacable.

Envió un hombre aquí que fue el responsable de que mi casa fuese reducida a polvo. ¡Mi último vestigio sobre la tierra! ¡Y ahora no hay nada que demuestre que un día existió! ¿Cómo se lo haré pagar? ¡Ay! Pero ¿como hice pagar a Thibor?

Harry previo lo que vendría ahora.

Enterraste a Thibor
, respondió.

¡
Qué así sea
!, gritó Faethor. Y dio su última orden a los
szgany
que esperaban en el risco y se lanzaron ahora al espacio.

En mitad de la cornisa, Iván Gerenko oyó el ruido de huesos antiguos y envueltos en cuero, y miró temeroso hacia arriba.

Caían de lo alto, rompiéndose al hacerlo: cráneos y pedazos de huesos y jirones de carne corrompida, una lluvia de cosas muertas que podían sepultarlo bajo restos momificados.

—¡No podéis acabar conmigo! —farfulló Gerenko, cubriéndose la arrugada cabeza al caer los primeros espantosos fragmentos sobre la cornisa. ¡Ni siquiera los muertos… pueden… conmigo!

Pero ellos no tenían intención de acabar con él; ni siquiera sabían que estuviese allí; obedecían simplemente a Faethor y se arrojaban desde lo alto. A partir de entonces, nada dependió de ellos. La ruidosa caída continuó, resonando con fuerza, y sobre aquellos tétricos chasquidos de huesos, se dejó oír ahora un nuevo ruido: un terrible retumbo y unos crujidos en los que nada tenían que ver los muertos, ruidos de piedra al quebrarse, de esquisto y guijarros que se desprendían y de escombros acumulándose. ¡Un alud!

Y cuando Gerenko empezó a comprender lo que pasaba, la cara del acantilado cayó sobre él y lo arrastró en su caída…

Mucho después de que se hubiese posado el polvo y extinguido el último eco de aquel estruendo, Harry Keogh estaba aún allí con Zek, observando cómo salía la luna detrás de las montañas.

—Ella iluminará tu camino —dijo él—. Ten cuidado, Zek.

Ella estaba todavía en sus brazos; los había necesitado para no caerse. Ahora se desprendió de ellos, se apartó sin decir palabra y se encaminó a la cornisa llena de guijarros. Al principio tropezó, pero se irguió y siguió adelante con más aplomo, con más decisión. Encontraría el camino hasta el fondo de la garganta y después seguiría el riachuelo hasta la nueva carretera.

—Ten cuidado —volvió a gritarle Harry—. Y, Zek, no vuelvas a alzarte contra mí o los míos.

Ella no respondió ni volvió la cabeza. Pero se dijo:
Oh, no, no lo haré. No contra ti, Harry Keogh, ¡el necroscopia!

Notas

[1]
Boob
significa teta.
(N. Del t.)

[2]
Keen
significa agudo, fuerte, entusiasta, entre otras cosas.
(N. del t.)

Brian Lumley es un escritor británico del género de terror. Nació al noreste de Inglaterra el 12 de diciembre de 1937.

Añadió una serie de historias a los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft, siendo las más notables aquellas que tienen como personaje principal a Titus Crow. Trabajos posteriores incluyen a Necroscopio; que produjo una serie de novelas que incluyen la Trilogía del mundo vampirico, Necroscopio: Los años perdidos y la trilogía E-Branch. También existe una antología de relatos cortos titulada Harry Keogh y otros héroes extraños.

Aunque se retiró del ejército en diciembre de 1980, los primeros trabajos de Lumley —las historias cortas, y las dos antologías— habían sido publicados muchos años antes por el entonces decano de editores macabros, August Derleth, en la editorial Arkham House en Wisconsin, Estados Unidos. De este modo, Lumley había sido reconocido como un maestro de los "Mitos de Cthulhu", subgénero inspirado por la ficción de H. P. Lovecraft. No fue sino hasta 1986 que el Reino Unido vio la primera publicación de Brian, la novela de terror Necroscopio, "el hombre que habla con los muertos".

Otros libros de Brian Lumley son: “La casa de las puertas” y su secuela “El laberinto de mundos”, “Demogorgon”, seis novelas en la serie de Titus Crow, cuatro de la serie de “Sueños”, la trilogía de “Psychomech”, varias otras novelas fuera de las series y alrededor de 100 historias cortas, entre ellas “Los cuerpos fructíferos”, una de las ganadoras del premio British Fantasy Award en 1989 y que se convirtió en el principal título de la editorial TOR.

Un año más tarde, en 1990, los lectores de “Fear Magazine” votaron por Brian como el mejor autor del género por su libro “La fuente del mal”, por el que recibió el premio correspondiente. Recientemente, la editorial TOR ha lanzado “The Brian Lumley Companion”.

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